Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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jueves, 13 de noviembre de 2025

Luna roja

Luna roja

Esta luna fría y blanca
Que refleja
En lo alto del cielo boreal
Nuestra mirada pálida e inquieta
Esa luna de allá nos pasa rozando aquí
Roja y sangrante
Las crestas de las sierras de España
Iluminan los rostros sangrantes de los muertos
Hacia ese astro lívido
Alzo el puño de mi cólera
Y hago un voto
-Oh camaradas caídos por nuestra libertad-
De no olvidar nunca
Vuestro sacrificio anónimo.

de Norman Bethune,
en https://elpuig.xeill.net/Members/salarnal/textos/2013/los-escritos-imprescindibles-de-un-medico-comunista-internacionalista (11/2/25).

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Norman Bethune

Norman Bethune

El canadiense más humano de nuestro tiempo
fue a España cuando España le gritaba al mundo
"¡Venid a ver la sangre derramada!"
"My eyes are overflowing," dijo, "and clouded with blood.
No podía mirar
la sangre derramada que veía.
Pero la sangre de los muertos era
ya sangre muerta.

El canadiense más humano de nuestro tiempo
escribió treinta versos como treinta blasfemias
sobre la sangre derramada por los muertos.
Son versos antiaéreos, anticelestiales,
que acaso derribaron algunos aviones
o una escuadrilla entera de hipocresía alada.

El canadiense más humano de nuestro tiempo,
sin olvidar la sangre derramada,
pensó en la sangre que vivía y que luchaba.
Como también era poeta de otra forma,
cuando veía heridas como "terribles flores de carne,"
les rimaba los bordes con suturas
para que no siguiera derramándose sangre.

Pero, a veces, las flores se quedaban de pronto
marchitas por la sangre ya perdida.
Y la sangre de los muertos era
ya sangre muerta.

El canadiense más humano de nuestro tiempo
vio cómo los fusiles pasaban de las manos
de los muertos y heridos a los que no tenían
fusiles en las manos.
Pensó en la sangre, en toda la sangre del pueblo de España,
vio que era toda un mar, una gran red de ríos
que iban a dar a ríos que iban a dar al mar,
al rojo mar inmenso que estaba defendiendo
la vida.

El canadiense más humano de nuestro tiempo
subió a un camión pequeño y recorrió los frentes
con botellas de sangre. Habiendo descubierto
que las venas del hombre pueden dar en el hombre,
fundó el Canadian Blood Transfusión Service,
Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre.

De Jesús López Pacheco,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.23, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

miércoles, 15 de octubre de 2025

Flor de la calle

Flor de la calle 

Si algún día
pasas por una calle gris,
a la que dan sombra los almendros,
y la distinguen una gasolinera
y una escuela,
busca una pequeña flor
en el asfalto,
busca mi corazón.
Mi corazón, que ha huido de mi equipaje
por miedo a un nuevo exilio
y que ha elegido ser
flor de la calle.

de Suzanne Alaywan,
en https://franciscocenamor.blogspot.com/2025/03/poema-del-dia-flor-de-la-calle-de.html (2/3/2025).

domingo, 5 de octubre de 2025

EL BOSQUE EN MARCHA

EL BOSQUE EN MARCHA

Era una Isla de esclavos bajo el cielo
más azul de la América.
                                                    Besaban
los pies de la sirena de los mares
las ondas oceánicas cargadas
de corales, madréporas y conchas.
En la soberbia entonación del agua
conque lamenta el mar la desventura
que ha encadenado a la infeliz esclava
había un rudo acento, un largo grito
tembloroso y sonante de venganza.

Rugió la guerra y en los agrios bosques
como loba con hambre se arrastraba,
medio escondida entre los viejos troncos.
Las lágrimas y sangre a las entrañas
fecundas de la selva descendían
a un tiempo con los odios y las rabias
de muchos combatientes. Recios árboles
caídos en la tierra sollozaban
con el sordo extertor de las heridas,
vertiendo a un tiempo su potente savia.

Cuando la guerra huyó, tras largos años,
de esclavitud más triste y más amarga,
ejércitos de jóvenes arbustos,
nutridos con la sangre y con las lágrimas
de la infeliz generación que había
muerto en el bosque primitivo, hallaban
vientos de libertad bajo los cielos,
odio en la tierra y en sus fibras rabia.

