Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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sábado, 4 de julio de 2020

concierto de esperanza para la mano izquierda - GRAVE

concierto de esperanza para la mano izquierda

GRAVE

¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!
Nosotros los mayores no merecemos perdón.
Utilizamos la ternura para infundir
y las escuelas matutinas para inculcar
las estatuas callejeras para infligir
y los discursos en la plaza para perpetrar
y los manuales y las prédicas y los
premios dominicales y los programas
infantiles en la televisión y luego
los dejamos morir traspasados por
las bayonetas. ¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!
Nosotros los mayores somos inventores
del cariño y luego productores de la bayoneta.
Nosotros acariciamos la esperanza y luego
somos los impávidos verdugos de la esperanza.
Hemos inventado la ley y el cumplimiento
de la ley. Hemos creado la vida y decretado
la muerte. Somos los treinta dineros
de nuestras propias alegrías. Merecemos
tristeza, merecemos eternamente la esperanza.
Vivir la realidad y estrangular
los sueños. Ajusticiarlos a quemarropa.
Ponerles nuestros nombres y asesinarlos.
Nosotros los mayores que hemos perdido
el respeto al pasado y asesinamos el futuro.
Los que decimos: ¡son los hijos ajenos!
como si fueran ajenos nuestros hijos
como si fueran hijos del árbol o de las rocas
o del crepúsculo boreal como si fueran
hijos de la llama y del ornitorrinco
como si fueran hijos de otros sistemas
solares o patrias cósmicas ultravioletas
coma si nosotros las mayores no fuéramos
los padres de los hijos o si los hijos
de los mayores fueran los hijos de los menores.
Somos nosotros los culpables. Somos
los implacables destructores de nosotros mismos.
No merecemos perdón. Merecemos la esperanza
eternamente sumergidos en la esperanza.

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

viernes, 3 de julio de 2020

concierto de esperanza para la mano izquierda - SOLO DE ESPERANZA

concierto de esperanza para la mano izquierda

SOLO DE ESPERANZA

La esperanza es un nido
y una semilla en el suelo.
La esperanza una flor
en forma de coliflor
que mastican lejanos
los camellos.
La esperanza es la raíz
en la humedad, y el arroyo
en el desierto.
El barco sobre la mar
y Federico en sus versos.
La esperanza es un concierto
popular
en los años duros
y en doscientos muertos.
El caballo en la montaña
y en Granada un monumento.
La esperanza es un cuartel
de policía consagrado
a cuidar la tranquilidad
del pensamiento
el orden del arcoíris
y la equidad del recuerdo.
La esperanza es la esperanza
convertida en ley
de los pueblos,
el pueblo convertido en ley
y la esperanza en Gobierno.
La esperanza es un Estado
de muchachas escribiendo
un plan quinquenal de niños
y una constitución del soneto.
La esperanza es contar con todo
lo que necesita el librero
y el obrero de obras públicas
para trazar un camino
que una a todos los pueblos
del mundo,
convierta a todas las patrias
en una sola patria,
reúna todos los brazos
en un solo trabajo
sideral y alegre,
lleve la flor y la coliflor
a los desiertos,
traiga invasiones de trigo
y de manzana a los centrales
azucareros.
Un río de lunas que gira
en el corazón del sistema
planetario y derrama
la médula del hombre
sobre la espuma del
firmamento.
La esperanza es la muerte
de lo que fuera antiguo
y ha sido eterno.
La esperanza es la muerte de la muerte.
La esperanza es la esperanza
de reanudar la juventud del pueblo.

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

martes, 28 de enero de 2020

concierto de esperanza para la mano izquierda

concierto de esperanza para la mano izquierda

To love, and bear; to hope, till Hope creates
From its own wreck the thing it contemplates...

[Amar y soportar; esperar hasta que la Esperanza cree,
de sus propios despojos, aquello que contempla...]

-Shelly


INTRODUCCIÓN

Los rodillos cayeron sobre los guijarros. Y
la aurora al bailar devino polvareda.
¡Oh, todo quedó reducido a polvo! ¡Polvo!

Hasta las mismas lágrimas vertidas
recobran su estructura polvorienta.

Un justo anhelo de morir despierto
para no perdurar solamente dormido.

Una equidad o ecuación o igualdad
universable del asesinato. Y por lo mismo
todo en polvo y sinrazón como un antiguo piano.

A esto ha quedado reducido este país.

A polvo. Puesto que nada permanece en pie.
Ni en piedra…

Y continuando el argumento frío
con que está construido este concierto
no queda más que un pérfido compás
que repetidamente apaga al instrumento vida.

Dada que simplemente equilibrando el tiempo
sobre una tensa cuerda, la vibración ecuánime
comporta resultados que se extienden timbremente
por sin sobre tras de la contienda humana.

