Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Escribir después de Auschwitz

 Escribir después de Auschwitz

“No nos está permitido conceder a Hitler
ninguna victoria póstuma”
—Emil L. Fackenheim

Escribir entonces
para no conceder más victorias póstumas a Hitler:
la claudicación de nuestra esperanza,
nuestro olvido de las víctimas,
el paso tuyo amargo tras las escaleras.

Escribir, entonces, con un puñal en las manos,
con una boca viva hablando en nuestra propia boca.

Denunciar a los culpables
y salir al mundo fieramente
con poco más que rabia entre las uñas
con que hacer reventar lo viejo en lo ya nuevo;
—y estrangular los respiros
                                                        de la desaparición.

de Enrique Falcón,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.31, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

viernes, 13 de noviembre de 2020

El grito redentor

El grito redentor

¡Nadie ha podido dominar mis iras!
Los hierros para mí no son barreras!
¡Yo me alzo sobre el mal y las mentiras!
¡Mi cerebro ha borrado las fronteras!

¡Y libre, frente al sol de la esperanza,
desde mi celda canto! ¿Quién sofoca
el ardor de mi sangre? ¿Quién alcanza
a detener el grito de mi boca?

¡El grito redentor que me ahogaría
si no saliera por la boca mía!

de Alberto Ghiraldo,
en La canción del deportado, Fernando Fé, 1929.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Con el libro sagrado en la mano...

Con el libro sagrado en la mano
No nos deja hablar
Con el libro antiguo en la mano
No nos deja ser
Dice cómo disponer
Dice cómo vivir
Dice quién siente qué
Dice qué se puede
Y qué nunca se podrá
No hablo de la Biblia
No hablo de la Torá
No hablo del Corán
Hablo de la primera edición
Del diccionario
De la Real Academia Española

Por Félix Sánchez Durán.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

La Canción del mendigo

La Canción del mendigo

Dos músicos errantes que la fatiga inclina
y llevan los andrajos mejores que la voz,
se apostan por las noches en la desierta esquina
y extienden los sombreros diciendo una canción.

Las ráfagas heladas azotan sus semblantes
y el viento rencoroso se ensaña en su dolor.
El viento los conoce. Son músicos errantes,
que vagan por las calles diciendo una canción.

Si por acaso el Creso de corazón vacío
en vez de una limosna les muestra su rigor,
no lloren;—¿por qué lloran?—no pueden tener frío,
no pueden tener hambre diciendo una canción.

Suplican al que pasa, le salen al camino,
le piden «un socorro, por el amor de Dios.»
¿Mas quién repara en ellos? Que cumplan su destino,
que vaguen por las calles diciendo una canción.

Vencidas de fatiga—¡tan larga fué* la espera!—
sus piernas vacilantes se rinden al dolor...
¡Mirad! son dos borrachos que ruedan por la acera
y muestran su alegría diciendo una canción!

Y si tras tanta angustia, sin encontrar abrigo,
robaran y vertieran su llanto en la prisión,
¿que harán en la miseria los hijos del mendigo?
¡Que imploren como el padre, que digan su canción!

de Manuel Ugarte,
en Poesías Completas, Casa Editorial Maucci, 1921.
*Del original.

CAMPOS DE OXACA

CAMPOS DE OXACA

Éste es el pueblo de la Calavera, el humilde Méjico
que asesinó a Fernando Maximiliano:
muchedumbre vuelta de espaldas a la Historia,
arrobada en el recuerdo de una derrota lejana
o de un oscuro crimen primeval.

Ante la iglesia de Tlacolula, una muchacha
de pechos hermosísimos, en cuclillas,
pregona su vendeja: pimienta y cacao.
Vagan lentos cebúes al fondo de la plaza.
Camiones van y vienen entre la polvareda.

