EL ÍDOLO
¡Oh, el incesante trueno
que estremece la tierra!
¡Oh, el rayo que aniquila!
¡Oh, el resplandor que ciega!
Los ojos milenarios
del Ídolo contemplan,
desde la enhiesta cumbre
la espantosa contienda.
Tiene el oro en su seno
y en sus brazos la fuerza,
y un reptil ponzoñoso
enroscado en su lengua.
El mar de fuego y sangre
que hasta la cumbre llega,
como un lebrel sumiso
sus plantas lame y besa.
Cuando en una haz se junten
las angustias secretas,
las hondas agonías
y las mudas protestas,
y ese haz equilibre
la vibradora flecha,
que en las rígidas manos
de la Justicia tiembla;
y parta el dardo y llegue,
rugiendo en su carrera,
al Ídolo amasado
con sangre y con miseria,
y rotas sus entrañas
a borbotones vierta
todo el oro y el fango
de las entrañas negras,
entonces, encarnándose
la pálida quimera,
un sol de redenciones
alumbrará al planeta.
de Ricardo Jaimes Freyre,
en Obra poética y narrativa, Plural Editores, 2005.
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