Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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jueves, 28 de abril de 2022

viernes, 8 de abril de 2022

Balada de la Sirenita

Balada de la Sirenita


de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Alma Adentro, UCMM, 1981. 

martes, 15 de marzo de 2022

jueves, 5 de agosto de 2021

viernes, 30 de julio de 2021

viernes, 23 de julio de 2021

Ojitos

Ojitos




     

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Alma Adentro, UCMM, 1981. 

martes, 26 de enero de 2021

martes, 12 de enero de 2021

Un hombre tras las rejas 10 YO...

  10

YO soy aquel, sí... Perdido en un océano.
Desmembrado de un sordo continente dormido.
Un pedazo de tierra con su masa de hombres.
Con ríos y montañas y quebradas y árboles.
Con pájaros y luna, con estrellas y ángeles.
Yo soy ése. Hombre y tierra hecho uno.
Con mi voz y mi sueño y mi llanto y mi angustia.
Con mi desolación y mi vergüenza.
y con mi grito. Con mi grito.

Escúchenlo los bárbaros. Escúchenlo los ruines.
Escúchenlo los sórdidos. Escúchenlo los viles.
Escúchenlo los ímprobos. Escúchenlo. Escúchenlo.
Mi grito ha de cuajarse un día como el plomo
para volverse un brazo. Ya lo dije.
¡Y el brazo hará justicia!

¡Malditos los que oprimen!
¡Malditos los que alzan barrotes ante el hombre!
¡Malditos los que abaten las rondas de los niños!
¡Malditos los que siembran plomo y sangre en los surcos!
¡Malditos los que roban al hambre de los pobres!
¡Malditos los que ceban su maldad en la carne!
¡Malditos los que ríen encima de los muertos!
¡Malditos los que siegan cabezas como espigas!
¡Malditos los que ensartan criaturas en los vientos!
¡Malditos los que marchan encima de cadáveres!
¡Malditos los que oprimen! ¡Malditos los que oprimen!

Escúchenlo los bárbaros, los sórdidos, los ruines,
los que encadenan pueblos y destruyen y asolan,
llenos de sangre y lodo hasta las ingles!
Escúchenlo los déspotas, los cobardes, los viles!
El hombre tras las rejas quebrantará los hierros
y veréis que se cumple la justicia en la tierra!

¡Guerra a muerte a los bárbaros!
¡Guerra a muerte a los ímprobos!
¡Guerra a muerte a los sórdidos!
¡Guerra a muerte a los ruines!
¡Guerra a muerte a las rejas! ¡Guerra a muerte!
¡Guerra al odio y al crímen*! ¡Guerra al crímen*!
¡Guerra a muerte a los déspotas, asesinos de pueblos!
¡Guerra a muerte a los déspotas, bebedores de sangre!
¡Guerra a muerte a los déspotas, necrófagos abyectos!

Escúchenlo los bárbaros, los sórdidos, los ruines!
Mi grito ha de cuajarse un día como el plomo
para volverse un brazo. Y el brazo hará justicia
¡Ya lo dije!

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original.

sábado, 9 de enero de 2021

Un hombre tras las rejas 9 LLEGO...

    9

LLEGO la luz, por fin. Llegó la luz.
Entra a chorros iguales por entre los barrotes
dibujando más rejas en el suelo.
Un hombre tras las rejas. Siempre. Siempre.
Un hombre solo, abierto, desmembrado.
Enterrado con vida como si fuera un muerto,
con las órbitas llenas de gusanos.
Y con las manos rotas. Rotas. Rotas.

Me aferro a los barrotes. Los oprimo.
Hierro y carne se funden en las rejas.
¡Quiero salir de aquí! ¡Venid, soltadme!
Quiero salir y respirar. ¡Quiero ser libre!
¡Arrancadme estas rejas! ¡Destruidlas!
¡Cercenadme estos hierros! ¡Rescatadme!
Las rejas se me clavan en los hombros,
en los ijares sofocados, en las sienes.
¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero ser libre!
¡Quiero ser libre! ¿No lo oís? ¡Quiero ser libre!