Y no admitamos que pudo sufrirse más y todavía
puede sufrirse más cuando es sabido
que una fuerza superior y más rentable
decide el contenido de nuestras existencias.

Se puede ser más débil que el final proyectado
se puede ser más débil todavía. Sin embargo
la naturaleza misma de los pueblos constituye
un sistema de violencia un coro de conmoción
que denodadamente restablece la asonancia vida.

Una violencia tal que como tal violencia
no es más que una respuesta sí o una respuesta no.

Y es así como ha sido decretado que la muerte
definitivamente debe morir, quedar cumplidamente
muerta, airadamente muerta la misma muerte.

Desplazada y borrada de las calles nocturnas
y los viejos caminos. Echada de las casas
universitarias y los sindicatos en huelga.
Proscrita de los ríos y las húmedas solitarias
celdas. Del Código Penal. Y de la isla
de Santo Domingo situada en el Mar Caribe
donde el asesinato por temor y por terror
anuncia su pertinaz imperio sobre el mundo.

A CAPRICCIO

Este concierto
no ha sido copiado
de manuscrito alguno.

No ha sido extraído
de ninguna botella
descubierta en la playa.

Ni en los bolsillos
de un centinela exacto
que se quedó dormido.

Ni en las bodegas
de un galeón hundido
desde entonces.

La herencia de algún
pirata no lo ha dejado
en la arena.

Ni siquiera ha sido
escuchado en un piano
de cola todavía.

Este concierto
obedece a su propia
concreta situación
porque en esencia
todo ha sido reducido
a polvo. ¡Polvo!

Y hay que ordenar
un toque de esperanza
al primer corneta
y al último redoblante
del batallón de
la mañana.

ANDANTE

Los rodillos cayeron sobre los guijarros
exactamente aquella mañana proyectada en almejas.

Mas no fue solamente sobre la isla de Santo
Domingo -denominada en el Mar Caribe cálidamente
patria mía- sino mucho más lejos, traspasando
las anchas cordilleras y las zonas volcánicas
de todo planisferio. Fue una conducta planetaria.
Un ecuménico establecimiento del abuso.

Puesto que si el derecho de propiedad
está constituido por algunas palabras
que estabilizan a las corporaciones y sostienen
sobre la alta espuma a la marina mercante
es porque algunos hombres bajo algunos almendros
ejercen la razón de que su casa es suya.

Y continuando el argumento frío
que sirve de pentagrama a este concierto
la patria
es el derecho de propiedad más inviolable.

Y una patria es una sola patria
que cubre el universo en varios pasaportes
y no hay patria que se abalance sobre otra patria.

Y el tanque no es la norma física ni el portaviones
el orden natural. Ni el rascacielos constituye
por razones de acero un mandamiento irrevocable.
Ni la cibernética le ocurre al hombre
como una hemotisis. Puesto que entonces
la escala se desprende de las cuerdas
y asciende en espiral a las frecuencias
más vividas, resuenan los trombones, la atmósfera
tiembla con la percusión desenfrenada del timbal
subdesarrollado, la orquesta universal retumba,
gran concierto de la humanidad sacude
sus entrañas, el tímpano lanza un alarido,
las leyes históricas trepidan bajo las patas
de los contrabajos mientras los violoncelos
del corazón humano resuenan para estallar
estrepitosamente en todos los confines
en un desentumecido solo de esperanza.

SOLO DE ESPERANZA

La esperanza es un nido
y una semilla en el suelo.
La esperanza una flor
en forma de coliflor
que mastican lejanos
los camellos.
La esperanza es la raíz
en la humedad, y el arroyo
en el desierto.
El barco sobre la mar
y Federico en sus versos.
La esperanza es un concierto
popular
en los años duros
y en doscientos muertos.
El caballo en la montaña
y en Granada un monumento.
La esperanza es un cuartel
de policía consagrado
a cuidar la tranquilidad
del pensamiento
el orden del arcoíris
y la equidad del recuerdo.
La esperanza es la esperanza
convertida en ley
de los pueblos,
el pueblo convertido en ley
y la esperanza en Gobierno.
La esperanza es un Estado
de muchachas escribiendo
un plan quinquenal de niños
y una constitución del soneto.
La esperanza es contar con todo
lo que necesita el librero
y el obrero de obras públicas
para trazar un camino
que una a todos los pueblos
del mundo,
convierta a todas las patrias
en una sola patria,
reúna todos los brazos
en un solo trabajo
sideral y alegre,
lleve la flor y la coliflor
a los desiertos,
traiga invasiones de trigo
y de manzana a los centrales
azucareros.
Un río de lunas que gira
en el corazón del sistema
planetario y derrama
la médula del hombre
sobre la espuma del
firmamento.
La esperanza es la muerte
de lo que fuera antiguo
y ha sido eterno.
La esperanza es la muerte de la muerte.
La esperanza es la esperanza
de reanudar la juventud del pueblo.

