Recuérdenme...
Recuérdenme...
Que este inenarrable y luctuoso hecho - el gran crimen- no se cubra de olvido.
Llamaré, llamaré esta noche
a la puerta cerrada de vuestros ensueños,
para que despierten las conciencias ociosas
de su hondo letargo siquiera un momento.
¿No me conocen? ... Yo soy aquel niño hermoso
que exhausto y semidesnudo
en el desierto(1) de Der-El- Zor se durmió un día
y jamás despertó.
No se horroricen de mi esquelética figura,
nunca fui enterrado,
y así deambule
entre los muertos,
siempre con hambre y sediento.
Por la hambruna mi vientre se fue hinchando
como parte del tambor, tenso y delgado,
y mis piernas, descarnadas,
eran débiles palillos...
Incontables días sin bocado de pan.
mis ojos solo sangre y muerte vieron;
como una cabra sarnosa comí pasto,
y luego ... ni eso.
Los golpes no son lo grave, curar las heridas de la espalda;
tampoco importa el miedo a la muerte;
lo terrible es ver caer al suelo, hambrientos,
pequeños como yo...
No pido adornos ni abrigos de lana,
los esqueletos se ven siempre desnudos;
mas cuando saquen del horno los panecillos calientes,
acuérdense de mi.
A la puerta de todos los hombres,
llamaré, llamaré con insistencia,
para que nunca falte a ningún niño
su pedazo de pan cada jornada.
Mushegh Ishján,
en http://www.laizquierdadiario.com/Literatura-y-poesia-A-cien-anos-del-genocidio-armenio (30/5/20).
(1) "diserto", en el original
(1) "diserto", en el original
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