Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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viernes, 19 de abril de 2024

comunismo embrionario

comunismo embrionario

 –¿Ves ese coche que rodando pasa
con insultante y llamativo lujo?
–Sí
–Pues ese coche que rodando pasa
con insultante y llamativo lujo,
no será para ti
–¿Ves ese hermoso y colosal palacio,
mansión del bienestar y la riqueza?
–Sí
–Pues ese hermoso y colosal palacio,
mansión del bienestar y la riqueza,
no será para ti.
–¿Ves esa hembra de arrogantes formas
que al que la paga bien su cuerpo entrega?
–Sí
–Pues esa hembra de arrogantes formas
que al que la paga bien su cuerpo entrega,
no será para ti.
–¡Ay! Nada de eso que la vida alegra,
el temor alejando de la muerte,
¿se ha hecho para mí?
¿Acaso por ser pobre no soy hombre?
–El hospital, la cárcel o el suicidio…
¡Eso es para ti!

de Emilio Bobadilla (Fray Candil),
en versos de rebeldía y combate, Editorial Eleuterio, 2021.

jueves, 18 de abril de 2024

LOS PODEROSOS

LOS PODEROSOS

Podéis condenar herir roer
sois los amos

A veces pienso que la risa
sólo                es
para
vosotros
Navidad perfumería años nuevos

decid
-ya que tanto sabéis-
     ¿quién
os
      cerrará
los
  ojos?

de Rafael Gochez Sosa,
en los días y las huellas, Editorial Universitaria, 1987.

domingo, 7 de abril de 2024

CANCIÓN DEL DEPORTADO (canción)

CANCIÓN DEL DEPORTADO

Es trabajar sin descanso
tu cruel destino,
o mendigar triste y manso
por el camino
Desesperado
ya de vivir
lucho abnegado
contra lo vil.

Canta deportado
mísero y martirizado
que tu ideal quizás
un día triunfará
dando a los hombres
amor y libertad.

Anónimo (E. Serrano, 1920),
en http://alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=53278 (1/4/24).

viernes, 5 de abril de 2024

35 - Qué violenta...

35

Qué violenta
la calma
con la que los empachados
nos dicen
que agradezcamos
las migajas.

de Nina Ferrari,
en https://www.facebook.com/libreriasudestada/ (14/12/2023).

lunes, 25 de marzo de 2024

Desconfía

Desconfía

Si quieres conseguir
lo que te hará ser
humano,
desconfía de quien te dé
todo lo que pidas;
desconfía de quienes te nieguen
lo que necesitas.

Si quieres lograr
alzarte hasta ser
libre con los demás
que te rodean,
desconfía de los seres
humanos que no te dejen
conseguir todo lo que ellos
dicen necesitar.

De Salustiano Martín González,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.26, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

lunes, 18 de marzo de 2024

¡ALERTA, LOS MADRILEÑOS!

¡ALERTA, LOS MADRILEÑOS!

I

Pueblo de Madrid valiente,
pueblo de paz y trabajo,
defiéndete contra aquellas
fieras que te están cercando;
ellas tienen por oficio
la destrucción y el estrago,
ellos hacen de la guerra
un arte para tu daño.
Si por amor a la paz
estuvimos desarmados,
por amor a la justicia
ahora el fusil empuñamos.
Demuéstrale al enemigo
que no quieres ser esclavo;
más vale morir de pie
que vivir arrodillados;
cadenas, las que formemos
unidos por nuestros brazos,
unión que nunca se rompa,
vínculo firme de hermanos.
Muros de sacos terreros,
surcos hondos, no de arados,
sí con picos, y con palas,
con corazones sembrados,
semilla roja seremos
en las trincheras del campo.
Cuando brote la victoria,
con sus palmas y sus ramos,
el mundo verá en nosotros
su más brillante pasado;
seamos la aurora, la fuente,
demos los primeros pasos
del porvenir que en Europa
merece el proletariado.

