Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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miércoles, 13 de julio de 2022

Poesía innecesaria

Poesía innecesaria

Esta es una poesía innecesaria, donde la
imprudencia cae como una guillotina, y la
desesperación se arremanga hasta los codos.

Sin notificaciones de las que alardear,
saltando semáforos en rojo, con arrugas de
cansancio en las comisuras de la autosuficiencia.

Sin plutonio goteando de las estrellas, azulejos
decorados con eufemismos ni hipocondría arrugada;
con un relincho encastado, ocasional y bien cultivado.

Sin la ropa en la maleta de un rechazo
que nunca supo elegir entre pasillo y ventanilla,
con una serenata de arlequines melancólicos.

Sin el lagrimón del marinero ni la oración
del ferretero, sin el hielo de una copa
inexplorada, sin un destino de ingenuidades amarillas.

Sin gargantas resecas ni huesos agarrotados, sin
lustradores de volantes de autos ajenos, sin suciedad
almacenada por el tiempo en alfombras entumecidas.

Sin concatenación de viñetas a punto de entrevistarse
con la trituradora de papel, ni el sistema filosófico
que se agita en el interior de una apariencia.

Sin sonámbulos fugitivos ni pormenores con
marcas de acné, con un entendimiento subliminal
ocultando las manos mojadas del orgullo horizontal.

Con un dulce delirio envuelto para regalo, con
una indiferencia de aspecto andrajoso ante libros
repletos de sudor, con efervescencia pasteurizada.

Con días que se extinguen dejando a su paso
una exhibición de cicatrices de cuadrilátero, y una
escoba que barre los últimos restos de claridad.

Sin la paralingüística de los condenados a jugar al
truco con un mazo sin ancho de espadas, ni hologramas
congelados en el prólogo de la insurrección.

Sin insignificancias grisáceas de por medio, sin aroma
a comida caliente estimulando narices importadas,
sin caóticos idiolectos ni adornos de espirales.

Sin blancas servilletas apiladas ni tazas de
inmaculada porcelana a la espera de amantes
que confunden la hora de la cita.

Con sombras robustas trepando los muros de los
edificios, con malicias que suben por escalones
de piedra carraspeando sus segundas intenciones.

Sin pretensiones historicistas ni adolescentes
ensimismados en sus tablets, sin tratados sobre
el momento óptimo para acariciar una oreja.

Sin filantropía como catarsis, sin lágrimas como
renuncia, sin la disidencia como residencia, sin
declinar ante consignas sin señas de identidad.

Sin apologistas de la desdicha, sin desvaídas
respuestas a preguntas de brazos extendidos,
sin sucesivas capas de apocalipsis descarriados.

Sin tornados ni terremotos, sin bajarle la
palanca a la autodestrucción, sin juegos de adivinanzas,
sin coloreadas litografías, sin falsas expectativas.

Después de preguntarme por quinta vez en
el día - sin obtener respuestas satisfactorias - qué tiene
de equitativa la picardía de lo
irreductible, debo rectificar sobre la marcha
y ofrecer con indómita humildad esta inferencia:

La única poesía verdaderamente innecesaria es
la que no molesta a nadie.

de Mariano Torrent,
en Detrás del infinito está la vida, Edición de autor, S/F.