Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.
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martes, 3 de marzo de 2020

Ay, ay, ay de la grifa negra

Ay, ay, ay de la grifa negra

Ay, ay, ay, que soy grifa y pura negra;
grifería en mi pelo, cafrería en mis labios;
y mi chata nariz mozambiquea.
Negra de intacto tinte, lloro y río
la vibración de ser estatua negra;
de ser trozo de noche, en que mis blancos
dientes relampaguean;
y ser negro bejuco
que a lo negro se enreda
y comba el negro nido
en que el cuervo se acuesta.
Negro trozo de negro en que me esculpo,
ay, ay, ay, que mi estatua es toda negra.
Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
por quien el amo dio treinta monedas.
Ay, ay, ay, que el esclavo fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza;
que en los hombres, igual que en las naciones,
si el ser el siervo es no tener derechos,
el ser el amo es no tener conciencia.
Ay, ay, ay, los pecados del rey blanco
lávelos en perdón la reina negra.
Ay, ay, ay, que la raza se me fuga
y hacia la raza blanca zumba y vuela
hundirse en su agua clara;
tal vez si la blanca se ensombrará en la negra.
Ay, ay, ay, que mi negra raza huye
y con la blanca corre a ser trigueña;
¡a ser la del futuro,
fraternidad de América!

de Julia de Burgos,
en Poesía afroantillana y negrista, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1981.

lunes, 27 de mayo de 2019

Safari

Safari
(para Ogaga Ifowodo)

Cuando leí mis poemas,
goteantes de fuego y alcantarillas,
me preguntaron, '¿no escribe
usted acerca de árboles y constelaciones?‘

Y yo dije, en esta tierra amamos con dolor
hasta las melenas parecen látigos.
No puedo fingir que la sangre en
mi boca es salsa de tomate.

Tu libro se aflige en mi mesa.
Las bromas en nuestro almuerzo se volvieron rancias
Qué sacrificio soportamos,
ladrillos sobre cabezas desgastadas.
Cargas que crecen abundantemente.

A través del polvo, busco tu aroma,
tu corazón de safari, esa curiosa dicha
que irriga tu poesía,
veo huesos vendidos en cuentas bancarias,
un depósito, a la espera de bárbaros.

Es por ello que el viento esparce tus palabras,
de avispas, de redes, de gemidos.

de Toyin Adewale Gabriel,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.
Tradicción: Rafael Patiño Góez

jueves, 9 de mayo de 2019

contracanto a walt whitman (canto a nosotros mismos) - 5, 8, 10, 11, 12, 14, 15, 16 y 17.

contracanto a walt whitman
(canto a nosotros mismos) (fragmentos)

Contracanto a un célebre poema de Walt Whitman publicado en 1855 
con el título de Canto a mí mismo (Song of myself) que se inicia así:

"Yo, Walt Whitman, un cosmo,
un hijo de Manhattan..."

Yo, 
un hijo del Caribe, 
precisamente antillano. 
Producto primitivo de una ingenua 
criatura borinqueña
y un obrero cubano, 
nacido justamente, y pobremente, 
en suelo quisqueyano. 
Recogido de voces, 
lleno de pupilas 
que a través de las islas se dilatan, 
vengo a hablar a Walt Whitman. 
Un cosmos, 
un hijo de Manhattan. 
Preguntarán 
¿quién eres tú? 
Comprendo. 
Que nadie me pregunte 
quién es Walt Whitman. 
Irían a sollozar sobre su barba blanca. 
Sin embargo, 
voy a decir de nuevo quién es Walt Whitman, 
un cosmos, 
un hijo de Manhattan.