Llegó la luz, por fin. Llegó la luz...
Estoy en medio de su precisa claridad. Mirándome.
Mirándome hasta la vena soterrada y última.
Auscultándome. Reconociéndome. Calándome.
Redescubriéndome las manos verosímiles.
Mis manos ciertas, puras, verdaderas.
Ahora sé... Quiero ser libre y voy a serlo. Libre.
Me creceré a mí mismo, más allá de mis límites.
Fuera de mí, desmesurado, ingente.
Haré saltar los hierros con mis manos,
con mi sangre, con mis huesos, con mi carne.
¡Dadme fuerzas, no más! Fuerza en las manos,
una hora precisa, inequívoca, exacta,
y el signo de la cruz sobre mi frente.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.

jueves, 7 de enero de 2021

Un hombre tras las rejas 8 AHÍ...

   8

AHI están. Uno a uno. Cientos, miles de muertos
en macabro desfile. Cientos, miles de muertos.
Y cada muerto arrastra una muerte distinta.
¡Ah! ¿No lo sabéis aún? Pues bien, sabedlo.
Ensayaron mil formas de darle muerte a un hombre.
¿A un hombre solamente? No. También a una mujer.
¡Y oídlo, oídlo! -¡Sangre de mi costado!-
Ensayaron mil formas de darle muerte a un niño!

Más de una vez -¡Sabedlo! ¡Tenéis que saber esto!-
destajaron un vientre para ensartar un niño.
Y ese niño no pudo llegar a ser un hombre.
Y ese nido no pudo dar su amor ni sus besos.
Y ese niño no pudo asombrarse ante el mundo
ni llorar en los brazos ausentes de su madre.
Y ese niño no pudo morir de muerte mansa.
¡Los brutos le clavaron la lanza en el costado
antes de que la carne tomase forma humana!

Ensayaron mil formas de dar muerte.
Pero, más todavía... Tenéis que saber esto:
antes de arrancar la vida a un hombre
hicieron pasto de su carne. ¡Sí! ¡Sabedlo!
Sabed cómo cebaron su odio en esos hombres. Uno a uno.
Carne golpeada, herida, quemada, magullada.
Carne exprimida, lacerada, abierta.
¡Y al grito de la carne torturada
respondía la risa de los brutos!

Ahí están. Uno a uno. Cientos. Miles de muertos.
Que no me miren más! ¡Que no me miren!
No quiero ver sus ojos pidiéndome justicia.
¡No quiero ver más sangre ni más muertos!
¡Quitadlos de mi vista! ¡Pronto, la luz, el día!
¡Venga la luz! ¡Venga la claridad! ¡Venga la aurora!
Quiero ver otra cosa, aunque sean las rejas.
Pero los muertos no. ¡No quiero verlos!

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962;
en Alma adentro - Obra poética completa, UCMM, 1981.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Un hombre tras las rejas 7 ESOS...

  7

ESOS fueron mis muertos... Vinagre de mis labios.
Esos fueron mis muerto... Espinas de mis sienes.
Esos fueron mis muertos... Lanza de mi costado.
Los he llorado a ríos. A montañas de lágrimas.
Los he llorado a todos. Uno a uno. Sangrando.
Muriendo yo con ellos, uno a uno.
Enterrándolos y desenterrándolos
para volverlos a enterrar con nuevo llanto.

Esos fueron mis muertos. Los he llorado a todos,
muriendo yo con ellos. Uno a uno.
Muerto mil y una veces con cada muerto mío.
Los he llorado a todos con mil llantos diversos.
En las cuencas vacías de la angustia.
En las órbitas secas del espanto.
En los ojos perplejos del silencio
y hasta en el puño enhiesto de la ira
y en la cárdena flor de la vergüenza.

Los he llorado a todos. Uno a uno.
Y mil veces he muerto yo con ellos.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Un hombre tras las rejas 6 NO...

