Enemigo común
Para Carlos Rivas
y su manía de masticar el mundo
Una noche olvidas toda la poesía
o al menos quieres olvidarla
abandonas a Paz en el suelo
porque sabes que hay que abandonarlo
cuando el poema
no es capaz de sellarte tus oquedades
y también olvidas lo que será mañana
o cualquier otro día
o lo que no estuvo sucediendo ayer
y te dispones
casi como quien dispara a sangre fría
a bajar
a darte una vuelta en vacío por las calles
y sucede que bajas a la ciudad
y entras en uno de los bares limítrofes a solas
a bañarte de neón y de rameras
poco recuerdas que eres de los que escribe poemas
de los privilegiados
y distinguidos
un escogido a toda prueba
capaz de precisar el concepto divino de san Anselmo
y sus pruebas improbables
decides acercarte al tragamonedas
todavía a solas
a jugar el juego de que no te choquen los carritos
en la pista
pero te chocan
y la máquina patea tu error
y miras a ambos lados
y descubres que estás rodeado de gringos por todas partes
y te dices algo así como
“Estos gringos no hacen más que cruzar la acera
la cerca límite
a tomarse nuestras mujeres”
y te parece del todo bien el insulto boca adentro.
Echas otra moneda hasta el estómago mismo de la máquina
y recién presientes
que Rosaura te observa
pegada al bar
junto a un pálido ciudadano
de los Estados Unidos de América
ah la hermosamente caliente y enfermiza de Rosaura
antioqueña pura
de dos hijos tejanos
y mil y una noches de desamor
y de pronto te viene otra frase:
“Estos gringos cuando cruzan
ya no a nuestras mujeres se llevan
porque aquí o son colombianas o nicas
o ticas o salvadoreñas
o vienen importadas de otros mundos
al concreto y capital asunto de noche
y dólares”.
Es triste
pero aquí también hay algo de mi país
“a cuatro cuadras del Canal Zone y de la muerte”
esto es aquello de Panamá crosroads of de world
y tú sigues en tu máquina de carreras
dándote vueltas izquierdas
a la manivela
y al poema que sabes que no escribirás
hasta el Año Nuevo
cuando los bazares judíos de la Avenida Central
se pueblen de postalitas
santocloses
trenes
y vuelva a hablarse en un descompuesto inglés
de yes sir
do yo like it?
thanks
i’m glad to buy it
pero hay noches en que bajas olvidando la poesía
a tu país
y no hay un país ni una ciudad ni un bar
ni una mujer
ni un territorio
porque aquí se volvió todo tráfico hasta los sueños
y luego vuelves adolorido
regresas a leer a Paz ya sin Paz
y piensas seriamente:
cómo sería el cielo
y sus ministros y sus ángeles y sus arcángeles
y my God en persona
discutiendo sobre un Canal dominado por Satanás.
de Manuel Orestes Nieto,
en Poesía armada, Agermanament, 1976.
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