5

Y un día 
(¡Oh, Walt Whitman de barba insospechada...!) 
al pie de la palabra 
yo 
resplandeció la palabra 
Democracia. 
Fue un salto. 
De repente 
el más recóndito yo 
encontró su secreto beneficio 
Libertad de Trabajo. Libertad de Conciencia. 
Libertad de Palabra. Libertad de Camino. 
Libertad de aventura, proyecto y fantasía. 
Libertad de fracaso, de amor, y de apellido. 
Libertad sin retorno ni vértices ni ortigas. 
Libertad de quererme y mirarme en su pupila. 
Libertad de la dulce asamblea que tengo en mi 
corazón 
contigo y con toda la infinita humanidad que rueda
a  través 
de todas las edades, los años, las tierras, los países, 
los credos, los horizontes... y fue la necesaria 
instalación de júbilo. 
Las colinas desataron luceros y luciérnagas. 
Las uvas se embriagaron de vino y de perennidad. 
En todo el territorio 
se hizo la gran puerta de la oportunidad 
y todo el mundo tuvo acceso a la palabra
mío.

8

¡Secreta maravilla de una historia que nace...! 
Con aquel ancho grito 
fue construida una nación gigante, 
Formada de relatos y naciones pequeñas 
que entonces se encontraban como el mundo 
entre dos grandes mares... 
Y luego 
se ha llenado de golfos, islotes y ballenas 
esclavos, argonautas y esquimales... 
Por los mares bravíos 
empezó a transitar el clíper yanqui, 
en tierra se elevaron estructuras de aceros, 
se escribieron poemas y códigos y mármoles 
y aquella nación obtuvo sus ardientes batallas 
y sus fechas gloriosas y sus héroes totales 
que tenían aún entre los labios 
la fragancia 
y el zumo 
de la tierra olorosa con que hacían su pan 
su trayecto y su equipaje... 
Y aquella fue una gran nación de rumbos y albedríos. 
Y el yo 
-la rotación de todos los espejos 
sobre una sola imagen- 
halló su prodigioso mensaje primitivo 
en un inmenso, puro, territorio intachable 
que lloraba la ausencia de la palabra
mío.

10

Nadie supo qué noche desgreñada, 
un rostro frío, de bajo celentéreo, 
se halló en una moneda. Qué reseco semblante 
se pareció de pronto a un círculo metálico y sonoro. 
Qué cara seca vio en circulación de mano en mano.
Qué seca boca dijo de pronto 
yo
y empezó a conjugarse, a cumplirse y a multiplicarse 
en todas las monedas. 
En moneda de oro, de cobre, de níquel, 
en moneda de mano, de venas de vírgenes 
de labradores y pastores, de cabreros y albañiles. 
Nadie supo quién fue el desceñido primero.
Mas se le vio una mañana adquirir el crepúsculo,
Mas se le vio otra mañana comprar la conciencia. 
Y del fondo de los ríos, de los barrancos, de la médula 
de los arbustos, del filo de las cordilleras, 
pasando por torrentes de sudor y de sangre, 
surgieron entonces los Bancos, los Trusts, los
monopolios, 
las Corporaciones.... Y, cuando nadie lo supo 
fueron a dar allí la cara de la niña y el corazón 
del aventurero y las cabriolas del cow-boy y los 
anhelos 
del pioneer... y todo aquel inmenso territorio 
empezó a circular por las cajas de los Bancos, los 
libros 
de las Corporaciones, las oficinas de los rascacielos, 
las máquinas de calcular... 
y ya: 
se le vio una mañana adquirir la gran puerta de la 
oportunidad 
y ya más nadie tuvo acceso a la palabra mío 
y ya más nadie ha comprendido la palabra yo.

