Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

martes, 24 de marzo de 2020

De NOTAS - Nota II

De NOTAS
(Calella de la Costa-París-Roma, agosto-octubre, 1979)

Nota II

ya que moría mañana
me moriré anteanoche/
con un cuchillito fino
voy a cavar el 76
para limpiarle las raíces a paco
las hojitas a paco
clavado al suelo como una mula rota

gente me quería ayudar/
después le toca al 77
para encontrar los ojos de rodolfo
como cielos terrestres
fríos fríos fríos
diseminados por ahí/
mirada vacía ahora

va a haber que trabajar
limpiar huesitos/que no hagan
negocio con la sombra
desapareciendo/dejándose ir
a la tierra ponida sobre
los huesitos del corazón/
compañeros denme valor/

la sombra vuela alrededor
como un objeto en mi pieza/
ni remedio que la pueda parar/
ni corazón ni nada/
ni la palabra nada/
ni la palabra corazón/
pañeros/compañeros.

Juan Gelman,
en Hacia el sur y otros poemas, Espasa Calpe, 1995.

lunes, 23 de marzo de 2020

Intemperie

Intemperie

La noche oficia de enfermera
entre los miserables que duermen en los bancos de la plaza.
Cada banco es un lecho sombrío,
la plaza entera, un asilo de expatriados.
Mendigos: allí fueron dejados a través de milenios
y allí permanecen, estoicos, todavía,
esperando que la muerte venga a despertarlos
o algún patrullero se los lleve.

De César Cantoni,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.112, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2018.

sábado, 21 de marzo de 2020

Cuarentena

Cuarentena

Puedo imaginar a las hormigas
En búsqueda desesperada de lonas
Y canastos de picnic

Puedo imaginar a las palomas
Esperando las migajas
Que pacientes ancianas supieran arrojarles

Puedo imaginar a las ratas
Y a las cucarachas
Deteniéndose impunes en las veredas
A observar tan desolador panorama

Puedo imaginar a las cotorras
Invadiendo los patios de las escuelas
Y llenando de murmullo las aulas abandonadas

Puedo imaginar a los perros callejeros
Desorientados sin tener a quién seguir
En búsqueda de afecto

No puedo imaginar a quienes no tienen techo
Ni siquiera el derecho
De formar parte de las estadísticas

Puedo imaginar al caracol
Y al alguacil, victoriosos
En el cruce de avenidas

Puedo imaginar a las mariposas suspendidas
Sobre las flores del cantero
Sin tener ningún apuro

No puedo imaginar a la humanidad
Sin su halo de prepotencia y egoísmo...

Puedo imaginar a los animales
Heredándolo todo
Mañana mismo

Por Félix Sánchez Durán.

Condenado

Condenado

Sabio el pueblo
Que puede anticipar
Aquello que sucederá
Y actúa en consecuencia

Humanidad tiene el pueblo
Que aun no sabiendo qué ocurrirá
Cuida de sí mismo
Como si el mañana dependiese de ello

Estúpido el pueblo
Que viendo aquello que le hace mal
Poco hace para cambiar
Y espera soluciones mágicas

Cínico el pueblo
Que continúa a sus anchas
Con total indiferencia
Sabiendo el mal que causa

Por Félix Sánchez Durán.

viernes, 20 de marzo de 2020

Después de veinte años

Después de veinte años

Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.

Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.

A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme.

Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.

Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.

Entraba en el trabajo.
La oficina
olía mal y daba pena.
Luego,
llegaban las mujeres.
Se ponían
a fregar en silencio.

Veinte años.

He sido
escarnecido y olvidado.
Ya no comprendo la noche
ni el canto de los muchachos sobre las praderas.
Y, sin embargo, sé
que algo más grande y más real que yo
hay en mí, va en mis huesos:

Tierra incansable,
firma
la paz que sabes.
Danos
nuestra existencia a
nosotros
mismos.

de Antonio Gamoneda,
en La poesía como herramienta, Edición digital - Omegalfa, 2018.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Buenas obras

Buenas obras

"tanta sangre le disteis de beber a la muerte/ que la muerte
visita vuestro hogar cada noche/ para exigiros una nueva
ofrenda"
Juan Rejano

Cuando dos carriles no bastan
cuatro

si cuatro no bastan
ocho

cuando no basten ocho...

