y un día,
finalmente,
pasó:
las palabras
no quisieron salir más
de sus casas;
no soportaban
las miradas
envidiosas
de los semáforos
los cruces peatonales
los estacionamientos
las rampas de discapacidad
los asientos reservados...
la gente parecía querer respetar más
las normas del lenguaje
que cualquier otra cosa
Por Félix Sánchez Durán.