Reloj que marca las horas,
apura tu marcha ahora,
dame sueños, dame ganas,
dame vida, dame manos.
Siempre te negás a todo,
cuando te apuro te quedás,
cuando te aquieto te escapás.
Por qué carajo te negás,
a ser hijo de los hombres,
por qué tus tiranas agujas
siempre van a contramano.
En el fondo de tu alma,
hay una oscura frustración,
puedes matar a los hombres,
pero no vivir sin ellos.
Frío cálculo sos, fría materia,
que mata y muere mil veces;
pero impotente de vida,
sólo puedes molestar, reloj.
De Joaquín Enrique Areta (desaparecido a los 23 años en La Plata, el 29 de junio de 1978),
en Siempre tu palabra cerca, Secretaría de Comunicación Pública, 2011.