Quiché
-I-
En el nombre del Padre y del Hijo
Y en el nombre del Espíritu Santo
El demonio va alargando su garra y repartiendo
Bendiciones en la puerta de la iglesia
A las niñas vestidas de palomas
Don Pedro de Alvarado
Con su antorcha y con su espada
Destruyendo los libros de los príncipes
La ruidosa caravana de los predicadores
Atraviesa la tierra de los árboles
Con eslóganes y letras
De colores y carros y altavoces
Y carteles con la cara del profeta
Oh, Señor, escucha bien la súplicas
De estos pobres hijos tuyos
Derrama tu piedad sobre la niña Sara Coronado
Que sufre quebrantos de salud por tos ferina
Ayuda en este trance a Armando Celestino
Y auxilia a su negocio en apuros por deuda de hipoteca
Y acuérdate también
De Vicenta Robledos y ayúdala en su parto
Y de Eusebio y de Jacoba
Que necesitan casa donde criar sus hijos
Ayúdalos Jehová
Reparte tus favores y tu misericordia
Sobre estos pecadores
Al fin y al cabo hijos también de tu grandeza
Pero cómo tiene miedo
Cómo sufre por debajo
El hondo corazón de esta tierra
El evangelio negro y carcomido
Que está cantando el Gran Predicador
El Gran Predicador ha repartido balas y machetes
Ha vendido promesas y ha cegado
Los pobres corazones de los pobres
El Gran Predicador tiene uñas de perro
Y bigote de serpiente
Se sienta sobre el trono de los indios
Y enjoya su estrado con la sangre
De los hijos de esta tierra
Tiene el Gran Predicador las garras negruzcas
Y los ojos de los peces flotando en el fangal
Duerme el Gran Predicador
Sobre un enorme y negro cementerio
Esta fosa común es su guarida
Y aún no tiene suficientes calaveras
En la cuenta sin número del hambre
Su corazón es de barro y sus ángeles no vuelan
Y sus obispos mienten y sus dioses son muñecos de palo
Hay neumáticos ardiendo y gritos y machetes
En ofrenda a los altares del Gran Predicador
Él tiene a los soldados
Protegiendo su templo y su palacio
-II-
Por eso escucha ahora, Maximón,
La triste letanía de estos pobres
Que elevamos a tu trono de aguardiente
El último rescoldo de nuestras esperanzas
Escucha que es tu pueblo y no el de Jesucristo
El que ahora sollozando te suplica
Por todas las criaturas humilladas en el barro
Oh negro Maximón señor del humo
Danos el canto de la tierna rebeldía
Por todas las palabras desangradas sin pausa en las aceras
Oh agrio Maximón príncipe sin reino
Danos palos enormes para ahuyentar los zopilotes
Por tantas velitas retumbando en la negrura de los pozos
Oh bello Maximón señor de los escupitajos
Danos el fuego y el alcohol para acabar con las bacterias
Por los cadáveres ocultos en el lodo de la historia
Oh sucio Maximón gladiador de la gangrena
Danos refugio para el viento y danos dientes para tu carne
Porque estamos ya tocando el limo oscuro y muerto del
Danos agua para limpiar el olor de la carroña
Por el aliento caliente con que resuella la maleza
Oh dulce Maximón oscuro paladín de las telas de araña
Danos una hermosa canción para cantar con nuestros hijos
Por las lágrimas rojizas en los ojos enfermos de las niñas
Oh zambo Maximón arcángel de la escoria y de las llagas
Danos entendimiento para discernir siempre lo más
Por el miedo de los perros que ladran en el maizal
Oh sabio Maximón jardinero de las flores resecas
Danos garganta para gritar de ira y manos para agarrar las
Por el virus caníbal que enmascaran las ofrendas del Gran
Danos un viento que arranque la gran máscara del mundo
Porque ahí fuera el sol calienta y hace frío, sin embargo, en
Porque nada podemos sin tu ejército de parias
Escucha, oh, Maximón
Mi cuerpo está encendido con la sangre de los indios
Las calles piden fuego
En el nombre del Padre y del Hijo
Y en el nombre del Espíritu Santo
El demonio va alargando su garra y repartiendo
Bendiciones en la puerta de la iglesia
A las niñas vestidas de palomas
Don Pedro de Alvarado
Con su antorcha y con su espada
Destruyendo los libros de los príncipes
