Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Mayo, 1945 (fragmento)

Mayo, 1945
(Fragmentos)

Cuando llegó a nuestra ciudad,
perdidos nos sentimos. De tanto esperarla,
y de atisbar con el alma cada rumor suyo,
no la reconocimos en las últimas descargas.
Hemos sufrido tanto
con el trajín de los días y las noches;
hasta aquellas diminutas flores
no pudieron florecer esta mañana.
Sólo vi a un chiquillo,
batiendo palmas y gritando,
como si él, inocente, comprendiese
al huésped que había llegado.
(...)
Ella vestía una casaca desteñida,
y sangraban sus piernas arañadas.
Ella llegó, golpeó en la casa,
abrió la madre, la mesa estaba servida.
«Tu hijo —dijo— servía en el mismo regimiento.
Y yo he vuelto y me llaman Victoria.»
Había pan negro, pero más blanco que en los días negros.
Y las lágrimas eran más salobres que la sal.
Con gritos festejaban todas las capitales del mundo,
aplaudían, cantaban y bailaban.
Y sólo en aquella apartada aldea rusa,
dos mujeres solemnemente estaban en silencio.

De Ilya Ehrenburg,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Del diccionario incinerado: espontaneidad

Del diccionario incinerado: espontaneidad

Espontaneidad:
(Nominativo femenino)
Calidad o cualidad
De espontáneo./
Manifestación sencilla,
Fácil y natural
Del pensamiento -dominado-,
Que la clase hegemónica
Quiere inculcar
A las clases subalternas
Como valor positivo
Para someterlas,
Denostando toda actividad
Que demande
Reflexión y organización.

Por Félix Sánchez Durán.

martes, 27 de diciembre de 2016

Lo que dejé por ti

Lo que dejé por ti

Ah! Cchi nun vede sta parte del monno
Nuri za nnemmanco pe eche ccosa é nnato.

- G. G. Belli -

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

De Rafael Alberti,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 25 de diciembre de 2016

El derrotado

El derrotado

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba - último buitre -
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca - y es tan sencillo -
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: "buen día,
madre".
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.

De Ángel González,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Milagro Sala

Milagro Sala

He tenido una visión de futuro
Aunque también es memoria
En ella fue clara la mano del verdugo
Y su intento de perfumar la Historia

He tenido una visión de futuro
Y vi tu cara en las banderas
De aquellas agrupaciones que luchan
Contra la opresión y dan pelea

He tenido una visión de futuro…

He visto tu cara en sus banderas
Como llevas con orgullo
A Túpac Amaru como emblema

Por Félix Sánchez Durán

jueves, 22 de diciembre de 2016

Alegato final

Alegato final

Señor Juez,
El muchacho
No quiso robarlo.
No fue su intención
Tomar el celular
Para venderlo.
Salió corriendo
Por el miedo mismo
A lo que había hecho
-y podrían hacerle-.
A nadie hizo daño.

Señor Juez,
El muchacho
Sólo quería
Dejar de ser
Ignorado.

Señor Juez,
No considere esto un arrebato
Sino la complicada evidencia
De lo que realmente es:
Un llamado de atención
A la sociedad.

Muchas gracias,
Señor Juez.

Por Félix Sánchez Durán.

martes, 20 de diciembre de 2016

A nuestro padre creador Túpac Amaru (fragmentos)

A nuestro padre creador Túpac Amaru
(Fragmentos)

A doña Cayetana, mi madre india, que me protegió con sus lágrimas y su ternura, cuando
yo era un niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena. A los comuneros de los cuatro
ayllus de Puquio en quienes sentí por vez primera, la fuerza y la esperanza.

Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas, en sus dientes, la nieve
gotea y brilla.
¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?

