Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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martes, 3 de mayo de 2022

EL TALION

EL TALION

El implacable azote del destino
hundió tu frente y asoló tu alma.
¿Ves?... el que a hierro mata a hierro muere:
Esa es la ley de la existencia humana.

No llores más. La angustia de tu vida
ni el llanto borra ni el olvido arranca:
sin remedio también, como la muerte,
brota sobre la tierra la desgracia.

El miserable afán que te devora
es el dolor que el corazón desgarra
cuando a la triste realidad del mundo
se derrumba el hogar de la esperanza.

¡Ay del que ya sin la ilusión celeste
por el desierto de la vida pasa,
como un espectro que abortó el sepulcro,
en borrascosa noche solitaria!

A todas partes el dolor le guía,
a todas partes la ilusión le llama,
y el demonio implacable del recuerdo
el sueño de sus párpados aparta.

Adonde lleva los sombríos ojos
el triste hogar de su ilusión levanta,
y el triste hogar de su ilusión perdida,
onda tras onda sobre el llanto pasa.

Donde toca su pie pisa en desierto;
no encuentra más que noche su mirada;
es que esa sombra y soledad eternas
habitan en el fondo de su alma.

Esa es la tromba que tocó tu frente
y al seno del abismo te arrebata;
allí donde el gusano de la tierra
el miserable corazón taladra.

¡Ay! por eso el azote del destino
hundió tu frente y asoló tu alma.
¿Ves ?... el que a hierro mata a hierro muere:
esa es la ley de la existencia humana.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

lunes, 18 de abril de 2022

GIRÓN DE BANDERA

GIRÓN DE BANDERA

¡Ah, cómo el alma de dolor se cierra
cuando le arrancas su ilusión dichosa!
Lástima que entre carne tan hermosa
ni una chispa de espíritu se encierra.

Turbios los ojos con el llanto siento,
¡ah! pero es fuerza que te diga adiós.
¡Adiós! La inmensidad del sentimiento
no se alimenta de materia, ¡no!

Y aunque mi vida de dolor estalla
viéndote nada más que una quimera,
te amo como al girón de la bandera
destrozada en el campo de batalla.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

miércoles, 9 de marzo de 2022

LA SOMBRA DE LA ILUSIÓN

LA SOMBRA DE LA ILUSIÓN

—Detente; imbécil; ¿no ves
que te arrojas a la muerte?...
Baja los ojos y advierte
el antro que hay a tus pies.

—¡Santo cielo, qué profundo!
Negras sus bóvedas son...
—¡Ah! parece el corazón
de los que habitan el mundo!

Y en tu insensata caída
¿de qué azote vas huyendo?
—Iba corriendo, corriendo
tras de una ilusión perdida.

Desde aquel monte creí
ver su forma placentera
en el humo de la hoguera
que tú has encendido aquí.

—¡Ay! no cupo en tu contento
que en la tierra iguales son
el humo de la ilusión
y el humo que lleva el viento.

—Ya la fatiga quebranta
mi cuerpo desfalleciente,
traigo abrasada la frente
y hecha pedazos la planta.

¡No importa! yo seguiré
hasta otro mundo tras ella,
por una escondida huella
que ha de alumbrarme la fe.

Allí donde el corazón
no encuentra causa de llanto,
allí donde el desencanto
no es sombra de la ilusión.

—Sigue entonces, peregrino,
llevando mi adiós postrero,
¡ah! porque ningún viajero
se vuelve de ese camino.

—¡Por piedad! ¡Dime cuál es!
—Le estás pisando tú mismo...
—¡Cielos! ¡el inmenso abismo
que abre la tierra a mis pies!

—Tan sólo allí el corazón
no encuentra causa de llanto;
tan sólo allí el desencanto
no es sombra de la ilusión.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

viernes, 25 de febrero de 2022

LA PATRIA DEL ALMA

LA PATRIA DEL ALMA

¿Adonde estás escondida,
patria que en un sueño hallé?
¿Cuándo tocará mi pie
en tu arena bendecida?

¡Veinte años de marchar
desterrado y vagabundo !...
¡Te busco por todo el mundo
y no te puedo encontrar!

Este suelo es suelo extraño;
acaso perdí mi huella:
voy a preguntar por ella
al monte del ermitaño.

—¡En el nombre del Señor!...
—¡El te guarde, peregrino!
—¿Dónde lleva este camino?
—Al torrente bramador.

—¿Y sabes dónde hallaré
el rumbo que voy buscando?...
—¿A qué tierra vas viajando
para reposar tu pie?

—Busco la patria del alma,
del mundo grato solaz,
adonde se vive en paz,
adonde se muere en calma.

Donde no habita traición
y el hombre es del hombre hermano
donde no se alza la mano
para herir el corazón.

