Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

viernes, 31 de mayo de 2013

Si la muerte me sorprende

Si la muerte me sorprende

Si la muerte
me sorprende
lejos de tu vientre,
porque para vos
los tres seguimos en él,
si me sorprende
lejos de tus caricias
que tanto me hacen falta,
si la muerte
me abrazara fuerte
como recompensa
por haber querido
la libertad,
y tus abrazos entonces
sólo envuelven recuerdos,
llantos y consejos
que no quise seguir,
quisiera decirte mamá
que parte de lo que fui
lo vas a encontrar
en mis compañeros.
La cita de control,
la última,
se la llevaron ellos,
los caídos, nuestros caídos,
mi control, nuestro control
está en el cielo,
y nos está esperando.
Si la muerte me sorprende
de esta forma tan amarga,
pero honesta,
si no me da tiempo
a un último grito
desesperado y sincero,
dejaré el aliento
el último aliento,
para decir te quiero.

De Alejandro Almeida (detenido-desaparecido el 17 de junio de 1975)
en Taty Almeida (Comp.), Alejandro por siempre... amor, BAOBAB, 2008.

Canción de cuna IV

Canción de cuna IV

Hijo mío, poco importa lo que llegues a ser,
los palos contra ti ya los tienen preparados.
Porque a ti hijo mío, en este mundo
sólo te espera el basural, y ya está ocupado.

Hijo mío, escucha lo que tu madre te dice:
A ti te espera una vida peor que la peste.
Pero yo no te he llevado tanto tiempo dentro mío
para que lo soportes todo tranquilamente.

Lo que no tienes, no lo des por perdido.
Lo que no te den, consíguelo cueste lo que cueste.
Yo, tu madre, no te he parido
para que de noche duermas bajo los puentes.

Quizá no estés hecho de una pasta especial.
No tengo dinero para ti, ni te dediqué oraciones.
Mi confianza eres tú mismo, y espero no verte mal,
pidiendo en la oficina pública mientras tu vida se hace jirones.

Las noches en las que sin cerrar los ojos me acuesto a tu lado
y mi mano hacia tu pequeño puño se estira,
pienso en las guerras que contigo ya tienen planeadas.
¿Qué tengo que hacer para que no creas sus sucias mentiras?

Hijo mío, tu madre nunca te ha engañado,
haciéndote creer que eras diferente.
Te crió con mil sacrificios, y no para verte colgado
de una alambrada de púas gritando por agua, casi inconsciente.

Por eso, únete a los tuyos, hijo mío,
juntos hagan polvo sus dementes sueños de poder.
Tú y yo, y aquellos que son como nosotros,
tenemos que lograr de una vez por todas
que no haya en el mundo dos clases de personas.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.


jueves, 30 de mayo de 2013

Ex presos

Ex presos

Después de tanto tiempo
y en un aire de nieve
hallo por fin a carlos
a lilian al flaco

vivieron
cinco seis siete años
confinados
en el fermento de los crueles

los quiero los abrazo qué derroche
pero resulta casi insoportable
comprender y admitir
que mientras yo escribía / caminaba / buscaba
escuchaba a troilo y a leo brouwer
y atravesaba el riesgo
y sumaba expulsiones y amenazas
pero gozaba el sol
y tenía a mano el mar y la mujer
durante cinco seis siete años

vale decir durante
toda una estropajosa eternidad
ellos miraban firmes o rabiosos
o tristes o distantes o serenos
las arrugas del muro impenetrable

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

Allende

Allende

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Lustrabotas de avenida (canción)

Lustrabotas de avenida (canción)

Lustrador de las miserias ambulantes
sé que todos usan guantes para estrechar tu mano
sucia desde el antebrazo hasta todos tus dedos,
que aunque sean diez, impotentes son,
que aunque sean diez, tus manos son dos.

Luchador de la ironía cotidiana,
entre tus manos mugrientas oprimes tu arma de cerdas,
como todas las mañanas en la calle o en el bar,
te llaman a vos sin saber quién sos.
Alumno sin maestro.
¿Quién te dio a luz a oscuras?

Si pensamos que tu vida es ignorante,
entre frascos de tinturas, entre pobres y avenidas,
tienes tu epitafio listo y un diez de graduado en
en la vida, lustrando al sol.
¡Cuánto te amé, pequeño! ¡Cuánto lloré tu muerte
Entre diarios y franelas!

De Alejandro de Michele (Pastoral)
en Humanos, CABAL, 1976.