En los pueblos, con su corazón pequeñito, están llorando los niños.
En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, casi ciegos,
los hombres están llorando, más tristes, más tristemente que los niños.
Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora el hombre, Serpiente Dios,
más herido que en tu tiempo; perseguido, como filas de piojos.
¡Escucha la vibración de mi cuerpo! Escucha el frío de mi sangre, su
temblor helado.
Escucha sobre el árbol de lambras el canto de la paloma abandonada,
nunca amada;
el llanto dulce de los no caudalosos ríos, de los manantiales que
suavemente brotan al mundo.
¡Somos aún, vivimos! (Kachqanirakmi)

Escucha, padre mío, mi Dios Serpiente, escucha:
las balas están matando,
las ametralladoras están reventando las venas,
los sables de hierro están cortando carne humana;
los caballos, con sus herrajes, con sus locos y pesados cascos, mi cabeza,
mi estómago están reventando,
aquí y en todas partes;
sobre el lomo helado de las colinas de Cerro de Pasco,
en las llanuras frías, en los caldeados valles de la costa,
sobre la gran yerba viva, entre los desiertos.

Tranquilo espera,
tranquilo oye,
tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto;
bailo la misma danza que danzabas
el mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla,
entiendo la rueda y la máquina;
con nosotros crece tu nombre;
hijos de huiracochas te hablan y te escuchan
como al guerrero maestro, fuego puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos
los hombres azotados, los que sufrían, son ahora águilas, cóndores
de inmenso y libre vuelo.
Tranquilo espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste;
amaremos más de lo que tú amaste, con amor de paloma encantada,
de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límite,
lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.
Al helado lago que duerme, al negro precipicio,
a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte
a la luna, las estrellas y la tierra,
el suave y poderoso corazón del hombre;
a todo ser viviente y no viviente,
que está en el mundo,
en el que alienta o no alienta la sangre, hombre o paloma, piedra o arena,
haremos que se regocijen, que tengan luz infinita, Amaru, padre mío.

de José María Arguedas,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Cantar de Túpac Amaru (fragmentos)

Cantar de Túpac Amaru
(Fragmentos)

¡Hombres del Perú, hombres perseguidos como piojos, hombres pisoteados,
hombres tallados a sablazos, hombres que tienen una sola camisa!
¡Escuchad el cantar de la Guerra de los Pobres, oíd el cantar de Túpac
Amaru!
(…)
Y los Pobres se sublevaron. (…)
Arreando los gordos rebaños de las ofensas,
pastoreando las enormes manadas de los dolores,
-mucho tardaron en vadear el Urubambavino
la gente de Acos.

Tomasa Tito Condemayta los mandaba.

La gente de Taraco vino luego.
Eran tan pobres que no tenían ni sombra.
(…)
Un año duró la pelea.
Un año de mil meses combatieron.

Cien mil sacaron la lengua.
Cien mil se balancearon de las vigas.
Honor al valiente y al cobarde (…)
Igual pesaron en los platillos de la muerte.
No tenían lanzas, ni espadas ni estandartes.
Todos los reyes,
todos los Papas,
todos los Grandes,
avanzaron contra ellos.
No temblaron.
(…)
Fueron derrotados, no vencidos.
Ni con espada, ni con cadena, obtiene el hombre victoria.
Sobre las ruinas siempre avanza el alba con banderas.

de Manuel Scorza,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Metáforas del ausente (Leiden)

Metáforas del ausente
(Leiden)

El exilio no es una carga:
por ejemplo, una cruz, un saco roto
del que se caen las piedras y está lleno
siempre: ni es una puerta,
ni un muro, en el que todas
las salidas se estrellan, ni un canal
que se lleva las barcas y los versos.

Es más bien como una
niebla sutil que cubre cuantas almas
y cuantos gestos, una
nube implacable que se llama niebla
y otros llaman exilio.

Envuelto en ella - siempre -,
una alfombra se pisa de hojas secas,
se bebe un agua tibia, un vino escaso
que más parece almagre,
se come un pan que huele
a muchas manos - siempre
lavadas y secadas en exceso -,
se duerme entre la mar y la vigilia,
pendientes - siempre - de lejanas torres
que nunca dan la hora,
sentados - siempre - en el brocal de un pozo.