GRAVE

¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!
Nosotros los mayores no merecemos perdón.
Utilizamos la ternura para infundir
y las escuelas matutinas para inculcar
las estatuas callejeras para infligir
y los discursos en la plaza para perpetrar
y los manuales y las prédicas y los
premios dominicales y los programas
infantiles en la televisión y luego
los dejamos morir traspasados por
las bayonetas. ¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!
Nosotros los mayores somos inventores
del cariño y luego productores de la bayoneta.
Nosotros acariciamos la esperanza y luego
somos los impávidos verdugos de la esperanza.
Hemos inventado la ley y el cumplimiento
de la ley. Hemos creado la vida y decretado
la muerte. Somos los treinta dineros
de nuestras propias alegrías. Merecemos
tristeza, merecemos eternamente la esperanza.
Vivir la realidad y estrangular
los sueños. Ajusticiarlos a quemarropa.
Ponerles nuestros nombres y asesinarlos.
Nosotros los mayores que hemos perdido
el respeto al pasado y asesinamos el futuro.
Los que decimos: ¡son los hijos ajenos!
como si fueran ajenos nuestros hijos
como si fueran hijos del árbol o de las rocas
o del crepúsculo boreal como si fueran
hijos de la llama y del ornitorrinco
como si fueran hijos de otros sistemas
solares o patrias cósmicas ultravioletas
coma si nosotros las mayores no fuéramos
los padres de los hijos o si los hijos
de los mayores fueran los hijos de los menores.
Somos nosotros los culpables. Somos
los implacables destructores de nosotros mismos.
No merecemos perdón. Merecemos la esperanza
eternamente sumergidos en la esperanza.

CADENCIA

La esperanza es un muerto
con los labios mordidos.

La esperanza es crispar
los puños frente al olvido.

La esperanza es un tema triste
que resuena en un río negro
que llevamos dentro.

La esperanza es un íntimo
rencor cuando los pueblos
se desangran, cuando ha visto
el mundo llenarse de clamor
y sacrificio
no solamente el alma
de Santo Domingo
sino el tiempo el corazón
unánime del siglo
en todos los idiomas
y todos los delirios.

La esperanza es la hora
de impulsar la marcha
del reloj, de practicar
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña
que amaba Federico.

La esperanza es el fin
de la Humanidad
si no torcemos el rumbo
del rodillo
Si una antorcha y un puño
no alzan los volcanes
y desbordan los ríos
de redención en redención
hasta la carcajada de los niños.

La esperanza es la última
vez
cuando por delante y por detrás
no queda otro camino
que la realidad golpeante
y golpeable
palpitante y palpitable
como un vals
sobre los cinco sentidos.

La esperanza es el fin
de la esperanza
y el comienzo
del destino
de la esperanza.

DIANA

Este concierto
ha sido escrito
para una sola mano
porque en esencia
todo ha sido reducido
a polvo. ¡Polvo!
Y no subsiste nada.
Ni en pie ni en piedra.

Apenas la esperanza
llenándose de muerte
y esperando la muerte
de la esperanza
la abolible agonía
de la esperanza
cuando ya reverbera
la radiante explosión
de la realidad
brotando de los despojos
de la esperanza.

Y aquí concluye
entre nosotros
este convicto concierto
de la esperanza.

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Ni un paso atrás

Ni un paso atrás

Árbol de luna que obedece al clima
un sistema de nocturnidad,
no permitas que el murciélago te oprima.
Ni un paso atrás.

No permitas que el largo regimiento
de los años de crimen pertinaz,
te toque el hombro con el pensamiento.
Ni un paso atrás.

Que la alta flor que de tus ramas brota
en este chapuzón de libertad,
no pierda en miel ni la más breve gota.
Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, soldados y civiles
hermanados de pronto en la verdad.
La vida es una sobre los fusiles,
que no hay trincheras para los reptiles,
de malos nuestros a extranjeros viles.
Ni un paso atrás.

La libertad como un antiguo espejo
roto en la luz, se multiplica más,
y cada vez que un trozo da un reflejo
el tiempo nuevo le repite al viejo:
Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, ni un paso atrás,
ni un paso de retorno al ayer, ni la mitad
de un paso en el sentido del ocaso,
ni un paso atrás.

