Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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domingo, 14 de abril de 2024

LA GUERRA

LA GUERRA

De las cimas de los montes
A las cuencas de los valles,
En barrancos y laderas,
Se amontonan los cadáveres.
Ya no tienen sed los cuervos
Ni los lobos tienen hambre.
Para el cuervo y para el lobo
Guardáis los hijos, oh madres.

El cañón asorda el viento;
Y en sombrías espirales,
De la tierra en fuego y llamas,
El humo asciende a los aires.
En todas partes la ruina,
El horror en todas partes.
Para el horror y la ruina
Tenéis los hijos, oh madres.

En derruida casa, un perro
Lanza aullidos funerales;
Está vacía la cuna;
Y, ya rígido cadáver,
Con la soga echada al cuello,
De una viga cuelga el padre.
Para víctimas del crimen
Tenéis los hijos, oh madre.

Al umbral en cruz los brazos,
Hacia la tierra el semblante,
Con una herida en el pecho,
Estuprada virgen yace.
En los quince florecía
Y era el lirio más fragante.
Para el sátiro sangriento
Tenéis los hijos, oh madres.

Mas cantan gloria las torres;
Y al son de marchas triunfales,
El vencedor aparece
Hollando ruina y sangre.
La bullente muchedumbre
Exulta, ríe y aplaude.
Para coro de verdugos
Tenéis los hijos, oh madres.

Pobres madres, no a los cielos
Alcéis manos suplicantes:
Allá nadie os compadece
Porque allá no existe nadie.
Mientras gima esclavo el mundo,
Sed esposas, sed amantes;
Más para el lobo y el cuervo
No tengáis hijos, oh madres..

de Manuel González Prada,
en versos de rebeldía y combate, Editorial Eleuterio, 2021.

sábado, 13 de abril de 2024

FUSILES AL FRENTE

FUSILES AL FRENTE

Camaradas:
el fusil,
para defender Madrid...
Que tu voz diga y rediga
esta consigna apremiante:
«Arma que está rezagante,
es una más enemiga.»

Por todas partes se diga
que el fusil,
para defender Madrid.

Está comprobado y visto
que la «FN» y la «Star»
bastan para vigilar
o para hacer un registro.
Camarada, hay que ser listo,
y el fusil,
para defender Madrid.

El fusil, aquí, contigo,
no ha de sernos necesario;
para el servicio ordinario,
la pistola es buen amigo.
Fíjate en lo que te digo:
que el fusil,
para defender Madrid.

Un grupo, una compañía,
batallón o regimiento,
si está escaso el armamento,
poco podrá en la porfía;
por eso yo te decía:
que el fusil,
para defender Madrid.

¿Cómo habrás de responder
si ves que brazos viriles,
por escasez de fusiles
tienen que retroceder?
Es consigna de vencer,
que el fusil,
para defender Madrid.

Y a quien sordo o inconsciente,
no lo oye o no lo escucha,
decidle que nuestra lucha
ha puesto en Madrid su frente,
y su fusil de repente
le quitas,
para defender Madrid.

(Romancero de la defensa de Madrid)

de Antonio Aparicio,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

jueves, 4 de abril de 2024

EL MILICIANO DESCONOCIDO

EL MILICIANO DESCONOCIDO

(Frente de Madrid)

No me preguntéis su nombre.
Le tenéis ahí en el frente,
por las orillas del río:
toda la ciudad lo tiene.

Cada mañana se alza,
cuando la aurora lo envuelve
con un resplandor de vida
y otro resplandor de muerte.
Cada mañana se alza,
como un acero se yergue,
y donde pone sus ojos
una luz mortal esplende.

No me preguntéis su nombre,
que no habrá quien lo recuerde.
Cada día se levanta
con la aurora o el poniente,
salta, empuña, avanza, arrolla,
mata, pasa, vuela, vence;
donde se planta, allí queda;
como la roca, no cede;
aplasta como montaña,
y como la flecha, hiere.
Madrid entero lo adivina;
Madrid late por sus sienes;
sus pulsos vibran hirviendo
de hermosa sangre caliente,
y en su corazón, rugiendo
cantan millones de seres.

No sé quién fue, quién ha sido:
¡toda la ciudad lo tiene!
¡Madrid, a su espalda, le alienta;
Madrid entero le sostiene!

¡Un cuerpo, un alma, una vida,
como un gigante se yerguen
a las puertas del Madrid
del miliciano valiente!

¿Es alto, rubio, delgado?
¿Moreno, apretado, fuerte?
Es como todos. ¡Es todos!
¿Su nombre? Su nombre ruede
sobre el estrépito ronco;
ruede vivo entre la muerte;
ruede como una flor viva,
siempreviva para siempre.