Éste es el valle de la predilección
de quien quemara en Veracruz sus naves:
tierra de hombres de tierra, desde el origen expuesta
a un inclemente viento de obsidiana.
Como soles errantes, los amos extranjeros
se han ido sucediendo ante su rostro impávido.

Se eleva en alguna parte un seco tañido.
Cruza el espacio diáfano, sobre el sagrado promontorio
de Monte Albán, sobre los templos de Mitla;
reverbera en los muros de los viejos conventos
antes de ahogarse en las concavidades
de las antiguas tumbadas zapotecas.

Ésta es la tierra del Olvido. Éste, el pueblo que danza
en la llanura circundada de detritos volcánicos,
agitando sables que el óxido recama,
ocultando sus miradas indiferentes
bajo máscaras de venados o de conquistadores.
Éste es el pueblo de la Calavera.

de Jon Juaristi,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

martes, 10 de noviembre de 2020

El herido

El herido

Para el muro de un hospital de sangre.

I.

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía
de ensangrentadas puertas.

II.

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

de Miguel Hernández,
 en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.11, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Un hombre tras las rejas 1 UN HOMBRE TRAS LAS REJAS

1
UN HOMBRE TRAS LAS REJAS

"Para todas las cosas hay sazón"

ESTOY aquí. Un hombre tras las rejas.
Un hombre solo, abierto, desmembrado.
Un hombre con las manos rotas
y rotos los oídos y rota la palabra
y roto el pensamiento
y roto el ojo inmenso, febril, desorbitado.
Y roto el sexo entre los muslos rotos.
Un hombre tras las rejas. Deshecho. Mutilado.

Todo lo que había entero en mí,
todo lo que había intacto, erguido,
está roto. Lo mismo que la luz entre las rejas.
Irremediablemente roto. Destroncado.
Roto mi cráneo, fábrica de sueños.
Roto mi corazón, puño de angustia.
Roto mi costillar despavorido
y roto el dorso vertical y duro.
Un hombre tras las rejas. Enteramente roto.

Eunuco vacilante, mitad hombre, mitad niño.
Bestia entregada al yugo. Siervo desnucado.
Un hombre con su quebradura obsesionante,
sumido en la vergüenza de las rejas.
Un hombre hecho pedazos. Hecho trizas.
Talado como un árbol. Destruído*.
Un hombre tras las rejas. Roto. Roto.

de Carmen Natalia (Martínez Bonilla),
en Un hombre tras las rejas, Brigadas Dominicanas, 1962.
*Del original.

domingo, 8 de noviembre de 2020

CANCIÓN DEL CARPINTERO

CANCIÓN DEL CARPINTERO

Trabaja tu madera, carpintero!
El noble roble y el laurel glorioso.
Trabaja tu madera, que á la Vida
          Grato es tu oficio.

Labra con el sudor de tu faena
El pino familiar y el fúnebre ébano.
Trabaja tu madera, que á la Muerte
          Grato es tu oficio.

Haz en tu banco el industrioso mueble,
La prora esculpe del bajel intrépido,
Talla el trono del rey, y de las horcas
          La cruz siniestra.

Sálvanos de los vientos de la calle
—Odio, traición, envidias y calumnias—
Con el portal amigo donde husmean
          Hombres y lobos.

Canta y trabaja, carpintero, canta!
Tuyo es el bosque lírico y viviente,
El arca del caudal es obra tuya;
Pero el oro que guarda es sólo nuestro!

***

Trabaja tu madera, carpintero!
Mientras tu canto la tarea endulza
Mide la escuadra el ángulo preciso,
Surge fácil del torno el arabesco,
Corta á golpes certeros el escoplo,
Hunde el taladro su horadante espira,
Riza silbantes rizos el cepillo,
Y en la paz del taller se aspira el bálsamo
          De la madera.

***

Canta y trabaja, carpintero, canta
Pronto vendrá la noche y á tu puerta
El dolor suplicante y sollozante
          Dirá su angustia.

