Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

domingo, 31 de agosto de 2014

¡Levántate tú mismo!

¡Levántate tú mismo!

Vi al infame, otra vez,
Arrojarte contra el suelo.
Vi otra vez, como antes,
Te arrojaba con desprecio.

Otra vez fui, corriendo,
A extenderte la mano.
Ayudar a levantarte,
Otra vez, fui intentando.

Mas al oírte balar,
Otra vez -oyó mi oído-,
Te dejé tirado allí.
¡Levántate tú mismo!

Por Félix Sánchez Durán

Psiquis

Psiquis

Nada la inquieta ni conmueve
Ni la indigna; hela aquí
La psiquis del mediocre.
Y la del adoquín.

de Álvaro Yunque,
en Versos de la calle, Claridad, 1924.
http://www.alvaroyunque.com.ar/poesia/libros/index.html


Fe

Fe

Sentado en el tranvía, pensativo,
Decíame: ¿Es que en vano corre el tiempo?,
¿Es que siempre ignorancias e injusticias
Flagelarán al infelice pueblo?,
¿Es que siempre habrá mansos que soporten
La servidumbre y siempre habrá soberbios?
¿Es que aun la electrofuerza no propulsa?
¡Sangre hecha luz!, ¿El carro del progreso?
¡Y qué honda tristeza me invadía
paralizándome como un veneno!
Mas, sentado a mi diestra, con su traje
de labor sucio y roto, vi un obrero;
y, ¡oh, júbilo!, ¡Aquel hombre miserando
tenía un libro en sus callosos dedos!;
¡Y lo leía cavilosamente!
¡Qué proficua lección me dio ese obrero!
Entreví el ideal por los suburbios
Sembrando ideas, dando sentimientos;
¡y en vez de mi dolor, sentí pujante,
que una ola de fe me alzaba el pecho!

de Álvaro Yunque,
en Versos de la calle, Claridad, 1924.
http://www.alvaroyunque.com.ar/poesia/libros/index.html

Reflexión bíblica

Reflexión bíblica

"Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz"
Antiguo Testamento
El Génesis, Lib. 1,5.

Frente a la calle rumorosa en donde
Pródigo el sol dardea;
Se abre voraz, boca de fría sombra,
El portón de una iglesia,
Que parece la entrada
De una ancestral caverna.
Y dijo Dios: Sea la luz;
¿Y fue la luz? ¡Y aún hay tinieblas!
¿O será que "la luz que Dios nos hizo"
Se ha quedado en la calle sin entrar a su iglesia?

de Álvaro Yunque,
en Versos de la calle, Claridad, 1924.
http://www.alvaroyunque.com.ar/poesia/libros/index.html

miércoles, 27 de agosto de 2014

Si la muerte quisiera

Si la muerte quisiera

I
Tú como yo, viajero, en un día cualquiera
Llegamos al camino sin elegir acera.
Nos pusimos un traje como el que llevan todos
Y adquirimos su aspecto, sus costumbres, sus modos.

Hemos andado mucho, sujetados por riendas
Invisibles, los ojos fatigados de vendas.
Tenemos en las manos un poco de cicuta,
perdimos de la lengua el sabor de la fruta
Y sabemos que un día seremos olvidados
Por la vida, viajero, totalmente borrados.

Y tú y yo conocimos las selvas olorosas...
Y tú y yo no atinamos jamás a cortar rosas.

II
¿Sabes, viajero? Tarde voy haciendo proyectos.
De tentar nuevos rumbos desandando trayectos.
Tengo sed tan salvaje que me quema la boca
Y ansío beber agua que brote de la roca.
Persigo las corrientes para bañar la piel,
Alimentarme quiero de rosas y de miel,
Dormir sobre los musgos, ignorar la palabra,
Y tener dos amigos: un cisne y una cabra.
Si a mi fresco retiro te allegaras un día
Tu viejo escepticismo quizá me encontraría
Sentada bajo el árbol de la Sabiduría.

III
Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte
Y dile que no impida mi camino, de suerte
Que me allegue a la roca, que conozca la gruta,
Que retorne a mis labios el sabor de la fruta.
Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte
Y dile que me deje cortar flores, de suerte
Que mis manos se vean bellamente cubiertas
Por capullos de rosas y por rosas abiertas.

Como ella me dejara, lentamente, viajero,
Coronada de mirtos, bajo sol agorero,
Emprendería marchas hacia el nuevo sendero.

De Alfonsina Storni,
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

viernes, 15 de agosto de 2014

San Martín en Francia

San Martín en Francia

Ya en tu regazo estoy, ya en tu regazo
Puedo al fin descansar; ¡cuánto he vivido!...
¡Oh Francia! ¡vengo a ti, busco tu abrazo
Para morir dichoso en el olvido;
Mi corazón tan sólo es un pedazo,
El otro lo dejé donde he nacido,
Y ese pedazo que me presta aliento
Viene a morir aquí de paz sediento.

De paz sediento que en ciclópea guerra
Mis años de vigor se han consumido,
Y al pensarlo parece que en la tierra
Un sueño de laureles todo ha sido.
Tanto me amó la gloria que me aterra
Y en inmersión de gloria sumergido
Guardo en mi ser rapsodias de titanes
Como esconden su fuego los volcanes.