Se llama Andrés o Francisco,
se llama Pedro Gutiérrez,
Luis o Juan, Manuel, Ricardo,
José, Lorenzo, Vicente...
Pero, no. ¡Se llama solo
Pueblo Invicto para siempre!

(Romancero General de la Guerra Española)

de Vicente Aleixandre,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

domingo, 31 de marzo de 2024

MADRID, 1937

MADRID, 1937

Horizonte de guerra, cuyas luces,
cuyas aureolas repentinas, breves,
cuyas fugaces albas, salvas, fuegos,
multiplican la muerte interminable.
Aquí en Madrid, de noche, solo, triste,
mi frente con el frente son sinónimos
y sobre mi mirada como llanto
se derriban los héroes, caen hundidos
por el abismo verde de mi cara.
Yo sé que estoy desierto, que estoy solo,
que el frente paralelo de mi frente
desdeña mi dolor y me acompaña.
Ante el glorioso círculo de fuego
nada puedo evocar, nada ni a nadie.
No hay recuerdo, placer, antes vivido,
que pueda rescatar de mi pasado.
No hay ausencia, ni historia, ni esperanza
que con su engaño calme mi agonía.
Aquí en Madrid, delante de la muerte
mi corazón pequeño guarda oscuro
un amor que me duele, que no puedo
ni siquiera mostrarlo en esta noche
ante este inmenso campo de heroísmo.

(Poetas en la España Leal)

de Manuel Altolaguirre,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

viernes, 22 de marzo de 2024

HÚSARES AZULES

HÚSARES AZULES

Hiere la helada
                                            como fuerte garra.
Vuela el trineo
                                        por el Fontanka.
Su huella en la nieve
                                                    va trillando rayas.
¿De quién esa risa?
                                                ¿De quién esa voz?
“Con mi propia mano
                                                en el corazón,
te lo digo yo:
                                                No toques la espada.
Frente a tal peligro,
                                                                        si no es a ti mismo,
a otros salvaguarda.”

Con los cascos blancos
                                                        golpeando en el hielo,
sombras por Litieini
                                                vuelan a lo lejos.
“Y yo te respondo,
                                                    mi querido amigo:
No temo la muerte
                                                      en tenso patíbulo.
Mortal y oprobioso
                                                        en esta esclavitud
es bajar la cabeza
                                                    y asi envejecer.
Hora es que unamos
                                                            sables con los sables.
Mi corazón
                                        está enamorado
                                                                                    de la libertad.”

Labios encarnados
                                            y pipas labradas.
Húsares azules,
                                            ¡probad el destino!
Helos indomables,
                                            helos inmortales
otra vez reunidos
                                            en la habitación.
Guerreras abiertas
                                                    en noche profunda:
“Sírvanme una copa
                                                repleta de vino.
Vertemos, bebemos
                                                y nos despejamos:
Por la Hermandad Sureña,
                                                            por los jóvenes hermanos.”

Sordas las guitarras,
                                                altas las palabras...
¿Qué guardar entre ellos?
                                                ¿A quiénes temer?
Cual espuma en copas
                                                hierve su pasión:
Se lee “Gitanos”
                                            por primera vez.
Por Litieini vuelven
                                                    las sombras volando.
Ceños rigurosos
                                                 bajo las viseras
miran los palacios.
                                                        Terminó el encuentro,
¡arre los caballos!

¿Qué es esa,
                                qué es esa,
                                                                        qué es esa canción?
Bajad la cabeza.
                                                    Las tenues guitarras
que temblando callen:
                                                Húsares azules
en la nieve yacen.

1927

de Nikolái Aséiev,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Traducción de Elva Macías

jueves, 21 de marzo de 2024

DIOS Y LOS HOMBRES

DIOS Y LOS HOMBRES

Dios fabrica a los hombres
y éstos el primer día ya pelean,
Dios, cabrero al cuete,
no consigue arreglarlos.
Ponga y meta, meta y ponga,
los hombres rajan cocos
y las napias de chicha se ensanguientan.
A la fin, aburrido,
Dios se va a apoliyar la dulce siesta
y les chilla:
"¡Arréglense muchachos, como puedan!"

de Álvaro Yunque,
en Versos Rantes,Peña Lillo, 1961.
http://www.alvaroyunque.com.ar/ (7/5/20).

lunes, 18 de marzo de 2024

¡ALERTA, LOS MADRILEÑOS!

¡ALERTA, LOS MADRILEÑOS!

