Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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sábado, 29 de julio de 2023

SI NO HAS MUERTO UN INSTANTE

SI NO HAS MUERTO UN INSTANTE

”Todas las mañanas al alba mi corazón es fusilado en Grecia”
Nazim Hikmet

Si no has de permitir que tu corazón tierno
trabaje un cupo diario de horas extraordinarias
para sentirse fusilado en Grecia.
Si tu pálida frente no llega a golpearse
contra el hierro o la roca
de una cárcel distante mil o dos mil kilómetros.
Si no has caído nunca con la nuca partida
por la más inocente
de las balas que silban en un rincón de Asia.
Si tus ojos no crecen
hacia los cuatro puntos cardinales
para buscar la veta del horror escondido
y aumentar los niveles represados del llanto.
Si no dejas a veces que tu estómago aúlle
porque a orillas del Ganges no hay arroz para todos.
Si nunca se te quiebran los huesos de fatiga
bajo el peso que abruma las espaldas de otro hombre.
Si no has mirado nunca tus manos desolladas
cuando un minero acaba su jornada en el pozo.
Si no has agonizado cualquier noche sin luna
en la sala de un blanco pabellón de incurables.
Si no has visto que un día se pudre en tu regazo
el cadáver de un niño con sus dientes primeros.
Si no has muerto tú mismo una vez tan siquiera,
solamente un instante, porque sí, porque nada,
porque todo, por eso, porque el hombre se muere,
entonces, amiguito, no sigas adelante.
Y muérete enseguida. Pero en serio. Del todo.

de Ángela Figuera Aymerich,
en Un pulso que golpea las tinieblas, Partido de la Revolución Democrática (PRD-DF)/Para Leer en Libertad A.C., 2012. 

domingo, 8 de marzo de 2020

Rebelión

Rebelión

Serán las madres quienes digan: Basta.
Esas mujeres que acarrean siglos
de laboreo dócil, de paciencia,
igual que vacas mansas y seguras
que tristemente alumbran y consienten
con un mugido largo y quejumbroso
el robo y sacrificio de la cría.

Serán las madres todas rehusando
ceder sus vientres al trabajo inútil
de concebir tan sólo hacia la fosa.
De dar fruto a la vida cuando saben
que no ha de madurar entre sus ramas.
No más parir abeles y caínes.
Ninguna querrá dar pasto sumiso
al odio que supura incoercible
desde los cuatro puntos cardinales.

Cuando el amor con su rotundo mando
nos pone actividad en las entrañas
y una secreta pleamar gozosa
nos rompe la esbeltez de la cintura
sabemos y aceptamos para el hijo
un áspero destino de herramienta,
un péndulo del júbilo a la lágrima.
Que así la vida trenza sus caminos
en plenitud de días y de pasos
hacia la muerte lícita y auténtica,
no al golpe anticipado de la ira.
¿Por qué lograr espigas que maduren
para una siega de ametralladoras?
¿Por qué llenar prisiones y cuarteles?
¿Por qué suministrar carne con nervios
al agrio espino de las alambradas,
bocas al hambre, sombras al espanto?

¿Es necesario continuar un mundo
en que la sangre más fragante y pura
no vale lo que un litro de petróleo,
el oro pesa más que la belleza,
y un corazón, un pájaro, una rosa
no tienen la importancia del uranio?

de Ángela Figuera Aymerich,
en La poesía como herramienta, Edición del Foro "La poesía como herramienta", 2018.

domingo, 20 de octubre de 2019

Canto a la madre de familia

Canto a la madre de familia

Canto a la madre de familia
tan mujer de su casa la pobre,
tan gris por todos lados,
tan oveja por dentro
aunque suele gritar con los chiquillos.

Canto a sus manos suaves de lejía
los lunes y los martes,
los miércoles y jueves picadas por la aguja,
quemadas cada viernes por la plancha,
ungidas por el ajo y la cebolla.
(El sábado es un día extraordinario:
limpieza de cocina, compra doble,
y hacia las seis, barniz sobre las uñas
para salir a un cine baratito
del brazo del esposo.)

Canto a la madre de familia
a las ocho de la mañana
distribuyendo cautamente
la leche azul del desayuno
en los tazones de asa rota.
(Para Juanín que tanto crece
hay que poner la mejor parte.)

Canto a la madre de familia
que era tan linda hace quince años,
que ahora se ríe (un poco triste)
con los consejos de belleza.
(Dedique usted todos los días
un cuarto de hora a su cabello.)

Canto a la madre de familia
que suma y suma equivocándose,
cincuenta y siete y llevo cinco...
porque se han ido veinte duros
y sin pagar al carbonero.

Canto a la madre de familia
que al acostarse por la noche
nunca termina un rosario.
(Lolita sigue tan flacucha,
Juanito tuvo malas notas,
el nene va lo que se dice
con el culito al aire.)