II

Madrid, capital de Europa,
eje de la lucha obrera,
tantos ojos hoy te miran
que debes estar de fiesta;
vístete con tus hazañas,
adórnate con proezas,
sea tu canto el más valiente,
sean tus luces las más bellas;
cuando una ciudad gloriosa
ante el mundo así se eleva,
debe cuidar su atavío,
debe mostrar que en sus venas
tiene sangre que hasta el rostro
no subirá con vergüenza,
sí con la fiebre que da
el vigor en la contienda.
Madrid, te muerden las faldas
canes de mala ralea,
vuelan cuervos que vomitan
sucia metralla extranjera.
Lucha alegre, lucha, vence,
envuélvete en tu bandera;
te están mirando, te miran;
que no te olviden con pena.

(Romancero de la Guerra Civil Española)

de Manuel Altolaguirre,
en Poesía como un arma (Mariano Garrido Selección), Ocean Sur, 2008.

sábado, 16 de marzo de 2024

Algunos datos sobre la vida

Algunos datos sobre la vida

Pensemos en lo que nos rodea:

quienes sufren no se preguntan
por la razón de su desánimo,
o bien lanzan su maldición
contra la frente equivocada:
nadie acierta la mano con la herida.

Por esa razón los poderosos siguen
con su estudiada displicencia.

Porque si ha de haber algún incendio,
ése morderá a los más desvalidos;
si la muerte llega a trazar su curvo dibujo
como una epidemia de oscuridad, esa herida
no afectará a los dividendos de los bancos:
los pequeños ladrones son sólo un accidente
que no merma sus cuentas de beneficios.

Porque cuando alguien roba, no padece
sino quien ha sido ya expropiado
del fruto de su esfuerzo.

De Salustiano Martín González,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.26, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

martes, 27 de febrero de 2024

LOS DOCE

LOS DOCE

1

Véspero negro.
Blanca nieve.
¡Viento, viento!
Un hombre no puede de pie sostenerse.
¡Viento, viento
que va por el mundo de Dios todo entero!
Remolina el viento
la blanca nieve.
Hay hielo debajo de la nieve leve.
Resbalón. Un grito.
Quien a andar se atreve
resbala en la calle... ¡Ay, qué pobrecito!
Entre dos casas frente a frente,
tendido hay un cordel;
en el cordel, un cartel:
“¡Todo el poder para las Constituyentes!”
Lagrimea una vieja y no replica.
No comprende lo que eso significa.
¿Para qué tan gran cartel?
¡Qué enorme tela!
¡Cuántos peales se puede hacer con él!
Y los pies a los niños se les hielan...
La vieja, asustadísima,
cruza un montón de nieve cual gallina que acecha.
—¡Ay, Virgen Santísima!
—¡Ay, esos bolcheviques al ataúd nos echan!
Viento que corta como dalles.
Frío al compás de todo aquello.
Un burgués en cruce de calles,
mete la nariz en el cuello.
¿Y quién es éste? Melenas largas.
Su voz se aletarga:
—¡Traidores! ¡Qué horror!
—¡Ha muerto Rusia, sin decoro!
Probablemente un escritor,
un pico de oro.
Y he aquí, un hombre que de faldas viste,
se esconde en la nieve que le hace de tope.
¿Por qué hoy estás triste,
camarada pope?
¿Te acuerdas cómo antes
ibas con la panza como adelantada,
y, la cruz encima, se hacía brillante
la panza abultada?
Una dama con astracán caracolado
se acerca a otra, apenada.
—Cuánto hemos llorado, llorado...
Se cae resbalada,
y —¡pum!— se queda tumbada.
¡Ay! ¡Ay!
Dadle la mano, ¡caray!
El alegre viento
se alegra cruel.
Mueve el faldamento,
siega al que transita.
Rasga, estruja, agita
ese gran cartel:
“¡Todo el poder para las Constituyentes!"
y estas frases grita:
También se reunieron nuestras gentes...
en el local de enfrente...
Discutimos,
resolvimos:
Por un rato, diez rublos; por dormida, veinte pedir.
Y de nadie menos recibir...
...Vamos a dormir...

La tarde cayendo.
La gente se acoge.
Sólo un vagabundo
los hombros encoge.
Silbidos del viento...
—¡Eh, pobretón, trotamundo!
Ven a mi casa,
nos abrazaremos...
¡Pan!
¿Qué espera el que se atrasa?
¡Pasa!
Negros, negros los cielos están.
Rabia, triste rabia, enojos.
El pecho se abrasa.
Rabia negra, santa rabia, enojos.
¡Camarada, vigila sin tasa
con los cuatro ojos!