Allí, donde el alma ardiente
por los afanes postrada,
halle la dulce mirada
de una mujer inocente.

Donde logre reposar
el hombro sobre su seno,
sin que un trago de veneno
le alcance ella al despertar.

Donde se pueda verter
este raudal de cariño
que desde la edad de niño
luchando está por romper.

Allí, donde la esperanza
no es un sueño de mentira;
donde a los cielos se mira
y una promesa se alcanza.

Allí, en fin, donde al morir
este mísero gusano,
tocando una amiga mano
pueda al menos sonreír.

—¡Desdichado peregrino!
¿y dices que vagabundo
has cruzado todo el mundo
buscándola en tu camino?

—Era niño en la mañana
cuando de mi hogar salí;
y hoy... ¡miserable de mí,
traigo la cabeza cana!

Únicamente encontré
perfidia, traición y guerra
en cada palmo de tierra
donde ha tocado mi pie...

—Tienes la pupila abierta
y aún el cielo se te esconde...
mira, insensato, y responde:
¿has llamado a aquella puerta?

—Y esa puerta ¿dónde guía?
—Bajo tu paterno hogar...
—¡Ay! ayúdame a llamar...
¡madre mía!... ¡madre mía!...

—Esa es la patria del alma,
único y grato solaz;
¡sólo allí se vive en paz!
¡sólo allí se muere en calma!

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

sábado, 12 de febrero de 2022

¿NO HALLA MAS, HERMANO MIO?

¿NO HALLA MAS, HERMANO MIO?

—¡Ah, con qué fervor profundo
oras en tu fe sincera!...
parece que Dios oyera
las plegarias de este mundo.

No aflijas con sentimiento
tu corazón, pobre hermana;
que toda palabra humana
es himo que lleva el viento.

—Fué que de un consuelo en pos
el pesar que me va ahogando
trajo mis ojos, llorando,
sobre este libro de Dios.

En él mi dolor se acalla
y sonríe mi amargura,
porque dice la Escritura
que todo el que busca halla.

—Halla... que la vida es,
desde el sepulcro a la cuna,
áspera senda importuna
que despedaza los pies.

Halla una fuente de llanto
tras de toda sensación
y en pos de cada ilusión
un horrible desencanto.

Porque el hombre sólo es
miserable presidiario
que camina entre un sudario
con un grillete a los pies.

—¡Ay! lo que diciendo vas,
mi corazón deja frío...
¿no halla más, hermano mío?...
            —No halla más.

—Mira que es Dios quien escribe
en este libro sagrado...
tú no le habrás suplicado,...
porque quien pide recibe.

—Recibe... la maldición
que para el hombre se anida
en cada fuente de vida
donde toca el corazón.

En vano con hondo afán
pide un instante de calma...
¿Sabes, alma de mi alma,
lo que en el mundo le dan?

Dolor en la juventud,
angustias en la niñez,
pesares en la vejez
y olvido en el ataúd.

—¡Ay! lo que diciendo vas
mi corazón deja frío...
¿no halla más, hermano mío?
            —No halla más.

—¡Cielos! me llena de espanto
tu inmenso dolor profundo.
Es que tus ojos el mundo
miran a través del llanto.

¿Ignora, hermano, quizá
tu alma triste y desierta,
que hay en el cielo una puerta,
y al que llama se abrirá?

—Como fiera perseguida
por el montero inhumano,
va corriendo el ser humano
la derrota de la vida.

Y en todo el surco de tierra
que va con sangre regando,
puerta a puerta va llamando
y puerta a puerta se cierra.

Y al fin, cuando se derrumba
con la carne rota y yerta,
¿sabes la que encuentra abierta?...
¡ay! ¡la puerta de la tumba!

—Partiéndome el alma vas
con tanto dolor impío...
¿no halla más, hermano mío?
            —No halla más.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

viernes, 28 de enero de 2022

EL CAMPO SANTO

EL CAMPO SANTO

¡Oh! cuando el surco de mis pies errantes
sobre la tierra de Ios muertos pasa
y al través de una nube de tristeza
fijo sobre las tumbas la mirada,
            como una piedra,
            como una lápida
me oprime el corazón desfallecido
la verdad ¡ay! de la miseria humana.

Allí se abruma la existencia mía,
allí su golpe el corazón desmaya,
allí me cierra la opresión el pecho
y allí un sollozo la ansiedad me arranca:
        allí se abate
            sobre mi palma
la frente llena del pesar que anubla
eí último fulgor de la esperanza.

¡Silencio y soledad! Campo de muertos,
aquí los labios para siempre callan
y con eterna y enlutada cifra
sólo la piedra de las tumbas habla.
            ¿Qué es lo que dice
            su negra página?
"Aquí yace... aquí duerme... aquí reposa"
¡Adiós, última luz de la esperanza!

