Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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domingo, 29 de junio de 2025

A Blas de Otero

A Blas de Otero

Amigo Blas de Otero: Porque sé que tú existes,
y porque el mundo existe, y yo también existo,
porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo,
gastando nuestras vueltas como quien no hace nada,
quiero hablarte y hablarme, dejar hablar al mundo
de este dolor que insiste en todo lo que existe.

Vamos a ver, amigo, si esto puede aguantarse:
El semillero hirviente de un corazón podrido,
los mordiscos chiquitos de las larvas hambrientas,
los días cualesquiera que nos comen por dentro,
la carga de miseria, la experiencia —un residuo—,
las penas amasadas con lento polvo y llanto.

Nos estamos muriendo por los cuatro costados,
y también por el quinto de un Dios que no entendemos.
Los metales furiosos, los mohos del cansancio,
los ácidos borrachos de amarguras antiguas,
las corrupciones vivas, las penas materiales...
todo esto —tú sabes—, todo esto y lo otro.

Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo.
La llama que nos duele quería ser un ala.
Tú sabes y tu verso pone el grito en el cielo.
Tú, tan serio, tan hombre, tan de Dios aun si pecas,
sabes también por dentro de una angustia rampante,
de poemas prosaicos, de un amor sublevado.

Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana:
ese mugido triste del mar abandonado,
ese temblor insomne de un follaje indistinto,
las montañas convulsas, el éter luminoso,
un ave que se ha vuelto invisible en el viento,
viven, dicen y sufren en nuestra propia carne.

Con los cuatro elementos de la sangre, los huesos,
el alma transparente y el yo opaco en su centro,
soy el agua sin forma que cambiando se irisa,
la inercia de la tierra sin memoria que pesa,
el aire estupefacto que en sí mismo se pierde,
el corazón que insiste tartamudo afirmando.

Soy creciente. Me muero. Soy materia. Palpito.
Soy un dolor antiguo como el mundo que aún dura.
He asumido en mi cuerpo la pasión, el misterio,
la esperanza, el pecado, el recuerdo, el cansancio,
Soy la instancia que elevan hacia un Dios excelente
la materia y el fuego, los latidos arcaicos.

Debo salvarlo todo si he de salvarme entero.
Soy coral, soy muchacha, soy sombra y aire nuevo,
soy el tordo en la zarza, soy la luz en el trino,
soy fuego sin sustancia, soy espacio en el canto,
soy estrella, soy tigre, soy niño y soy diamante
que proclaman y exigen que me haga Dios con ellos.

¡Si fuera yo quien sufre! ¡Si fuera Blas de Otero!
¡Si sólo fuera un hombre pequeñito que muere
sabiendo lo que sabe, pesando lo que pesa!
Mas es el mundo entero quien se exalta en nosotros
y es una vieja historia lo que aquí desemboca.
Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa.

Invoco a los amantes, los mártires, los locos
que salen de sí mismos buscándose más altos.
Invoco a los valientes, los héroes, los obreros,
los hombres trabajados que duramente aguantan
y día a día ganan su pan, mas piden vino.
Invoco a los dolidos. Invoco a los ardientes.

Invoco a los que asaltan, hiriéndose, gloriosos,
la justicia exclusiva y el orden calculado,
las rutinas mortales, el bienestar virtuoso,
la condición finita del hombre que en sí acaba,
la consecuencia estricta, los daños absolutos.
Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.

Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras,
con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota,
con ese mal tremendo que no te explica nadie.
Irónicos zumbidos de aviones que pasan
y muertos boca arriba que no, no perdonamos.

A veces me parece que no comprendo nada,
ni este asfalto que piso, ni ese anuncio que miro.
Lo real me resulta increíble y remoto.
Hablo aquí y estoy lejos. Soy yo, pero soy otro.
Sonámbulo transcurro sin memoria ni afecto,
desprendido y sin peso, por lúcido ya loco.