2

Pasea el viento, la nieve vuela.
Los doce hombres marchan en vela.
Negras correas de los fusiles,
y en torno a ellos hay luces miles.
Entre los dientes, un cigarrillo;
marca merecen llevar los pillos.
Libertad, libertad.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!
¡Tra-ta-ta!
¡Frío hace, camarada, frío ya!
—Con Katka está Vañka en un tabernucho.
—Dinero en la media lleva en un cartucho.
—Vaniushka ya es rico, lo había soñado,
—¡Era de los nuestros, se ha hecho ahora soldado.
—¡Ay, Vañka, burgués, ay, hijo de perra,
si a mi Katka besas, el golpe no yerra!
Libertad, libertad.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!
Katka con Vañka ocupada está
¡En qué mi querida ocupada estará!...
¡Tra-ta-ta!
Y alrededor hay luces miles...
En los hombros, correas de fusiles...
¡Más fuerte tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!
Sostén, camarada, tu fusil sin miedo.
A la Santa Rusia una bala lancemos,
a la del pasado,
a la de las isbas, a esa que llamamos
del trasero pesado.
¡Ay, ay, sin cruz al pecho van!

3

Así se fueron nuestros muchachos
a servir en la guardia roja,
a servir en la guardia roja,
y perder sus cabezas locas.
¡Ay, tú, pena en cadena,
dulce vida que saco;
desgarrada guerrera,
fusil austríaco!
Para que los burgueses puedan todos penar,
el fuego del mundo vamos a soplar,
incendio del mundo que en sangre nació.
¡Danos, Señor, tu bendición!

4

Remolinos de nieve, grita el cochero,
Vañka con Katka vuela en trineo.
Y llevan los varales
farolillo eléctrico.
¡Eh, arre, arre!
Lleva un capotito roto de soldado,
su cara es de tonto, tonto redomado.
Se atusa, se atusa su negro bigote;
se atusa y recrea,
bromea.
He aquí a Vañka, el de hombros de carga.
He aquí a Vañka, el de charlas largas,
Abraza a su Katka, la muy pasmadota,
la engaña...
Ella la cabeza hacia atrás va a ponerla,
y sus dientecillos brillan como perlas...
¡Ay, Katia, Katia mía,
caragordita!

5

Todavía en tu cuello, Katia,
tienes de una navaja el cuño.
Debajo de tu pecho, Katia,
aún reciente tienes un rasguño.
¡Ea, ea, baila bien!
¡Qué bonitos son tus pies!
Ropitas de encaje llevabas:
¡llévalas ahora que yo te vea!
Con oficiales pendoneabas;
¡pendonea ahora, pendones!
¡Ea, ea, pendonea!
De sobresalto, el corazón voltea.
¿Te acuerdas del oficial aquél?
Nada hubo que le salvara...
¿No te acuerdas, mala peste, de él?
¿O no está tu memoria clara?
¡Ea, ea, hazla más clara!
¡Acuéstate con él, juntad la cara!
Llevabas polainas y aretes,
zampabas chocolate afamado.
Ibas a pasear con los cadetes.
¿Ahora paseas con los soldados?
¡Ea, ea, peca sin calma,
será un alivio para tu alma!

6

...Volando, se acerca el cochero en la delantera.
Vuela, aúlla, vocifera...
¡Alto! ¡Alto! Andruja, ayuda, no te borres.
¡Por detrás, Petruja, corre!
¡Tra-ta-ta-ta-ta!...
Polvillo de nieve hacia el cielo va.
Vañka quiere escapar con el cochero...
¡Alza una vez más tu gatillo ligero!...
¡Tra-ta-ta-ta! Te vamos a enseñar nosotros
a qué conduce juerguearse con la chica de otros...
¡Se escapó el canalla! Ya verás, te digo,
cómo mañana acabaré contigo.
¿Dónde está Katia? Muerta, muerta la ha dejado.
¡Su cabeza una bala ha atravesado!
¿Contenta, Katia? ¡Chit, chit, nada se mueve!...
¡Queda como carroña, aquí, sobre la nieve!...
¡Más fuerte tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!