De Ángel Crespo,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Elegía por cincuenta toneladas de patatas

Elegía por cincuenta toneladas de patatas

Fue en Baldwin el delito, miserables,
fue el crimen, corazón, en Yanquilandia,
donde el Dólar predica:
—«¡Democracia, señores, Democracia!»
(Withman se cubre el rostro, pero impreca.
Withman, callado, canta.
Lincoln se cubre el rostro, pero ruge.
Lincoln, callado, habla.)
«¡Democracia, señores!»
Donde se linchan negros, «¡Democracia!»,
donde la libertad —¿la tuya, Washington?—
tiene una enorme estatua.

Lo dicen con patético cinismo
las dos líneas no más de un cablegrama:
«En Baldwin (Alabama) se quemaron
cincuenta toneladas de patatas»...

¡Cincuenta toneladas, hambrientos,
cincuenta toneladas, niños, parias,
madres sin leche, viejos mutilados,
cincuenta toneladas de patatas!

(Franklin se cubre el rostro, pero llora.
Franklin, callado, brama.)

Hambre, miseria, carestía; el Dólar
os grita: «¡Democracia!»
La libertad en el cubil del Ogro
tiene una enorme estatua.
(¿Aún de allá traerías tus maestros?...
y Sarmiento también, ceñudo, calla.)

¡Cincuenta toneladas, desdichados,
cincuenta toneladas de patatas!

Pueblos que mueren de hambre en todo el mundo,
quema el Dólar cincuenta toneladas,
cincuenta toneladas, infelices,
cincuenta toneladas de patatas.

Seguid bebiendo, pobres, el narcótico
que os suministra el Dólar: «¡Democracia!»
Postraos de rodillas ante el mito:
La libertad se congeló en estatua.
Y siempre esta obsesión de pesadilla,
¡Cincuenta toneladas de patatas!

Hay libertad para prenderles fuego
y el Dólar ululando: «¡Democracia!»
Cincuenta toneladas en cenizas,
cincuenta toneladas,
cincuenta toneladas hechas humo,
cincuenta toneladas de patatas.

de Álvaro Yunque,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

martes, 13 de diciembre de 2016

Frontera

Frontera

A Ana Rosa y José María Guelbenzu

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,
que fui -que soy- la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis- que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en ese tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

Yo, que vengo pagando mi imprudencia,
que le debo a mi prisa mi miseria,
que hube de trocear mi corazón en mil pedazos
para pagar mi puesto en el desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una vez a la frontera.

Yo, que tanto me había anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo para pagar
en monedas de sangre y de desdicha
qué pueden importar algunos años).
Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.

Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.
Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí -quizá lo vi-
pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.

Don Antonio era viejo
y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

De Francisca Aguirre,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Salvoconducto (Aria II)

Salvoconducto (Aria II)

Con pájaros somnolientos
y árboles por el viento atravesados
se levanta el día, y el mar
toma una copa espumosa a su salud.

Los fríos borboteaban hacia el gran agua
y la tierra firme pone promesas de amor
en la boca del aire puro
con flores frescas.

La tierra no quiere llevar un hongo de humo,
escupir criaturas ante el cielo,
acabar con lluvias y rayos de ira
con las voces inauditas de la perdición.

Con nosotros quiere ver despertar
a los hermanos de colores y a las hermanas grises,
al rey pez, a la alteza ruiseñor
y al príncipe de fuego salamandra.

Por nosotros planta corales en el mar,
a los bosques ordena guardar calma,
al mármol inflar la hermosa veta,
al rocío ir una vez más sobre las cenizas.

La tierra quiere tener un salvoconducto,
cada día desde la noche, al universo
para que amanezcan mil y una mañanas
en la gracia joven de la antigua hermosura.

De Ingeborg Bachmann,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Poemas de la cárcel

Poemas de la cárcel

Una broma
El Estado me alimenta con arroz,
habito sus palacios,
sus guardianes se turnan para servirme de escolta.
Contemplo sus montañas y sus ríos cuando quiero:
con tantos privilegios, un hombre
es realmente un hombre.