Que en la lucha del pueblo se confirme,
- sangre y sudor - la nacionalidad.
Y pecho al plomo y la conciencia en firme.
Y en cada corazón... ni un paso atrás.

de Pedro Mir
en Antología Histórica de la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995) (Franklin Gutiérrez Comp.),
Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998.

viernes, 23 de agosto de 2019

al portaviones "intrépido"

al portaviones "intrépido"


Santo Domingo, febrero de 1962 (de las agencias cablegráficas internacionales): "Mil quinientos, marinos del portaviones Intrepid desembarcaron aquí en viaje de descanso y esparcimiento".

Yo sé que eres un triunfo de formidable acero,

yo sé que tus marinos son muchos abejorros
blancos de nudoso pañuelo,

yo sé que por la línea que ronda tu cintura
de hierro vaga una lengua azul
que lame y acaricia tus entrañas de fuego,

yo sé que por las ondas que muerden tus dos hélices
huyen despavoridos los tiburones y los celentéreos,

yo sé que cuando suenan tus públicos cañones
huyen como palomas o gallaretas los archipiélagos;

yo sé que eres un portaviones todopoderoso,

yo sé que tú defiendes un formidable imperio
que se reclina bajo tus hombros,
que en ti se apoya y extiende su comercio,

yo sé que eres un portaviones todopoderoso,
un dios marino que vomita fuego
y hunde de un solo soplo las pequeñas Antillas
como todo un poderoso portaviones Intrépido.

Pero tú has ido a la pequeña rada de Santo Domingo,
pero tú has ido a la dulce bahía de Santo Domingo
ligeramente agitada por ondas subterráneas
en los alrededores de este mes de febrero,

pero tú has ida a la dulce bahía de Santo Domingo
con todos tus marinos de nudoso pañuelo,
pero tú has ida a las pequeñas aguas de Santo Domingo
solamente por miedo,
solamente por miedo.

A estas aguas pacíficas y elásticas,
solamente por miedo.

¡Quién pudiera decirlo de tus bronces,
portaviones Intrépido!
Tú tan lleno de potencias interiores,
tú tan lleno de bruscas erupciones
y movimientos sísmicos
y huracanes de roca derretida
y tanto fuego,
capaz de aniquilar a todas las Antillas
can un sólo resuello,
surto en la enternecida rada de Santo Domingo 
solamente por miedo,
con todos tus cañones desplazados
solamente por miedo,
bien ceñido el feroz cinturón acorazado
solamente por miedo.

¿Será parque la carabela capitana,
aquella Santa María, hace ya mucho tiempo,
vino a amarrar indígenas después de descubiertos
y fue en los farallones y las rocas
convertida en cadáver marinero?

¿Será porque el furioso buque insignia
acorazado de Memphis, no hace aún mucho tiempo,
vino con sus cuatro chimeneas
a contener al pueblo
y fue en los farallones y las rocas
convertido en cadáver marinero?

No, portaviones Intrépido,
eres demasiada triunfo
de la alianza del bronce y el acero
para huir de farallones y de rocas,
de la espuma y del viento,

a ti te aterrorizan otras fuerzas
más anchas que el imperio
que apenas se cobija en tu coraza
como los celentéreos,
ponen en peligro tu sendero
y espantan tu comercio,

a ti te aterrorizan estos hombres,
fieros y subterráneos,
de pronto crecen, se dan la mano
por todos los países,
rompen gobiernos como si fueran viejas
cartas marcadas o portaviones viejos,
suben y destruyen las mentiras
de todos los imperios,
de todas las agencias cablegráficas,
todos los consorcios extranjeros,
todos los cañones y los buques
soberbios, de todos los aviones
de los portaviones,
los aviadores y los marineros,
las embajadas y los consulados,
de todos los Estados y sus Departamentos,
sus Congresos y sus Conferencias,
su diplomacia y sus testaferros.

A ti te atemorizan esas ganas
de morirse que tienen estos pueblos,
porque van muchos años, muchas elecciones,
muchos millones y muchos prisioneros
y muchas jornadas de sudor no pagado
y demasiado silencio,
y con esto no pueden tus cañones de bronce,
tu coraza de acero,
y con esto no pueden tus mentiras de plomo,
tus entrañas de fuego,

porque van muchos años, mucha sangre
mezclada con sudores y atropellos,
mucha mutilación y mucha infamia
y demasiado ejército,
y con esto no pueden los rugidos
de tus calderas, ni tus motores aéreos
ni tus grúas eléctricas y pavorosas
ni tus toneladas de desplazamiento.

¡Oh, portaviones Intrépido!
tú en estas tórridas aguas de Santo Domingo
solamente por miedo.