11

Preguntadlo a la noche y al vino y a la aurora... 
Por detrás de las colinas de Vermont, los llanos de 
las Costas 
por el ancho Far-West y las montañas Rocallosas, 
por el valle de Kentucky y las selvas de Maine. 
Atravesad las fábricas de muebles y automóviles, los 
muelles, 
las minas, las casas de apartamentos, los ascensores 
celestiales, 
los lupanares, los instrumentos de los artistas; 
buscad un piano oscuro, revolved las cuerdas, 
los martillos, el teclado, rompedle el arpa silenciosa 
y tiradla sobre los últimos raíles de la madruga... 
Inútilmente. 
No encontraréis el limpio acento de la palabra 
yo. 
Quebrad un teléfono y un disco de baquelita, 
arrancadle los alambres a un altoparlante nocturno, 
sacad al sol el alma de un violín Stradivarius... 
Inútilmente. 
No encontrareis el limpio acento de la palabra 
yo.
(¡Oh, Walt Whitman de barba desgarrada!) 
¡Qué de rostros caídos, qué de lenguas atadas, 
qué de vencidos hígados y arterias derrotadas...! 
No encontraréis 
más nunca 
el acento sin mancha 
de la palabra 
yo.

12

Ahora, 
escuchadme bien: 
si alguien quiere encontrar de nuevo 
la antigua palabra 
yo 
vaya a la calle del oro, vaya a Wall Street. 
No preguntéis por MR. Babbitt. El os lo dirá. 
- Yo, Babbitt, un cosmos, 
un hijo de Manhattan. 
Él os lo dirá 
- Traedme las Antillas. 
sobre varios calibres presurosos, sobre cintas 
de ametralladoras, sobre los caterpillares de los 
tanques 
traedme las Antillas. 
Y en medio de un aroma silenciosa 
allá viene la isla de Santo Domingo.
- Traedme la América Central. 
Y en medio de un aroma pavoroso
allá viene callada Nicaragua.
- Traedme la América del Sur.
Y en medio de un aroma pesaroso 
allá viene cojeando Venezuela. 
Y en medio de un celeste bogotazo 
allá viene cayendo Colombia. 
Allá viene cayendo Ecuador. 
Allá viene cayendo Brasil. 
Allá viene cayendo Puerto Rico. 
En medio de un volumen salino 
allá viene cayendo Chile... 
Vienen todos. Allá vienen cayendo. 
Cuba trae su dolor envuelto en un estremecimiento 
de comparsas. 
México trae su rencor envuelto en una sola mirada 
fronteriza.
Y Haití, Uruguay y Paraguay, vienen cayendo. 
Y Guatemala, El Salvador y Panamá, vienen cayendo. 
Vienen todos. Vienen cayendo.
No preguntéis por Mr. Babbit, os lo he dicho. 
- Traedme todos esos pueblos en azúcar, en nitrato, 
en estaño, en petróleo, en bananas, 
en almíbar. 
traedme todos esos pueblos. 
No preguntéis por Mr. Babbitt, os lo he dicho.
Vienen todos, vienen cayendo.

14

Porque 
¿qué ha sido la ventura de los pueblos 
si no un cambio continuo, un movimiento 
eterno, 
un fuego infinito que se enciende y que se 
apaga? 
¿Qué ha sido 
sino un chorro incontenido, 
espejo ayer de oteros y palmares, 
hoy nube blanca? 
¿Y que 
si no una brega infatigable 
en que hoy manda un puñado de golosos 
y mañana los puños deliciosos, 
fragantes y frenéticos del pueblo 
innumerable? 
Por eso tú, innúmero Walt Whitman, 
que en mitad de la noche dijiste 
yo 
y el herrero sonoro se descubrió en la llama 
y el forjador y el fogonero 
y el cuidador del faro, celeste de miradas,
y el fundidor y el leñero 
y la niña celeste colando la alborada 
y el pionero y el bombero 
y el cochero y el aventurero y el arriero... 
Tú, 
que en medio de la noche dijiste 
Yo, Walt Whitman, un cosmos, 
un hijo de Manhattan 
y un pueblo entero se descubrió en tu lengua 
y se lanzó de lleno a construir su casa 
hoy, 
que ha perdido su casa, 
hoy, 
que tiene un puñado de golosos sonrientes y 
engreídos, 
hoy 
que ha cambiado el fuego infinito que se 
enciende y que se apaga 
hoy... 
hoy no te reconoce 
desgarrado Walt Whitman, 
porque tu signo está guardado en las cajas de los 
Bancos, 
porque tu voz está en las islas guardadas por arrecifes 
de bayonetas y puñales, 
porque tu voz inunda los decretos y los centro de 
Beneficencia 
y los juegos de lotería, 
porque hoy,
cuando un magnate sonrosado, 
en medio de la noche cósmica, 
desenfrenadamente dice 
yo 
detrás de su garganta se escucha el ruido de la 
muchedumbre 
ensangrentadas explotas refugiadas 
que torvamente dice 