I

Pueblo de Madrid valiente,
pueblo de paz y trabajo,
defiéndete contra aquellas
fieras que te están cercando;
ellas tienen por oficio
la destrucción y el estrago,
ellos hacen de la guerra
un arte para tu daño.
Si por amor a la paz
estuvimos desarmados,
por amor a la justicia
ahora el fusil empuñamos.
Demuéstrale al enemigo
que no quieres ser esclavo;
más vale morir de pie
que vivir arrodillados;
cadenas, las que formemos
unidos por nuestros brazos,
unión que nunca se rompa,
vínculo firme de hermanos.
Muros de sacos terreros,
surcos hondos, no de arados,
sí con picos, y con palas,
con corazones sembrados,
semilla roja seremos
en las trincheras del campo.
Cuando brote la victoria,
con sus palmas y sus ramos,
el mundo verá en nosotros
su más brillante pasado;
seamos la aurora, la fuente,
demos los primeros pasos
del porvenir que en Europa
merece el proletariado.

II

Madrid, capital de Europa,
eje de la lucha obrera,
tantos ojos hoy te miran
que debes estar de fiesta;
vístete con tus hazañas,
adórnate con proezas,
sea tu canto el más valiente,
sean tus luces las más bellas;
cuando una ciudad gloriosa
ante el mundo así se eleva,
debe cuidar su atavío,
debe mostrar que en sus venas
tiene sangre que hasta el rostro
no subirá con vergüenza,
sí con la fiebre que da
el vigor en la contienda.
Madrid, te muerden las faldas
canes de mala ralea,
vuelan cuervos que vomitan
sucia metralla extranjera.
Lucha alegre, lucha, vence,
envuélvete en tu bandera;
te están mirando, te miran;
que no te olviden con pena.

(Romancero de la Guerra Civil Española)

de Manuel Altolaguirre,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

lunes, 4 de marzo de 2024

ODA A LOS NIÑOS DE MADRID MUERTOS POR LA METRALLA

ODA A LOS NIÑOS DE MADRID MUERTOS POR LA METRALLA

Se ven pobres mujeres que corren en las calles
como bultos o espanto entre la niebla.
Las casas contraídas,
las casas rotas, salpicadas de sangre:
las habitaciones donde un grito quedó temblando,
donde la nada estalló de repente,
polvo lívido de paredes flotantes,
asoman su fantasma pasado por la muerte.
Son las oscuras casas donde murieron niños.
Miradlas. Como gajos
se abrieron en la noche bajo la luz terrible.
Niños dormían, blancos en su oscuro.
Niños nacidos con rumor a vida.
Niños o blandos cuerpos ofrecidos
que, callados los vientos, descansaban.
Las mujeres corrieron.
Por las ventanas salpicó la sangre.
¿Quién vio, quién vio un bracito
salir roto en la noche
con la luz de sangre o estrella apuñalada?
¿Quién vio la sangre niña
en mil gotas gritando:
¡crimen, crimen!,
alzada hasta los cielos
como un puñito inmenso, clamoroso?
Rostros pequeños, las mejillas, los pechos,
el inocente vientre que respira:
la metralla los busca,
la metralla, la súbita serpiente,
muerte estrellada para su martirio.
Ríos de niños muertos van buscando
un destino final, un mundo alto.
Bajo la luz de la luna se vieron
las hediondas aves de la muerte;
aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierra
la destrucción de la carne que late,
la horrible muerte a pedazos que palpitan
y esta voz de las víctimas
rota por las gargantas, que irrumpe en la ciudad como un gemido.
Todos la oímos.
Los niños han gritado.
Su voz está sonando.
¿No oís? Suena en lo oscuro.
Suena en la luz. Suena en las calles.
Todas las casas gritan.
Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte.
Seguís. De ese hueco sin puerta
sale una sangre y grita.
Las ventanas, las puertas, las torres, los tejados
gritan, gritan. Son niños que murieron.
Por la ciudad, gritando,
un río pasa: un río clamoroso de dolor que no acaba.
No lo miréis; sentidlo.
Pequeños corazones, pechos difuntos, caritas destrozadas.
No los miréis; oídlos.
Por la ciudad un río de dolor grita y convoca.
Sube y sube y nos llama.
La ciudad anegada se alza por los tejados y alza un brazo terrible.
Un solo brazo. Mutilación heroica de la ciudad o su pecho.
Un puño clamoroso, rojo de sangre libre,
que la ciudad esgrime, iracunda y dispara.

(Mundo Obrero)

de Vicente Aleixandre,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

domingo, 3 de marzo de 2024

En mi patio está creciendo una hiedra...

En mi patio está creciendo una hiedra
que le arranqué a la Casa de Campo.

Quizá sobre esa hiedra –o muy cerca-
cayó el tío Manuel bajo las balas.

