Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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sábado, 22 de septiembre de 2018

Piano y Tambor

Piano y Tambor

Cuando al romper el día en la orilla del río
me detengo a escuchar la voz de la selva,
oigo los tambores de la jungla telegrafiando
su místico ritmo,
urgente, crudo y palpitante como la carne sangrienta
todavía,
el ritmo de los tambores de la selva,
que habla de tiempos primitivos,
de la juventud de la tierra,
de cuando las fuerzas del hombre eran puras y gloriosas.

Oigo los tambores de la jungla, y veo en el sonido
a la pantera presta para saltar
al leopardo a punto de descargar su golpe.
Y oigo,
a los cazadores preparando sus arcos, sus flechas
envenenadas,
su guerra a muerte con la pantera y con el leopardo,
bajo el místico ritmo de los tambores
de la selva.

Y mi sangre brinca alborotada, corre por dentro
como un torrente de fuego,
arrasa los años, y de un golpe me encuentro
niño otra vez,
acurrucado como un lactante en el regazo
de mi madre,
vuelvo a la selva en la mística música de los tambores,
más allá del tiempo, cuando la tierra era fuerte
todavía
como una mujer paridora,
y el hombre podía con el león, y la sangre era
poderosa
como una piedra.
Y luego, el ritmo, el ritmo de los tambores de la selva
me lleva a pasear serenamente por el bosque,
contemplando las flores silvestres, las cálidas flores
de la selva,
rumorosas también con los místicos tambores.
Voy por la selva perdido del mundo de los hombres,
con una gota de agua colgada de un
fruto,
como un leopardo adueñado del bosque y de las
estrellas de la selva.
Y cuando estoy sereno, escuchando plácidamente
la música de las hojas verdes,
oigo llegar hasta la selva el sonido de un piano,
del piano
donde alguien toca un concierto sentimental, lleno de
lágrimas,
un concierto traído de tierras lejanas,
y la selva se me cierra con nuevos horizontes, limitada
por el diminuendo de las lánguidas notas del piano,
y el contrapunto y el crecendo del lejano concierto
van perdiendose en el rumor de la selva, disolviéndola,
hasta que toda la música termina en una frase aguda y
fina,
como la punta de una daga.

Y me siento extraviado en la mañana,
desconcertado en la selva, yendo
del piano al tambor, saliendo de una edad poderosa
hacia una más débil,
y no sé qué hacer allí, a la orilla del río, dubitando,
prisionero entre los delicados lamentos del concierto
y el místico ritmo de los tambores de la selva.

de Gabriel Ikara,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.