La captura
Vinieron los guardias con sus bestias
y orinaron el zócalo largamente.
A un hombre torturaron hasta la madrugada;
joven como era resistió bastante,
sólo una vez dijo un nombre de mujer.
Después fijó los ojos en el techo.
de Manuel Sivacevedo,
en Poesía armada, Agermanament, 1976.