Los juguetes y los niños (canción)

Los juguetes y los niños (canción)

Hace mucho frío
y los negocios esperan
con impaciencia las ventas,
las ventas...

Frente a una vidriera
de una gran juguetería
hay chiquillos que suspiran,
que suspiran...

Sus narices echan sueños de vapor
pero el vidrio va empañando la ilusión.

Hay una muñeca
y un osito que conversa
mientras los pequeños sueñan,
sueñan, sueñan...

Los niños miran y miran
en la vidriera empañada
como se escapan los sueños
a través de sus miradas

Y mientras los niños sufren
los juguetes se preguntan:
¿con tantos niños afuera
que hacemos en la vidriera?


De Héctor Luis Ayala - Eduardo A. Fazio (Vivencia)
en Mcuarto, Sony-BMG, 1973.

Conjugaciones - 5 (después)

5 (después)

El futuro no es
una página en blanco

es una fe
de erratas

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

Conjugaciones - 8 (previsión)

8 (previsión)

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias que descongelarán
algún futuro

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

martes, 28 de mayo de 2013

Trampa

Trampa

Como es sabido, la normalidad,
en el sentido estricto de la palabra, es
una expresión -a pesar
de Rabelais- de origen típicamente
francés. "C'est normal" corona
un pensamiento, una
conducta gala que, a
su vez, se adapta perfectamente a una norma
que una clase de un
país -la burguesía francesa- puede tolerar.

Las normas no trascienden
formas rudimentarias,
maneras que intentan acceder a principios
de funcionamiento,
mecanismos -diríamos- elementales que
movilizan una realidad
inevitablemente circunscripta: cómo poner
-por ejemplo- el pie
sobre el pedal -o el dedo sobre la cola del disparador- para
ejecutar correctamente lo que puede ser considerado un buen
pedaleo, o acción y efecto de pedalea.

Pero no es así: una norma
trasciende esas formas rudimentarias, elementales, aunque
esto pase desapercibido a los espíritus
detallistas ya que no sutiles o rigurosos. Porque
la suma de normas suele
hacerse con el artero, herético
objetivo de formular una
concepción del mundo que, si bien destinada
al fracaso, puede perpetrar un atropello a la dialéctica.

No obstante, si el criterio que impera en
nuestros tiempos supone esta pobreza,
esta idea maula de la normalidad, al menos
convengamos que todo es anormal, que un estado
de cosas rechazable, es decir, una anormalidad, sólo puede
ser reemplazada por otra anormalidad; es más: hay
que organizarse rigurosamente para conformar esa
nueva anormalidad que nos espera con los brazos abiertos
para no caerse, como un chico
que corre hacia nosotros por primera vez.

Conocí a una mujer bella que, durante
toda su vida, antes de reír, debía toser y
viceversa. Hasta que murió, dejando
naturalmente de hacerlo, de cumplir este rito; nadie
advirtió la diferencia, nadie pretendió
sacar ninguna conclusión: "Ha triunfado", pensé
antes de ponerme a reír como un loco y ahogarme
y toser durante el resto de mis días.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

domingo, 26 de mayo de 2013

Muchas gracias

Muchas gracias

Sirve y me inclino
ante tu palabra, luz de mi pensamiento. Abrirán
las puertas, dejarán entender: los artistas, los
intelectuales, siempre
han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron
caminos, emancipaciones
que no siempre lograron recorrer: era
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto
-convengamos-, otras palabras son, bajar
la corredera de la mira, buscar con el guión
y dar justamente sobre algo que puede
moverse; un bulto,
un meneo a menos de cien metros
de tu corazón vulnerable, también enemigo.

La suerte ha dejado aquí de andar
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las
flagrancias: esa mano
allí, esta codicia: el miedo y otras mezquindades se pusieron
en evidencia y el amor
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie
pudo negar que en este país, en este
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.

Aquí estoy perdiendo amigos, buscando
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente
la vida, queriendo respirar
trozos de esperanzas, bocanadas de aliento; salir
volando para no hacer agua, para
ver toda la tierra y caer en sus brazos.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

La petite sensation

La petite sensation

La arena eterna y movediza
de tu vientre; tu espalda -almohada del amor-, los
desfiladeros, las cumbres de tu cuerpo; las imperfecciones
que enternecen. La voluntad
de ser libres, como cualquier país
subdesarrollado, enceguecido, dispuesto a la guerra. Hetaira
que busca su aire y su placer
compitiendo inútilmente con el brazo de mi privilegio.

