Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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miércoles, 3 de noviembre de 2021

DEL BUENOS AIRES COLONIAL

DEL BUENOS AIRES COLONIAL

RESPETABLE en cualquier parte,
vecino de buenas prendas
y a quien dicen Su Merced
las buenas y malas lenguas;
tan medido en sus decires
como grave en sus maneras,
todo compostura, todo
austeridad y decencia.
Diez y seis hijos que tiene,
—diez y seis de tres morenas,
por supuesto, sus esclavas,—
son afán de su conciencia.
Como buen y fiel cristiano
disciplina dales recia,
que mejor se lava el lienzo
cuando más lo batanean.
Los mestizos, genuflexos,
cuando apenas se despierta,
Bendición, Señor, le piden
y él, ceñudo, la dispensa.
En su casa, ni un rumor;
y en eterna hora de queda,
-¡oh! ¡silencio! ¡está el Señor!
sólo se oye que gotea
sobre el pozo el cubo lleno.
Cuando al fin la noche cierra,
diez y seis arrodillados
en austero coro rezan
el Bendito y alabado.
Una mecha en sebo quema
en un cuenco ruin de estaño:
la luz triste tembletea
sobre ellos y las madres
humildosas y pequeñas...
llega él furtivo, asoma
la chupada faz cenceña
y entre tanto arrodillado
noche a noche elige presa
y en los fondos de la casa
cuerpo y alma le flagela
respetable, grave, digno...
¡Que recuerde así, que sepa
que si no pecamos hoy
el pecado nos acecha!
Además de intento santo
salutífera faena:
el sudor que entonces cae
en su chupa color fresa
los espíritus vitales
agilita y despereza.
Cuando ahorcan, cuando el Rey
y la ley cobran sus cuentas,
con las tres enjutas madres
diez y seis van en hilera.
A la Plaza van a ver
la postrer fatal pirueta
que dará el ajusticiado.
Ciertamente es eso escuela
y es lección al buen camino.
«¡Aprended cría perversa!»
su señor de pronto grita
y alza tanto la derecha
cuando al fin el condenado
sobre todo la caterva
queda inmóvil... y mirándolos.
Y el tambor, suena que suena...
Aquel hombre tan entero
pena fué que se muriera.
Lo llevaban. Y otra vez
diez y seis van en hilera.
Lo bajaron. Muy correctos
diez y seis allí en hilera.
Y ninguno derramó,
ni una lágrima siquiera.
Fué respeto y nada más
pues su padre y señor era
respetable en cualquier parte.

de Enrique Banchs,
en Antología de la Primavera, Ediciones Selectas América, Año II, n°30,1920.