Una delegación inglesa en China
Los americanos se han ido; ahora
llegan los ingleses.
Se le da la bienvenida a la delegación
por todas partes.
Yo también soy un delegado
en una visita amistosa a China.
Sólo que la bienvenida que a mi me dan,
es otra.

Alerta en Vietnam
¡Mejor la muerte que la esclavitud!
En todo mi país ondean
nuevamente las banderas rojas.
Oh, lo que es ser un prisionero en un tiempo así.
Cuándo seré libre para tomar
mi puesto en la batalla.

Al escuchar moler arroz
Cuánto debe sufrir el arroz bajo el triturador.
Pero después de molido es blanco como el algodón.
A menudo le sucede lo mismo
a los hombres de este mundo:
el taller de la desgracia los convierte
en jade pulido.

de Ho Chi Minh,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

martes, 6 de diciembre de 2016

12 (La Junquera)

12
(La Junquera)

Carretera en huida.
¡Cómo lloran los niños
junto a ese baúl mundo
abierto en la cuneta!

Ya no hay sitio en la casa.
¿La única esta noche?

Un caballo se ha muerto
al borde del camino
y no lo han devorado
solamente las moscas.

Pronto llegará el día
con sus incertidumbres.
Hay alguien que regresa
a lo que no se sabe.
Otros siguen caminos
que nadie les señala.

Allá en la frontera
se alza una línea oscura...

De Ernestina de Champourcin,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Somos casi cuarenta millones de seres humanos...

Somos casi cuarenta millones de seres humanos.
No digo que sobre nadie.
Somos menos de noventa osos pardos.
Digo que faltan muchos.

De Jorge Riechmann,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Niños carboneros

Niños carboneros

Los niños carboneros
Pasan camino a la ciudad.
—¡Eh, carbonero!
Y van golpeando a los animales con un látigo enorme.

Los burros son muy flacos y viejos.
Cada uno carga seis sacos de carbón de leña.
La arpillera está toda remendada.
Los carbones caen.

(Hacia el anochecer viene una viejecita que los recoge, inclinándose
con un gemido.)

—¡Eh, carbonero!
Nada más que estas criaturas raquíticas
Van bien con estos burros derrengados.
La madrugada ingenua parece hecha para ellos...
¡Pequeñísima, ingenua miseria!
¡Adorables carboneritos que trabajáis como jugando!

—¡Eh, carbonero!

¡Cuando vuelven, vienen mordiendo un pan sucio de carbón,
Trepados en los animales,
Apostando carreras,
Bailando, bamboleándose en los arneses como espantapájaros
desamparados!

(1921)

de Manuel Bandeira,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Primavera de 1938

Primavera de 1938

Hoy, domingo de Resurrección, muy de mañana
una nevasca azotó de repente la isla.
Había nieve entre los setos verdes. Mi hijo
me llevó hasta un albaricoquero pegado a la tapia de la casa
apartándome de una poesía en la que denunciaba
a quienes preparaban una guerra que
al continente, a la isla, a mi pueblo, a mi familia y a mí
se nos puede tragar. En silencio,
cubrimos con un saco
el árbol a punto de helarse.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Y en eso llegó Fidel (canción)

Y en eso llegó Fidel

Aquí pensaban seguir
Ganando el ciento por ciento
Con casas de apartamentos
Y echar al pueblo a sufrir
Y seguir de modo cruel
Contra el pueblo conspirando
Para seguirlo explotando
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Tragando y tragando tierra
Sin sospechar que en la sierra
Se alumbraba el porvenir
Y seguir de modo cruel
La costumbre del delito
Hacer de Cuba un garito
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Diciendo que los cuatreros,
Forajidos, bandoleros,
Asolaban al país
Y seguir de modo cruel
Con la infamia por escudo
Difamando a los barbudos
Y en eso legó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Jugando a la democracia
Y el pueblo que en su desgracia
Se acabara de morir
Y seguir de modo cruel
Sin cuidarse ni la forma
Con el robo como norma
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

De Carlos Puebla (Carlos Puebla y sus Tradicionales),
en Y diez años van, Jota Jota, 1969.