y escupe sangre entre los engranajes, 
en las fronteras y las guardarrayas... 
¡Oh, Walt Whitman de barba interminable!

15

Y ahora 
ya no es la palabra 
yo 
la palabra cumplida 
la palabra de toque para empezar el mundo. 
Y ahora 
ahora es la palabra 
nosotros. 
Y ahora, 
ahora es llegada la hora del contracanto. 
Nosotros los ferroviarios, 
nosotros los estudiantes, 
nosotros los mineros, 
nosotros los campesinos 
nosotros los pobres de la tierra, 
los pobladores del mundo,
los héroes del trabajo cotidiano,
con nuestro amor y con nuestro puños, 
enamorados de la esperanza. 
Nosotros los blancos, 
los negros, los amarillos, 
los indios, los cobrizos,
los moros y morenos, 
los rojos y aceitunados, 
los rubios y los platinos, 
unificados por el trabajo,
por la miseria, por el silencio, 
por el grito de un hombre solitario 
que en medio de la noche, 
con un perfecto látigo, 
con un salario oscuro, 
con un puñal de oro y un semblante de hierro, 
desenfrenadamente grita 
yo 
y siente el eco cristalino 
de una ducha de sangre 
que decididamente se alimenta en 
nosotros 
y en medio de los muelles alejándose 
nosotros 
y al pie del horizonte de las fábricas 
nosotros 
y en la flor y en los cuadros y en los túneles 
nosotros 
y en la alta estructura camino de las órbitas 
nosotros 
camino de los mármoles 
nosotros 
camino de las cárceles 
nosotros...

16

Y un día, 
en medio del asombro más grande de la historia, 
pasando a través de muros y murallas 
la risa y la victoria. 
encendiendo candiles de júbilo en los ojos 
y en los túneles y en los escombros, 
¡oh, Walt Whitman de barba nuestra y definitiva! 
Nosotros para nosotros, sobre nosotros 
y delante de nosotros... 
Recogeremos puños y semilleros de todos los pueblos 
y en carrera de hombros y brazos reunidos 
los plantaremos repentinamente 
en las calles de Chile, de Ecuador y Colombia, 
de Perú y Paraguay,
de El Salvador y Brasil, 
en los suburbios de Buenos Aires y de La Habana 
y allá en Macorís del Mar, pueblo pequeño y mío, 
hondo rincón de aguas perdidas en el Caribe, 
donde la sangre tiene 
ciertos rumor de hélices quebrándose en el río... 
¡Oh, Walt Whitman de estampa proletaria! 
Por las calles de Honduras y el Uruguay. 
Por los campo de Haití y los rumbos de Venezuela. 
En plena Guatemala con su joven espiga. 
En Costa Rica y en Panamá.
En Bolivia, en Jamaica y dondequiera, 
dondequiera que un hombre de trabajo 
se trague la sonrisa, 
se muerda la mirada,
escupa la garganta silenciosa 
en la faz del fusil y del jornal 
¡Oh, Walt Whitman! 
Blandiendo el corazón de nuestros días delante de 
nosotros, 
nosotros y nosotros y nosotros.