Recoge, prodigiosa milagro de la orilla,
tus dos anclas de hierro
y vete envuelto en pertinentes suavidades
y secretos,

vete al favor del diluido viento,
que hay pasiones y oscuros huracanes
en todo el archipiélago de las Antillas,
y no vuelvas, antes que el incendio
de todas las mujeres y los hombres
de todos los pueblos
alcancen lo que alcanzan en el mundo

ellos, solamente por cólera infinita

y tú,
solamente por miedo.

1962
de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

martes, 16 de julio de 2019

balada del exiliado

balada del exiliado

Desde el borde bravío donde ocurre otra luz
distante
envuelto en mi pronóstico de estrellas
pido que me devuelvan mis bahías
mis golpeantes
penínsulas
mis cuatro cordilleras
mis ciudades descalzas por el campo
mis provincias de polvo y de arena

Pido mi pequeña República en relieve
derivada de la caña de azúcar
rica en granos
cristalinos de ausencia

Reclamo mis colinas mis bosques mis cañadas
el rostro de mis hijos compatriota de mis hijos
y compatriota de las manos de los boyeros
y sus carretas

Reclamo las cenizas de mi madre
—polen delicado que sigue siendo polen—
su sitio de reposo reclama mi cabeza

Pido mis tres millones de habitantes
consabida la policía
si abre al pueblo de par en par las puertas
y a los soldados, nacidos como yo
junto a las mismas aguas y a la misma sal
y a la misma almohada y a la misma piedra

Pido la entrada de la capital
o la Bahía Escocesa
libres de portaviones y de acorazados
y de helicópteros y lanchas torpederas
por lo que más amarga sufre la sal marina
contra el sueño que vuelve
y los años que esperan

Pido lo que más me pertenece
mi patria
por su dolor y el mío
por su sangre y mi sangre
por mi ausencia y su ausencia
yo cantando baladas por tierras del exilio
ella en cristales de azúcar por playas extranjeras.

1962

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

viernes, 14 de junio de 2019

elegía del 14 de junio

elegía del 14 de junio

Se respira a estas horas
bocanadas de aire de una atmósfera inquieta.
Cruzan puñales de silencio, lívidos
puñales de silencio innominado.
Ni un rumor, ni una hazaña secreta,
ni un vencido poblado.

El dolor más oscuro cava incesantemente.
Muerde la boca su vencida lengua, y chupa
la sangre airada que tiene un sabor a gente.
Galopa la brisa con la muerte en la grupa.

Saber que los hombres puros, los tejidos
en una labor más fina que la de las arañas,
muerden y pelean sin horas ni sonidos,
sin flautas del esfuerzo ni tímpanos de hazañas.

Ver lo que envuelve el silencio más crudo.
Que es la lucha más firme y la fe delicada,
hecha de piedra pura y de corazón desnudo,
convertida en silencio y edificio de nada.

Saber que aquellas frentes vestidas por la luna
de una genuina palidez, sudor de sueño,
transitan por un eco de noticia ninguna,
por un triunfo sin arco y una gloria sin dueño.

Dolidamente cruzan sus dos manos de ira
los relojes callados, erguidos en la esfera.
Es un tiempo que pasa y que parece mentira.
Sólo la sien golpeando parece verdadera.

Y nadie sabe nada, sólo que no se rinde
nunca la piedra pura y el corazón abierto.
Y que toda esperanza se recoge en la linde
sollozada de luna de un combatiente muerto.

Y que toda victoria tiene melancolía.
Taciturno perfil de mariposa inquieta.
Justa gloria, aunque no hayan ruidos sobre el tejado.
Ni crucen en las horas solas de lejanía,
ni un rumor, ni una hazaña secreta,
ni un vencido poblado.

1959

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

jueves, 9 de mayo de 2019

contracanto a walt whitman (canto a nosotros mismos) - 5, 8, 10, 11, 12, 14, 15, 16 y 17.

contracanto a walt whitman
(canto a nosotros mismos) (fragmentos)

Contracanto a un célebre poema de Walt Whitman publicado en 1855 
con el título de Canto a mí mismo (Song of myself) que se inicia así:

"Yo, Walt Whitman, un cosmo,
un hijo de Manhattan..."

Yo, 
un hijo del Caribe, 
precisamente antillano. 
Producto primitivo de una ingenua 
criatura borinqueña
y un obrero cubano, 
nacido justamente, y pobremente, 
en suelo quisqueyano. 
Recogido de voces, 
lleno de pupilas 
que a través de las islas se dilatan, 
vengo a hablar a Walt Whitman. 
Un cosmos, 
un hijo de Manhattan. 
Preguntarán 
¿quién eres tú? 
Comprendo. 
Que nadie me pregunte 
quién es Walt Whitman. 
Irían a sollozar sobre su barba blanca. 
Sin embargo, 
voy a decir de nuevo quién es Walt Whitman, 
un cosmos, 
un hijo de Manhattan.