Ahora mi tío brota en abril
cuando le llevo agua hasta los labios.

de Ana Pérez Cañamares,
en Viento Sur, n°140, junio, 2015.

martes, 27 de febrero de 2024

LOS DOCE

LOS DOCE

1

Véspero negro.
Blanca nieve.
¡Viento, viento!
Un hombre no puede de pie sostenerse.
¡Viento, viento
que va por el mundo de Dios todo entero!
Remolina el viento
la blanca nieve.
Hay hielo debajo de la nieve leve.
Resbalón. Un grito.
Quien a andar se atreve
resbala en la calle... ¡Ay, qué pobrecito!
Entre dos casas frente a frente,
tendido hay un cordel;
en el cordel, un cartel:
“¡Todo el poder para las Constituyentes!”
Lagrimea una vieja y no replica.
No comprende lo que eso significa.
¿Para qué tan gran cartel?
¡Qué enorme tela!
¡Cuántos peales se puede hacer con él!
Y los pies a los niños se les hielan...
La vieja, asustadísima,
cruza un montón de nieve cual gallina que acecha.
—¡Ay, Virgen Santísima!
—¡Ay, esos bolcheviques al ataúd nos echan!
Viento que corta como dalles.
Frío al compás de todo aquello.
Un burgués en cruce de calles,
mete la nariz en el cuello.
¿Y quién es éste? Melenas largas.
Su voz se aletarga:
—¡Traidores! ¡Qué horror!
—¡Ha muerto Rusia, sin decoro!
Probablemente un escritor,
un pico de oro.
Y he aquí, un hombre que de faldas viste,
se esconde en la nieve que le hace de tope.
¿Por qué hoy estás triste,
camarada pope?
¿Te acuerdas cómo antes
ibas con la panza como adelantada,
y, la cruz encima, se hacía brillante
la panza abultada?
Una dama con astracán caracolado
se acerca a otra, apenada.
—Cuánto hemos llorado, llorado...
Se cae resbalada,
y —¡pum!— se queda tumbada.
¡Ay! ¡Ay!
Dadle la mano, ¡caray!
El alegre viento
se alegra cruel.
Mueve el faldamento,
siega al que transita.
Rasga, estruja, agita
ese gran cartel:
“¡Todo el poder para las Constituyentes!"
y estas frases grita:
También se reunieron nuestras gentes...
en el local de enfrente...
Discutimos,
resolvimos:
Por un rato, diez rublos; por dormida, veinte pedir.
Y de nadie menos recibir...
...Vamos a dormir...

La tarde cayendo.
La gente se acoge.
Sólo un vagabundo
los hombros encoge.
Silbidos del viento...
—¡Eh, pobretón, trotamundo!
Ven a mi casa,
nos abrazaremos...
¡Pan!
¿Qué espera el que se atrasa?
¡Pasa!
Negros, negros los cielos están.
Rabia, triste rabia, enojos.
El pecho se abrasa.
Rabia negra, santa rabia, enojos.
¡Camarada, vigila sin tasa
con los cuatro ojos!

2

Pasea el viento, la nieve vuela.
Los doce hombres marchan en vela.
Negras correas de los fusiles,
y en torno a ellos hay luces miles.
Entre los dientes, un cigarrillo;
marca merecen llevar los pillos.
Libertad, libertad.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!
¡Tra-ta-ta!
¡Frío hace, camarada, frío ya!
—Con Katka está Vañka en un tabernucho.
—Dinero en la media lleva en un cartucho.
—Vaniushka ya es rico, lo había soñado,
—¡Era de los nuestros, se ha hecho ahora soldado.
—¡Ay, Vañka, burgués, ay, hijo de perra,
si a mi Katka besas, el golpe no yerra!
Libertad, libertad.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!
Katka con Vañka ocupada está
¡En qué mi querida ocupada estará!...
¡Tra-ta-ta!
Y alrededor hay luces miles...
En los hombros, correas de fusiles...
¡Más fuerte tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!
Sostén, camarada, tu fusil sin miedo.
A la Santa Rusia una bala lancemos,
a la del pasado,
a la de las isbas, a esa que llamamos
del trasero pesado.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!

3

Así se fueron nuestros muchachos
a servir en la guardia roja,
a servir en la guardia roja,
y perder sus cabezas locas.
¡Ay, tú, pena en cadena,
dulce vida que saco;
desgarrada guerrera,
fusil austríaco!
Para que los burgueses puedan todos penar,
el fuego del mundo vamos a soplar,
incendio del mundo que en sangre nació.
¡Danos, Señor, tu bendición!

4

Remolinos de nieve, grita el cochero,
Vañka con Katka vuela en trineo.
Y llevan los varales
farolillo eléctrico.
¡Eh, arre, arre!
Lleva un capotito roto de soldado,
su cara es de tonto, tonto redomado.
Se atusa, se atusa su negro bigote;
se atusa y recrea,
bromea.
He aquí a Vañka, el de hombros de carga.
He aquí a Vañka, el de charlas largas,
Abraza a su Katka, la muy pasmadota,
la engaña...
Ella la cabeza hacia atrás va a ponerla,
y sus dientecillos brillan como perlas...
¡Ay, Katia, Katia mía,
caragordita!