17

¿Por qué queríais escuchar a un poeta? 
Estoy hablando con uno y con otros. 
Con aquellos que vinieron a apartarlo de su pueblo,
a separarlo de su sangre y de su tierra, 
a inundarle su camino. 
Aquellos que lo inscribieron en el ejército. 
Los que violaron su barba luminosa y le pusieron un 
fusil 
sobre sus hombros cargados de doncellas y pioneros. 
Los que no quieren a Walt Whitman el demócrata, 
sino a un tal Whitman atómico y salvaje. 
Los que quieren ponerle zapatones 
para aplastar la cabeza de los pueblos. 
Moler en sangre las sienes de las niñas. 
Desintegrar en átomos las fibras del abuelo. 
Los que toman la lengua de Walt Whitman 
por signo de metralla, 
por bandera de fuego. 
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy 
levantados para justificarte! 
" - ¡Poetas venideros, levantaos, porque vosotros
debéis justificarme!" 
Aquí estamos, Walt Whitman, para justificarte. 
Aquí estamos 
por ti 
pidiendo paz. 
La paz que requerías 
para empujar el mundo con tu canto. 
Aquí estamos 
salvando tus colinas de Vermouth. 
tus selvas de Maine, el zumo y la fragancia de tu 
tierra, 
tus guapos con espuelas, tus mazas con sonrisas, 
tus rudos mozalbetes camino del riachuelo. 
Salvándolos, Walt Whitman, de los traficantes 
que toman tu lenguaje por lenguaje de guerra. 
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy, 
los obreros de hoy, los pioneros de hoy, los 
campesinos 
de hoy, 
firmes y levantados para justificarte! 
¡Oh, Walt Whitman de barba levantada! 
Aquí estamos sin barba, 
sin brazos, sin oídos, 
sin fuerzas en los labios, 
mirando de reojo, 
rojo y perseguidos, 
llenos de pupilas 
que a través de las islas se dilatan, 
llenos de coraje, de nudos de soberbia 
que a través de los pueblos se desatan, 
con tu signo y tu idioma de Walt Whitman 
aquí estamos 
en pie 
para justificarte, 
¡continuo compañero de Manhattan!

de Pedro Mir,
en Viaje a la muchedumbre, Siglo XXI, 1978.

domingo, 7 de abril de 2019

A vueltas con la taxonomía

A vueltas con la taxonomía

Hay dos especies humanas:
una de ellas goza de agua caliente para enjuagues íntimos
comida varias veces al día
alcoba personal que voluntariamente puede compartirse
discretos discos compactos libros televisores
vacaciones pagadas viajes en avión y taxi
derechos políticos preservativos anovulatorios
y un número nada desdeñable de garantías jurídicas

La otra especie goza
de deficiencia mental determinada estructuralmente
(escasez de proteínas en la primera infancia)
dignidad campesina desvaída por el hambre
imparable diarrea de agonías premodernas
analfabetismo genético
y una opción muchas veces sencilla:
la muerte en la frontera o la muerte en la tortura.

Son dos especies zoológicas distintas
Seguir llamando a ambas homo sapiens
es un error taxonómico.

De Jorge Riechmann,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.16, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

domingo, 3 de marzo de 2019

El oso (canción)

El oso

Yo vivía en el bosque muy contento,
caminaba, caminaba sin cesar.
Las mañanas y las tardes eran mías,
a la noche me tiraba a descansar.

Pero un día vino el hombre con sus jaulas,
me encerró y me llevó a la ciudad.
En el circo me enseñaron las piruetas
y yo así perdí mi amada libertad.

"Conformate" me decía un tigre viejo,
"nunca el techo y la comida han de faltar,
sólo exigen que hagamos las piruetas
y a los chicos podamos alegrar".

Han pasado cuatro años de esta vida,
con el circo recorrí el mundo así.
Pero nunca pude olvidarme de todo,
de mis bosques, de mis tardes y de mí.

En un pueblito alejado
alguien no cerró el candado,
era una noche sin luna
y yo dejé la ciudad.