7

De nuevo van los doce.
Sobre los hombros llevan fusilitos.
Y sólo al asesino desgraciado
no se le ve la cara de contrito.
Más rápido el resuello,
los pasos acelera al alejarse.
Un pañuelo se lía por el cuello.
No puede sosegarse.
—¿Por qué estas, camarada, así afligido?
—¿Por qué, amiguito, el miedo te condena?
—¿Por qué, Petruja, andas alicaído?
—¿Es que Katka te da lástima o pena?
—¡Mis buenos camaradas de estas horas!
Yo a esta chica quería...
Noches embriagadoras
he pasado con ella en otros días...
Por la fuerza arrogante de sus ojos
como de fuego hechos;
por aquel lunar rojo
junto a su hombro derecho,
yo he matado, hombre flojo;
la perdí en un instante de despecho;
—¡Cómo nos da la lata este maldito!
¿Es que tú, Petia, eres una mujer?
—¿Es que quieres sacar tu alma en un grito
para dejarla ver?
—¡Tu fachenda mantén de soldadito!
—¡Y dominarte, eso debes hacer!
—¡No, no es ésta, hora
de mimos de niñera,
porque una carga ahora
más grande, camarada, nos espera!
Y ya Petruja lleva más lentos sus pasos...
La cabecita eleva, y de nuevo se alegra...
¡Ea, ea,
no es pecado mortal si se juerguea!
¡Cerrad las casas,
que hoy habrá saqueos sin tasa!
¡Abrid las bodegas,
hoy juerguea la gente andariega!

8

¡Ay, tú, pena en cadena,
asco tenebroso
de muerte!
¡Oh, qué bien el tiempecito
pasaré, pasaré yo!...
¡Oh, qué bien la coronilla
me rascaré, me rascaré yo!...
¡Oh, qué bien del girasol la cascarilla
escupiré, escupiré yo!...
¡Oh, qué bien con la navaja
rasgaré, rasgaré yo!...
¡Vuela tu, burgués, como un gorrioncito!
Beberé sangrecita,
por esa amiguita
de cejas negritas...
Requies cant in pace, al alma, Señor, de tu sierva...
¡Qué asco!

9

No se oye ruido alguno en la ciudad.
Sobre el Nevá un silencio grave advino.
Ningún guardia hay ya.
¡Juergueaos, muchachos, y sin vino!
En un cruce de calle está el burgués;
su nariz en el cuello ha escondido.
Un perro se le mete entre los pies,
sarnoso, sucio, con el rabo caído.
El burgués, indeciso y silencioso,
igual que el perro hambriento allí se está,
y el viejo mundo, como perro sarnoso,
con el rabo caído está detrás.

10

La nevisca se pone furiosa.
¡Ay, tú, nevisca, nevisca!
A cuatro pasos no se ven las cosas,
se hacen ariscas.
La nieve gira en forma de garganta.
La nieve en columnita se levanta.
—¡Oh, Dios mío, qué fuerte es la nevasca!
—¡Petka, en qué tonterías te atascas!
¿De qué te ha salvado
el altar dorado?
Qué poco sentido también;
piensa, míralo bien,
¿es que sangre no tienes en las manos frías
por amor que tú a Katka tenías?
¡Más firme tu paso revolucionario,
que está el enemigo cerca y temerario!
¡Adelante, adelante, adelante el fragor,
pueblo trabajador!

11

... Y sin Dios ni santos, de este modo,
los doce alejan sus pisadas.
Dispuestos están para todo,
no tienen lástima de nada...
Van sus fusilitos de acero
contra enemigos que no ves,
por callejas sin derrotero
donde la nieve cae al través,
y en hoyos de plumón ligero
no se pueden sacar los pies...
Les cubre de abrigo
la bandera roja.
Sus pasos amigos
producen congoja,
que ya el enemigo
despierta y se arroja.
Y la nieve en los ojos caía
noches y días,
sin interrupción...
¡Adelante, adelante el fragor,
pueblo trabajador!

