El Dios Millón
Reluciente cráneo, que le sirve de copa,
a los labios acerca el terrible Moloch;
de espumosa sangre se llena la boca
y, mientras paladea, con acento feroz:
–¿De quién es la sangre
que has escanciado
para mí esta noche,
Copero malvado?
Mi bodega humana está bien surtida;
jóvenes y ancianos, mujeres y niños,
se encuentran en ella por doble partida.
¡Puedo darme el lujo de arrancar las viñas!
Y tú, vil Copero
alma pervertida,
me sirves las heces,
la sangre podrida.
Lava bien la copa y echa en ella zumo
rico y generoso de vida lozana;
quiero embriagarme aspirando el humo
de sangre caliente, roja, pura y sana.
¡Aguija, Copero!
¡No tiembles, canalla!
¿Acaso te asustas
al ver que rebasa?
Déjala que corra, que corra sin tasa;
que moje la mesa, que llegue hasta el piso,
y que el rojo líquido inunde la casa;
que empape mi lecho… Acata sumiso
mis órdenes todas,
Copero mezquino,
y podrás entonces
beber de mi vino.
Y al llegar el día, la Roja Alborada,
sorprendió, borrachos, al Dios y al Copero
comiendo a puñados sangre coagulada.
de Gabriel Argüelles,
en versos de rebeldía y combate, Editorial Eleuterio, 2021.
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