   6

NO puedo. No puedo más. Estoy vencido.
Todo el día he gritado, sin que nadie me oyese.
¡Ah, la sombra! ¡Por fin llega la sombra,
tragándose las rejas con su boca insaciable!
Quiero dormir. Dormir. Estoy cansado.
Quiero dormir. Soñar. Soñar que ya soy libre.
Que puedo andar, andar... Andar...
Paso a paso, suelto, desligado... Paso a paso...
Andar... Andar... Andar... Andar...

Esos pasos... No son míos. Son los pasos de otro
Sí. Pasos duros. Secos. Sordos... y marchan.
Uno tras otro... Un-dos, un-dos, un-dos...
Oh, son botas. Botas. B O T A S.
Color de sangre coagulada en las heridas.
Color de fango. Color de sucio. Color de odio.
Botas que aplastan cráneos lo mismo que crisálidas.
Botas que piafan y patean igual que los caballos.
Botas que empujan los cadáveres desnudos
sin cerrarles los ojos con las manos.
Botas de sangre y lodo hasta las ingles.
Botas que marchan sobre los cadáveres...

¡Que no quiero escucharlas otra vez! ¡Que no quiero!
Un-dos, un-dos, un-dos... Lo mismo. Siempre.
Siempre el mismo sonido golpeándome las sienes.
Igual que ayer. Lo mismo. Un-dos, un-dos, un-dos.
Y encima de las botas: un fusil boquiabierto
juntando su metralla con claveles de sangre
para hacer la cosecha de los muertos.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 5 QUIERO...

  5

QUIERO olvidar la muerte. Necesito olvidarla.
Quiero mirar las cosas gratas, dulces, tranquilas.
Las flores, el paisaje, los pájaros, el río.
Todo lo que miraba cuando era libre. Libre.
Porque una vez fuí* libre. ¿Lo sabíais?
Y anduve paso a paso por los caminos limpios.
Ebrio de Sol, de claridad, de lumbre.
Limpia la frente de rubor. Erguido.

Y una ronda de niños danzó sobre mi pecho,
cantando las canciones del amor y la vida.
Y las madres tenían los pechos sosegados.
Y los hombres clavaban su azadón en la tierra,
sonriendo. Oid ésto: sonriendo.
Y el fruto de su siembra no le fue disputado,
ni le fue arrebatada su heredad.
Y el pájaro sentía que el nido era su nido.
Y la flor que la rama era su paz.

Pero llegó una hora negra y obsesionante
en todos los relojes del mundo. Aquella hora.
Y de pronto: las rejas.
Un hombre tras las rejas. Enterrado.
Y los cobardes, frente a mí, pateando.
Pateando, igual que ahora, los cobardes.

No quiero estar aquí. ¡Venid, soltadme!
Quiero salir y respirar. Quiero ser libre.
Quiero andar los caminos abiertos, otra vez.
Quiero ser libre. Libre. LIBRE.
¡Arrancadme estas rejas! ¡Libertadme!
¡Sacadme de este encierro! ¡Venid, quiero ser libre!
Quiero ser libre. Libre. Libre. LIBRE.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original


martes, 24 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 4 OH...

 4

OH, aquí está el viento. Me golpea las sienes.
El viento trae una canción lejana.
Cierro los ojos para oirla*. Sí, son ellos. Ellos.
Son los niños que cantan mientras juegan...

"Estaba la pájara pinta
sentada en su verde limón,
con el pico recoge la rama,
con la rama recoge la flor..."

Las bocas apretadas de canciones
muerden palabras junto con grosellas
y cantan en la sangre de las moras...
Son niños de otro espacio, de otra esfera.
Niños que saben jugar como los ángeles...
Yo también tuve una ronda... Aquí, sobre mi pecho.
Pero eran voces agrias, gastadas, desteñidas.
y era una sola canción la que cantaban:

"En Francia nació un niño
qué dolor, qué dolor, qué pena.
En Francia nació un niño
de padre natural,
que do re mi, que do re fa,
de padre natural...
Por no tener padrino
qué dolor, qué dolor, qué pena,
por no tener padrino
Mambrú se ha de llamar,
que do re mi, que do re fa,
Mambrú se ha de llamar...
Mambrú se fue a la guerra... "

No. Eso no. Esa palabra no. No quiero oirIa*.
No quiero ver más sangre ni más muertos.
No quiero verlos. No. No quiero verlos.
¡Quitadlos de mi vista! ¡Atrás! iQuitadlos!

