La cicatriz
Don Juan a Don Diego hirió,
y aunque arrepentido luego
curó Don Juan a Don Diego,
la cicatriz le quedó.
De esto a inferir vengo yo
que nadie, si es cuerdo y sabio,
debe herir ni aun con el labio,
pues aunque curarse pueda,
siempre al ultraje le queda
la cicatriz del agravio.
De Miguel Agustín Príncipe,
en Luisa H. Martínez, Lenguaje y Literatura, Editorial Tor, 1940.
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