Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

sábado, 8 de junio de 2013

Mancha de tinta

(fragmento)

15.

Tu fe, tu esperanza y tu caridad
no son nada más que variedades de tu
interés.

De Almafuerte
en Almafuerte - Poesías, Losada, 1998.

viernes, 7 de junio de 2013

¿Qué diría?

¿Qué diría?

¿Qué diría la gente, recortada y vacía,
Si en un día fortuito, por ultra fantasía,
Me tiñera el cabello de plateado y violeta,
Usara peplo griego, cambiara la peineta
Por cintillo de flores: miosotis o jazmines,
Cantara por las calles al compás de violines,
O dijera mis versos recorriendo las plazas
Libertado mi gusto de vulgares mordazas?

¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?

En verdad que pensarlo me da un poco de risa.

De Alfonsina Storni,
en Alfonsina Storni - Antología, Losada, 1998.

miércoles, 5 de junio de 2013

En el sur

En el sur

Vida lenta y extraña; saludable,
difícil de reproducir o de aceptar: ¿quién,
como antes, no quiere nadar
en el agua tibia y aceitosa, a toda vela
a todo pálpito a toda imaginación a toda suerte?

Nadie puede lagrimear
en el Caribe y todo importa.

Elegir, saltar: ¿cuándo
mis amigos terminaremos con todo esto?

¿Cuándo monos y loros, bichos y cristianos, gritarán de alegría,
empezando con sus primeras palabras; cuándo
Curitiba saltará conmigo y Santa Fe, mi ciudad,
hundirá a los traidores, a los despreocupados?

¿Cuándo caminaremos
por el barrio chino o por Miraflores y en todo
el Perú y en todo
el sur de América y por todo Buenos Aires se pueda caminar?

Un yaguareté pasea con su hembra y respiran; sólo
el tamaño los diferencia y el ocio;
como pumas enjaulados caminan de Iquitos a Manaos,
de Manaos a Santa Fe y ya nada
los diferencia: nerviosos y parecidos y fuertes y cansados.

Es en el Caribe
donde nadie puede lagrimear
y absolutamente todo importa.

Llorar, hijo mío, y pelear
para siempre,
alegremente doloridos;
modernos y revolucionarios y sometidos y cristianos.

¿Qué pasa señor mío, dios azaroso de la resignación? aquí
no hubo cobardes, nunca tuve
idea ni ganas de encontrarte por este mundo ni por el otro.

Redentor, dulce Jesús colmado de alabanzas, ¿qué pasa
con el Caribe donde nadie
quiere lagrimear y todo importa?

No se ve a nadie en todo el sur; estamos
solos; solos alzamos nuestra esperanza, solos subiremos
este pantano, esta mugre: un sarcófago para los muertos,
para El Salvador, y también para los arrepentidos.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.

Hemos oído: no quieres trabajar más con nosotros

Hemos oído: no quieres trabajar más con nosotros

1

Hemos oído: No quieres trabajar más con nosotros.
Que estás destruido. Que no puedes seguir de un lado para otro.
Que estás demasiado cansado. Que no puedes seguir aprendiendo.
Que estás acabado.
Ya no se te puede exigir que sigas en la tarea.

Para que sepas:
nosotros lo exigimos.

Si te cansas y te duermes,
nadie te despertará ni te dirá:
levántate, la mesa está servida.
¿Por qué iban a servirte la comida?
Si no puedes seguir de un lado para otro
te quedarás acostado. Nadie
te irá a buscar para decirte:
Hicieron la revolución. Las fábricas
te esperan.
¿Por qué harían la revolución?
Cuando mueras te enterrarán.
Seas o no el responsable de tu muerte.

Dices
que luchaste demasiado. Que ya no puedes seguir luchando.
Oye bien:
Si no puedes seguir luchando, te hundirás.

2

Dices: que fueron demasiadas esperanzas. Que ya no esperas más.
¿Qué esperabas?
¿Que la lucha fuera fácil?

No ha sido el caso.
Nuestra situación es peor de lo que imaginabas.
Esta es la situación:
si no rendimos lo sobrehumano
estamos perdidos.

Si no estamos dispuestos a realizar lo que nadie se atreve a pedir
nos hundimos.
Nuestros enemigos no hacen sino esperar
que nos cansemos.

Cuanto más cruenta es la lucha
más se cansan los oponentes.
Aquellos que más pronto se cansen, son los que pierden la batalla.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones,  Adriana Hidalgo Editora, 2008.