La ruidosa caravana de los predicadores
Atraviesa la tierra de los árboles
Con eslóganes y letras
De colores y carros y altavoces
Y carteles con la cara del profeta
Oh, Señor, escucha bien la súplicas
De estos pobres hijos tuyos
Derrama tu piedad sobre la niña Sara Coronado
Que sufre quebrantos de salud por tos ferina
Ayuda en este trance a Armando Celestino
Y auxilia a su negocio en apuros por deuda de hipoteca
Y acuérdate también
De Vicenta Robledos y ayúdala en su parto
Y de Eusebio y de Jacoba
Que necesitan casa donde criar sus hijos
Ayúdalos Jehová
Reparte tus favores y tu misericordia
Sobre estos pecadores
Al fin y al cabo hijos también de tu grandeza
Pero cómo tiene miedo
Cómo sufre por debajo
El hondo corazón de esta tierra
El evangelio negro y carcomido
Que está cantando el Gran Predicador
El Gran Predicador ha repartido balas y machetes
Ha vendido promesas y ha cegado
Los pobres corazones de los pobres
El Gran Predicador tiene uñas de perro
Y bigote de serpiente
Se sienta sobre el trono de los indios
Y enjoya su estrado con la sangre
De los hijos de esta tierra
Tiene el Gran Predicador las garras negruzcas
Y los ojos de los peces flotando en el fangal
Duerme el Gran Predicador
Sobre un enorme y negro cementerio
Esta fosa común es su guarida
Y aún no tiene suficientes calaveras
En la cuenta sin número del hambre
Su corazón es de barro y sus ángeles no vuelan
Y sus obispos mienten y sus dioses son muñecos de palo
Hay neumáticos ardiendo y gritos y machetes
En ofrenda a los altares del Gran Predicador
Él tiene a los soldados
Protegiendo su templo y su palacio
-II-
Por eso escucha ahora, Maximón,
La triste letanía de estos pobres
Que elevamos a tu trono de aguardiente
El último rescoldo de nuestras esperanzas
Escucha que es tu pueblo y no el de Jesucristo
El que ahora sollozando te suplica
Por todas las criaturas humilladas en el barro
Oh negro Maximón señor del humo
Danos el canto de la tierna rebeldía
Por todas las palabras desangradas sin pausa en las aceras
Oh agrio Maximón príncipe sin reino
Danos palos enormes para ahuyentar los zopilotes
Por tantas velitas retumbando en la negrura de los pozos
Oh bello Maximón señor de los escupitajos
Danos el fuego y el alcohol para acabar con las bacterias
Por los cadáveres ocultos en el lodo de la historia
Oh sucio Maximón gladiador de la gangrena
Danos refugio para el viento y danos dientes para tu carne
Porque estamos ya tocando el limo oscuro y muerto del
fondo del pantano
Oh ebrio Maximón capitán renegrido de los airesDanos agua para limpiar el olor de la carroña
Por el aliento caliente con que resuella la maleza
Oh dulce Maximón oscuro paladín de las telas de araña
Danos una hermosa canción para cantar con nuestros hijos
Por las lágrimas rojizas en los ojos enfermos de las niñas
Oh zambo Maximón arcángel de la escoria y de las llagas
Danos entendimiento para discernir siempre lo más
necesario
Por el miedo de los perros que ladran en el maizal
Oh sabio Maximón jardinero de las flores resecas
Danos garganta para gritar de ira y manos para agarrar las
armas
Predicador
Oh viejo Maximón maestro de los niños muertosDanos un viento que arranque la gran máscara del mundo
Porque ahí fuera el sol calienta y hace frío, sin embargo, en
nuestras casas
Oh fiero Maximón enorme insecto negro que asusta a las
muchachas
Danos paz para los muertos y cólera y furor para los vivosPorque nada podemos sin tu ejército de parias
Maximón
Porque todo se pierde si olvidamos las fosas comunes
Maximón
Porque es la ira el método de hacer frente a la amnesiaEscucha, oh, Maximón
Mi cuerpo está encendido con la sangre de los indios
Los muertos cantan solos
Las calles piden fuego
La gente corre a gritos por mis venas.
de Miguel Ángel García Argüez,
en Once poetas críticos en la poesía española reciente (Enrique Falcón, coord.), Baile del sol, 2007.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario