Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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viernes, 14 de abril de 2023

No se necesitan...

No se necesitan
Poetas de oficio
Se necesitan
Constructores
De hombres
De pueblos
Y que además
Hagan poesía...

EMR N°1 - Penal de Libertad

Anónimo,
en Escritos de la cárcel (la expresión poética de los presos políticos), Centro Integración Cultural, Vol.1, 1986.

domingo, 5 de julio de 2020

Kaïdara

Kaïdara

He comido pollo antes que el piojo me comiera.
Tira mi “comedor” a tierra.
Un día cercano, la tierra se lo comerá.
La vida así está hecha.
La termita roe las raíces, las come.
En cuanto a la gallina, se traga la termita.
El hombre se alimenta de la gallina
y la fiera se come al hombre.
La tierra paciente espera.
Sin ojos, contempla y ve.
Observa al escarabajo.
Se ríe de él, sin boca.
El escarabajo sin palabras le dice:
“¡Oh tierra!, yo imito a Gueno tu Creador,
que te da vueltas durante el día,
te da vueltas de nuevo por la noche,
te hace rodar en todos los sentidos
y te hace danzar en la eternidad”.
En verdad, la vida consiste en contemplarse.
Nosotros nos comemos, nos comemos de nuevo
y, finalmente, la tierra nos come a todos.

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007.

martes, 5 de mayo de 2020

La muerte del valiente

La muerte del valiente

Elefante sin pastor,
el valiente es el que impide a los valientes
poner pie en tierra.
Aquel cuya punta hiere pecho
y espalda.
El día en que el valiente muere, las lágrimas no
convienen,
¡oh madre mía! ¡Oh padre mío!
Que Dios no me mate de una miserable
muerte que deshonre,
de una miserable muerte en un lecho,
con las lágrimas de los jóvenes y los gemidos
de los viejos,
las súplicas en nombre de Dios, de la madre
y del padre,
el morabito de ganchudos dedos,
que, todos, dinero es lo que codician.
¡Pero que Dios me dé la muerte del valiente!
Cuando la pólvora ha sido repartida en cargas,
las balas puestas en reserva en la boca,
las almas confiadas a Dios,
sobreviene entonces la muerte del valiente.
El gran buitre* se posa en tierra
Y dice balanceándose:
“ese, es el cadáver hinchado de un
caballo de raza;
ese, es el cadáver tendido de un
valiente.”
Y sucedió que la madre del valiente
no fue informada.

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007.
*El buitre es considerado un animal sagrado por casi todos los pueblos
africanos desde la antigüedad faraónica: “no come el corazón de los
valientes muertos en combate” (Bámbara).  

martes, 14 de abril de 2020

Cinco males, cinco remedios...

Cinco males, cinco remedios...

Yo no gustaba de la mala mujer:
la casa vacía me la ha hecho amar.
Yo no gustaba de la cena tardía:
la noche sin comer me la ha hecho añorar.
Yo no gustaba del campo alejado:
el precio del grano me lo ha hecho querido.
Yo no gustaba de quien daba poco:
he gustado de él, viendo a quien nada me daba.
Yo no gustaba del murmurador:
el hombre brutal me ha hecho que guste de la
mala lengua...

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 

jueves, 26 de marzo de 2020

Alogonigin, el valiente

Alogonigin, el valiente

En aquel tiempo,
todo cazador que quería matar un leopardo
seguía al animal por su habitual sendero del bosque,
furtivamente y con paso tembloroso.
El cazador corría un poco, caminaba otro poco,
siempre furtivamente.
Cuando estaba bastante cerca para apuntar sin miedo,
le tiraba al leopardo por detrás, y lo mataba.
Luego, con la piel del leopardo en la cabeza,
regresaba a la aldea con altanero paso,
lleno de vanidad por su pretendida hazaña.
Pero cuando mi abuelo Alogonigin decidía
matar un leopardo en la selva,
bajo el reinado del Oba Abiodun,
sus amigos y parientes le preguntaban, al verlo
abandonar la aldea:
“¡Oh padre!, ¿qué le harás al leopardo?”
Él respondía que iba a luchar con él.
Le preguntaban de nuevo: “¡Oh padre!, ¿qué le harás
al leopardo?”
Él respondía que iba a provocarlo a un combate singular.
Le preguntaban entonces por tercera vez:
“¡Oh padre!, ¿qué le harás al leopardo?”
Él respondía: “El leopardo y yo cambiaremos unos golpes.
Ojo por ojo, diente por diente.”
Así era Alogonigin, el valiente.
No tenía igual en muchas cosas.
Fue el primero en poseer una inmensa mansión
antes de cumplir los treinta años.
Fue en su juventud cuando construyó
su grandiosa residencia.
¿He terminado ya mi historia de la caza del leopardo?
Sean indulgentes conmigo... esta es la conclusión:
Alogonigin regresaba a la aldea
con la pesada y voluminosa piel de un leopardo
al hombro.

