Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Bien pudiera ser...

Bien pudiera ser...

Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer.

Dicen que en los solares de mi gente, medido
Estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...

A veces en mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo.

De Alfonsina Storni,
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

¿Y tú?

¿Y tú?

Sí, yo me muevo, vivo, me equivoco;
Agua que corre y se entremezcla, siento
El vértigo feroz del movimiento:
Huelo las selvas, tierra nueva toco.

Sí, yo me muevo, voy buscando acaso
Soles, auroras, tempestad y olvido.
¿Qué haces allí misérrimo y pulido?
Eres la piedra a cuyo lado paso.

De Alfonsina Storni,
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

Hielo - Oveja descarriada

Oveja descarriada

Oveja descarriada, dijeron por ahí.
Oveja descarriada. Los hombros encogí.

En verdad descarriada. Que a los bosques salí;
Estrellas de los cielos en los bosques pací.

En verdad descarriada. Que el oro que cogí
No me duró en las manos y a cualquiera lo di.

En verdad descarriada, que tuve para mí
El oro de los cielos por cosa baladí.

En verdad descarriada, que estoy de paso aquí.

De Alfonsina Storni
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

martes, 24 de septiembre de 2013

Comandante Carlos Fonseca (canción)

Comandante Carlos Fonseca (canción)

Introducción - Habla Tomás Borge:
Cuando estábamos en la cárcel llegó un oficial de la Guardia Nacional lleno de alegría para decirnos que Carlos Fonseca había muerto. Nosotros le respondimos: ´Carlos Fonseca es de los muertos que nunca mueren´.

Poseídas por el dios de la furia
y el demonio de la ternura
salen de la cárcel mis palabras
hacia la lluvia.
Y sediento de luz te nombro hermano
en mis horas de aislamiento.
Vienes derribando los muros de la noche
nítido inmenso.

Estribillo:
 Comandante Carlos, Carlos Fonseca,
Tayacán, vencedor de la muerte,
novio de la patria rojo y negra,
Nicaragua entera te grita: ¡Presente!

Cuando apareciste llegaste a nosotros
con tus miopes ojos azules intensos,
fuiste entonces el hermano
terco indeclinable sempiterno.
Fuiste mecanógrafo, hormiga, martillo
y al día siguiente de nuestro encuentro
vimos tus letreros subversivos
en todos los muros de nuestro pueblo.

Una bala en la selva de Zinica
penetró en tu recio corazón de santo,
y estalló tu sangre en nuestras vidas
como una gigante bomba de contacto.
Desbordante de amor hacia los hombres,
trinitaria roja de tu pecho desnudo,
tus ojos azules generosos
apuntando firmes hacia el futuro.

Cuando los afiches del tirano
sean insepultas huellas de la escoria,
cuando los traidores y cobardes
sean referencias de una vieja historia,
las generaciones venideras
de la Nicaragua libre y luminosa
van a recordarte eternamente
con tu carabina disparando aurora.

De Tomás Borge Martínez
en Carlos, el Amanecer ya no es una Tentación, Katabasis, 1996.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Generales traidores

Generales traidores

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis ¿por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

De Pablo Neruda
en España en el Corazón, Ediciones Ercilla, 1938.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Bruno se dobla, cae

Bruno se dobla, cae (fragmento)

Al frente las montañas emergen como una gasa de
tul curvándose contra las sombras. La nieve de la
cordillera fosforece levemente, como una gasa que
flota. Arriba las infinitas estrellas y el cielo negro.
Las palabras son leves, las estrellas son leves.

Escuché un campo interminable de margaritas
blancas. Se doblan por el viento. Oigo el gemido
de los delgados tallos al doblarse. El sonido es
chirriante, agudo. Cuando el viento cesa vuelve el
silencio.

Bruno, Sólo es una línea blanca que cae y se
levanta. Arriba de la línea todo es negro y abajo
también. Antes está la playa, lo sé, después el mar
hasta el horizonte y luego el cielo. La noche es
una caja cerrada negra, abajo la línea de la
rompiente suena y es blanca.

Bruno era mi amigo.

Las ciudades pequeñas son blancas en la noche.
Adelante está el mar, de él sólo se distingue la
línea blanca de la espuma de la rompiente. El
mar, la noche cerrada.