Y una vez más resucitó la guerra:
más lágrimas y sangre derramadas
filtrándose en la tierra.
                                                    Mas de pronto,
conmovida la selva en sus entrañas,
llenas de sangre, resolvió la guerra.
¡También la guerra! Y a jurar venganza
llama al pueblo de árboles nutridos,
de hiél y de odio, de valor y rabia.

Se agitan las florestas de la isla
con ciega sed de libertad.
                                            La raza
trocada en savia alimentó aquel bosque
que va a blandir como soberbias lanzas
sus gigantescos y robustos brazos.
Un sordo estruendo, un viento de borrasca
sacude las melenas del ejército
y al trote, al trote comenzó su marcha.
Un ancho soplo de tormenta empuja
aquella tempestad salvaje. Nada
detiene el paso del andante bosque:
es un ciclón devastador que aplasta
selvas y campos y ciudades y hombres
con un estruendo atronador que espanta.
Un ejército de hombres y de bestias
huyó a la costa a defenderse.
                                                        El agua
con sus clarines de metal, su grito,
eterno invocador de las venganzas,
levanta hasta los cielos; los clamores
de la turba de fieras asustadas
con el lamento de las olas, se iban
haciendo cada vez más roncos: ráfagas
rápidas como potros desfrenados
surcos profundos en el mar trazaban.

Y vino al fin la tempestad: el bosque,
sudando espuma cual las gordas ancas
del Océano, se acercó a la costa
y en las ondas del mar encabritadas
fué vaciando el ejército de fieras.
Luego avanzó, llevando a las espaldas
todo un montón de sus cadenas rotas,
todo el pasado de su vida esclava,
y lo arrojó sobre las muertas fieras
cual sudario de plomo.
                                                    Y rudo marcha
dentro del mar, despedazando el velo
sangriento de la noche que se acaba.

«No más exclavos en el mundo» — dijo-,
y sacudió su limpio manto de aguas.

de Roberto Brenes Mesen,
en Los mejores poetas de Costa Rica, Compañía Ibero-Americana de publicaciones/
Librería FERNANDO FE, 1915.

viernes, 3 de octubre de 2025

Los hijos del soldado

Los hijos del soldado

Mi padre era maestro. Yo tenía siete años.
Y un día recibió, como todos, la carta.
Había sido aceptado en el partido
(aunque él jamás habría solicitado el ingreso).
Le enviaron un escudo con la esvástica.
Unos meses después marchaba rumbo a Rusia.
Mi madre estaba enferma aquel invierno,
los tres niños debíamos hacerlo todo en casa.
Y a veces venían cartas desde el frente oriental.
La guerra era una ausencia, un silencio, un temor que crecía.
Después las cartas se acabaron, y se acabó la guerra.
Y los hombres volvieron, pero él seguía en el frente.
Qué larga fue la infancia; qué triste está Alemania en la memoria.
Los tres íbamos juntos cada sábado
a esperar aquel tren.
Sin hablar lo esperábamos.
Y mi madre creía que estábamos jugando en los campos vecinos.
Año tras año, sin faltar, cada sábado,
sin decírselo a nadie,
esa estación nos vio crecer callando.
Cuando caía la noche, regresábamos.

de William Ospina,
en Una sonrisa en la oscuridad, Universidad Externado de Colombia, 2007.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Apollinaire canta una canción de fiebre

Apollinaire canta una canción de fiebre

Lou pasa entre la fiesta de las balas de octubre
y es sólo una coraza de amor lo que la cubre.

No morirás, Lou mía, no acabará tu espera
en el regazo rojo de esta roja trinchera.

Es sólo mi memoria lo que así te convida
a negar estas sombras con tu risa y tu vida.

Lo que hace que en las recias barricadas te vea,
donde la guerra insomne mata y relampaguea.

Lou, gacela. Lou, rosa. La noche de oro empieza.
Lou, tormenta. Lou, espada. Y al volver la cabeza,

la sombra despoblada
se hace carne y me besa.