5

Todavía en tu cuello, Katia,
tienes de una navaja el cuño.
Debajo de tu pecho, Katia,
aún reciente tienes un rasguño.
¡Ea, ea, baila bien!
¡Qué bonitos son tus pies!
Ropitas de encaje llevabas:
¡llévalas ahora que yo te vea!
Con oficiales pendoneabas;
¡pendonea ahora, pendones!
¡Ea, ea, pendonea!
De sobresalto, el corazón voltea.
¿Te acuerdas del oficial aquél?
Nada hubo que le salvara...
¿No te acuerdas, mala peste, de él?
¿O no está tu memoria clara?
¡Ea, ea, hazla más clara!
¡Acuéstate con él, juntad la cara!
Llevabas polainas y aretes,
zampabas chocolate afamado.
Ibas a pasear con los cadetes.
¿Ahora paseas con los soldados?
¡Ea, ea, peca sin calma,
será un alivio para tu alma!

6

...Volando, se acerca el cochero en la delantera.
Vuela, aúlla, vocifera...
¡Alto! ¡Alto! Andruja, ayuda, no te borres.
¡Por detrás, Petruja, corre!
¡Tra-ta-ta-ta-ta!...
Polvillo de nieve hacia el cielo va.
Vañka quiere escapar con el cochero...
¡Alza una vez más tu gatillo ligero!...
¡Tra-ta-ta-ta! Te vamos a enseñar nosotros
a qué conduce juerguearse con la chica de otros...
¡Se escapó el canalla! Ya verás, te digo,
cómo mañana acabaré contigo.
¿Dónde está Katia? Muerta, muerta la ha dejado.
¡Su cabeza una bala ha atravesado!
¿Contenta, Katia? ¡Chit, chit, nada se mueve!...
¡Queda como carroña, aquí, sobre la nieve!...
¡Más fuerte tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!

7

De nuevo van los doce.
Sobre los hombros llevan fusilitos.
Y sólo al asesino desgraciado
no se le ve la cara de contrito.
Más rápido el resuello,
los pasos acelera al alejarse.
Un pañuelo se lía por el cuello.
No puede sosegarse.
—¿Por qué estas, camarada, así afligido?
—¿Por qué, amiguito, el miedo te condena?
—¿Por qué, Petruja, andas alicaído?
—¿Es que Katka te da lástima o pena?
—¡Mis buenos camaradas de estas horas!
Yo a esta chica quería...
Noches embriagadoras
he pasado con ella en otros días...
Por la fuerza arrogante de sus ojos
como de fuego hechos;
por aquel lunar rojo
junto a su hombro derecho,
yo he matado, hombre flojo;
la perdí en un instante de despecho;
—¡Cómo nos da la lata este maldito!
¿Es que tú, Petia, eres una mujer?
—¿Es que quieres sacar tu alma en un grito
para dejarla ver?
—¡Tu fachenda mantén de soldadito!
—¡Y dominarte, eso debes hacer!
—¡No, no es ésta, hora
de mimos de niñera,
porque una carga ahora
más grande, camarada, nos espera!
Y ya Petruja lleva más lentos sus pasos...
La cabecita eleva, y de nuevo se alegra...
¡Ea, ea,
no es pecado mortal si se juerguea!
¡Cerrad las casas,
que hoy habrá saqueos sin tasa!
¡Abrid las bodegas,
hoy juerguea la gente andariega!

8

¡Ay, tú, pena en cadena,
asco tenebroso
de muerte!
¡Oh, qué bien el tiempecito
pasaré, pasaré yo!...
¡Oh, qué bien la coronilla
me rascaré, me rascaré yo!...
¡Oh, qué bien del girasol la cascarilla
escupiré, escupiré yo!...
¡Oh, qué bien con la navaja
rasgaré, rasgaré yo!...
¡Vuela tu, burgués, como un gorrioncito!
Beberé sangrecita,
por esa amiguita
de cejas negritas...
Requies cant in pace, al alma, Señor, de tu sierva...
¡Qué asco!

9

No se oye ruido alguno en la ciudad.
Sobre el Nevá un silencio grave advino.
Ningún guardia hay ya.
¡Juergueaos, muchachos, y sin vino!
En un cruce de calle está el burgués;
su nariz en el cuello ha escondido.
Un perro se le mete entre los pies,
sarnoso, sucio, con el rabo caído.
El burgués, indeciso y silencioso,
igual que el perro hambriento allí se está,
y el viejo mundo, como perro sarnoso,
con el rabo caído está detrás.

10

La nevisca se pone furiosa.
¡Ay, tú, nevisca, nevisca!
A cuatro pasos no se ven las cosas,
se hacen ariscas.
La nieve gira en forma de garganta.
La nieve en columnita se levanta.
—¡Oh, Dios mío, qué fuerte es la nevasca!
—¡Petka, en qué tonterías te atascas!
¿De qué te ha salvado
el altar dorado?
Qué poco sentido también;
piensa, míralo bien,
¿es que sangre no tienes en las manos frías
por amor que tú a Katka tenías?
¡Más firme tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!
¡Adelante, adelante, adelante el fragor,
pueblo trabajador!