Escucho al conejo encandilado frente a los focos.
Arriba, la gasa de la nieve de las montañas parece
un tul que le fuera a caer cubriéndole la pequeña
mancha de sangre que ha emergido de su pelaje
pardo. Los focos iluminan otros blancos, otros
pequeños pelajes con sangre.

Una pequeña mota roja de sangre cubierta con la
gasa de la nieve de todas las montañas.

Susana es pequeña.

La tierra que cubre a Bruno es negra. La cara
de Bruno es blanca. Pero no sé si es tierra y
no sé si es agua negra o es el aire negro. La
cara de Susana también es blanca bajo el aire
o el agua o la tierra negra.

Escucho el sonido de las margaritas al
doblarse. Susana es una amiga bajo el campo
negro de margaritas blancas.

De Raúl Zurita
en INRI, Visor Libros, 2004.

El mar

El mar (fragmento II)

Escucha el INRI de los cielos ardiendo. Océanos y
mares de Chile escuchan el INRI de los cielos
ardiendo.

Sorprendentes carnadas rosa sangre llovieron desde
extrañas nubes sobre el mar, sorprendentes mares
color de incienso suben ahora cantando con la
carnada de los peces en el cielo.

Escucha el cántico de los peces ascendiendo al
cielo. Arde, el océano santo de Chile arde. Llamas
como el incienso tiñen de rosa y sangre las
quemadas praderas del Pacífico.

Mares

Fueron arrojados. Como prendidos de extrañas
semillas, campos arados cubren el mar.

De Raúl Zurita
en INRI, Visor Libros, 2004.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Desaparecido II

Desaparecido II (Vacía)

Tengo un ramo de flores en mi mano
Y un panteón sólo en mis entrañas.
No sé dónde podré dejarlas
Para que descansen junto a tus restos.

Tengo en la memoria tu imagen
Jovial e intensa; tus palabras me hacen viento.
Pero una pesadilla viene a veces
En la que tus ojos son enormes huecos.

Tengo el recuerdo de tus manos
Que acarician mi ceño fruncido
Y dice tu boca, hoy desabrida,
No te preocupes por nada, madre,
Que a los tiranos les llegará su día.

Tengo mis recuerdos llenos,
Mi esperanza de hallarte sigue viva,
Siempre lucharé por tu memoria,
Pero tu tumba, hoy, está vacía.

Por Félix Sánchez Durán

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los críticos II

Los críticos II

Basta una idea para
Derribar un muro,
Un abrazo sincero
Para promover la hermandad,
Una verdad para hacer
Caer un mundo de mentiras
Y que alguien haga algo
Para que muchos
Lo critiquen.
Los sueños, sueños son
Para los que no se
Arriesgan en la vida,
Y son horizontes
Para los que se levantan
Y caminan.
Las críticas, parte
Del paisaje.

Por Félix Sánchez Durán

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Hielo - Parásitos

Parásitos

Jamás pensé que Dios tuviera alguna forma.
Absoluta su vida; y absoluta su norma.
Ojos no tuvo nunca: mira con las estrellas.
Manos no tuvo nunca: golpea con los mares.
Lengua no tuvo nunca: habla con las centellas.
Te diré, no te asombres;
Sé que tiene parásitos: las cosas y los hombres.

De Alfonsina Storni
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

Hielo - Cuadrados y ángulos

Cuadrados y ángulos

Casas enfiladas, casas enfiladas,
Casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados.
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
Ideas en fila
Y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.

De Alfonsina Storni
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

Paco

Paco

Tengo sueños de mulo
empacados en tu manera de
querer ser. O la vez
que dijiste "desamparo"
bajo la luna que te desolaba frente
al Río de la Plata, cerca
de donde servían vacío.
Los pescadores insisten y sacan
del agua sombras de su deseo.
Ahora que sos invisible
en tu propia claridad.

De Juan Gelman
en Valer la Pena, Editorial Planeta-Seix Barral, 2001.