Perdona al insensato, que no calla
su atroz fascinación por la batalla,

su desdén por las alas,
su admiración de nórdico por la luz de las balas,

y ven así, intangible, serena, dulcemente,
antes de que me besen las brasas en la frente.

de William Ospina,
en Una sonrisa en la oscuridad, Universidad Externado de Colombia, 2007.

lunes, 16 de junio de 2025

la celebración de la violencia en la era de la crueldad

la celebración de la violencia en la era de la crueldad

no estoy en contra de la violencia
sólo para asegurarme un lugar entre los tibios
es más, no estoy en contra de la violencia
porque sí, en tanto violencia
último recurso en mi defensa
último recurso
pero está
no estoy en contra de la violencia
pero jamás, entiendan, jamás
cuando deba hacer uso de la violencia
la celebraré
el día que deba usar la violencia
me alejaré más de quienes me la festejen
que de quienes me han atacado
y han despertado
la violencia en mí

Por Félix Sánchez Durán.

miércoles, 2 de abril de 2025

Los lapachos han vuelto a florecer

Los lapachos han vuelto a florecer

Los lapachos han vuelto a florecer
en este mes de agosto
como si fueran el eje de la historia, y la explosión de
sus flores rosadas un movimiento circular
de suaves rotaciones, qué
piensan dentro de sus ramas
(aparentemente imperturbables) sobre
lo que pasó este otoño en los mares del sur
bajo un manto de
neblinas?

Pero de pronto los lapachos florecieron y luego
dejaron caer
sus flores en el sueño de esa llovizna
sin noticias,
y los albatros quedaron sepultados
en las Islas.
Y los padres nos quedamos mirando
en el aeropuerto
cómo nuestros hijos subían a los aviones
de transporte
con armas y cascos y mochilas y fuertes
borceguíes para el frío del sur abajo
del planeta que se iba
cantando la marcha de San Lorenzo pero a él
no lo podíamos distinguir
cuál era desde la terraza porque
ya no era nuestro hijo sino un soldado
que iba hacia la guerra
y a mí se me cruzaron todas las palabras
rotas
tartamudas
y todavía siento que en aquella madrugada
cuando los aviones se perdieron en el cielo
a las seis de la mañana
supe que ya podía escribir rabiosamente
la palabra cibilización con be larga,
por lo menos.
Y como si nada hubiera ocurrido, en agosto
los lapachos han vuelto a florecer
sobre nuestros corazones con armas de papel
“igual que sobrevivientes
que vuelven de la guerra”.

de Alfredo Veiravé,
en Cuentos para seguir creciendo, FMG/Ministerio de Educación/Eudeba, 2006.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Bajo qué bandera tendré que esconderme...

Bajo qué bandera tendré que esconderme 
cuando te mire muerto, 
cuando tenga que sujetar tu cuerpo 
el resto de los días de mi vida, 
que sólo serán tu ausencia. 
Con qué uniforme abrigaré mi pena 
que me justifique 
el absurdo ciclo de haberte parido,
para entregarte luego a una causa perdida. 
Qué ejército, de qué lugar, 
defenderá mi miedo a seguir viva, 
la angustia de mirar a otras madres, 
la procesión insufrible de ataúdes, 
la indecente firma de otras paces 
que construyan sobre nuestros huesos 
un futuro en el que no cabemos.

de Begoña Abad,
en Insumisas - Poesía Crítica Contemporánea de Mujeres, Baile del Sol, 2019. 

viernes, 28 de febrero de 2025

PROMESA A UNA PALOMA


de Hilde Domin,
en Canciones para dar aliento (Trad. Geraldine Gutiérrez Wienken), Editorial Llantén, 2018. 

miércoles, 15 de enero de 2025

...a la población de Gaza

a la población de Gaza

llaman a las piedras
como quien llama a un perro
y las piedras van
acuden al llamado

acarician las piedras
como se acaricia a un gato
y las piedras ronronean
y duermen sobre el amo

le susurran a las piedras
como se cuenta un secreto
y sonríen las piedras
y prometen no contarlo

liberan las piedras al aire
como quien arroja un canario
y les piden que vuelen
y suelten su hermoso canto

tienen nombres las piedras
como las calles o los barrios
nombres familiares pronunciados
con nostalgia y con quebranto

y lanzan las piedras al aire
y como fieles piedras vuelan
cantan libremente y vuelven
a las manos que han amado

Por Félix Sánchez Durán.

domingo, 22 de diciembre de 2024

ORIENTACIÓN NOCTURNA

ORIENTACIÓN NOCTURNA

Mi cabeza reposa hacia el Sur
mis pies hacia el Norte
desde mi partida
siempre mis puies hacia el Norte
hacia ti.
Mi cuerpo
una brújula en el sueño
busca su Norte.

de Hilde Domin,
en Canciones para dar aliento (Trad. Geraldine Gutiérrez Wienken), Editorial Llantén, 2018. 

domingo, 15 de diciembre de 2024

fue tal la inocencia del niño...

fue tal la inocencia del niño
que entre bomba y bomba
metralla y metralla
tomó de la mano
a la huesuda de roída capa
y de gastada guadaña
y se marchó
con una sonrisa

por Félix Sánchez Durán.

lunes, 18 de noviembre de 2024

COLONIA

COLONIA

La ciudad hundida
para mí
sola
hundida.