Ahora piso yo el suelo de mi bosque,
otra vez el verde de la libertad.
Estoy viejo, pero las tardes son mías.
Vuelvo al bosque, estoy contento de verdad.

de Moris,
en Treinta minutos de vida, Mandioca, 1970.

domingo, 10 de febrero de 2019

El Desdeñoso

El Desdeñoso

(A Catherine Bailly)

Bebo en tu honor, dios mío
Tú que me has hecho tan triste
Me has dado un pueblo que no es destilador de caldos
Y entonces, ¿qué vino beberé yo en tu jubileo?
En este suelo que no es suelo de viñas
En este desierto en el que todos los arbustos son cactus
¿Es posible que llegue a ver en sus flores cada año
Las llamas de la zarza ardiente de tu celo?
Dime por qué Egipto mi pueblo arrastra sus cadenas

Cristo me río de tu tristeza
Mi dulce Cristo.
Espina a cambio de espina
Tenemos una corona de espinas compartida
Me convertiré pues me tientas
Allégate a mi José
Ya estoy mamando del pecho de tu madre la virgen
Sin contarte a ti ya cuento algún Judas más por mis dedos
Mis ojos le mienten a mi alma
Donde el mundo es cordero tu cordero pascual—Cristo
Bailaré yo mi vals al son de tu tristeza lenta

Pero ¿soy yo tu hermano simplemente?
Ya me han matado en tu nombre
¿Acaso era culpable de mi muerte?
Tenía flores de amor hechas sólo de sombra en los ojos
Mis manos agitaban los abanicos de las latanias al atardecer
Por haber besado tu cruz la sangre me enrojece la boca
¿Acaso no era yo tu hermano? Danzo en honor de tu tristeza
No llamo en mi defensa como testigos ni a padre ni a madre
Y sin embargo mi dolor iguala al tuyo
El agua de mi río es dulce—golondrinas llegad
El peñasco ama al mar que la azota—tan lasa

Me tientas
Y disfruto
Me extravío por la música de tu alma
Y son sólo las truchas las que cantan no obstante desafinadas
Y muerto bailo yo por la tristeza lenta

Los vicios en mi piel son los tres clavos de hierro en tus pies
en tus manos
Qué sucio estás, Cristo, por haberte juntado con los ricos
Su lujo es un ternero de oro colgado de los cuellos de sus ricos
Camina por el camino de mi pueblo por el que voy cojeando
Me dirás en qué Egipto se aflige mi pueblo
Mi corazón no es el desierto habla Cristo

¿No fuiste tú el que puso el oro vívido en mi vino de alegría?
¿Te debo mis dos fuentes?
Tanto mi corazón como mi alma
¿No fuiste tú el que le hizo a mi corazón dos ventrículos tan
[ diminutos?
Un árbol de vida muerto florecía mi olvido.

Permaneces inmóvil
Hiende el Congo su pena
Pero qué sucio estás, Cristo, por haberte juntado con los ricos
Cristo Cristo de mi Santa Ana Dime qué vino podré beber
Para mentirle a mi pueblo
Mi alegría es demasiado evidente
Mi tristeza demasiado sucia
Para ser un fuego de sabana

Perros iban tras de mí
Cuando era mendigo
Para celebrar la Eucaristía yo mendigaba el vino la levadura y la sal
Judío errante fui
Para traicionarte a ti que me habías traicionado
Ya me han matado en tu nombre
Traicionado y luego vendido

El atardecer marchitaba las rosas
Que perdían sus hojas de dolor

Mi María Magdalena se llamaba Anita
Menos sucia que la tuya y por consiguiente menos abierta al perdón
Moriré pues sin ella
No tiene levadura el pan de exilio
Y soy judío por simple locura
Mi locura es un pozo de oasis
Pero el oasis no es tu llaga en el costado izquierdo

Cristo escupo en honor de tu alegría
El sol es negro a causa de los negros que sufren
A causa de los judíos muertos que buscan la levadura de su pan.

