Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Tuve un amigo querido

Tuve un amigo querido

Tuve un amigo querido
que murió en Ñancahuazú,
su tumba no la encontraron
porque no le han puesto cruz.

No importa que no la tenga,
lo mismo la hemos de hallar
multiplicada en el aire
donde está la libertad.

Crece la mata en la sierra,
crece el árbol más allá.
En los barrancos profundos
el río canta y se va.

Pájaros de tres colores
pasan en vuelo fugaz,
la mariposa y el cóndor
todos lo quieren nombrar.

Tumba perdida en la sierra
jamás se podrá olvidar,
en las guitarras del pueblo
se convierte en madrigal.

Tuve un amigo querido
que murió en Ñancahuazú,
su tumba no la encontraron
porque no le han puesto cruz.

de Atahualpa Yupanqui,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

martes, 14 de diciembre de 2021

Práctica poética

Práctica poética

escribo
para los que hablan

De Roberto Jorge Santoro,
en Presentes, Ministerio de Educación, 2015.

lunes, 13 de diciembre de 2021

CANCIÓN DE LOS TEJEDORES

CANCIÓN DE LOS TEJEDORES

Tú que fuiste libre, ¿sabes lo que hacemos
En nuestros telares, ruiseñor del Rin?
Como en tu Silesia, tejemos, tejemos,
Y nuestro trabajo se acerca a su fin.

Al pié de tu losa hoy te lo diremos
En los versos rojos de nuestra canción;
Desde hace ya siglos tejemos, tejemos,
Telares cansados nuestras almas son.

Esperando el alba con ojos abiertos
Sin odio, sin ira y sin inquietud,
Tejemos sudarios para dioses muertos;
La roja mortaja de la esclavitud.

Fuiste un hombre libre. Y nos comprendemos
Desde tu sepulcro, ruiseñor del Rin;
Como en tu Silesia, tejemos, tejemos,
Y nuestro trabajo se acerca a su fin.

de Héctor Pedro Blomberg,
en Antología de la Primavera, Ediciones Selectas América, Año II, n°30,1920. 

domingo, 12 de diciembre de 2021

El poema de tiza

El poema de tiza

Esta mañana, de camino al bajo Broadway,
me crucé con un hombre alto
hablándole al trozo de tiza
que sostenía en la mano derecha. La izquierda
estaba abierta y marcaba el compás,
pues su discurso tenía ritmo;
era un canto o una danza o, quizás,
un poema en francés, pues
era de Senegal y hablaba francés
tan lento y con tanta precisión que yo
podía entenderlo como si me hubiesen arrojado
cincuenta años atrás, hacia
mi clase de instituto. Un hombre esbelto,
elegante en las formas, pulcramente vestido
con los restos de dos trajes azules,
con la corbata firmemente anudada y su camisa blanca
sin planchar, aunque impoluta. Conocía
la historia entera de la tiza, no solo
de aquel trozo en particular, sino
de la tiza con la que yo escribí
mi nombre el día en el que regresé
a la escuela tras la muerte
de mi padre. Conocía el feldespato,
el calcio, las conchas de las ostras; sabía
qué criaturas habían dado su espinazo
hasta formar el polvo temporal
prensado en aquellos conos perfectos,
conocía la tristeza de las aulas
en diciembre, cuando la luz decae
temprano y las palabras de la pizarra
abandonan su gramática y sentido
y, más tarde, incluso sus contornos, de tal modo que
cada letra se expande en todas direcciones
y, al mismo tiempo, no significa nada en absoluto.
Al principio pensé que su barba corta
estaba escarchada de tiza; conforme
nos aproximábamos, a menos de un pie
de distancia, vi que sus pelos eran blancos,
así que a pesar de la juventud que había en sus gestos
era, al igual que yo, un hombre entrado en años, aunque
de apariencia mucho más noble, con sus pómulos altos
y tallados, sus hombros anchos
y sus claros ojos negros. Tenía el porte
de un rey del bajo Broadway, alguien
salido de la mente de Shakespeare o
de García Lorca, alguien por quien la pérdida
se había dulcificado en caridad. Nos enfrentamos
durante aquel largo minuto, ambos
compartiendo el último poema de tiza
mientras la gran ciudad se enfurecía a nuestro
alrededor, y luego el poema se acabó, tal y como lo hacen
todos los poemas, y su mano izquierda se desplomó
hacia un lado bruscamente y me tendió
el trozo de tiza. Yo me incliné ante él,
sabiendo cuánta era la importancia de aquel gesto,
y le escribí mis agradecimientos en el aire,
donde podrán ser escuchados para siempre
bajo el grito endurecido de las conchas del mar.