12

...Y van adelante con seguro paso...
—¿Hay alguien ahí? ¡Que se nos presente!
No, sólo es el viento que juega en el raso
de la roja enseña que les da en la frente...
Delante se eleva un montón de nieve.
—¿Hay alguien en él? ¡Que se nos presente!
Sólo un can mendigo y hambriento se atreve
a ir, renqueando, detrás de la gente...
—Detrás no nos sigas, perrito sarnoso,
con la bayoneta reír voy a hacerte.
¡Y tú, viejo mundo, perrazo piojoso,
húndete, o yo mismo voy a deshacerte!
... Enseña los dientes como lobo hambriento;
no quiere dejamos, el rabo caído,
perro vagabundo, perro friolento.
—¡Eh, responde pronto! ¿Quién va? ¿Lo has oído?
—¿Quién mueve delante la bandera roja?
—Mira entre las sombras, seguro alguien pasa.
—¿Quién va que los pasos, al cruzar, afloja
y quiere ocultarse detrás de las casas?
—Da igual lo que haya, que voy a atraparlo.
—Mejor que te rindáis, ya veremos luego.
—¡Eh, eh, camarada, anal vas a pasarlo;
sal o comenzamos contra ti a hacer fuego!
¡Tra-ta-ta-ta-ta! Sólo, sólo el eco
resuena en las casas y ligero va...
Sólo la tormenta con aullido seco
por entre la nieve, carcajadas da.
¡Tra-ta-ta-ta,
tra-ta-ta-ta!...
Con paso seguro así van sin congoja.
Siguiendo sus huellas, un peñazo listo.
Y delante de ellos con bandera roja,
invisible en nieve de albores de alas,
inmune a las balas,
andando en el aire con un paso leve,
llevando un tesoro de perlas de nieve,
corona de rosas, que jamás se ha visto,
delante de ellos, marcha Jesucristo...

Enero, 1918

de Alexander Blok,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Versión de Fiódor Kelin y César M. Arconada

viernes, 26 de enero de 2024

A LA LUNA

A LA LUNA

Luna, pedazo de día
Olvidado allá en el cielo,
Alumbra los arrabales
Siempre oscuros y en silencio.
Que en los arrabales viven
Tus devotos más sinceros:
Costureritas románticas
Y empleados que hacen versos.
Entra, luna bondadosa,
Al cuarto de esos obreros
Que están conversando a oscuras
Porque no tienen dinero.
Y entra a aquel otro cuartucho
Donde sueña un pobre enfermo,
Que quizás el pobrecillo,
Quizás se llame Carriego.
Huye de esas avenidas
Iluminadas del centro,
Luna, y ve a los arrabales,
Que no alumbran los gobiernos.

de Álvaro Yunque,
en Versos de la calle, Editorial Claridad, 1924.
http://www.alvaroyunque.com.ar/ (7/5/20).

jueves, 30 de noviembre de 2023

hemos aprendido...

hemos aprendido
a valorar
el esfuerzo
por sí mismo
y esa
es la mayor victoria
del capitalismo
neoliberal

Por Félix Sánchez Durán.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Las minas.

Las minas.

I.

Ante el eterno y vago rumor de las mareas
australes, bajo un cielo que enormes chimeneas
mantienen siempre oscuro y en la ribera en donde
bajo las verdes ondas el Nahuelbuta esconde
sus ya domadas cuestas occidentales, medra
la tierra en cuyo seno vive el carbón de piedra
bajo nacientes bosques de resinosos pinos
exóticos, en hondos filones submarinos,
y hasta en el fondo mismo del mar, de cuyas aguas
lo extraen los rastrillos para encender las fraguas
y los fogones pobres.
                                        Cuando los estivales
meses la costa alegran, llegan los temporales
para aquel mar; los vientos del sur sobre las rocas
empujan las oladas rugientes y las locas
espumas, levantando su risueña blancura
hasta los mismos árboles, sobre la tinta oscura
de los ramajes, posan su lividez de nieve.
Luego viene el invierno. Llega la niebla. Llueve,
y alto, sobre los verdes cerros de la ribera
pasan las ventolinas sin que la más ligera
ondulación enturbie los trémulos cristales
del mar. Entonces bajan las lianas invernales
á acariciar su imagen sobre las aguas. Chilla
la pálida gaviota pescando por la orilla,
y en la tranquila borda de algún lanchón posados
meditan, largamente, los cuervos enlutados,
mientras que allá en la altura cruzan con vuelo lento
las nubes, en rebaños, arreadas por el viento.
Pero ni el sol, ni el aire, ni las heladas brumas
de los meses de invierno, ni el mar con sus espumas
blanquísimas sonríen para los pobladores
de aquellas tierras hartas de brisas y de flores;
hombres descoloridos y adolescentes, viejos
antes de tiempo, viven en aquel mundo, lejos
de toda luz, en lo hondo de las oscuras minas,
á rastras y arañando sin fe, con sus felinas
uñas, la virgen roca donde el carbón se encierra...
rasgando, tristemente, los senos insalubres
de esta fecunda madre que se llama la tierra,
¡madre con tantos hijos y con tan pocas ubres!...