Canto a la madre de familia
cuando se duerme tan cansada
que un ángel blanco y bondadoso
baja en secreto y la conforta.

De Ángela Figuera Aymerich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Crítica Vol.1, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2012.

jueves, 6 de julio de 2017

Unidad

Unidad

«Si todos nos sintiéramos hermanos.
(pues la sangre de un hombre ¿no es igual a otra sangre?).
Si nuestra alma se abriera. (¿No es igual a otras almas?).
Si fuéramos humildes. (El peso de las cosas
¿no iguala la estatura?)

Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro,
fatiga con fatiga,
y lágrima con lágrima.

Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del fuego y de la nieve,
aún más allá del oro y de la espada.

Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los dos mil millones
de rojos corazones que nos laten.

Si hincáramos los pies en nuestra tierra
y abriésemos los ojos, serenando la frente,
y empujáramos recio, con el puño y la espalda,
y empujáramos recio, solamente hacia arriba,
¡qué hermosa estructura se alzaría del lodo!».

De Ángela Figuera Aymerich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Crítica Vol.1, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2012.

martes, 23 de mayo de 2017

Culpa

Culpa

Si un niño agoniza, poco a poco, en silencio,
con el vientre abombado y la cara de greda.
Si un bello adolescente se suicida una noche
tan sólo porque el alma le pesa demasiado.
Si una madre maldice soplando las cenizas.
Si un soldado cansado se orina en una iglesia
a los pies de una Virgen degollada, sin Hijo.
Si un sabio halla la fórmula que aniquile de un golpe
dos millones de hombres del color elegido.

Si las hembras rehúyen el parir. Si los viejos
a hurtadillas codician a los guapos muchachos.
Si los lobos consiguen mantenerse robustos
consumiendo la sangre que la tierra no empapa.

Si la cárcel, si el miedo, si la tisis, si el hambre.
Es terrible, terrible. Pero yo, ¿qué he de hacerle?
Yo no tengo la culpa. Ni tú, amigo, tampoco.
Somos gente honrada. Hasta vamos a misa.
Trabajamos. Dormimos. Y así vamos tirando.
Además, ya es sabido. Dios dispone las cosas.

Y nos vamos al cine. O a tomar un tranvía.

De Ángela Figuera Aymerich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Crítica Vol.1, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2012.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Balance

Balance

Es hora de echar cuentas. Retiraos.
Dejad ese bullicio del paseo,
la mesa del café, la santa misa,
y el bello editorial de los periódicos.
Entrad en vuestra alcoba. Echad la llave.
Quitaos la corbata y la careta,
iluminad el fondo del espejo,
guardad el corazón en la mesilla,
abríos las pupilas y el costado.
Poneos a echar cuentas, hijos míos.

Tú, invicto general de espuela y puro,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas.
Toma tus muertos uno a uno, ciento
a ciento, mil a mil, cárgalos todos
sobre tus hombros y desfila al paso
delante de sus madres.

Y tú, ministro, gran collar, gran banda
de tal y cual, revisa, echa tus cuentas.
Saca tu amada patria del bolsillo
como un pañuelo sucio sin esquinas.
Extiéndelo y sonríe a los fotógrafos.

Y tú, vientre redondo, diente astuto,
devorador del oro y de la plata,
señor de las finanzas siderales,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas,
púrgate el intestino de guarismos
y sal si puedes que te dé la lluvia.

Tú, gordo y patriarcal terrateniente
esquilador de ovejas y labriegos.
Tú, cómitre del tajo y la galera,
azuzador de brazos productivos.
Tú, araña del negocio. Tú, pirata
del mostrador. Y tú, ganzúa ilustre
de altos empleos, ávida ventosa
sobre la piel más débil, echa cuentas,
medita y examínate las uñas.

Y tú, señora mía y de tu casa,
asidua del sermón y la película,
tú, probo juez de veinte años y un día,
tú, activo funcionario de once a doce,
y tú, muchacha linda en el paseo;
tú, chico de familia distinguida
que estudias con los Padres y no pecas.

Y tú, poeta lírico y estético,
gran bebedor de vino y plenilunios,
incubador de huevos de abubilla
en los escaparates fluorescentes,
sumad, restad, haced vuestro balance,
no os coja el inventario de sorpresa.

Tú no, pueblo de España escarnecido,
clamor amordazado, espalda rota,
sudor barato, despreciada sangre,
tú no eches cuentas, tienes muchas cifras
de saldo a tu favor. Allá en tu día,
perdónanos a todos nuestras deudas,
perdónanos a todos en tu nombre
y hágase al fin tu voluntad
así en España
como en el cielo.

De Ángela Figuera Aymerich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Crítica Vol.1, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2012.