Mambrú se fue a la guerra...

No quiero esa canción. No quiero oirIa*.
¡Lleváos esas voces! ¡Anegadlas!
¡Asfixiadlas! ¡Cercenadlas! ¡Suprimidlas!
¡Dadme pronto otra canción! ¡Otra canción!
¡Otra ronda de niños! ¡Otra! ¡Otra!

"A la limón, a la limón,
la puerta está rota.
A la limón, a la limón,
mandadla a componer..."

¡Ah, las bocas que cantan en la sangre olorosa
de las moras silvestres! Venid a mí. Cantad.
Cantad en mí, aquí sobre mi pecho.
Trenzadme de guirnaldas. Crucificadme a besos.
Mirad, yo soy un hombre solitario. Triste.
Amo la risa de los niños, y sus voces.
¡Haced la ronda aquí, sobre mi pecho!

No. No quieren venir. Tienen miedo de mí.
Se escapan. Huyen...
¡Yo no soy malo, no! ¡Volved! ¡Volved!
Yo soy un hombre solo, abierto, desmembrado.
Un hombre tras las rejas. Enteramente roto.
Quiero vivir de nuevo. Otra vez. Quiero vivir.

"En Francia nació un niño,
qué dolor, qué dolor, que pena.
qué dolor, qué dolor, qué pena... "

Oh... Es mi ronda. Son mis niños.
Aquí, sobre mi pecho.
Voces agrias, gastadas, desteñidas.
y una sola canción: la de la muerte.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original


viernes, 20 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 3 NO...

 3

NO ¡No quiero estar aquí! ¡Venid, soltadme!
Quiero salir y respirar. Quiero ser libre.
Quiero andar los caminos abiertos. Mi camino.
Elegirlo yo mismo, como se elige un futuro:
"Este es el que yo quiero, sí". Y cogerlo.
Quiero andar mi camino y ser mi propio dueño.
Quiero salir, soltarme, desligarme,
salvar estos barrotes, liberarme.
No quiero estar aquí. ¿No oís? ¡No quiero!
Quiero ser como el viento, que va y viene silbando
y nada lo detiene, ni siquiera las rejas.

Verdugones de odio se enroscan a mi espalda.
No quiero estar aquí. ¡Venid, soltadme!
Quiero reconocerme afuera. Saber que soy yo mismo,
saber que no estoy muerto.
Quiero sentir que vivo. ¿No oís? Sentir que vivo.
¡Arrancadme estas rejas que me cercan!
Quiero ser libre, lo mismo que los pájaros.
¡Arrancadme estas rejas! ¡Destruidlas! ¡Quebradlas!

Quiero andar los caminos abiertos. Mi camino.
Quiero salir y respirar. Soltarme. Desligarme.
Quiero sentir que vivo, que vivo todavía.
¡Arrancadme de aquí! ¡Venid, soltadme!
Quiero ser libre. ¿No entendéis? Quiero ser libre.
Quiero ser libre. Libre. Libre. LIBRE.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.


lunes, 16 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 2 QUIEN...

2

QUIEN me quebró los huesos y me cercó de rejas?
¿Quién alzó los barrotes entre mis manos y la vida?
¿Quién me encerró en la sombra
y me hizo ajeno y solitario y triste?
¿Quién me aisló como a un monstruo?
¿Quién? ¿Quién me cercó de rejas?

¡Ah, los cobardes! Siempre los cobardes.
No es por odio que me encierran. Es por miedo.
Miedo de mí. No de la fuerza de mis manos rotas,
sino miedo terrible de mis ojos abiertos.
Miedo de que les vea la maldad en el pecho.
Miedo de que les mire la ponzoña escondida.
Miedo de que les grite a la cara: "¡Cobardes!"
Miedo de que les grite la verdad, cara a cara.

