Cómo ganar una guerra perdida:
Uno. Excavar trincheras
con palas, lapiceros, saxofones.
De las grietas, hacer cicatrices.
Dos. No llevar uniformes.
Cada cual adoptará el disfraz
que menos le ofenda.
Tres. No distinguir noche y día.
Permitir la soledad a quien la elija.
Adoptar perros y recién llegados.
Cuatro. Celebrar una fiesta
por cada trinchera. Llegará el enemigo
y no entenderá nuestro lenguaje.
Les será imposible la conquista:
ellos no aman a los perros mestizos
ni arrancan orgasmos a las palabras.
Perderemos la guerra de las mayúsculas
pero la vida está de nuestra parte:
lloramos y celebramos la brizna.
de Ana Pérez Cañamares,
en Viento Sur, n°140, junio, 2015.
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