de Diego Dublé Urrutia,
en La joven literatura hispanoamericana, Librería Armand Colin, 1906.

sábado, 18 de noviembre de 2023

Alimenta el miedo

Alimenta el miedo

Alimenta el miedo
migajas, despojos,
mordaza en la boca
y venda en los ojos.

Con media plantilla
a la puta calle
me dicen que calle,
que guarde mi silla.
La vida es sencilla
si te hincas de hinojos:
mordaza en la boca
y venda en los ojos.

¡Un muerto en el tajo!
¿Quién ha visto nada?
Pedro a su plomada,
Juan a su destajo.
¡Bendito trabajo!
Igual que piojos:
mordaza en la boca
y venda en los ojos.

Si hoy en la asamblea
se vota la huelga,
éste se descuelga,
aquél la capea:
-Menuda ralea
de negros y rojos:
mordaza en la boca
y venda en los ojos.

de Conrado Santamaría Bastida,
en Cancionero de escombros con hoguera, Biblioteca Omegalfa, S/F.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Al centro de la injusticia

Al centro de la injusticia (canción)

Chile limita al norte con el Perú
Y con el Cabo de Hornos limita al sur
Se levanta en el oriente la cordillera
Y en el oeste luce La Costanera, La Costanera

Al medio están los valles con sus verdores
Donde se multiplican los pobladores
Cada familia tiene muchos chiquillos
Con su miseria viven en conventillos, en conventillos

Claro que algunos viven acomodados
Pero eso con la sangre del degollado
Delante del escudo más arrogante
La agricultura tiene su interrogante, su interrogante

La papa nos la venden naciones varias
Cuando del sur de Chile es originaria
Delante del emblema de tres colores
La minería tiene muchos bemoles, muchos bemoles

El minero produce buenos dineros
Pero para el bolsillo del extranjero
Exuberante industria donde laboran
Por unos cuantos reales muchas señoras, muchas señoras

Y así tienen que hacerlo porque al marido
La paga no le alcanza pal' mes corrido
Pa' no sentir la aguja de este dolor
En la noche estrellada dejo mi voz, dejo mi voz

Linda se ve la patria señor turista
Pero no le han mostrado las callampitas
Mientras gastan millones en un momento
De hambre se muere gente que es un portento, que es un portento

Mucho dinero en parques municipales
Y la miseria es grande en los hospitales
Al medio de Alameda de las Delicias
Chile limita al centro de la injusticia, de la injusticia

de Isabel Parra,
en Isabel Parra Vol.1, Blue Pie Records, 1968.

jueves, 19 de octubre de 2023

La mina

La mina

1

Sonámbulos los mineros
van saliendo de la mina.
Tras el rescate, el silencio.
En sus rostros se adivina
la muerte del compañero.

2

Bajar quisiera a la mina
con un candil colorado
y ser la aurora que limpia
las tinieblas de tu lado.

Mi candil colorado,
mi candilito azul.

Bajar quisiera a la mina
con un candilito azul
y ser abajo la estrella
que arriba encendiste tú.