¡Ah, los cobardes! Siempre los cobardes.
No es por odio que me encierran. Es por miedo.
Era más fácil levantar barrotes
y quebrarme los huesos y encerrarme en la sombra.
El hombre tras las rejas. Vencido. Aniquilado. Destruído*.
Ciegos mis ojos. Sordos mis oídos.
Enterrado con vida como si fuera un muerto,
con las órbitas llenas de gusanos.
¡Ah, los cobardes! Siempre los cobardes.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 1 UN HOMBRE TRAS LAS REJAS

1
UN HOMBRE TRAS LAS REJAS

"Para todas las cosas hay sazón"

ESTOY aquí. Un hombre tras las rejas.
Un hombre solo, abierto, desmembrado.
Un hombre con las manos rotas
y rotos los oídos y rota la palabra
y roto el pensamiento
y roto el ojo inmenso, febril, desorbitado.
Y roto el sexo entre los muslos rotos.
Un hombre tras las rejas. Deshecho. Mutilado.

Todo lo que había entero en mí,
todo lo que había intacto, erguido,
está roto. Lo mismo que la luz entre las rejas.
Irremediablemente roto. Destroncado.
Roto mi cráneo, fábrica de sueños.
Roto mi corazón, puño de angustia.
Roto mi costillar despavorido
y roto el dorso vertical y duro.
Un hombre tras las rejas. Enteramente roto.

Eunuco vacilante, mitad hombre, mitad niño.
Bestia entregada al yugo. Siervo desnucado.
Un hombre con su quebradura obsesionante,
sumido en la vergüenza de las rejas.
Un hombre hecho pedazos. Hecho trizas.
Talado como un árbol. Destruído*.
Un hombre tras las rejas. Roto. Roto.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original.

martes, 14 de enero de 2014

Oda heroica a las Mirabal

Oda heroica a las Mirabal

No hubo blancura igual a su blancura.
Nardo, azucena, lirio... magnolia de su carne.
Carne hecha para el beso, fue pasto de las balas.
Las Mirabal cayeron bajo el plomo cobarde.

No hubo dulzura igual a su dulzura.
Los ríos se crecieron para llorar por ellas.
Palomas con el pecho florecido en claveles.
Las Mirabal cayeron de cara a las estrellas.

Ayudadme a subirlas al pedestal  de piedra
donde graba la historia los nombres de sus mártires.
Ayudadme a decir qué cosa grande hicieron
estas mujeres-cíclopes, estas mujeres-ángeles.

Allí donde más hondo fue el dolor de los hombres
y más honda la herida sangrante de la tierra,
donde fue más profundo el surco de las lágrimas
y más amargo el llanto... allí subieron ellas.

Allí donde más lejos llegó la valentía
y apuró el sacrificio su retama postrera,
allí donde más lejos plantara el heroísmo
su bandera de sangre... allí llegaron ellas.

El ojo de la bestia le siguió la pisada.
Ojo y plomo a la espalda, como hacen los cobardes.
La tierra abrió los brazos para ceñir sus cuerpos.
Las Mirabal cayeron, taladas como árboles.

Las manos del verdugo deshojaron los nardos,
cortaron, como tallos, sus lenguas silenciadas.
Las estrellas besaron su carne por vez última.
Las Mirabal cayeron con el plomo en la espalda.

Mas ya el nardo no es nardo, pues se ha vuelto piedra.
Piedra el enhiesto puño. Piedra la frente alta.
Piedra el pecho y los ojos y la boca sin lengua.
Las Mirabal cayeron para alzarse en estatuas...

Y sus bocas, sin lengua, han de seguir hablando
y sus tres corazones palpitando en la piedra.
Perennemente vivas en el alma del pueblo.
Las Mirabal cayeron para volverse eternas.

De Carmen Natalia Martínez
en Antología Histórica de la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995) (Franklin Gutiérrez Comp.),
Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998.