El muslo enjoyado, el montón
de trigo que baja de tu cintura hebrea, los dos
cabritos, la torre
del cuello; sos
hermosa como los racimos, como las manzanas, como el sabor
de tu paladar. A levantarse,
mi amor, a salir a los campos,
a ventilar esta ciudad inseparable y maldita.

Aspiraba a muy poco. Sólo
quería el sol de tu cuerpo y las desdichas
de este mundo. Pretendía
las alternativas
del tiempo que raspa el alma y la luz
del testigo y del combatiente. Más tarde,
supe que el precio de
todo amor, de toda compañía, de toda liberación,
de toda esperanza, era la propia vida, que tampoco dispone.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

Otra cosa

Otra cosa

Queridos hijitos, su papá poco sabe de ustedes
y sufre por esto. Quiere ofrecer un destino
luminoso y alegre, pero no es todo
y ustedes saben:
las sombras,
las sombras,
las sombras,
las sombras
me molestan y no las puedo tolerar.

Hijitos míos, no hay que ponerse tristes
por cada triste despedida:
todas lo son, es sabido,
porque hay otra partida, otra cosa,
digamos,
donde nada,
nada
está resuelto.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

Mi tierra querida

Mi tierra querida

Ya es hora de perder
la inocencia, ese
estupor de las criaturas que todavía
no pudieron hacerse cargo
de la memoria
del mundo al que recién nacieron.

Pero nosotros, hombres
grandes ya, podemos olvidar, sabemos
perfectamente qué tendríamos
que hacer para dañar
el presente, para romperlo.

Aquí nadie
tiene derecho a distraerse,
a estar asustado, a rozar
la indignación, a exclamar su sorpresa.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

Nuestras derrotas no demuestran nada

Nuestras derrotas no demuestran nada

Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo
es grande.

¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia? Ahora
ella los derrotó.
No protesten.

El que lucha debe saber perder.
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.

Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad? ¿Acaso somos
vuestros enemigos los que somos enemigos de la injusticia?
Cuando los que luchan contra la injusticia están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.

Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchamos contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

Elogio de la dialéctica

Elogio de la dialéctica

Hoy la injusticia se pavonea con paso seguro.
Los opresores se instalan como para diez mil años.
La violencia asegura: todo quedará como está.
No suena otra voz que la de la clase dominante
y en los mercados la explotación proclama: Esto recién comienza.
Por otra parte muchos de los oprimidos ahora dicen:
Lo que nosotras queremos, nunca será.

¡El que aún está vivo, que no diga: "nunca"!
Lo seguro no es seguro.
Nada quedará como está.
Cuando hayan hablado los que dominan
hablarán los dominados.
¿Quién se atreve a decir: “nunca”?
¿De quién depende que la opresión continúe? De nosotros.
¿De quién depende que se la aplaste? También de nosotros.

EI que es derribado, ¡que se levante!
EI que está perdido, ¡que luche!
¿Cómo han de contener al que ha tomado conciencia de su situación?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y ese “nunca” será: ¡Hoy mismo!

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

A los combatientes en los campos de concentración

A los combatientes en los campos de concentración

¡Hombres a duras penas alcanzables!
¡Enterrados en los campos de concentración
aislados de toda palabra humana
sometidos a los peores tratos
derribados a garrotazos pero nunca
refutados:
¡Desaparecidos pero
no olvidados!

Aun cuando oímos poco de ustedes, oímos que son incorregibles:
fanáticos, los llaman, entregados a la causa proletaria.
Obstinados en la idea de que sigue habiendo en Alemania
dos clases de gente: explotadores y explotados
y que sólo la lucha de clases
puede liberar de la miseria a las masas humanas del campo y de
las ciudades.

Nos cuentan que ni a golpes de vara, ni ahorcándolos
se los puede hacer admitir que
ahora dos más dos es igual a cinco.

De modo que están
desaparecidos, pero
no olvidados.
Derribados a golpes, pero
no refutados.
Unidos a todos los combatientes incorregibles
que perseveran fanáticamente en la verdad
hoy como ayer los auténticos
líderes de Alemania.


De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

Elogio del estudio

Elogio del estudio

Aprende lo más simple.
¡Nunca es tarde para aquellos
cuyo tiempo ha llegado!
Aprende el alfabeto. No alcanza
¡pero apréndelo! No te desanimes.
¡Empieza ya! ¡Debes saberlo todo!
Prepárate para gobernar.