11

... Y sin Dios ni santos, de este modo,
los doce alejan sus pisadas.
Dispuestos están para todo,
no tienen lástima de nada...
Van sus fusilitos de acero
contra enemigos que no ves,
por callejas sin derrotero
donde la nieve cae al través,
y en hoyos de plumón ligero
no se pueden sacar los pies...
Les cubre de abrigo
la bandera roja.
Sus pasos amigos
producen congoja,
que ya el enemigo
despierta y se arroja.
Y la nieve en los ojos caía
noches y días,
sin interrupción...
¡Adelante, adelante el fragor,
pueblo trabajador!

12

...Y van adelante con seguro paso...
—¿Hay alguien ahí? ¡Que se nos presente!
No, sólo es el viento que juega en el raso
de la roja enseña que les da en la frente...
Delante se eleva un montón de nieve.
—¿Hay alguien en él? ¡Que se nos presente!
Sólo un can mendigo y hambriento se atreve
a ir, renqueando, detrás de la gente...
—Detrás no nos sigas, perrito sarnoso,
con la bayoneta reír voy a hacerte.
¡Y tú, viejo mundo, perrazo piojoso,
húndete, o yo mismo voy a deshacerte!
... Enseña los dientes como lobo hambriento;
no quiere dejamos, el rabo caído,
perro vagabundo, perro friolento.
—¡Eh, responde pronto! ¿Quién va? ¿Lo has oído?
—¿Quién mueve delante la bandera roja?
—Mira entre las sombras, seguro alguien pasa.
—¿Quién va que los pasos, al cruzar, afloja
y quiere ocultarse detrás de las casas?
—Da igual lo que haya, que voy a atraparlo.
—Mejor que te rindáis, ya veremos luego.
—¡Eh, eh, camarada, anal vas a pasarlo;
sal o comenzamos contra ti a hacer fuego!
¡Tra-ta-ta-ta-ta! Sólo, sólo el eco
resuena en las casas y ligero va...
Sólo la tormenta con aullido seco
por entre la nieve, carcajadas da.
¡Tra-ta-ta-ta,
tra-ta-ta-ta!...
Con paso seguro así van sin congoja.
Siguiendo sus huellas, un peñazo listo.
Y delante de ellos con bandera roja,
invisible en nieve de albores de alas,
inmune a las balas,
andando en el aire con un paso leve,
llevando un tesoro de perlas de nieve,
corona de rosas, que jamás se ha visto,
delante de ellos, marcha Jesucristo...

Enero, 1918

de Alexander Blok,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Versión de Fiódor Kelin y César M. Arconada

martes, 13 de febrero de 2024

AL PEQUEÑO APARATO DE RADIO

 AL PEQUEÑO APARATO DE RADIO

CAJITA con la que cargué cuidadosamente en mi huida
de casa al barco y del barco al tren
para que sus lámparas tampoco se me rompiesen
y mis enemigos no dejaran de hablarme

en la cabecera de la cama y con gran dolor mío
de sus victorias y mis penalidades
cerrando la noche y empezando la madrugada:
¡prométeme no enmudecer nunca de repente!

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

sábado, 20 de enero de 2024

LAS PIPAS DE FUMAR

  LAS PIPAS DE FUMAR

AL salir corriendo para la frontera, dejé los libros
en manos de mis amigos y renuncié a la poesía
pero me traje las pipas, vulnerando
la regla básica del refugiado: ¡No guardes nada!

Los libros no dicen mucho al que ahora
espera a esa gentuza que ya se acerca a capturarlo.
La petaca y las viejas pipas
pueden hacer más por él.

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

sábado, 30 de diciembre de 2023

PAISAJE FINLANDÉS

PAISAJE FINLANDÉS

¡AGUAS ricas en peces! ¡Bosques de hermosos árboles!
¡Aromas de abedules y de bayas!
¡Viento coral que mece un soplo
tan suave como escapado de esas lecheras metálicas
que bajan rodando de la granja blanca!
Olores y sonidos e imagen y sentido se confunden.
Sentado en la hondura de alisos, el fugitivo reanuda
su difícil oficio: mantener la esperanza.

Observa con cuidado la espiga bien colmada
y a la robusta criatura que se inclina hacia el agua
pero también a los que ni el grano ni la leche alimentan.
Pregunta a la balsa que transporta los troncos:
¿Es ésta la madera sin la que no habría patas de palo?
Y ve a un pueblo que calla en dos lenguas.