¡Pero sin una sola señal visible de bala!

Anónimo (poema yorubá),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 

lunes, 16 de marzo de 2020

Las seis dificultades

Las seis dificultades

Seis cosas son difíciles en este mundo:

hablar a la vez y ponerse de acuerdo;
emprender algo juntos y seguir juntos;
obtener y contentarse (o compartir);
estar en una situación crítica y tener buena cara;
poder y contenerse;
haber maldecido y honrar.

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 

miércoles, 4 de marzo de 2020

Desdoblamiento

Desdoblamiento

El Buen Dios creó ocho cosas, por pares, que se han desdoblado:

ganancia y satisfacción,
ciencia y educación,
amor y confianza,
casa y seguridad.

Se gana, sin estar nunca contento;
Se instruye uno, sin mejorarse;
Se ama, sin tener confianza;
La familia ya no es un hogar.

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 

jueves, 20 de febrero de 2020

A la mina no voy (canción)

A la mina no voy
(Siglo XVIII)

El Blanco vive en su casa de madera con balcón,
El negro en rancho de paja, en un solo paredón.
Y aunque mi amo me mate, a la mina no voy.
Yo no quiero morirme en un socavón.
Don Pedro es tu amo, él te compró.
Se compran las cosas a los hombres no.
Y aunque mi amo me mate a la mina no voy.
En la mina brilla el oro, al fondo del socavón.
El blanco se lleva todo y al negro deja el dolor.
Y aunque mi amo me mate a la mina no voy.
Cuando vuelva de la mina, cansado de carretón,
me encuentro a mi negra triste, abandonada de Dios.
y a mis negritos con hambre, ¿por qué esto?, pregunto yo.
Y aunque mi amo me mate a la mina no voy.
Don Pedro es tu amo, él te compró,
Se compran las cosas, a los hombres no.
Y aunque mi amo me mate a la mina no voy.
En la mina brilla el oro, al fondo del socavón.
El blanco se lleva todo, y al negro deja el dolor.

Anónimo,
en La poesía como herramienta, Edición digital - Omegalfa, 2018.

jueves, 2 de enero de 2020

El hambre

El hambre

El hambre hace a una persona subirse al techo
y agarrarse a las vigas.
Hace a una persona echarse,
pero no sentirse en reposo;
a una persona echarse,
incapaz de moverse.
Echarse
y contar las vigas.

Cuando el musulmán no está hambriento, dice:
“Tenemos prohibido comer mono.”
¡Cuando Ibrajim está hambriento
se come hasta un mandril!
Cuando el hambre golpea
a una mujer en el harén,
ella se echará a la calle en pleno día.
El que está hambriento no se preocupa
por los tabús.
El que está hambriento no se preocupa
por la muerte.
El que está hambriento tomará del dinero
de la ofrenda.
Cuando la muerte cierra la puerta,
el hambre la abrirá.
El “llené mi barriga ayer” no le incumbe.
No hay dios como nuestra garganta,
tenemos que ofrendarle diariamente.

Orisha Oko*, el Dios de las siembras,
está hambriento.
Corre a sus plantíos de ñame.
El ñame tierno no puede comerse.
Pero cuando se enfrenta con el fuego,
imita a la garganta.
Cuando come un saltamontes:
¡produce tanta saliva!
Orisha Oko le pegó fuego a las siembras.
Todos los ñames se cocieron en el fuego.
Quince mil ñames se cocieron,
¡Orisha Oko no pudo ni comerse uno solo!
Furioso por el hambre.
¡Ha arruinado quince mil ñames!
Luego bajó los ojos apenado.

Que el que coma no se regocije,
que el que esté hambriento
no dé paso a la pena.
La satisfacción sucede al hambre.
El hambre, a la satisfacción.

Anónimo (Poema Iwi, la poesía de los enmascarados yorubá),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 
*Orisha Oko es el dios de los terrenos labrantíos. Se le representa por
una teja y un pequeño arado.