Sobre la denominación de emigrantes

Sobre la denominación de emigrantes

Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. No inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando el día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles, preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta nuestros refugios. Nosotros mismos
casi somos como rumores de crímenes que pasaron
la frontera. Cada uno
de los que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la ignominia mostramos que hoy mancha a nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
se quedará aquí. La última palabra aún no ha sido dicha.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

jueves, 24 de noviembre de 2016

En tiempos de la extrema persecución

En tiempos de la extrema persecución

Si sois abatidos,
¿qué quedará?
Hambre y lucha,
nieve y viento.

¿De quién aprenderéis?
De aquel que no caiga.
Del hambre y del frío
aprenderéis.

No valdrá decir:
¿No ha pasado ya todo?
Los que soportan la carga
reanudarán sus quejas.

¿Quién les informará
de aquellos que mueren?
Sus cicatrices y muñones
les informarán.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

martes, 22 de noviembre de 2016

De cementerios

De cementerios

Me contaron
De un cementerio
Abandonado
En el que las tumbas
Están abiertas
Y se puede leer el nombre
Y se puede ver la foto
De las personas muertas
Un cementerio que se adentra
En la selva
Y se pierde
En la maleza

Dicen del cementerio
Que al llegar al último panteón
Se encuentran las puertas
Del mismísimo infierno

Santa Ana, Misiones,
El cementerio.

Leí
Por ahí
Que en Asia
Se cuelgan ataúdes
De las laderas de las montañas,
Que en Inglaterra
Hay un cementerio
De mujeres “solteras”,
De personas marginadas,
Y que en México encontraron
Un cementerio de cráneos
Deformados, alargados.

En Irak,
El más poblado.

Sin embargo,
El más moderno, el más vasto
Y más famoso de todos los cementerios,
Cementerio sin cruces,
Sin nombres ni letreros,
Es, hoy por hoy, sin duda,
El Mediterráneo.

(De Haití
Nadie ha escuchado)

Por Félix Sánchez Durán.

Asilo poético

Asilo poético

A Noma y Wes Flint

Canadá, página de nieve. Empiezo
lentamente a escribir en ti los pasos
de la segunda parte de mi vida.
Casi temo mancharte la blancura
con huellas del dolor que me he traído.
Para escribir en nieve versos nuevos
yo quisiera ser blanco. Pero tengo
el color de la vida que he vivido.

De Jesús López Pacheco,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.23, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

domingo, 20 de noviembre de 2016

A mi padre

A mi padre

Padre obrero: de tu trabajo vengo,
de tu ascensión a mano dura y dura
por la vida. Mi grito de poeta,
mi vida de hombre claro y enfrentado,
vienen de ti, de tu sudor de oro.
Tengo mi infancia en la memoria llena
de tus manos de hombre manejando
las herramientas: curvos alicates,
limpio martillo, sierra sonriente...
Mis versos ya nacían de tus dedos,
de cada movimiento creador.
¡Cómo las herramientas cantan claras
en las manos! Su ruido me acompaña
como una gran canción inolvidable.
Acero de la sierra, espejo mío:
dame la imagen de mi padre obrero,
cuéntame su fatiga y su trabajo,
repíteme su gesto sacudiéndose
la gota de sudor que le nacía
como una idea pura de la frente.
Boca del alicate: muerde el verso
para que salga de mis manos como
un trozo de metal, un duro alambre
trabajado. Martillo: di que sí,
dale tu golpe afirmativo al verso
de mis manos. ¡Queridas herramientas!
¡Emblemas del escudo de mi casa!
Más orgullo que el mío, pocos hijos
pueden tenerlo por su origen. ¡Obrero
que supiste subir a mano honrada,
obrero de la luz y padre mío,
padre de mis hermanos y mi pluma,
y abuelo de mi hijo y de mis versos!

De Jesús López Pacheco,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.23, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.