5

Y un día 
(¡Oh, Walt Whitman de barba insospechada...!) 
al pie de la palabra 
yo 
resplandeció la palabra 
Democracia. 
Fue un salto. 
De repente 
el más recóndito yo 
encontró su secreto beneficio 
Libertad de Trabajo. Libertad de Conciencia. 
Libertad de Palabra. Libertad de Camino. 
Libertad de aventura, proyecto y fantasía. 
Libertad de fracaso, de amor, y de apellido. 
Libertad sin retorno ni vértices ni ortigas. 
Libertad de quererme y mirarme en su pupila. 
Libertad de la dulce asamblea que tengo en mi 
corazón 
contigo y con toda la infinita humanidad que rueda
a  través 
de todas las edades, los años, las tierras, los países, 
los credos, los horizontes... y fue la necesaria 
instalación de júbilo. 
Las colinas desataron luceros y luciérnagas. 
Las uvas se embriagaron de vino y de perennidad. 
En todo el territorio 
se hizo la gran puerta de la oportunidad 
y todo el mundo tuvo acceso a la palabra
mío.

8

¡Secreta maravilla de una historia que nace...! 
Con aquel ancho grito 
fue construida una nación gigante, 
Formada de relatos y naciones pequeñas 
que entonces se encontraban como el mundo 
entre dos grandes mares... 
Y luego 
se ha llenado de golfos, islotes y ballenas 
esclavos, argonautas y esquimales... 
Por los mares bravíos 
empezó a transitar el clíper yanqui, 
en tierra se elevaron estructuras de aceros, 
se escribieron poemas y códigos y mármoles 
y aquella nación obtuvo sus ardientes batallas 
y sus fechas gloriosas y sus héroes totales 
que tenían aún entre los labios 
la fragancia 
y el zumo 
de la tierra olorosa con que hacían su pan 
su trayecto y su equipaje... 
Y aquella fue una gran nación de rumbos y albedríos. 
Y el yo 
-la rotación de todos los espejos 
sobre una sola imagen- 
halló su prodigioso mensaje primitivo 
en un inmenso, puro, territorio intachable 
que lloraba la ausencia de la palabra
mío.

10

Nadie supo qué noche desgreñada, 
un rostro frío, de bajo celentéreo, 
se halló en una moneda. Qué reseco semblante 
se pareció de pronto a un círculo metálico y sonoro. 
Qué cara seca vio en circulación de mano en mano.
Qué seca boca dijo de pronto 
yo
y empezó a conjugarse, a cumplirse y a multiplicarse 
en todas las monedas. 
En moneda de oro, de cobre, de níquel, 
en moneda de mano, de venas de vírgenes 
de labradores y pastores, de cabreros y albañiles. 
Nadie supo quién fue el desceñido primero.
Mas se le vio una mañana adquirir el crepúsculo,
Mas se le vio otra mañana comprar la conciencia. 
Y del fondo de los ríos, de los barrancos, de la médula 
de los arbustos, del filo de las cordilleras, 
pasando por torrentes de sudor y de sangre, 
surgieron entonces los Bancos, los Trusts, los
monopolios, 
las Corporaciones.... Y, cuando nadie lo supo 
fueron a dar allí la cara de la niña y el corazón 
del aventurero y las cabriolas del cow-boy y los 
anhelos 
del pioneer... y todo aquel inmenso territorio 
empezó a circular por las cajas de los Bancos, los 
libros 
de las Corporaciones, las oficinas de los rascacielos, 
las máquinas de calcular... 
y ya: 
se le vio una mañana adquirir la gran puerta de la 
oportunidad 
y ya más nadie tuvo acceso a la palabra mío 
y ya más nadie ha comprendido la palabra yo.

11

Preguntadlo a la noche y al vino y a la aurora... 
Por detrás de las colinas de Vermont, los llanos de 
las Costas 
por el ancho Far-West y las montañas Rocallosas, 
por el valle de Kentucky y las selvas de Maine. 
Atravesad las fábricas de muebles y automóviles, los 
muelles, 
las minas, las casas de apartamentos, los ascensores 
celestiales, 
los lupanares, los instrumentos de los artistas; 
buscad un piano oscuro, revolved las cuerdas, 
los martillos, el teclado, rompedle el arpa silenciosa 
y tiradla sobre los últimos raíles de la madruga... 
Inútilmente. 
No encontraréis el limpio acento de la palabra 
yo. 
Quebrad un teléfono y un disco de baquelita, 
arrancadle los alambres a un altoparlante nocturno, 
sacad al sol el alma de un violín Stradivarius... 
Inútilmente. 
No encontrareis el limpio acento de la palabra 
yo.
(¡Oh, Walt Whitman de barba desgarrada!) 
¡Qué de rostros caídos, qué de lenguas atadas, 
qué de vencidos hígados y arterias derrotadas...! 
No encontraréis 
más nunca 
el acento sin mancha 
de la palabra 
yo.