La máscara del mal

La máscara del mal

Sobre mi pared hay una talla japonesa de madera.
Es la máscara de un demonio del mal, pintada en laca dorada.
Lleno de compasión observo
las venas hinchadas de las sienes, que revelan
el esfuerzo que exige ser malvado.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones,  Adriana Hidalgo Editora, 2008.

Mal momento para la poesía

Mal momento para la poesía

Yo lo sé bien: sólo el afortunado
es querido. Su voz
es escuchada con placer. Su rostro es hermoso.

El arbolito deforme del patio
indica que el suelo allí es pobre, pero
los que pasan lo insultan y con razón lo tildan
de inválido.

A los verdes botes con sus velas alegres allá en el estrecho
no los registro. De todo ese cuadro
sólo veo la desgarrada red de los pescadores.
¿Por qué lo único que menciono
es el andar encorvado de esa campesina de cuarenta
si los pechos de las muchachas
son tan cálidos como siempre?

Una rima en mi canción de hoy
casi me parecía una arrogancia.
En mí luchan
el entusiasmo por la belleza del manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último
me empuja al escritorio.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones,  Adriana Hidalgo Editora, 2008.


viernes, 31 de mayo de 2013

Si la muerte me sorprende

Si la muerte me sorprende

Si la muerte
me sorprende
lejos de tu vientre,
porque para vos
los tres seguimos en él,
si me sorprende
lejos de tus caricias
que tanto me hacen falta,
si la muerte
me abrazara fuerte
como recompensa
por haber querido
la libertad,
y tus abrazos entonces
sólo envuelven recuerdos,
llantos y consejos
que no quise seguir,
quisiera decirte mamá
que parte de lo que fui
lo vas a encontrar
en mis compañeros.
La cita de control,
la última,
se la llevaron ellos,
los caídos, nuestros caídos,
mi control, nuestro control
está en el cielo,
y nos está esperando.
Si la muerte me sorprende
de esta forma tan amarga,
pero honesta,
si no me da tiempo
a un último grito
desesperado y sincero,
dejaré el aliento
el último aliento,
para decir te quiero.

De Alejandro Almeida (detenido-desaparecido el 17 de junio de 1975)
en Taty Almeida (Comp.), Alejandro por siempre... amor, BAOBAB, 2008.

Canción de cuna IV

Canción de cuna IV

Hijo mío, poco importa lo que llegues a ser,
los palos contra ti ya los tienen preparados.
Porque a ti hijo mío, en este mundo
sólo te espera el basural, y ya está ocupado.

Hijo mío, escucha lo que tu madre te dice:
A ti te espera una vida peor que la peste.
Pero yo no te he llevado tanto tiempo dentro mío
para que lo soportes todo tranquilamente.

Lo que no tienes, no lo des por perdido.
Lo que no te den, consíguelo cueste lo que cueste.
Yo, tu madre, no te he parido
para que de noche duermas bajo los puentes.

Quizá no estés hecho de una pasta especial.
No tengo dinero para ti, ni te dediqué oraciones.
Mi confianza eres tú mismo, y espero no verte mal,
pidiendo en la oficina pública mientras tu vida se hace jirones.

Las noches en las que sin cerrar los ojos me acuesto a tu lado
y mi mano hacia tu pequeño puño se estira,
pienso en las guerras que contigo ya tienen planeadas.
¿Qué tengo que hacer para que no creas sus sucias mentiras?

Hijo mío, tu madre nunca te ha engañado,
haciéndote creer que eras diferente.
Te crió con mil sacrificios, y no para verte colgado
de una alambrada de púas gritando por agua, casi inconsciente.

Por eso, únete a los tuyos, hijo mío,
juntos hagan polvo sus dementes sueños de poder.
Tú y yo, y aquellos que son como nosotros,
tenemos que lograr de una vez por todas
que no haya en el mundo dos clases de personas.

De Bertolt Brecht
en 80 poemas y canciones, Adriana Hidalgo Editora, 2008.


jueves, 30 de mayo de 2013

Ex presos

Ex presos

Después de tanto tiempo
y en un aire de nieve
hallo por fin a carlos
a lilian al flaco

vivieron
cinco seis siete años
confinados
en el fermento de los crueles

los quiero los abrazo qué derroche
pero resulta casi insoportable
comprender y admitir
que mientras yo escribía / caminaba / buscaba
escuchaba a troilo y a leo brouwer
y atravesaba el riesgo
y sumaba expulsiones y amenazas
pero gozaba el sol
y tenía a mano el mar y la mujer
durante cinco seis siete años

vale decir durante
toda una estropajosa eternidad
ellos miraban firmes o rabiosos
o tristes o distantes o serenos
las arrugas del muro impenetrable

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

Allende

Allende

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Lustrabotas de avenida (canción)

Lustrabotas de avenida (canción)

Lustrador de las miserias ambulantes
sé que todos usan guantes para estrechar tu mano
sucia desde el antebrazo hasta todos tus dedos,
que aunque sean diez, impotentes son,
que aunque sean diez, tus manos son dos.