Mi candil colorado,
mi candilito azul.

de Conrado Santamaría Bastida,
en Cancionero de escombros con hoguera, Biblioteca Omegalfa, S/F.

miércoles, 18 de octubre de 2023

La Gleba

La Gleba

Mirad, ¡esa es la cumbre!, dijo el Sabio.
Es preciso llegar hasta esa cumbre...
Yo lo he visto y lo sé. Calló su labio,
Y avanzó la resuelta muchedumbre.

¡Deteneos aquí! rugió el tirano:
Á nadie, más que á mí, deis obediencia...
Lo he resuelto y lo impongo. Alzó la mano,
Y la turba abjuró de su conciencia...

¡Venid hermanos! dijo un sacerdote:
Adorad estas santas maravillas...
Dios lo manda. Alzó en alto un monigote
Y el rebaño se puso de rodillas...

Y aquel hato de imbéciles seguía
Á la primera voz, al primer mito,
Á la más leve admonición. Un día
Se detuvo de pronto. Estalló un grito

De un hombre de la turba: ¡de su entraña...!
Y habló un jirón de voluntad inopia.
¡Parecía aquel hombre una montaña
Con corazón y con conciencia propia!

« Basta de sumisión: no haya más leyes
« Que las que dicta la conciencia humana.
« Apartad á los ritos y á los reyes:
« Sea vuestra voluntad la soberana... »
.........................................................
Fué el despertar. Cesaron los gemidos
Que eran consuelo del montón. Entonces
Repercutió, como canción de heridos,
La vibración salvaje de los bronces...

Y la gleba rugió. Con la siniestra
Indignación, quemando sus mejillas.
Alzó la frente y levantó su diestra,...
¡Y comenzó el labor de las cuchillas!

de Felipe Torcuato Black,
en La joven literatura hispanoamericana, Librería Armand Colin, 1906.

lunes, 2 de octubre de 2023

Estadísticas para economistas y otros calculadores que desprecian la retórica

Estadísticas para economistas y otros
calculadores que desprecian la retórica

El medio ambiente no es
el 50% del ambiente.
Es mitad nada más -para entendernos-
de una relación que no tiene mitades:
la vida.

Ni el hombre medio
es medio hombre, como creen
los que multiplican por él sus beneficios.

Y la renta per cápita -sinécdoque en latín-,
no son los beneficios que reciben
los propietarios de las guillotinas.

(Aunque, en el fondo, si se piensa bien...)

De Jesús López Pacheco,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.23, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Romance de Juan Carlos Vallejo

 Romance de Juan Carlos Vallejo

A Zulema Silva, su madre

¡Mirad a mi hijo,
miradle a la cara,
la flor de mi vida,
la luz de mi casa!
¡Mirad a mi hijo,
se mató en la fábrica!
Juan Carlos Vallejo,
así se llamaba,
sólo veinte años,
¡miradle a la cara!,
veinte amaneceres
y ya con mortaja.
Era otro emigrante
de los que aquí andan,
otro ecuatoriano
venido con ganas
de abrirse a la vida
con fe y esperanza.
¡Ay, hijo querido,
mi hijo del alma,
aunque sin papeles,
qué bien trabajabas!
¡Mi hijo querido,
tan frío en la fábrica!
Y aquellos patronos
de negras entrañas,
aquellos malditos
sin ley ni palabra,
que todo temían
(¡miradle a la cara!)
salvo la mentira
y la canallada,
salvo la justicia
divina y humana,
aquellos malditos,
no respetan nada.
Tan pronto mi hijo
cayó y se mataba,
¡ay, Virgen María,
las carnes me sangran!,
el mono le quitan
y le desnudaban,
ladrón le decían
(¡miradle a la cara!),
ladrón le decían
y él se desangraba.
¡Ay, hijo querido,
mi hijo del alma,
nadie te defiende,
cuando te difaman!
Y a aquellos malditos,
de tan negra entraña,
la gente de orden
hasta los alaba
y como a unos santos
les pone peana.
Vergüenza no tienen
ni tienen agallas.
Esta muerte negra,
¡ay, hijo de mi alma!,
te alcanzó en La Rioja,
sea vil su fama,
en Baños del Tobías,
arda entre las llamas,
pues su gente dice
que allí no hay morralla.