12

Ahora, 
escuchadme bien: 
si alguien quiere encontrar de nuevo 
la antigua palabra 
yo 
vaya a la calle del oro, vaya a Wall Street. 
No preguntéis por MR. Babbitt. El os lo dirá. 
- Yo, Babbitt, un cosmos, 
un hijo de Manhattan. 
Él os lo dirá 
- Traedme las Antillas. 
sobre varios calibres presurosos, sobre cintas 
de ametralladoras, sobre los caterpillares de los 
tanques 
traedme las Antillas. 
Y en medio de un aroma silenciosa 
allá viene la isla de Santo Domingo.
- Traedme la América Central. 
Y en medio de un aroma pavoroso
allá viene callada Nicaragua.
- Traedme la América del Sur.
Y en medio de un aroma pesaroso 
allá viene cojeando Venezuela. 
Y en medio de un celeste bogotazo 
allá viene cayendo Colombia. 
Allá viene cayendo Ecuador. 
Allá viene cayendo Brasil. 
Allá viene cayendo Puerto Rico. 
En medio de un volumen salino 
allá viene cayendo Chile... 
Vienen todos. Allá vienen cayendo. 
Cuba trae su dolor envuelto en un estremecimiento 
de comparsas. 
México trae su rencor envuelto en una sola mirada 
fronteriza.
Y Haití, Uruguay y Paraguay, vienen cayendo. 
Y Guatemala, El Salvador y Panamá, vienen cayendo. 
Vienen todos. Vienen cayendo.
No preguntéis por Mr. Babbit, os lo he dicho. 
- Traedme todos esos pueblos en azúcar, en nitrato, 
en estaño, en petróleo, en bananas, 
en almíbar. 
traedme todos esos pueblos. 
No preguntéis por Mr. Babbitt, os lo he dicho.
Vienen todos, vienen cayendo.

14

Porque 
¿qué ha sido la ventura de los pueblos 
si no un cambio continuo, un movimiento 
eterno, 
un fuego infinito que se enciende y que se 
apaga? 
¿Qué ha sido 
sino un chorro incontenido, 
espejo ayer de oteros y palmares, 
hoy nube blanca? 
¿Y que 
si no una brega infatigable 
en que hoy manda un puñado de golosos 
y mañana los puños deliciosos, 
fragantes y frenéticos del pueblo 
innumerable? 
Por eso tú, innúmero Walt Whitman, 
que en mitad de la noche dijiste 
yo 
y el herrero sonoro se descubrió en la llama 
y el forjador y el fogonero 
y el cuidador del faro, celeste de miradas,
y el fundidor y el leñero 
y la niña celeste colando la alborada 
y el pionero y el bombero 
y el cochero y el aventurero y el arriero... 
Tú, 
que en medio de la noche dijiste 
Yo, Walt Whitman, un cosmos, 
un hijo de Manhattan 
y un pueblo entero se descubrió en tu lengua 
y se lanzó de lleno a construir su casa 
hoy, 
que ha perdido su casa, 
hoy, 
que tiene un puñado de golosos sonrientes y 
engreídos, 
hoy 
que ha cambiado el fuego infinito que se 
enciende y que se apaga 
hoy... 
hoy no te reconoce 
desgarrado Walt Whitman, 
porque tu signo está guardado en las cajas de los 
Bancos, 
porque tu voz está en las islas guardadas por arrecifes 
de bayonetas y puñales, 
porque tu voz inunda los decretos y los centro de 
Beneficencia 
y los juegos de lotería, 
porque hoy,
cuando un magnate sonrosado, 
en medio de la noche cósmica, 
desenfrenadamente dice 
yo 
detrás de su garganta se escucha el ruido de la 
muchedumbre 
ensangrentadas explotas refugiadas 
que torvamente dice 

y escupe sangre entre los engranajes, 
en las fronteras y las guardarrayas... 
¡Oh, Walt Whitman de barba interminable!

