El grito del condenado
Intercálase el silencio
con un extraño gemido:
¡El de un condenado a muerte
que alza al cielo su martirio!
A través de las paredes
me parece verlo, lívido,
estremecerse de espanto,
arrodillarse, contrito,
y, transformado en piltrafa,
implorar, ¡perdón!, vencido.
Hay un momento de tregua
o en que su voz es un hilo...
Mas de pronto, huracanado,
va creciendo aquel gemido,
cual si en él se concentrara
todo el dolor del presidio.
El grito del condenado
es el más horrendo grito.
¡El que no lo oyó una vez
no sabe lo que es martirio!
con un extraño gemido:
¡El de un condenado a muerte
que alza al cielo su martirio!
A través de las paredes
me parece verlo, lívido,
estremecerse de espanto,
arrodillarse, contrito,
y, transformado en piltrafa,
implorar, ¡perdón!, vencido.
Hay un momento de tregua
o en que su voz es un hilo...
Mas de pronto, huracanado,
va creciendo aquel gemido,
cual si en él se concentrara
todo el dolor del presidio.
El grito del condenado
es el más horrendo grito.
¡El que no lo oyó una vez
no sabe lo que es martirio!
de Alberto Ghiraldo,
en La canción del deportado, Fernando Fé, 1929.
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