Luchador de la ironía cotidiana,
entre tus manos mugrientas oprimes tu arma de cerdas,
como todas las mañanas en la calle o en el bar,
te llaman a vos sin saber quién sos.
Alumno sin maestro.
¿Quién te dio a luz a oscuras?

Si pensamos que tu vida es ignorante,
entre frascos de tinturas, entre pobres y avenidas,
tienes tu epitafio listo y un diez de graduado en
en la vida, lustrando al sol.
¡Cuánto te amé, pequeño! ¡Cuánto lloré tu muerte
Entre diarios y franelas!

De Alejandro de Michele (Pastoral)
en Humanos, CABAL, 1976.


Los juguetes y los niños (canción)

Los juguetes y los niños (canción)

Hace mucho frío
y los negocios esperan
con impaciencia las ventas,
las ventas...

Frente a una vidriera
de una gran juguetería
hay chiquillos que suspiran,
que suspiran...

Sus narices echan sueños de vapor
pero el vidrio va empañando la ilusión.

Hay una muñeca
y un osito que conversa
mientras los pequeños sueñan,
sueñan, sueñan...

Los niños miran y miran
en la vidriera empañada
como se escapan los sueños
a través de sus miradas

Y mientras los niños sufren
los juguetes se preguntan:
¿con tantos niños afuera
que hacemos en la vidriera?


De Héctor Luis Ayala - Eduardo A. Fazio (Vivencia)
en Mcuarto, Sony-BMG, 1973.

Conjugaciones - 5 (después)

5 (después)

El futuro no es
una página en blanco

es una fe
de erratas

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

Conjugaciones - 8 (previsión)

8 (previsión)

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias que descongelarán
algún futuro

De Mario Benedetti
en Viento del Exilio, Ed. Sudamericana, 1981.

martes, 28 de mayo de 2013

Trampa

Trampa

Como es sabido, la normalidad,
en el sentido estricto de la palabra, es
una expresión -a pesar
de Rabelais- de origen típicamente
francés. "C'est normal" corona
un pensamiento, una
conducta gala que, a
su vez, se adapta perfectamente a una norma
que una clase de un
país -la burguesía francesa- puede tolerar.

Las normas no trascienden
formas rudimentarias,
maneras que intentan acceder a principios
de funcionamiento,
mecanismos -diríamos- elementales que
movilizan una realidad
inevitablemente circunscripta: cómo poner
-por ejemplo- el pie
sobre el pedal -o el dedo sobre la cola del disparador- para
ejecutar correctamente lo que puede ser considerado un buen
pedaleo, o acción y efecto de pedalea.

Pero no es así: una norma
trasciende esas formas rudimentarias, elementales, aunque
esto pase desapercibido a los espíritus
detallistas ya que no sutiles o rigurosos. Porque
la suma de normas suele
hacerse con el artero, herético
objetivo de formular una
concepción del mundo que, si bien destinada
al fracaso, puede perpetrar un atropello a la dialéctica.

No obstante, si el criterio que impera en
nuestros tiempos supone esta pobreza,
esta idea maula de la normalidad, al menos
convengamos que todo es anormal, que un estado
de cosas rechazable, es decir, una anormalidad, sólo puede
ser reemplazada por otra anormalidad; es más: hay
que organizarse rigurosamente para conformar esa
nueva anormalidad que nos espera con los brazos abiertos
para no caerse, como un chico
que corre hacia nosotros por primera vez.

Conocí a una mujer bella que, durante
toda su vida, antes de reír, debía toser y
viceversa. Hasta que murió, dejando
naturalmente de hacerlo, de cumplir este rito; nadie
advirtió la diferencia, nadie pretendió
sacar ninguna conclusión: "Ha triunfado", pensé
antes de ponerme a reír como un loco y ahogarme
y toser durante el resto de mis días.

De Paco Urondo
en Poemas de Batalla, Editorial Planeta, 1999.