Y maldije la luna
Hubo una especie de tregua: no se oían disparos.
Empezamos de nuevo a gritar nuestros números
y nos fuimos reuniendo en un terreno
pequeño y quebrado.
Creímos ser los únicos sobrevivientes
y deliberamos qué íbamos a hacer:
lo único posible
era buscar cómo unirnos
a las escuadras de San Judas.
Intentamos irnos por unos montes atrás;
el camino era muy inclinado y dificultoso.
Nos acercamos a unas viviendas
pero unos perros
nos olfateaban como a un kilómetro de distancia
y cada vez que queríamos movernos
se ponían como locos.
Tuvimos que quedarnos quietos toda la noche.
Había una luna bellísima, y por primera vez
maldije la luna.
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.90, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.