De Philip Levine,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.128, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2019.

sábado, 11 de diciembre de 2021

INTERIOR

INTERIOR

Una sola cama con
una colcha remendada,
y los habitantes son:
padre, madre, chiquillada.

Sobre un torcido cajón
una jofaina rajada,
un espejillo, un jabón,
un peine, miseria, nada...

Cuatro cosas de almacén,
un hornillo, una sartén,
un santo de yeso manco...

Y un irrigador que asoma
la culebra de su goma
envuelto en un trapo blanco.

de Baldomero Fernández Moreno,
en Mil novecientos veintidós, Editorial Tor, 1922.

viernes, 10 de diciembre de 2021

CRUCIFIXIÓN

CRUCIFIXIÓN

Y de pronto irrumpieron las espadas
Y su bestialidad, los militares.
¡Y te crucificaron, Argentina!
No exclamo como el hombre agonizante
Sobre el Monte Calvario:
“Perdónalos, Señor, no saben”.
¡Que los perdone Dios! Yo no perdono:
Estos saben lo que hacen.

de Álvaro Yunque,
en https://verbiclara.wordpress.com/2011/11/18/poemas-ineditos-de-alvaro-yunque/ (12/11/20).

jueves, 9 de diciembre de 2021

TROPOLOGÍA DE LA TRAICIÓN

TROPOLOGÍA DE LA TRAICIÓN

En cambio
tal vez así será tu vida
el ansia desesperada
por descifrar los códigos
de lo que vendrá
la soledad irradiada
en los surcos de la frente
un sótano inundado
un reloj detenido en la hora de la muerte.

Bernal, 28 de junio de 2015

de Germán Mastellone,
en Trepanaciones y otros laberintos terrestres - Un teorema incompleto de la memoria y el olvido, Edición de autor, S/F. 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

LA TRAICIÓN

LA TRAICIÓN

La traición es la celada que nos tiende
a cada paso el enemigo
y sólo puede proceder del propio campo,
del hermano, del amigo.
Judas, revisionistas y arrepentidos
siempre han existido.
La traición es antigua
y se paga a buen precio.
Tiene su recompensa y también
                                su castigo.

Junio 1993

de Manuel Pérez Martínez (Arenas),
en Libertad, no escribiré tu nombre en vano, Edición de autor, 2016.

martes, 7 de diciembre de 2021

Helenidad

Helenidad

(Parte I)
Estos árboles no transigen con tener menos cielo,
estas piedras no transigen con los pasos enemigos,
estos rostros no transigen más que con el sol,
estos corazones no transigen más que con la justicia.

Este paisaje es duro como el silencio,
aprieta contra el pecho sus piedras calcinadas,
aprieta contra la luz sus olivos huérfanos y sus vides,
aprieta los dientes. No hay agua. Solamente luz.
El camino se pierde entre la luz y la sombra del cerco es de hierro.

Los árboles, los ríos y las voces se convirtieron en mármol bajo la cal
del sol.
Con el mármol tropiezan las raíces. Los arbustos polvorientos.
La mula y la rosa. Jadean. No hay agua.
Todos tienen sed. Años enteros. Todos mastican un bocado de cielo además
de su amargura.

Sus ojos están rojos de insomnio,
una profunda arruga clavada entre sus cejas
como un ciprés entre dos montes al anochecer.
Sus manos están pegadas al fusil
el fusil es una prolongación de sus manos,
sus manos son una prolongación de sus almas
tienen sobre sus labios el furor
y tienen una pena profunda, muy profunda en sus miradas
como una estrella en un charco de sal.

Cuando estrechan la mano el sol está seguro para el mundo,
cuando sonríen vuela una pequeña golondrina de su barba feroz,
cuando duermen doce estrellas nacen de sus bolsillos vacíos,
cuando mueren sube la vida cuesta arriba con tambores y banderas.

Hace ya tantos años que todos tienen hambre, que todos tienen sed, que
todos mueren
sitiados por tierra y por mar;
el calor devoró sus campos y la sal inundó sus casas,
el viento derribó sus puertas y deshojó las pocas lilas de la plaza,
por los agujeros de sus capotes entra y sale la muerte,
sus lenguas están ásperas como el amargo fruto del ciprés;
sus perros se murieron envueltos en sus sombras
y la lluvia golpea en sus huesos.

Fuman boñigas arriba en las guaridas, convertidos en piedra y por la noche
vigilan el rabioso mar donde se ha hundido
el mástil roto de la luna.
Se ha terminado el pan, las balas se acabaron,
ahora cargan sus viejas armas sólo con sus corazones.

Tantos años sitiados por tierra y por mar,
todos tienen hambre, todos perecen, pero ninguno muere
arriba, en las guaridas, sus ojos centellean,
ven una gran bandera, un gran fuego rojo,
y, cada amanecer, miles de palomas vuelan desde sus manos
hacia las cuatro puertas del horizonte.

de Yannis Ritsos,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Comunicado

Comunicado

Nada
podrá
contra esta avalancha
del amor.

