La Voz del pueblo
Fuimos la enorme y funeral canalla,
la que en los vastos campos de batalla
derrama, delirando, su heroísmo,
para elevar a aquél que la avasalla
y viste su rencor de patriotismo;
fuimos, la enorme y funeral canalla
que ofrece su sonrisa a la metralla.
Fuimos la multitud ciega y vencida
que de los campos y los bosques cuida;
la que en los rudos llanos, sin desdoro,
para engordar al grupo que la olvida,
prepara el fruto y las espigas de oro;
fuimos la multitud ciega y vencida
que muere de hambre y que reparte vida.
Fuimos la oscura plebe fascinada
que en la nave del templo arrodillada
se resigna, al horror de su destino,
y que ante el oropel de la fachada
inclina su humildad y abre camino;
fuimos la oscura plebe fascinada
que adora la injusticia consagrada.
Fuimos el triste y colosal rebaño
que entorpecido por un sueño extraño
construye los palacios inauditos,
el que sufre y trabaja todo el año
para aumentar el bien de los ahítos;
fuimos el triste y colosal rebaño
sumido en las tinieblas de su engaño.
Fuimos el nervio, la pasión, la brava
bestia que arrastra el peso que la enclava,
la que aparta los montes, el atleta
que con potentes músculos socava
las oscuras entrañas del planeta;
fuimos el nervio, la pasión, la brava
fuerza dueña del mundo y de él esclava.
Pero hoy aquella sierva escarnecida
a los esclavos del dolor convida
a conquistar con su porción de holgura
la gloria inmarcesible y merecida
de hacer del mundo, oasis de ventura;
pero hoy aquella sierva escarnecida
puede, en un gesto, renovar la vida...
Vamos hacia la cumbre donde ondea
el estandarte rojo y nuestra idea...
Vamos a libertar a los humanos
y a difundir la aurora que clarea
sin tasa para todos por los llanos...
¡El estandarte que en la cumbre ondea
signo de paz y de concordia sea!
de Manuel Ugarte,
en Poesías Completas, Casa Editorial Maucci, 1921.
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