El tejedor de mortajas
SIEMPRE veo esos ojos tan claros en el puente
Y el rostro taciturno del Viejo finlandés
Que remendaba lonas, solitario y paciente,
Bajo el trémulo canto del viento en el bauprés.
Siempre veo esa extraña y siniestra figura
Que cosía mortajas a la luz del farol,
Esas manos rugosas cosiendo sin premura
En las mañanas claras, bajo el ardiente sol.
Siempre veo a ese anciano con sus ojos de muerto
Que se quedaba a bordo al fondear en un puerto
Tarareando entre dientes un fúnebre cantar.
Lo hallaron una noche, rígido y solitario,
Caído entre la lona de su último sudario.
Y al nacer una aurora lo arrojaron al mar.
de Héctor Pedro Blomberg,
en A la deriva, Ediciones Selectas América, 1920.