Nado
en las calles.
Otros caminan.

Las viejas casas
tienen grandes puertas nuevas
de vidrio.

Los muertos y yo
nadamos
a través de las puertas nuevas
de nuestras viejas casas.

de Hilde Domin,
en Canciones para dar aliento (Trad. Geraldine Gutiérrez Wienken), Editorial Llantén, 2018. 

domingo, 13 de octubre de 2024

HIJAS DE LAS PERRAS NEGRAS

HIJAS DE LAS PERRAS NEGRAS

A Edwidge Danticat

Celianne parió a una niña
y la nombró con el nombre escrito en el cuchillo.

Swiss no llora,

bajo la brea que remienda el barco,

algo, alguien retiene sus gritos.

La madre se aferra hasta hundir sus uñas
en la espaldita renegrida.

Cientos de niñas violadas tiran a sus hijos al río.

Escucho en la tele: Bella dentadura de los héroes vestidos de verde

llegan a domar a los nadies.


En el trueque de espejos se fragmentan rostros nativos.

(Las invasiones a los cuerpos son públicas,

pero permanecen

ocultas).

Cuatro niños salieron de la selva,

sobrevivieron durante cuarenta días y cuarenta noches
                               -cuatro es el orden salvaje-.


¿La selva es mejor que el mar?,

¿mejor?,

la selva tiene su caudaloso río
de muerte.

Emigrantes caminan por el lodo,
la mitad muere

mientras sacuden en vano su reseca vara de la fe:

agua amarga no se endulza,

agua no emana del cactus,

agua no abre paso a los hijos de los guerreros

de Túpac Amaru

ni a los de Benkos Biohó.

La arpía sobrevuela el sueño vencido de la flecha.

Hombres insolados esperan, frente a Celianne,

como parteras que quieren matar.

La tierra prometida está maldita,

no Swiss, no las niñas, no los emigrantes…

Por la promesa, miles de Sísifos atraviesan mares y ríos

metiendo la gran piedra en sus bolsillos.

Todos suman el peso de una pluma, pesan

el peso de la muerte.

Cualquiera es el próximo
héroe caído,          mártir mojado,     hueso roto
o Lázaro hediondo, para inspirar terror al que huye.

Escucho a Celianne saltar

tras la carnada trifásica
de ombligo, placenta, hija.

Escucho a las placentas:

A ti llamamos las desterradas hijas de Eva y Agwé;

Agwé, a ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

A las perras negras y los perros negros nos ha tocado hundir
siempre algo: casas, dioses, lenguas...

En la orilla, de donde salimos, gallos cantan
al amo,
obligados a negar a sus ancestros,
vender a los suyos por maíz de plástico

para sobrevivir

y caminar tranquilos con sus nombres «limpios»,

sin que los llamen

brujos,          guerrilleros,         rebeldes...

Yo pensaba que escribir era sacarse agujas

del pecho.
                 Escucho a las agujas:
Poesía es madre que pare a mar abierto,

nos tira y se lanza tras nosotros.


Me oigo:

La magia blanca que me dieron en la escuela de monjas,
                                  como cucharada de veneno,
no me salvaría si decidiera tirarme;

porque no quebró los dedos de quienes firmaron

la entrada al territorio

a los hombres que pusieron botas
en los pies de los cadáveres de nuestros jóvenes;

porque no quebró los dedos de quienes firmaron
la emergencia migratoria

y alejaron los buques de socorro del Mediterráneo.


Las perras negras, sus hijos y sus hijas se hunden
con la historia en su boca.