Duerme bajo la sombra de mi angustia
y entre el silencio de mi vida calla;
duerme, sola verdad de la existencia,
bajo el disfraz de una sonrisa falsa.
            Que no te lean
            tras de una lágrima
los ojos de la madre enternecida,
los ojos ¡ay! de la mujer amada.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

miércoles, 19 de enero de 2022

LAS DOS PLEGARIAS

LAS DOS PLEGARIAS

Te vi con ropas de dolor vestida
a los pies del altar arrodillada,
y la mirada, celestial mirada,
con llanto de piedad humedecida.

Tu voz, como la brisa solitaria
que en la oración por el desierto gime,
sollozante, dulcísima y sublime
levantó bajo el cielo tu plegaria.

¡Ah! tú rogabas con fervor profundo
por la paz de los muertos que te amaron,
por un reposo que en el mundo hallaron
dos palmos ya bajo la faz del mundo.

Entonces ¡ay! mi espíritu abatido
con el insomne afán del desconsuelo,
miró una noche oscurecer su cielo,
negra como el crespón de tu vestido;

y mi voz sollozante y funeraria,
rota contra las ondas del ambiente,
volcó sobre mi labio balbuciente
el inmenso dolor de esta plegaria:

—¡Ah! tú no ruegas por aquel que cruza
la tierra propia como tierra extraña,
rodando en la tormenta de la vida
sin hogar de reposo en su jornada,
            como las hojas
                que el viento arrastra:
¡Oh! ruega por aquel que busca sólo
su día de descanso en la batalla.

¡Ay! tú no ruegas por aquel que habita
el tenebroso abismo de su alma
agitado en las horas de su sueño
por el pesar que se alzará mañana,
            como la muerte
                que el reo aguarda:
¡Ah! ruega por aquel que nada espera
en el mundo feliz de tu esperanza.

Su amor es prenda del amor ajeno,
su vida es sombra de la vida extraña,
y el porvenir de la existencia suya
como huracán que en el desierto avanza
            bajo la noche
                desamparada:
¡Oh! ruega entonces por aquel que sólo
como un espectro sobre el mundo pasa.

En tí la tierra mi esperanza lleva,
en tí los cielos mi esperanza guardan,
y ya en el mundo y en el cielo mismo
te perdió sollozando mi esperanza,
            como un lamento,
            como una lágrima:
¡Ah! ruega entonces por aquel que sólo
no duerme bajo el polvo de tu planta.

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

viernes, 7 de enero de 2022

LA SOMBRA DE LOS MUERTOS

LA SOMBRA DE LOS MUERTOS

Llamé a la puerta del que fué tu amigo
y se apagó la voz en mi garganta
porque no habita tu recuerdo triste
en medio de la orgía y de la danza.
        Mas, allá vamos,
            —dije a mi alma:—
                ¡la sombra de los muertos
no tiene amigos en la tierra ingrata!

Llamé a la puerta de tu amor primero
y lleno de dolor volví la planta
porque la mano de tu amante misma
la frente de otro esposo acariciaba.
        Mas, allá vamos,
        —dije a mi alma:
            ¡la sombra de los muertos
no tiene amor sobre la tierra ingrata!

Llamé a la puerta de tu hogar paterno
y se cayó mi mano de la aldaba:
¡ay, donde el ruido del festín resuena
no habita la memoria del que falta!
        Mas, allá vamos,
            —dije a mi alma:—
            ¡la sombra de los muertos
no tiene hogar sobre la tierra ingrata!

En el pálido día de difuntos
crucé junto a una huesa abandonada
y doblando en su musgo la rodilla
levanté con tu nombre mi plegaria.
            ¡Ay! no te arranques,
        —dije a mi alma:—
            ¡la sombra de los muertos
sólo en la piedra del sepulcro se halla!

de Ricardo Gutiérrez,
en Poesías líricas, La cultura argentina, 1916.

jueves, 11 de febrero de 2021

El Grande y el Chico

El Grande y el Chico

No hay derecho, no hay ley; todo es mentira; 
no hay más ley ni derecho que la fuerza. 
Yo tengo entre mis manos los cañones, 
sentado sobre el solio de la tierra. 

Tú, miserable esclavo, 
que bajo el ceño de mi frente tiemblas, 
¿qué es lo que tienes sobre el mundo mío? 

— Yo arrastro la cadena. 
No hay virtud, no hay honor, no hay más que el oro; 
él transforma la crápula en nobleza, 
y en medio del espanto de la vida
cambia en un paraíso la existencia.

Y tú, burro de carga, 
que el trabajo mendigas a mi puerta, 
¿qué tienes tuyo bajo el sol del cielo?

— El hambre y la pobreza.

de Ricardo Gutiérrez,
en La Literatura Social en la Argentina (Álvaro Yunque), Editorial Claridad, 1941.