Al cariñoso amparo de tu lámpara,
En el reposo del taller fraterno,
Trabajarás con cuatro tablas rústicas
          El triste encargo.

Mañana á media tarde, por tu vía,
Mientras tu canto la tarea endulza.
Verás cruzar la procesión de siempre
          Con rumbo cierto.

***

Canta y trabaja, carpintero, canta!
Tuyo es el bosque lírico y viviente,
El ataúd que pasa es obra tuya...
Pero todo el dolor es sólo nuestro!

de Mario Bravo,
en Nuestro Parnaso - Colección de Poesías Argentinas (Cuarto Volumen), Ernesto Mario Barreda/Ediciones M. Gleizer, 1914.

sábado, 7 de noviembre de 2020

CONTABAS

CONTABAS una historia sobre la guerra      nuestra historia
una vieja historia      y aún debe ser contada
la historia de lo nuevo que huyó de lo viejo
de cómo el gran sueño se tensó y cambió
el navío de la esperanza se estremeció sobre el pecho del témpano
los afectos secretos flaquearon y vacilaron.
Así somos derribados juntos      así somos despedazados
en una temblorosa república      sus labios de vidrio
partidos      como si la grieta principal
no hubiera sido calculada desde el inicio en el poderoso patíbulo.

De Adrienne Rich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.10, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

viernes, 6 de noviembre de 2020

EL ÍDOLO

EL ÍDOLO

¡Oh, el incesante trueno
que estremece la tierra!
 ¡Oh, el rayo que aniquila!
 ¡Oh, el resplandor que ciega!

 Los ojos milenarios
 del Ídolo contemplan,
 desde la enhiesta cumbre
 la espantosa contienda.

 Tiene el oro en su seno
y en sus brazos la fuerza,
 y un reptil ponzoñoso
 enroscado en su lengua.

 El mar de fuego y sangre
 que hasta la cumbre llega,
 como un lebrel sumiso
 sus plantas lame y besa.

 Cuando en una haz se junten
 las angustias secretas,
 las hondas agonías
 y las mudas protestas,

 y ese haz equilibre
la vibradora flecha,
 que en las rígidas manos
 de la Justicia tiembla;

 y parta el dardo y llegue,
 rugiendo en su carrera,
 al Ídolo amasado
 con sangre y con miseria,

 y rotas sus entrañas
 a borbotones vierta
 todo el oro y el fango
 de las entrañas negras,

 entonces, encarnándose
 la pálida quimera,
 un sol de redenciones
 alumbrará al planeta.

de Ricardo Jaimes Freyre,
en Obra poética y narrativa, Plural Editores, 2005.

jueves, 5 de noviembre de 2020

SOLO PUEDES IR UN PASO POR DELANTE...

SOLO PUEDES IR UN PASO POR DELANTE
de la turba
pero cuando te alcancen
no tendrán piedad.
Si hay algo seguro en esta vida,
si la historia nos ha enseñado algo,
es que se puede matar a cualquiera
no sin antes haberlo humillado.
Sin que ninguna imagen de consuelo
cruce su cabeza.

de Ernesto González Barnert,
en Ningún hombre es una isla, Buenos Aires Poetry, 2019.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

convergencia

convergencia

si contarte mis penas
te hace daño
si contarte mis fracasos
si contarte mis dolencias
si contarte mis desvelos...
tampoco podré contarte mis sueños
porque eso, ¿dónde nos deja?

de Félix Sánchez Durán,
en Somos, Ferrero/Hartmann, 2020.

martes, 3 de noviembre de 2020

En comisaría

En comisaría

Conclusión de las autopsias realizadas

Hora va a ser de no buscarte y
entonces
qué pasa con tu señal horaria marcada en las tormentas
qué pasa con las novias perdidas por los cuartos
y qué con los poemas detenidos
la palabra en régimen de aislamiento
en cuanto casi todo ha sido ya canción y rabia
a quién deja su elegía
la caja de los muertos y el camino

con qué fusiles.