Qué sabes de New Bell
En Durban dos mil mujeres, En Pretoria dos mil mujeres
También en Kin dos mil mujeres
Y en Antsirabé dos mil mujeres
Qué sabes tú de Harlem

Pesa el vino en mi corazón sufro porque gozo
Cristo odio a tus cristianos
No tengo amor para amar a todos tus cobardes
Escupo contra tu alegría
Por tener a mi derecha a mi izquierda
Las mujeres de los ricos
Me siento mal por haber bebido
Tu templo está lleno de mercaderes que venden tu cruz

Yo vendo mi negritud
A cien perras redondilla
Y la galera navega
Hacia unas Indias de saldo

¡Ay! ¿Qué continente no tiene sus falsos negros?
A mí me sobran hasta podría vender
Incluso África tiene los suyos
El Congo tiene sus falsos negros
Tan cristianos, ¿son acaso por eso menos sospechosos?
Oh muero en tu honor
Pues me has tentado
Al hacerme tan triste ~

de Tchikaya U Tam´Si,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

lunes, 4 de febrero de 2019

Efecto marmota

Efecto marmota

Bosteza, se duerme
alguien en el primer mundo
y cientos de miles del resto del mundo, mueren.

Por Félix Sánchez Durán.

jueves, 17 de enero de 2019

Ajedrez del tercer mundo

Ajedrez del tercer mundo

Toda actividad lúdica
Posee un componente
Ideológico e histórico

*
Normativa del ajedrez tercermundista

Dos jugadores se repartirán las piezas:
Uno, los peones (sin importar los colores),
Y otro, las piezas “menores” y “mayores”.

Objetivo:
Los peones intentarán mantenerse vivos
Con las limitaciones propias de sus movimientos.

Reglas:
Peón comido, saldrá del tablero.
Peón que comiese a una pieza “mayor”,
Sufrirá el mismo destino
Por haber cometido una infracción.

Los peones, de verse en la necesidad estratégica de hacerlo,
Podrán comerse otro peón
De igual o distinto color
Siempre que el movimiento lo permitiese.

El ganador de cada partida
Será siempre el mismo:
El de las piezas “mayores”.

El ganador final será
Quien utilizando los peones
Pudiese durar más.

**
Extraño juego

Extraño juego de ajedrez
El ajedrez de mis pagos:
Todos los peones deben correr
Y el resto de las piezas, cazarlos.

Extraño juego de ajedrez
El del tercer mundo:
Los reyes de ambos lados suelen ser extranjeros
Y todos los peones, "negros".

Extraño juego…
Siempre pierden los peones
Y las piezas “mayores”
Se reparten el tablero.

Por Félix Sánchez Durán.

jueves, 10 de enero de 2019

Si me quisieras conocer

Si me quisieras conocer

Si me quisieras conocer,
estudia con ojos de ver
ese trozo de palo-negro
que un desconocido hermano maconde
con manos inspiradas
talló y trabajó
en tierras distantes allá en el Norte.

Ah! Esa soy yo:
órbitas vacías en la desesperación
de perseguir la vida
boca rasgada y herida de angustia
manos enormes, agrietadas,
irguiéndose como quien implora y amenaza,
cuerpo tatuado de heridas visibles e invisibles
por los duros azotes de la esclavitud...
torturada y magnífica
altiva y mística,
africana de la cabeza a los pies.

Ah! Esa soy yo
Si quisieras comprenderme
ven e inclínate sobre mi alma de africana,
en los gemidos de los negros,
en los batuques frenéticos de los muchopes,
en la rebeldía de los machanganas,
en la extraña melodía que vuela
de una canción nacida de la noche.

Y no me preguntes nada más
si es que me quieres conocer…
no soy más que un caracol de carne
donde la insurrección de África congeló
su grito lleno de esperanza.

de Noémia de Sousa,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.