15

Y ahora 
ya no es la palabra 
yo 
la palabra cumplida 
la palabra de toque para empezar el mundo. 
Y ahora 
ahora es la palabra 
nosotros. 
Y ahora, 
ahora es llegada la hora del contracanto. 
Nosotros los ferroviarios, 
nosotros los estudiantes, 
nosotros los mineros, 
nosotros los campesinos 
nosotros los pobres de la tierra, 
los pobladores del mundo,
los héroes del trabajo cotidiano,
con nuestro amor y con nuestro puños, 
enamorados de la esperanza. 
Nosotros los blancos, 
los negros, los amarillos, 
los indios, los cobrizos,
los moros y morenos, 
los rojos y aceitunados, 
los rubios y los platinos, 
unificados por el trabajo,
por la miseria, por el silencio, 
por el grito de un hombre solitario 
que en medio de la noche, 
con un perfecto látigo, 
con un salario oscuro, 
con un puñal de oro y un semblante de hierro, 
desenfrenadamente grita 
yo 
y siente el eco cristalino 
de una ducha de sangre 
que decididamente se alimenta en 
nosotros 
y en medio de los muelles alejándose 
nosotros 
y al pie del horizonte de las fábricas 
nosotros 
y en la flor y en los cuadros y en los túneles 
nosotros 
y en la alta estructura camino de las órbitas 
nosotros 
camino de los mármoles 
nosotros 
camino de las cárceles 
nosotros...

16

Y un día, 
en medio del asombro más grande de la historia, 
pasando a través de muros y murallas 
la risa y la victoria. 
encendiendo candiles de júbilo en los ojos 
y en los túneles y en los escombros, 
¡oh, Walt Whitman de barba nuestra y definitiva! 
Nosotros para nosotros, sobre nosotros 
y delante de nosotros... 
Recogeremos puños y semilleros de todos los pueblos 
y en carrera de hombros y brazos reunidos 
los plantaremos repentinamente 
en las calles de Chile, de Ecuador y Colombia, 
de Perú y Paraguay,
de El Salvador y Brasil, 
en los suburbios de Buenos Aires y de La Habana 
y allá en Macorís del Mar, pueblo pequeño y mío, 
hondo rincón de aguas perdidas en el Caribe, 
donde la sangre tiene 
ciertos rumor de hélices quebrándose en el río... 
¡Oh, Walt Whitman de estampa proletaria! 
Por las calles de Honduras y el Uruguay. 
Por los campo de Haití y los rumbos de Venezuela. 
En plena Guatemala con su joven espiga. 
En Costa Rica y en Panamá.
En Bolivia, en Jamaica y dondequiera, 
dondequiera que un hombre de trabajo 
se trague la sonrisa, 
se muerda la mirada,
escupa la garganta silenciosa 
en la faz del fusil y del jornal 
¡Oh, Walt Whitman! 
Blandiendo el corazón de nuestros días delante de 
nosotros, 
nosotros y nosotros y nosotros.

17

¿Por qué queríais escuchar a un poeta? 
Estoy hablando con uno y con otros. 
Con aquellos que vinieron a apartarlo de su pueblo,
a separarlo de su sangre y de su tierra, 
a inundarle su camino. 
Aquellos que lo inscribieron en el ejército. 
Los que violaron su barba luminosa y le pusieron un 
fusil 
sobre sus hombros cargados de doncellas y pioneros. 
Los que no quieren a Walt Whitman el demócrata, 
sino a un tal Whitman atómico y salvaje. 
Los que quieren ponerle zapatones 
para aplastar la cabeza de los pueblos. 
Moler en sangre las sienes de las niñas. 
Desintegrar en átomos las fibras del abuelo. 
Los que toman la lengua de Walt Whitman 
por signo de metralla, 
por bandera de fuego. 
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy 
levantados para justificarte! 
" - ¡Poetas venideros, levantaos, porque vosotros
debéis justificarme!" 
Aquí estamos, Walt Whitman, para justificarte. 
Aquí estamos 
por ti 
pidiendo paz. 
La paz que requerías 
para empujar el mundo con tu canto. 
Aquí estamos 
salvando tus colinas de Vermouth. 
tus selvas de Maine, el zumo y la fragancia de tu 
tierra, 
tus guapos con espuelas, tus mazas con sonrisas, 
tus rudos mozalbetes camino del riachuelo. 
Salvándolos, Walt Whitman, de los traficantes 
que toman tu lenguaje por lenguaje de guerra. 
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy, 
los obreros de hoy, los pioneros de hoy, los 
campesinos 
de hoy, 
firmes y levantados para justificarte! 
¡Oh, Walt Whitman de barba levantada! 
Aquí estamos sin barba, 
sin brazos, sin oídos, 
sin fuerzas en los labios, 
mirando de reojo, 
rojo y perseguidos, 
llenos de pupilas 
que a través de las islas se dilatan, 
llenos de coraje, de nudos de soberbia 
que a través de los pueblos se desatan, 
con tu signo y tu idioma de Walt Whitman 
aquí estamos 
en pie 
para justificarte, 
¡continuo compañero de Manhattan!

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.