Contra este rearme del hombre
en sus más nobles estructuras.

Nada
podrá
contra la fe del pueblo
en la sola potencia de sus manos.
Nada
podrá
contra la vida.
Y nada
podrá
contra la vida
porque nada
pudo
jamás
contra la vida.

de Otto René Castillo,
en Vámonos Patria a caminar, yo te acompaño, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2019.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Leña verde

Leña verde

(A Massimo)

El hombre inmóvil tiene ante sí colinas en la sombra.
En tanto estas colinas sean siempre de tierra
los labriegos tendrán que zaparlas. Las mira sin ver,
como el que aprieta los ojos en la cárcel, despierto.
El hombre inmóvil —que estuvo en la cárcel— mañana reanuda
el trabajo con unos camaradas. Esta noche está solo.

Las colinas le saben a lluvia: es el olor remoto
que a veces llegaba en el viento a la cárcel.
Alguna vez llovía en la ciudad: un abrirse
del aliento y la sangre hacia la calle libre.
La cárcel apresaba la lluvia, en la cárcel la vida
no se terminaba, a veces hasta el sol se filtraba:
los camaradas esperaban y el futuro esperaba.

Ahora está solo. El olor inaudito de tierra
le parece brotar de su cuerpo, y recuerdos remotos
—él conoce la tierra— lo encadenan al suelo,
a ese suelo real. Nada vale pensar
que los campesinos asestan la zapa en la tierra
como en un enemigo y que se odian a muerte
como tantos rivales. Con todo, esos labriegos
tienen una alegría: el trozo de tierra roturado.
¿Qué interesan los otros? Mañana, las colinas
se extenderán al sol, tendrá cada uno la suya.

Los camaradas no viven en las colinas,
nacieron en ciudades donde en vez de la hierba
sólo hay vías. Hasta él lo olvida, a veces.
Pero el olor de tierra que llega a la ciudad
ya no sabe a labriegos. Es una amplia caricia
que hace cerrar los ojos y pensar en los camaradas
que están en la prisión, en la larga prisión que los espera.

de Cesare Pavese,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

sábado, 4 de diciembre de 2021

IV

IV

mi patria está viva cuando escribo
se sale por el lápiz
invade mi camisa
muchacha
inventemos el amor con lo que queda
es necesario buscar
no perder tiempo

mi patria tiene forma de poema
hay que llevarla crucificada al hueso
ayudarla a salir
amarla y desamarla

entonces algo pasa
se cortó el hilo de repente
mi patria es joven como yo
tiene sus dudas

De Roberto Jorge Santoro,
en Presentes, Ministerio de Educación, 2015.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Aquí en el gran cementerio

Aquí en el gran cementerio ⃰

Aquí en el gran cementerio
detrás de la fortaleza de Barcelona,
he venido una vez más para contemplar
Las tumbas de mis caídos.
[…]
Entre el cementerio y
el cementerio protestante encontramos tres piedras
las tres en fila: Ferrer Guardia,
B. Durruti, F. Ascaso, los nombres
escritos con rotuladores
y con unas Áes circundadas y homenajes
a la FAI y a la CNT.
[…]
Para dos de ellos hay ofrendas
florales, pero Ascaso afronta
la eternidad con sólo una piedra.
Quizá es como debe ser. Él era
una piedra, una piedra y una espada,
la primera moliendo y afilando
a la otra.

⃰ Dedicado a Francisco Ascaso, líder anarcosindicalista español que murió en el asalto al cuartel de Atarazanas de Barcelona en julio de 1936, y titulado: “Francisco, I’ll bring you red carnations”

De Philip Levine,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.128, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2019.

jueves, 2 de diciembre de 2021

VIDA

VIDA

Dolor, miseria, agonía,
aquí, allá, arriba, abajo. . .
Por hoy se acabó el trabajo.
Mas también se acabó el día.

de Baldomero Fernández Moreno,
en Mil novecientos veintidós, Editorial Tor, 1922.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Un mar de nubes dentro del cielo...

Qué distinto el otoño
para mí que voy
para ti que te quedas.
MASAOKA SHIKI
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Un mar de nubes dentro del cielo
un signo dorado sobre un fondo rojo
un pájaro de metal y fuego
que cimbra y tiembla en la turbulencia
el sueño
de encontrar un paraíso cálido
o una cita a ciegas con la muerte.

Caracas, 04 de diciembre de 2015

de Germán Mastellone,
en Trepanaciones y otros laberintos terrestres - Un teorema incompleto de la memoria y el olvido, Edición de autor, S/F.