Aprende, marginado, hombre del campo,
aprende, ocupante de la cárcel,
aprende, mujer atada a la cocina,
¡aprende, sexagenaria!
Prepárate para gobernar.
Ven a la escuela, hombre sin techo.
El saber es para ti que tienes frío.
Hambriento: toma con fuerza el libro: es un arma.
Prepárate para gobernar.

¡No temas preguntar las cosas, camarada!
No te dejes influenciar,
averigua tú mismo.
Lo que no sabes por cuenta propia
no lo sabes.
Revisa la cuenta.
Eres tú el que la paga.
Pon el dedo sobre cada cifra.
Pregunta: ¿Cómo llegó hasta aquí?
Prepárate para gobernar.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

Sobre la violencia

Sobre la violencia

Al río torrentoso lo llaman violento
pero al lecho que lo comprime
nadie lo considera violento.

De Bertolt Brecht,
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

Diluvio

Diluvio

Siete veces
pasas sin ver.
A la octava
condenas sin mirar.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.

viernes, 24 de mayo de 2013

Desaparecido

Desaparecido

Por la rendija de mi celda, hacia la certeza
De mi futuro, veo a un compañero
Envuelto en sedas,

Agitado en movimientos repentinos,
Sin la fuerza de acabar con la lámpara
Que cuelga sobre su cabeza.

Luz va, luz viene, vaivén -
Sin sutilezas – que ilumina y apaga,
Que ilumina y apaga, ilumina
Y apaga toda esperanza
De un final abierto.

¡No es cierto
Que todo esté perdido!

Por la cerradura de mis miedos -
Mis gritos sordos frente al libertador -
Observo a la oruga, rebelde, moverse.

¡Compañero! Mariposa será tu lucha.
‘Cuida de mirar lo que vendrá que un día
Por la plaza, entre flores, volarás.

Oruga rebelde,
Nada muere,
Todo muta.

No verás el mañana -
¿Por qué mentirte? -
Pero te sabrás mariposa

Y las flores verás
Que la plaza adornan;
Flores que hablarán
De vientos que te nombran.

Por Félix Sánchez Durán

jueves, 23 de mayo de 2013

Compañera II


Compañera II

No me pude resistir
A mirar en tus ojos
Y decirte que te amaba.
Fue, tal vez,
Que en pleno enero
Tuvimos una tarde
De invierno.

No me pude resistir
A suspirar contra el vidrio
Y escribirte esas palabras
Que siempre llevo dentro.

Será, tal vez,
Que amo los cuadros
Incorrectos:
Las flores de invierno,
El frío en enero…

Será, tal vez,
Que en tus ojos
Todo esto parece cierto.
Una manta
Cubre nuestros cuerpos
En una tarde
Fría de enero.
Tremendo cielo oscuro,
Nubes de tormenta
Y fuego…

Por Félix Sánchez Durán

Palabras (II)

Palabras (II)

Buitres del diccionario
De ayer y del diario de mañana,
Que nos condenan a vivir
En las garras
De los que juzgan las palabras
Y escriben las páginas,
De la oli-circularidad
Absoluta y poderosa
De los sin-rostros,
Del horizonte morboso
Trazado en un paredón cercano
A miles de años luz de casa.


Por Félix Sánchez Durán

Los perseguidores


Los perseguidores

Alguien había soñado y debíamos huir.
Mi padre me despertó alborotado;
Alguien había soñado y debíamos partir
Antes que llegaran los perseguidores

En sus carros lúgubres de verde frenesí,
Investidos de orden alfabético sin che,
Desaparecida entre la ce y el silencio
De un lápiz que dejó de escribir.

Habíamos soñado y debíamos huir
Antes que el perro comenzara a chillar.
Dos centellas callaron un rugir
Que se nos hacía familiar. ¡Adiós, Tití!

“¡Corran hacia la puerta de atrás!”, gritó
Mi padre enloquecido, y no lo vi más.
Tres bufonadas a la espalda nos hicieron
Erizar la piel, detenernos, y llorar.

No fue hasta entonces que desperté,
Un poco por la pesadilla, otro poco al escuchar
A mi padre que ingresó gritando a mi cuarto:
“Alguien ha soñado y debemos escapar”.

Por Félix Sánchez Durán

No sé...


No sé...

No sé si la vida me sonríe
O me muestra los dientes.

Por Félix Sánchez Durán