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

DISPENSA FINLANDESA, 1940

DISPENSA FINLANDESA, 1940

¡Alimentos en penumbra! Un aroma a abeto
oscuro entra por las noches susurrando
y se mezcla al de la dulce leche de las enormes cántaras
y al del tocino ahumado sobre la piedra fría.

¡Cerveza, queso de cabra, pan reciente y frutas del bosque
cogidas en los arbustos grises, mientras cae el rocío!
¡Si pudiera invitaros a los que, más allá de los mares,
la guerra os mantiene los estómagos vacíos!

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

AL REFUGIO DANÉS

AL REFUGIO DANÉS

¡OH, casa entre el estrecho y el peral!
¿Ha sobrevivido a los bombardeos
la vieja sentencia que en su día el refugiado
grabó en tus paredes: LA VERDAD ES CONCRETA?

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

lunes, 30 de octubre de 2023

A UN POETA AMIGO, CON MOTIVO DE SUS POESÍAS DE TEMA ALEMÁN

A UN POETA AMIGO, CON MOTIVO DE SUS POESÍAS
DE TEMA ALEMÁN

DE ese país cuyo suelo se nos impide
pisar (aunque no nos pueden impedir
seguir usando su lengua)
hablas como alguien devorado por el amor y el odio
porque, con malas artes, un rival astuto
lo ha sustituido en el favor de la amada
y piensa en la exhuberancia de sus labios y no olvida
la vaharada de sus axilas, aspirada durante tantos años.
En poemas muy diversos te veo colocar piedras
para casas hace tiempo destruidas y esforzarte
en construir de nuevo lugares arruinados
y me da miedo de que hayas olvidado que tu mano
apunta a una imagen y no a un país
que tu pie no pisa suelo, sólo palabras.

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.

sábado, 7 de octubre de 2023

MEMORIA DE UNA NOCHE DE OCTUBRE

MEMORIA DE UNA NOCHE DE OCTUBRE

OS ACUSA el espacio,
la tierra, el trigo y la agonía
y ese lento dolor que nace cada hora
y ese lento morir sin sangre y sin espina
y ese llanto de sombra encarcelada
y esa mano caída sobre tiernos carbones apagados.

Os acusa sin miedo
el temblor desprendido de ese sueño intranquilo
y esa espalda mordida por canes transparentes.

Os acusa en la noche
ese niño espantado que llama a vuestras puertas,
que grita encanecido buscando alguna estrella,
que bebe lentamente
esa espuma de sangre y ese crimen
esa cárcel que ata la muerte y la alegría.

Os acusan ahora
esos trenes vencidos
por un puente de sangre y escayola,
y esas manos tendidas,
y ese árbol caído que busca inútilmente
la tierna puñalada
y ese oscuro partir a la locura.

Os acusa ese llanto que suena todavía
y ese verde costado y ese látigo
y esos blandos canales de sangre enloquecida
y esa arena en los ojos
y esas sienes abiertas
y ese sol perseguido.

Os acusan sin miedo.

de Adolfo Sánchez Vázquez
en Poesía, Fondo de Cultura Económica, 2013.

jueves, 5 de octubre de 2023

EN AGRADECIMIENTO A MARI HOLD EL 5 DE OCTUBRE DE 1934

EN AGRADECIMIENTO A MARI HOLD EL 5 DE
OCTUBRE DE 1934

DESDE el sur, de casa de mi padre
tras los castaños de la Bleichstrasse
donde tu hermana ya había trabajado, viniste
a cuidarme en la gran ciudad.
¿Hace ya cuántos años?
¡Cómo ha pasado el tiempo!

Te hiciste cargo de mi pequeña vivienda.
Hablando bávaro, la lengua de mi juventud
mantenías todo en orden, con decisión, pero
discretamente. Cuando volvía a casa por la noche
siempre encontraba mi estudio (que había dejado manga por hombro)
tan limpio como si lo acabaran de instalar. El humo
se había disipado. Los papeles
aparecían ordenados en montones y cada uno en su sitio.
En todos aquellos años
nunca se perdió una ficha. Ninguna taza
quedaba a la noche sin lavar ni tampoco
ropa sucia en el armario.

El día empezaba
cuando de madrugaba entrabas con los periódicos
en el pequeño dormitorio y subías las cortinas:
también estaba ya el horno encendido; y el té preparado
cuando yo pasaba a mi estudio
y los copos de avena que sólo tú sabes cocinar.

Como eres una guapa muchacha
me encantaba verte a mi alrededor y todos
los huéspedes te elogiaban y preguntaban: ¿quién
es esta linda muchacha? Y yo les decía: es de Baviera
que es también mi tierra.

Con amabilidad siempre
hacías lo que había que hacer
guardándote tu opinión, aunque
la tuvieras: no había más que mirarte para saber
lo que no te parecía bien. Sin embargo, también servías el té
y los saludables panes a los huéspedes no deseados.
Y tenías una amable sonrisa
hasta para Dudow.

