Metáforas del ausente
(Leiden)
El exilio no es una carga:
por ejemplo, una cruz, un saco roto
del que se caen las piedras y está lleno
siempre: ni es una puerta,
ni un muro, en el que todas
las salidas se estrellan, ni un canal
que se lleva las barcas y los versos.
Es más bien como una
niebla sutil que cubre cuantas almas
y cuantos gestos, una
nube implacable que se llama niebla
y otros llaman exilio.
Envuelto en ella - siempre -,
una alfombra se pisa de hojas secas,
se bebe un agua tibia, un vino escaso
que más parece almagre,
se come un pan que huele
a muchas manos - siempre
lavadas y secadas en exceso -,
se duerme entre la mar y la vigilia,
pendientes - siempre - de lejanas torres
que nunca dan la hora,
sentados - siempre - en el brocal de un pozo.
(Leiden)
El exilio no es una carga:
por ejemplo, una cruz, un saco roto
del que se caen las piedras y está lleno
siempre: ni es una puerta,
ni un muro, en el que todas
las salidas se estrellan, ni un canal
que se lleva las barcas y los versos.
Es más bien como una
niebla sutil que cubre cuantas almas
y cuantos gestos, una
nube implacable que se llama niebla
y otros llaman exilio.
Envuelto en ella - siempre -,
una alfombra se pisa de hojas secas,
se bebe un agua tibia, un vino escaso
que más parece almagre,
se come un pan que huele
a muchas manos - siempre
lavadas y secadas en exceso -,
se duerme entre la mar y la vigilia,
pendientes - siempre - de lejanas torres
que nunca dan la hora,
sentados - siempre - en el brocal de un pozo.
De Ángel Crespo,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.