El trabajo arruina el mundo escriben
algunos extremistas

Pero una vez que ya se ha destruido tanto
¿cómo dejar de destruirlo todo?

de Jorge Riechmann,
en El corte bajo la piel, Editorial Bitácora, 1994.

martes, 17 de marzo de 2020

palestina y el bumerán

palestina y el bumerán
(asamblea de palabras)

la trayectoria que describe una piedra que lanza
un muchacho cualquiera de trece años en una
calle cualquiera de ramala es proporcional al
curso que sigue un grito de libertad arrolladora

la parábola de un misil cualquiera que trata de
evitar la trayectoria de la piedra en la misma calle
de ramala es por tanto inversamente proporcional
a cualquier tipo de solución negociada al conflicto

en ocasiones un pueblo tomado al azar sobre el que
se ejerce un impulso genocida es capaz de no haber
aprendido en absoluto que también dicho pueblo elegido
comete genocidio cuando toma lo que no es suyo

el empuje de un tanque contra una casa cualquiera
de jenin trae consigo un efecto contrario que acciona
irremediablemente contra un mercado de telaviv
por tanto conducir a un pueblo a la desesperación
siempre ocasiona una trayectoria de efecto bumerán

de Francisco Cenamor,
en Asamblea de palabras, Ediciones Vitruvio, 2007.

lunes, 16 de marzo de 2020

Las seis dificultades

Las seis dificultades

Seis cosas son difíciles en este mundo:

hablar a la vez y ponerse de acuerdo;
emprender algo juntos y seguir juntos;
obtener y contentarse (o compartir);
estar en una situación crítica y tener buena cara;
poder y contenerse;
haber maldecido y honrar.

Anónimo (poema fulbe),
en Poesía anónima africana (Rogelio Martínez Furé Comp.), Fundación Editorial el perro y la rana, 2007. 

domingo, 15 de marzo de 2020

¡Ahorcad a los monarcas!

¡Ahorcad a los monarcas!

Lamberg, Latour —puñal, soga en sus cuellos,
y tal vez otros vengan detrás de ellos;
¡pueblo mío, a ser grande al fin empiezas!
Está muy bien, muy bien cortar cabezas,
pero han de andar más lejos tus abarcas—
¡Ahorcad a los monarcas!

Puedes segar la hierba noche y día,
que mañana la habrá donde hoy no había.
Puedes quebrarle al árbol su ramaje,
que ostentará después nuevo follaje;
hay que arrancarlos sin dejar ni marcas—
¡Ahorcad a los monarcas!

¿No has aprendido todavía, oh mundo,
a odiar al rey desde lo más profundo?
¡Si entre vosotros derramar pudiera
el odio indómito que mi alma fiera
hincha y agita como el mar las barcas!
¡Ahorcad a los monarcas!
No hay nada bueno que en sus pechos entre,
son malos ya desde el materno vientre,
su vida toda es infamia y sevicia,
su pérfida mirada el aire vicia,
la tierra en que se pudren cría charcas—
¡Ahorcad a los monarcas!

La patria es triste campo de batalla,
la muerte en ella con furor estalla,
aquí arde una ciudad, allá una aldea,
el aire, con los ayes, se caldea;
el rey con el dolor llena sus arcas—
¡Ahorcad a los monarcas!
Héroes, en vano vuestra sangre fluye
si la corona al fin no se destruye.
El monstruo alza otra vez la faz horrenda
y hay que empezar de nuevo la contienda.
¿Habrán ardido en vano las comarcas?
¡Ahorcad a los monarcas!

Amistad y piedad sean las leyes
para todos, ¡menos para los reyes!
Arrojo mi laúd, mi espada al viento,
y el cadalso usaré como instrumento
si nadie quiere ahorcar a los jerarcas—

¡Ahorcad a los monarcas!

1848

De Sándor Petöfi,
en Asalto al cielo - Antología poética, Fundación Editorial el perro y la rana, 2010.

sábado, 14 de marzo de 2020

La cruz de tiza

La cruz de tiza

La SA ya venía
Rastreando cual jauría 
Persiguiendo a sus hermanos.
Los dejan ante el jefazo
Saludando en alto el brazo.
La sangre mancha sus manos.

de Bertolt Brecht,
en Terror y miseria del Tercer Reich, ESPAEBOOK, 2014.

jueves, 12 de marzo de 2020

Oda al apagón

Oda al apagón

Ahora sí que es de noche
y tenebrosa
te acordás cuando el bando reclamaba
una sola confianza por ambiente
y de pocas bujías
el apagón es grande
y extendido
ahora sí que es de noche
y de noche todas las leyes son pardas
la libertad está como boca de lobo
la justicia no se ni las manos
el apagón es grande
y extendido
préstame tu luciérnaga de pueblo
su latido sin sombra
su foco inagotable
mirá si estamos todos
como perros guardianes
y después apágala
apágala después
soñemos con los ojos bien abiertos
hasta que llegue
inexorable
el día

de Mario Benedetti,
en Poesía armada, Agermanament, 1976.

miércoles, 11 de marzo de 2020

no quiero...

no quiero dormirme
temo a las pesadillas
y a todo aquello
que no puedo controlar

no quiero despertar
temo a la realidad
y a todo aquello
que me puede controlar

Por Félix Sánchez Durán.

martes, 10 de marzo de 2020

Adiós

Adiós

Señor de todas las cosas
que yo tuve escúchame.
Nada de lo que tenía
me sirvió para después.