¡Cuánta paciencia mostrabas! Sólo cuando la barba del clásico
ya se estaba pareciendo a la del ladrón a la izquierda de Cristo
trajiste discretamente el agua de afeitar.

También cuidabas de los otros niños. Todas las tardes
te acercabas a la otra casa, sin cansarte
de las nuevas perrerías del pequeño Esteban
ni de la charlatana de Barbarita. Cuando llegaste de Augsburgo
se te escapó una vez temblando que odiabas a los niños, pero
al aparecer Barbarita no tenías ojos más que para ella y pronto
te convertiste en su segunda madre.

La última vez que nos alejamos en coche
(el coche azul de motor suavemente cantarín
que nos ha robado el pintor de brocha gorda; ¡que la vergüenza
siga cayendo sobre él!) de la ciudad de Berlín
nos dijimos: por aquí
nos vamos a volver de momento. Ya
las sombras de los crímenes planeaban sobre la ciudad
que ellos iban a devastar.

Cuando después, lejos de la ciudad que aguza las inteligencias,
compramos una casa
en medio de un parque con un estanque de peces
(el pintor de brocha gorda nos echó de ella; ¡que la vergüenza
siga cayendo sobre él!) te separaste un tiempo de nosotros, pero
al cruzar la frontera hacia lo desconocido, nos seguiste,
ayudándonos a poner la segunda casa, la que era baja y tenía
un remo en el techo de bálago.

Allí
conociste al hombre que te llevó a vivir con él. Ahora
te ocupas de tu propia casa.

QUIEN ES ÚTIL SIEMPRE CORRE EL PELIGRO
DE QUE DEMASIADO LO NECESITEN.
DICHOSO EL QUE EVITA ESE PELIGRO
SIN DEJAR DE SER ÚTIL.


de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.
Traducción de José Muñoz Millanes.

martes, 3 de octubre de 2023

No me hablen de nada...

No me hablen de nada.
Esta noche no estoy para palabras
ni discursos
sobre los acuerdos de paz en ningún lado.
Qué paz acordaron en mi nombre?
Quién les dio permiso para hacerlo?
Ninguno de esta lista interminable
que lIevo entre las manos
dijo
adelante, firmen este convenio.
A mí no me pidieron opinión cuando los grandes
decidieron que una guerra
si se enfriaba
podía jugarse mejor en patio ajeno.
Soltaron su veneno,
se sentaron a contar ganancias
y a competir por escupir la Luna.

Mientras tanto
aquí, como si nada, se acumularon muertos
y desaparecidos
y exiliados y odios.
Cuarenta años duró el juego.
A mí no me fue mal, aún estoy viva.
Pero esta lista, esta lista que me hace lIorar cuando la leo
es la factura final de aquel convenio.
No me vengan con sellos a estampar un cancelado.
Aquí no se cancelan los afectos
ni los lIantos, ni la sangre derramada
ni la memoria de los muertos.

de Ana María Rodas,
en Para conjurar el sueño - Poetas guatemaltecas del siglo XX (A. Acevedo / A. Toledo), abrapalabra, 1998.

jueves, 21 de septiembre de 2023

PRIMAVERA 1938

PRIMAVERA 1938

1
Hoy domingo de Pascua, temprano
una repentina tormenta de nieve barrió la isla.
Entre los setos verdeantes la nieve había cuajado. Mi joven hijo
me llevó hasta un pequeño albaricoquero apoyado a la pared de la casa
arrancándome de un poema en el que señalaba con el dedo
a los que están preparando una guerra
que puede borrar del mapa el continente, esta isla,
a mi pueblo, mi familia y a mí mismo. Sin decir una palabra
cubrimos con un saco
el árbol arrecido.

2
Sobre el estrecho cuelgan nubes de lluvia, pero el sol
todavía dora el jardín. Los perales
tienen ya hojas verdes, aunque no flor; en cambio los cerezos, que aún
no han echado hojas, lucen floree. Los blancos racimos
parecen brotar directamente de las ramas secas.
Por las aguas rizadas del estrecho
se desliza un barquito con la vela remendada.
Al gorjeo de los estorninos
se mezcla el trueno lejano
de los cañones de las maniobras navales
del Tercer Reich.

3
En estas noches de primavera
se oye a menudo cantar el cárabo
en los sauces que bordean el estrecho.
Los supersticiosos de los campesinos creen que
el cárabo anuncia a los hombres
que no les queda mucho de vida. A mí
que soy consciente de haber dicho la verdad
de los que nos gobiernan, el pájaro fúnebre no necesita
ni siquiera anunciármelo.

de Bertolt Brecht,
en Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-textos, 2003.
Editor digital Titivillus (epulibre), 2022.
Traducción de José Muñoz Millanes.