Ciudad en que no existo

Ciudad en que no existo (fragmento)

para cada uno la ciudad comienza
en un sitio cualquiera pero siempre distinto
más aún hubo días en que la ciudad
para mí empezaba en la plaza matriz
y otros en velsen y santiago de anca

la ciudad arranca allí donde uno
se siente absuelto por los niños terribles
casi comprendido por los zaguanes
interrogado por la reja o el farol
urgido por el muro pedagógico

la ciudad también puede empezar
con la primera muchacha que viene
a nuestro encuentro pero pasa de largo
y de todos modos deja una fruición
en el bochorno de las once y media

qué mujeres lindas tenía mi ciudad
hasta que las pusieron entre cuatro paredes
y las humillaron con delectación
qué mujeres lindas tienen los calabozos
qué hermanas silenciosas corajudas

luego que el mediodía acumula propuestas
y es tiempo de una siesta que no duermo
hay una verde comunión de rumores
tengo ganas de besar pero los labios
complementarios faltan sin aviso

la calle es la espina dorsal del barrio
es también el penthouse del linyera
un bostezo en la acera de sombra
garabato a destiempo
yuyito entre adoquines

la calle es por supuesto una pareja
una puerta cancel con vaticinios
la calle es un incendio y una estatua
y sobre todo una panadería
la calle es el ombú y el aguacero

todo eso era antes porque ahora
la calle es líber y es ibero
es hugo y heber y susana
los ocho obreros del paso molino
y nuestras marchas a los cementerios

la calle es la sirena horripilante
de un presidente que respira blindado
es una fila de hombres contra el muro
la sangre de sendic en las paredes
gente que corre huyendo de la gente

todo eso es ahora porque antes
la calle era un muestrario de balcones
la calle era estudiantes más obreros
a veces un tordillo vagabundo
o apenitas un chau de vereda a vereda

todo eso era antes porque ahora
la calle es una pinza omnipresente
es el toba y zelmar que vuelven a la tierra
peleando ya cadáveres por la misma bandera
que sus asesinos no pueden soportar

antes ahora antes ahora antes
cumplo con la absurda ceremonia
de escindir mi ciudad en dos mitades
en un rostro ritual y otro crispado
en dos rumbos contrarios en dos tiempos

De Mario Benedetti
en La Casa y el Ladrillo, Losada, 1998.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Hay un continente...

Hay un continente...

Hay en tu país un continente
Que busca librarse de sus fronteras,
Expandirse y respirar aliviado;
Que comprimido, desespera.

¡Vivamos libre la América
Y que el mar nos contenga!

Hay en mi país un continente,
Que no resiste barreras,
Que busca romper los márgenes tiranos;
Que comprimido, se exaspera.

¡Vivamos libre la América
Y que el mar nos contenga!

No se puede
Albergar en este valle
Tan caudaloso río
Que amenaza
Con tapar los picos
Y correr desnudo
De punta a punta,
De Atlántico
A Pacífico.

¡Vivamos libre la América
Y que el mar nos contenga!

No se puede
Dejar en el pasado
Tan pesada historia
De esclavitud
Compartida,
Que marca
Con sus sueños
La libertad
Conseguida.

¡Vivamos libre la América
Y que el mar nos contenga!
¡Sea la patria grande
Nuestra bandera!

Por Félix Sánchez Durán

El mar

El mar (fragmento)

Sorprendentes carnadas llueven del cielo.
Sorprendentes carnadas sobre el mar. Abajo el
océano, arriba las inusitadas nubes de un día
claro. Sorprendentes carnadas llueven sobre el
mar. Hubo un amor que llueve, hubo un día
claro que llueve ahora sobre el mar.

Son sombras, carnadas para peces. Llueve un día
claro, un amor que no alcanzó a decirse. El amor,
ah sí el amor, llueven desde el cielo asombrosas
carnadas sobre la sombra de los peces en el mar.

Caen días claros. Extrañas carnadas pegadas de días
claros, de amores que no alcanzaron a decirles.

El mar, se dice del mar. Se dice de carnadas que
llueven y de días claros pegados a ellas, se dice de
amores inconclusos, de días claros e inconclusos
que llueven para los peces en el mar.

Se oyen días enteros hundiéndose, se oyen
extrañas mañanas soleadas, amores inconclusos,
despedidas truncas que se hunden en el mar. Se
oyen sorprendentes carnadas que llueven pegadas
de días de sol, de amores truncos, de despedidas
que ya no. Se dice de carnadas que llueven para
los peces en el mar.

El mar azul y brillante. Se oyen cardúmenes de
peces devorando carnadas pegadas de palabras que
no, de noticias y días que no, de amores que ya no.

Se dice de cardúmenes de peces que saltan, de
torbellinos de peces que saltan.

Se oye el cielo. Se dice que llueven asombrosas
carnadas adheridas de pedazos de cielo sobre el mar.

De Raúl Zurita
en INRI, Visor Libros, 2004.