Nada de lo que tenía:
ni la mirada más pura
ni el amor ni la esperanza
ni tan sólo la alegría.

Señor de mis ilusiones
perdidas hasta más ver.
Ojalá que en mi camino
no te cruces otra vez.

de José Agustín Goytisolo,
en Palabras para Julia y otras canciones, Editorial Laia, 1980.

lunes, 9 de marzo de 2020

Desacralizar el lenguaje...

Desacralizar el lenguaje
Desacralisar el lenguaje
Desacralisar el lenguage
Democratizar el lenguaje
Desakralizar el lenguage
Cambiar el mundo

Por Félix Sánchez Durán.

domingo, 8 de marzo de 2020

El derecho a la vida

El derecho a la vida

Una mujer no es un árbol de peras
inconsciente y fecundo del que caen los frutos
al mundo. Hasta los perales
se llenan un año y descansan al siguiente.
En los huertos descuidados cae la fruta
tibia y madura en el pasto, y los árboles se elevan
nudosos para regalo de los pájaros, a cuarenta pies de altura
entre espinas de una pulgada de largo,
que estallan con atavismo en la suave madera.

Una mujer no es una canasta en la que escondes
tus panecillos para mantenerlos calientes. No es una gallina
ponedora bajo la que deslizas huevos de pato.
No es la bolsa donde guardas el dinero
de tus hijos para usarlo después en tus guerras.
No es un banco donde tus genes ganan intereses
y mutaciones interesantes bajo esta lluvia
sucia. Tú tampoco lo eres.

Siembras maíz y lo cosechas
para comer o vender. Llevas las ovejas
a engordar a los pastos para enviarlas después
al matadero, por la carne. Partes la montaña
en dos para abrir un camino, excavas
las altas mesetas por carbón y dejas las aguas
barrosas por millas, por años.
Y los peces mueren, pero no son tuyos
hasta que te los quieres comer.

Pero ahora quieres legislar derechos mineros sobre la mujer.
Reclamas títulos sobre sus pastizales, para engordar el ganado;
sobre sus campos, para cultivar bebés como si fueran
lechugas. Y amas a los niños tan profundamente
que ninguno sufre hambre, ninguno llora
sin que le atiendan cuando la madre
trabaja, a ninguno le falta fruta fresca,
ninguno mastica plomo o tose hasta morir.
Y tus orfanatos están vacíos. Seguro que cada mediodía
tus mejores restaurantes les sirven bistec a los niños pobres.

En este mismo momento, a las nueve, una partera
le hace, sobre una mesa, un aborto
a una madre soltera de Texas que no puede obtener ayuda
del seguro. En cinco días morirá
de tétanos, y su niña llorará
y será llevada lejos. En la casa de al lado, el marido
y la mujer le clavan alfileres al hijo
que no quisieron. Y le explicarán
por horas lo malo que es,
y cómo le hace falta un poco de disciplina.

Todos nacemos de mujer, en la rosa
del vientre mamamos la sangre de la madre
y cada bebé que nace tiene el derecho de que lo amen,
como cada planta tiene derecho al sol. Cada niño que nace
sin amor es una deuda que ha de cobrarse
en veinte años con intereses, un odio
en busca de su blanco, un dolor
que causará dolor. Diez años de agua bajo los puentes
un niño grita, una mujer cae, una sinagoga es incendiada,
se forma un pelotón de fusilamiento, se aprieta
un botón rojo y el mundo arde.

Yo escojo lo que entra en mí; lo que se vuelve
carne de mi carne. Sin mis opciones, no viven la política
ni la ética. Yo no soy tu campo de maíz
ni tu mina de uranio; no soy tu ternera
de engorde, tu vaca de leche.
No me usarás como fábrica.
Los curas y los congresistas no son dueños
de acciones sobre mi vientre o mi mente.
Este es mi cuerpo. Si te lo doy
quiero que me lo devuelvas. Mi vida
es un derecho no negociable.

de Marge Piercy,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.125, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2018.