Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
Mostrando las entradas con la etiqueta Arturo Serrano Plaja. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Arturo Serrano Plaja. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de agosto de 2022

Estos son los oficios

Estos son los oficios

I

Estos son los oficios.
La voz de los trabajos es esta.
La ley de los vecinos y labores.
El síntoma del pan.
La salida del sol y del sudor cansado
y el número del hambre y de los pueblos.

Son oscuras materias las que ordenan.
Son hachas, son laureles, son olmos derribados.
Son nubes o mujeres con mantones de lana.
Son parejas de bueyes las que mueven mi lengua
y tiemblan en mi pulso lentamente.

Quiero que mis palabras sepan a esparto viejo
o a superficies pulcras de metales pulidos.
Para hablar de los hombres,
para escribir el hondo y purísimo sonido de los hombres,
quiero el triste sollozo que recorre los bosques,
quiero que mis palabras nazcan en donde nacen
los golpes de dolor que se manejan
a oscuras en la vida inapelable.

Quiero, pido, suplico palabras desgastadas
por el uso y el tiempo como los azadones,
olor resuelto a encinas
y dulce pesadumbre de músculos con sueño,
de párpados ardientes y vencidos,
para entonar dormido la voz de los arados.
Para hablar de las eras y el cemento,
para nombrar los hombres trabajando,
los hombres por su oficio,
los hombres y mujeres por sus nudos de sangre,
quiero una voz de cuerda y unas manos de pan,
para unirme al trabajo y a los besos
y al olor a cansancio merecido.

II

Primero son los bueyes.
Primero los testuces humillados y los hombres desnudos
y la tala del bosque con sonido a lamento.
Primero cierta estrella brilla más alta o baja
y las grullas anuncian las lluvias invernales
preparando la gracia en las espigas.

Primero son los bueyes con mugidos espesos
dominando la tierra para las amapolas y el amor de mayo,
con un empuje lento de obstinadas cervices y pezuñas ahincadas,
en medio de un silencio de espaldas sudorosas
y ensimismada soledad trabajadora.

Primero son los bueyes
y luego vendrá el pan en los oficios,
vendrá el pan y el aceite
después de haber cruzado llorando por el cielo
bandadas de gemebundas golondrinas,
vendrá el pan y la lumbre.
Vendrá el amor de invierno
muy lejos de la trilla,
muy lejos de las noches lascivas, como labios,
con olores profundos a senos fatigados,
a sudorosos vientres de verano y de amor,
vendrá el pan de los hornos,
las calientes hogazas, con sabor a tahona,
espesas o tan graves como besos de agosto.

Primero son los bueyes, las minas o los huertos,
el barro, los andamios, las maderas distintas,
las selvas ordenadas,
el cáñamo, las rocas, los distintos talleres donde anida el trabajo,
potente, silencioso, de anónimas arterias como enjambres de fuerza.

Del trabajo, el descanso nace como la muerte
de nuestra vida nace. Del descanso, el amor
y del amor, las voces internas de la sangre:
la verdad, la conciencia, de estricta contextura,
la recta certidumbre de justicia
y un temblor delicado de pálida belleza.

Del trabajo que nace con desprecio del llanto
brotan manos tan puras que arrancan de la tierra
campanas y martillos,
azadas, cubos, hachas,
vigas, plata y metales
en preciados lingotes.
Y el carbón de los barcos
cuyas sirenas roncan melancólicamente por los mares,
y el cemento y la cal.

Estas últimas manos construyen los albergues:
techos tan inocentes,
palpitantes paredes donde se yergue un beso,
ladrillos apilados o cándidos testigos
de una esperanza oscura con sabor a doncella,
de un llanto, de una muerte,
de un latido al galope tendido hacia otros pulsos
o de negras derrotas de pólvora y dolor.

Y más, yo no recuerdo.
Hay más trabajos puros en otras latitudes.
Hay madera de pino rezumando amor verde.
Hay caucho en unos bosques que otros ojos ignoran
y hay labores distintas donde el sol sabe a estaño.

III

Estos son los oficios.
La ley de los trabajos es esta.
Quiero nombrar ahora las diversas labores.
Quiero acoger mis versos a su sombra purísima.
Para notar mi sangre,
para encontrar mi amor y mi trabajo,
voy a hablar de los hombres en su oficio,
quiero buscar su firme resistencia en mi voz.

de Artuto Serrano Plaja,
en El hombre y el trabajo, Guillermo Escolar Editor, 2017.