LIV
Nosotros queremos,
tan solo,
con esperanza
humilde,
la plenitud eterna
de la rosa,
una suprema eternidad
de flor.
Mientras las casas de la noche
se cierran, una a una,
y la oscuridad se adentra
al hontanar
del alba,
nuestros ojos aprenden
de los más sensible dedos
de ciego,
a mirar y saber,
a comprender
con lento amor.
Así hemos recorrido
los ríos y las montañas,
la seca altiplanicie y las ciudades,
y dormimos cada sueño
de sus hombres.
Hemos estado con el viento
en el campo, en los bosques,
en el rumor de las hojas y las fuentes,
y ramos escribiendo
en esta piel tendida,
en un corazón oculto e inmortal,
poco a poco el nombre
de Sepharad
de Salvador Espriu,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.