Este romance tiene su origen en el suceso
ocurrido en el año 2003 en el pueblo riojano
de Baños de Río Tobías, en donde el
trabajador ecuatoriano Juan Carlos Vallejo
perdió la vida en un “accidente” laboral.
Cuando un hijo del dueño del almacén donde
trabajaba descubrió el cadáver del joven, le
despojó de su ropa de trabajo y dijo luego a
la policía que seguramente se trataría de un
ladrón que había ido a robar. Condenados
posteriormente los dueños del almacén,
autoridades locales y regionales pedían el
indulto para el empresario. Zulema, la madre
de la víctima, recorrió Madrid recogiendo
firmas para exigir que se hiciera justicia.

de Conrado Santamaría Bastida,
en Cancionero de escombros con hoguera, Biblioteca Omegalfa, S/F.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

EL HOMBRE

EL HOMBRE

Según cuenta la leyenda,
el fuego lo inventó el hombre,
mas luego le arrebataron
un tesoro tan enorme.
No fueron meros bandidos
ni unos simples pecadores,
que fueron —¡quién lo dijera!—
nada menos que los dioses
de la propia antigua Grecia.
Como respuesta, el hombre,
por manos de Prometeo,
quitó el fuego a los dioses.
A lo largo de los siglos,
qué cosas no ha visto el orbe.
Mas nadie tiene noticias
de lo que hacen los dioses.
¡Crea el hombre del trabajo,
y vale más que los dioses!

1956

de Serguéi Smirnov,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Traducción: José Santacreu.

martes, 29 de agosto de 2023

PREGUNTAS DE UN OBRERO QUE LEE

PREGUNTAS DE UN OBRERO QUE LEE

Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla China,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan
cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes?
Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II venció la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba sus gastos?
Una pregunta para cada historia.

de Bertolt Brecht,
en Un pulso que golpea las tinieblas, Partido de la Revolución Democrática (PRD-DF)/Para Leer en Libertad A.C., 2012.

miércoles, 23 de agosto de 2023

ÚLTIMO DISCURSO EN LA CORTE

ÚLTIMO DISCURSO EN LA CORTE

He estado hablando mucho de mí mismo
y ni siquiera había mencionado a Sacco.
Sacco también es un trabajador,
un competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo,
con un buen empleo y un sueldo,
una cuenta en el Banco, y una esposa encantadora y buena,
dos niñitos preciosos y una casita bien arreglada
en el lindero de un bosque, junto a un arroyo.

Sacco es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre;
un hombre, amante de la naturaleza y de la humanidad
un hombre que lo dio todo, sacrificó todo
por la causa de la libertad y su amor a los hombres:
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos, su persona
y su vida.

Sacco jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie.
Él y yo jamás nos hemos llevado un bocado
de pan a la boca, desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente.
Jamás...
Ah, sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho;
yo tengo más labia que él, pero muchas, muchas veces,
oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime,
considerando su sacrificio supremo, recordando su heroísmo,
yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza
y me he visto obligado a repeler
las lágrimas de mis ojos,
y apretarme el corazón
que se me atorozonaba, para no llorar delante de él:
este hombre al que han llamado ladrón y asesino y
condenado a muerte.

Pero el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo
y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann
y los de todos vosotros hayan sido dispersados por el tiempo;
cuando vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones,
y vuestro falso dios no sean sino un borroso recuerdo
de un pasado maldito en el que el hombre era lobo
para el hombre...

Si no hubiera sido por esto
yo hubiera podido vivir mi vida
charlando en las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera muerto olvidado, desconocido, fracasado.
Esta ha sido nuestra carrera y nuestro triunfo. Jamás
en toda nuestra vida hubiéramos podido hacer tanto
por la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda
al hombre, como ahora lo estamos haciendo por accidente.
Nuestras palabras, nuestras vidas, nuestros dolores— ¡nada!
La pérdida de nuestras vidas —la vida de un zapatero
y un pobre vendedor de pescado—
¡todo! Ese momento final es de nosotros,
esa agonía es nuestro triunfo.

de Bartolomeo Vanzetti,
en Antología de la poesía norteamericana (Ernesto Cardenal Selección), Ministerio del Poder Popular para la Cultura / Fundación Editorial el perro y la rana, 2007.