Detrás de cada cosa hay otra cosa que es la misma,
idéntica y distinta, real y a un tiempo extraña.
Detrás de cada hombre un espejo repite
los gestos consabidos, mas lejos ya, muy lejos.
Detrás de Blas de Otero, Blas de Otero me mira,
quizá me da la vuelta y viene por mi espalda.

Hace aún pocos días caminábamos juntos
en el frío, en el miedo, en la noche de enero
rasa con sus estrellas declaradas lucientes,
y era raro sentirnos diferentes, andando.
Si tu codo rozaba por azar mi costado,
un temblor me decía: «Ese es otro, un misterio.»

Hablábamos distantes, inútiles, correctos,
distantes y vacíos porque Dios se ocultaba,
distintos en un tiempo y un lugar personales,
en las pisadas huecas, en un mirar furtivo,
en esto con que afirmo: «Yo, tú, él, hoy, mañana»,
en esto que separa y es dolor sin remedio.

Tuvimos aún que andar, cruzar calles vacías,
desfilar ante casas quizá nunca habitadas,
saber que una escalera por sí misma no acaba,
traspasar una puerta -lo que es siempre asombroso-,
saludar a otro amigo también raro y humano,
esperar que dijeras -era un milagro-: Dios al fin escuchaba.

Todo el dolor del mundo le atraía a nosotros.
Las iras eran santas; el amor, atrevido;
los árboles, los rayos, la materia, las olas,
salían en el hombre de un penar sin conciencia,
de un seguir por milenios, sin historia, perdidos.
Como quien dice «sí», dije Dios sin pensarlo.

Y vi que era posible vivir, seguir cantando.
Y vi que el mismo abismo de miseria medía
como una boca hambrienta, qué grande es la esperanza.
Con los cuatro elementos, más y menos que hombre,
sentí que era posible salvar el mundo entero,
salvarme en él, salvarlo, ser divino hasta en cuerpo.

Por eso, amigo mío, te recuerdo, llorando;
te recuerdo, riendo; te recuerdo, borracho;
pensando que soy bueno, mordiéndome las uñas,
con este yo enconado que no quiero que exista,
con eso que en ti canta, con eso en que me extingo
y digo derramado: amigo Blas de Otero.

de Gabriel Celaya,
en http://amediavoz.com/celaya.htm#A%20BLAS%20DE%20OTERO (13/12/24).

viernes, 19 de agosto de 2022

BIOGRAFÍA

BIOGRAFÍA

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.

de Gabriel Celaya,
en https://www.poemas-del-alma.com/gabriel-celaya-biografia.htm (18/7/22).

domingo, 7 de agosto de 2022

EPÍLOGO

EPÍLOGO

Y al fin reina el silencio.
Pues siempre, aún sin quererlo,
guardamos un secreto.

de Gabriel Celaya,
en https://www.poemas-del-alma.com/gabriel-celaya-epilogo.htm (18/7/22).

jueves, 28 de julio de 2022

CONSEJO MORTAL

CONSEJO MORTAL

Levanta tu edificio. Planta un árbol.
Combate si eres joven. Y haz el amor, ¡ah, siempre!
Mas no olvides al fin construir con tus triunfos
lo que más necesitas: Una tumba, un refugio.

de Gabriel Celaya,
en https://www.poemas-del-alma.com/gabriel-celaya-consejo-mortal.htm (18/7/22).

miércoles, 20 de abril de 2022

Informe

Informe

Se han estudiado todos los datos del problema.
Se han hecho mil diez fotos. Se han tomado medidas
del lugar del suceso y cuanto le rodea.
Se han aplicado al reo las técnicas modernas
sin peligro de vida, con médica asistencia.
Después, previo el permiso, se ha machacado el cráneo,
pues algo debe haber que sigue allí secreto.
No se ha encontrado nada que valiera la pena
para hacer racional el supuesto misterio
aunque se ha recurrido a lo pluscuamperfecto.
Pero no hay criminal que no acabe gritando.
Vamos a examinar a su madre y sus hijos
de un modo humanitario aséptico-anestésico.
Se trata de estudiar, porque es fundamental,
cómo pueden surgir monstruos tan disconformes
como este que estudiamos, no del todo anormal.
Hay que estudiar a fondo a su madre, y salvar
si es posible a sus hijos, operando en directo
esos tiernos cerebros, quizás aún corregibles.
Es una gran empresa super-occidental
que ejercemos en nombre de la Humanidad.