de Enrique Falcón,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.31, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Ayotzinapa

Ayotzinapa

Mordemos la sombra
Y en la sombra
Aparecen los muertos
Como luces y frutos
Como vasos de sangre
Como piedras de abismo
Como ramas y frondas
De dulces vísceras

Los muertos tienen manos
Empapadas de angustia
Y gestos inclinados
En el sudario del viento
Los muertos llevan consigo
Un dolor insaciable

Esto es el país de las fosas
Señoras y señores
Este es el país de los aullidos
Este es el país de los niños en llamas
Este es el país de las mujeres martirizadas
Este es el país que ayer apenas existía
Y ahora no se sabe dónde quedó

Estamos perdidos entre bocanadas
De azufre maldito
Y fogatas amasadoras
Estamos con los ojos abiertos
Y los ojos los tenemos llenos
De cristales punzantes
Estamos tratando de dar
Nuestras manos de vivos
A los muertos y a los desaparecidos
Pero se alejan y nos abandonan
Con un gesto de infinita lejanía

El pan se quema
Los rostros se queman arrancados
De la vida y no hay manos
Ni hay rostros
Ni hay país

Solamente hay una vibración
Tupida de lágrimas
Un largo grito
Donde nos hemos confundido
Los vivos y los muertos

Quien esto lea debe saber
Que fue lanzado al mar de humo
De las ciudades
Como una señal del espíritu roto

Quien esto lea debe saber también
Que a pesar de todo
Los muertos no se han ido
Ni los han hecho desaparecer

Que la magia de los muertos
Está en el amanecer y en la cuchara
En el pie y en los maizales
En los dibujos y en el río
Demos a esta magia
La plata templada
De la brisa

Entreguemos a los muertos
A nuestros muertos jóvenes
El pan del cielo
La espiga de las aguas
El esplendor de toda tristeza
La blancura de nuestra condena
El olvido del mundo
Y la memoria quebrantada
De todos los vivos

Ahora mejor callarse
Hermanos
Y abrir las manos y la mente
Para poder recoger del suelo maldito
Los corazones despedazados
De todos los que son
Y de todos
Los que han sido

2 de noviembre de 2014. Oaxaca

De David Huerta,
en Los 43 - Poetas por Ayotzinapa, Ana Matías Rendón Edición, 2015.

domingo, 1 de noviembre de 2020

CREPÚSCULO SENSUAL

CREPÚSCULO SENSUAL

Inquietudes inefables,
ponían sus largos estremecimientos,
en mis entrañas.
Había llovido…
El jardín se abría pomposo,
más verde, más carnal.
Las rosas, grandes y sangrientas,
se abrían –atónitas
de los truenos lejanos
al poniente.
Una ola de perfumes,
frescos de agua,
asaltó mis sentidos.

Y yo, puse mis manos
sobre las rosas,
aún mojadas de la lluvia reciente;
mis manos,
que temblaban, temblaban,
como las estrellas;
mis manos abiertas como pasionarias,
pálidas como pasionarias.
Tenían, mis manos, para las rosas,
una caricia inextinguible,
una larga caricia
de carne y espíritu.
El crepúsculo llenaba
de su sangre los senderos
‐venas henchidas,
que se abrían delante de mis ojos.‐
Ríos alucinantes
que el día llenaba
de su sangre de vencido.

Las rosas,
palpitaron entre mis dedos abiertos;
y fue una palpitación
de carne tibia,
carne estremecida y fragante.

‐Glorioso contacto
que rompió el dique
de los deseos abocados.‐
Y en aquella divina,
explosión de inquietudes
el alma se me hizo carne también,

carne trémula, enfebrecida,
que, en incomprensibles ansiedades,
se hundía, ahogándose,
en los ríos,
sangrientos, del crepúsculo.

de Lucía Sánchez Saornil,
en Poemas, Starm1919/elsetaproducciones, S/F.