Escucho al Mediterráneo:

La poesía buscará entre los ahogados, y como otra perra
lamerá sus huesos

para heredar la memoria y justificar la existencia.

de Luisa Villa,
en https://www.laraizinvertida.com/detalle-3108-luisa-villa-premio-internacional-de-poesia-gabriel-celaya-?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR1j2upm8KKVK0jHfT63-z6ja7DzOrVrDvk5y_ubks7xEhRF75oB2CCD_AQ_aem_0kcJzPZZRcOJv1QFkGsFpg (21/7/24).

viernes, 11 de octubre de 2024

CANCIONES PARA DAR ALIENTO - III

CANCIONES PARA DAR ALIENTO

III

para Li

Esos pájaros
sin dolor,
esos livianísimos
pájaros de oro
vagando
sobre los tejados.

Ninguno 
preguntando
por el otro.

Juntándose, separándose,
sin necesidad,
sin anhelo.

Nosotros,
debajo de los tejados,
aferrándonos.

Mira,
el Sol re-
torna
como humo dorado.
El caído sube.
Sube del tejado de Job.
Se hace de día
hoy
por segunda vez.

de Hilde Domin,
en Canciones para dar aliento (Trad. Geraldine Gutiérrez Wienken), Editorial Llantén, 2018. 

lunes, 23 de septiembre de 2024

REGRESO DE LOS BARCOS


de Hilde Domin,
en Canciones para dar aliento (Trad. Geraldine Gutiérrez Wienken), Editorial Llantén, 2018. 

domingo, 8 de septiembre de 2024

EL VENCEDOR

EL VENCEDOR

¿Os acordáis del hielo en la garganta
cuando el tropel de la barbarie ciega
desbordó su estridencia en nuestro suelo
sembrándolo de invierno sin promesas?
La razón opusimos como escudo
contra el cual no hay ariete que no ceda.
¡Cómo venció al destino Leningrado!
¡Qué reluciente roca de firmeza!
Y cuando, en la escalada de su hazaña,
rompió el anillo que oprimió sus piedras,
¡con qué asombrado grito de entusiasmo
se derramó el aplauso sin fronteras!
¡Oh qué inmensa la gloria de ese nombre
donde culmina el sol de la leyenda!
Cuanto fuera imposible, Leningrado
lo realizó en el cielo y en la tierra.

1944

de Borís Pasternak,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Versión de Carlos Álvarez

sábado, 7 de septiembre de 2024

Fusil contra fusil (canción)

Fusil contra fusil

El silencio de monte va
Preparando su adiós
La palabra que se dirá
In memoriam será, la explosión

Se perdió el hombre de este siglo allí
Su nombre y su apellido son
¡Fusil contra fusil!

Se quebró la cáscara del viento al sur
Y sobre la primera cruz
Despierta la verdad

Todo el mundo tercero va
A enterrar su dolor
Con granizo de plomo harán
Su agujero de honor, su canción

Dejarán el cuerpo de la vida allí
Su nombre y su apellido son
¡Fusil contra fusil!

Cantarán su luto de hombre y animal
Y en vez de lágrimas echar
Con plomo llorarán

Alzarán al hombre
De la tumba al sol
Y en nombre se repartirán
¡Fusil contra fusil!
¡Fusil contra fusil!
¡Fusil contra fusil!

de Silvio Rodríguez,
en Antología, Vinyl, 1978.

miércoles, 17 de julio de 2024

¡NO HAY DIOS!

¡NO HAY DIOS!

AUTO en veinte versos cortos. La escena entre
bastidores personajes: El público, el director
de la Revista, el traspunte García, la voz del
guardarropa, la voz de maquinista, coro de
artistas, y Dios, que no aparece.

-¿Pero qué pide el público? ¿Qué quiere?
¿Por qué grita la gente? ¿Por qué silba?
(Le pregunta colérico al traspunte
el director de la Revista).
-Piden a Dios; quieren que salga Dios.
-Pues que salga en seguida.
-No le toca aun salir.
-Se le adelanta la salida.
A ver; a escena Dios. ¡Dios! ¡Dios!
(El director se desgañita).
¡Dios! ¡Dios! ¿Dónde está Dios?
Búsquele Ud., García.
-¡No hay Dios!
(Grita la voz del Guardarropa).
-¿Qué no hay Dios? –Se preguntan.
anonadados los artistas.
-¡No hay Dios! ¡No hay Dios!
-Vuelve el traspunte enrojecido de ira.
¡El Dios de la tramoya
se lo han llevado los franquistas!

de León Felipe,
en versos de rebeldía y combate, Editorial Eleuterio, 2021.