Pobre y solo he venido; un océano
Hay entre mí y entre la patria mía;
Mas por el nombre de este americano
Te besará la América algún día.
No puedo descorrerte yo el arcano
Que a tu playa me trae de lejanía,
Y aunque me ves tan muerto en ilusiones
Pudiera hacer mi tienda con pendones.

Más relatos que Ulises yo contara,
Más golpes de altivez yo te dijera,
Homero como a Aquiles me cantara,
Tu amor de libertad me bendijera;
Pero no, que quizá se malograra
El designio que impulsa mi carrera;
Sólo pido aire, y de tu sol el fuego,
Y que me entierres compasiva luego.

Francia amiga, este pobre peregrino
Que fatigado viene hollando mares
Sabrás quién es cuando en cantar divino
Te digan que ascendió entre luminares,
Que levantando el lábaro argentino
Le puso las montañas por pilares,
Y que llegó hasta los incanos puertos
Sobre volcanes y leones muertos.

Ah, mi vejez recoge, Francia amiga;
Recógeme en tu suelo hospitalario,
Siento en mi ser recóndita fatiga
Que me envuelve glacial como un sudario;
Yo no sé si habrá alguno que aún me diga
Que hice mal en venirme a tu santuario,
Pero cuando la luz huya en la tarde
Ni me dirán innoble ni cobarde.

Yo cumplí mi destino, ya está hecho;
Ya tres pueblos se yerguen soberanos;
Mi conciencia está limpia, limpio el pecho;
Calumnias... abyección, fantasmas vanos;
No quise por mi culpa ver deshecho
El fulgor que alumbró pueblos hermanos,
Y lleno de mortal melancolía
Una tarde grité: "adiós, Patria mía".

Adiós, pero en mi ser yo te llevaba;
¿Cómo, Patria, vivir sin ti pudiera?
Tu cielo abandoné pero guardaba
Tu hermosura, tu amor, tu gloria entera;
Tu grandioso destino me escoltaba
Invulnerable mi alma en tu bandera,
Y marchando al destierro sin enojos
Oprimí el corazón y hasta los ojos.

Te di la libertad y tu baluarte
Libertad dio también a otras naciones.
Oh Patria, nada más pude yo darte
Ni ofrecerte yo pude más blasones;
Jamás dudé mi vida en ofrendarte
Pero la muerte me negó sus dones;
¡Cuántas veces, ansioso yo quería
Morir en la batalla... y no moría!

Mas, tú lo sabes bien, tú bien conoces
Que yo y mis bravos al trepar el Ande
Por nieves y pináculos atroces
Donde tan sólo el huracán se expande,
Escuchamos de pie las roncas voces
De esa tumba soberbia, helada, grande,
Sólo que al punto que ella nos llamaba,
"No moriréis", la libertad gritaba.

Y vengo aquí a morir en este suelo,
Nido caliente del hogar latino,
A la luz cariñosa de este cielo
Implorando su amor al peregrino.
Oh Patria, cuando me halle sin consuelo
Lo encontraré en mi orgullo de argentino;
Sólo te pido de ambiciones lleno
Que lleves mis cenizas a tu seno.

De Alfonso Durán,
en Flores de un Otoño, Incipit Liber, 1922.

Ante "El Libertador", de Alice

Ante "El Libertador", de Alice (1)

Firme sobre la roca. El mar sereno
Se siente chico y a sus pies dormita.
Su mirada genial es infinita;
Piensa en su patria de nostalgias lleno.

Del sol muriente llega hasta su seno
Ráfaga de fulgor que en él palpita,
Se eleva y en su rostro deposita
Gesto inmortal de pequeñez ajeno.

Así el asta oprimió de su bandera
Como oprime el bastón... Viento soplando
Su capa extiende en ala condorina.

Al mirar ese lienzo alguien dijera
Dos soles al morir se están besando
En la aurora triunfal de la Argentina.

De Alfonso Durán,
en Flores de un Otoño, Incipit Liber, 1922.
(1) El gran lienzo del pintor Antonio Alice que representa a San Martín en Boulogne-Sur-Mer

viernes, 1 de agosto de 2014

Las muletas

Las muletas

Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó: «¿Por qué llevas muletas?»
Y yo le dije: «Porque estoy tullido».

«No es extráño», me dijo.
«Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!»

Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y, sin dejar de reír,
las arrojó al fuego.

Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

Sobre una muchacha ahogada

Sobre una muchacha ahogada

Sin hundirse, la ahogada descendía
por los arroyos y los grandes ríos,
y el cielo de ópalo resplandecía
como si acariciara su cadáver.

Las algas se enredaban en el cuerpo
y aumentaba su peso lentamente.
Le rozaban las piernas fríos peces.
Todo frenaba su último viaje.

El cielo, anocheciendo, era de humo,
y a la noche hubo estrellas vacilantes.
Pero el alba fue clara para que aún
tuviera la muchacha un nuevo día.

Al pudrirse en el agua el cuerpo pálido,
la fue olvidando Dios: primero el rostro,
luego las manos y, por fin, el pelo.
Ya no era sino un nuevo cadáver de los ríos.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.