de Gabriel Celaya,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Tú que solo eres tú

Tú que solo eres tú

Mi vicio, mi locura, mi alegría,
¡todavía muchacha!
Mi nunca suficientemente amada,
cámbiame los ojos si así quieres,
pónmelos de ira.
Es lo mismo. Me das vida.

de Gabriel Celaya,
en http://amediavoz.com/celaya.htm#MUJER (12/9/20).

miércoles, 26 de abril de 2017

Gernikako arbola (El árbol de Guernica)

Gernikako arbola
(El árbol de Guernica)

Era en la primavera del año treinta y siete
cuando llegué a Guernica.
Allí se fabricaban boquillas de careta
anti-gas. Yo debía
-servicio de inspección- ver qué diablos pasaba
o qué no funcionaba.
Allí, en Guernica, estaban las fuerzas guipuzcoanas
nuevas, y yo debía
-servicio de instrucción- enseñarles la humana
protección que es posible cuando con gas atacan.
Todo me parecía remoto. Aunque cumplía
lo debido, imposible
era pensar que nadie lanzase tal ataque.
El frente estaba lejos. Brillaba el cielo indemne.
Y todo hay que decirlo:
hacía mucho tiempo que no comía cordero,
ni comía pan blanco, como allí, en retaguardia.
¡Parecía tan fácil la paz! No se entendían
la ira y la mentira.
A veces visitaba nuestro árbol de Guernica,
y miraba el azul,
un azul que duró todos aquellos días,
un ancho azul tranquilo que nada parecía
podría perturbar, marzo querido.
¡Ay, quién diría
que a poco de marcharme zumbaría en el cielo,
en ese mismo cielo que parecía indemne,
limpio de mancha y leve,
el horror de una muerte mecánica y salvaje!
¡Ay, quién diría!
¡Ay, dilo tú si puedes, Gernikako Arbola,
dilo con tu raíz, tus ramas y tus niños,
dilo si eso es posible,
di con la libertad de los vascos antiguos,
con el temblor de fronda que cubre el país entero
y dice lo que somos, diciendo lo que fuimos!
¡Ay, si es posible, dilo!

de Gabriel Celaya,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.9, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

jueves, 20 de noviembre de 2014

A un poeta neutral

A un poeta neutral

Basta ya de mentiras. Dividamos los campos.
Yo no te quiero mal; soy sólo tu contrario,
pecho a pecho distinto, diente a diente luciente.
Te juzgo pernicioso. Lo digo. Juego limpio.
En vano tú pretendes envolver en la anchura
comprensiva, imparcial ―lo que quieras, sermones―
lo insoluble y candente. Tus poemas son sólo
un infierno empedrado de buenas intenciones.
Yo creo en ti; te estimo noblemente decente,
mas te pido osadía, salud, fe, sí, más tripas.
Te pido que me insultes si lo crees necesario.
Todo sea hasta el fin, mas sin beaterías.

de Gabriel Celaya,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.9, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Aprender a nadar

Aprender a nadar

Mientras otros piensan qué se debe hacer,
yo hago.

Mientras otros discuten qué está bien, qué está mal,
yo sigo en lo real.

Mientras otros debaten qué se debe cambiar,
yo cambio.

Mientras otros piensan, yo, sin pensar,
canto.

de Gabriel Celaya,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.9, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

viernes, 21 de febrero de 2014

La poesía es un arma cargada de futuro

La poesía es un arma cargada de futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

De Gabriel Celaya,
en Cantos Iberos, Turner, 1975.