Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

martes, 13 de diciembre de 2016

Frontera

Frontera

A Ana Rosa y José María Guelbenzu

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,
que fui -que soy- la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis- que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en ese tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

Yo, que vengo pagando mi imprudencia,
que le debo a mi prisa mi miseria,
que hube de trocear mi corazón en mil pedazos
para pagar mi puesto en el desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una vez a la frontera.

Yo, que tanto me había anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo para pagar
en monedas de sangre y de desdicha
qué pueden importar algunos años).
Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.

Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.
Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí -quizá lo vi-
pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.

Don Antonio era viejo
y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

De Francisca Aguirre,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Salvoconducto (Aria II)

Salvoconducto (Aria II)

Con pájaros somnolientos
y árboles por el viento atravesados
se levanta el día, y el mar
toma una copa espumosa a su salud.

Los fríos borboteaban hacia el gran agua
y la tierra firme pone promesas de amor
en la boca del aire puro
con flores frescas.

La tierra no quiere llevar un hongo de humo,
escupir criaturas ante el cielo,
acabar con lluvias y rayos de ira
con las voces inauditas de la perdición.

Con nosotros quiere ver despertar
a los hermanos de colores y a las hermanas grises,
al rey pez, a la alteza ruiseñor
y al príncipe de fuego salamandra.

Por nosotros planta corales en el mar,
a los bosques ordena guardar calma,
al mármol inflar la hermosa veta,
al rocío ir una vez más sobre las cenizas.

La tierra quiere tener un salvoconducto,
cada día desde la noche, al universo
para que amanezcan mil y una mañanas
en la gracia joven de la antigua hermosura.

De Ingeborg Bachmann,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Poemas de la cárcel

Poemas de la cárcel

Una broma
El Estado me alimenta con arroz,
habito sus palacios,
sus guardianes se turnan para servirme de escolta.
Contemplo sus montañas y sus ríos cuando quiero:
con tantos privilegios, un hombre
es realmente un hombre.

Una delegación inglesa en China
Los americanos se han ido; ahora
llegan los ingleses.
Se le da la bienvenida a la delegación
por todas partes.
Yo también soy un delegado
en una visita amistosa a China.
Sólo que la bienvenida que a mi me dan,
es otra.

Alerta en Vietnam
¡Mejor la muerte que la esclavitud!
En todo mi país ondean
nuevamente las banderas rojas.
Oh, lo que es ser un prisionero en un tiempo así.
Cuándo seré libre para tomar
mi puesto en la batalla.

Al escuchar moler arroz
Cuánto debe sufrir el arroz bajo el triturador.
Pero después de molido es blanco como el algodón.
A menudo le sucede lo mismo
a los hombres de este mundo:
el taller de la desgracia los convierte
en jade pulido.

de Ho Chi Minh,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

martes, 6 de diciembre de 2016

12 (La Junquera)

12
(La Junquera)

Carretera en huida.
¡Cómo lloran los niños
junto a ese baúl mundo
abierto en la cuneta!

Ya no hay sitio en la casa.
¿La única esta noche?

Un caballo se ha muerto
al borde del camino
y no lo han devorado
solamente las moscas.

Pronto llegará el día
con sus incertidumbres.
Hay alguien que regresa
a lo que no se sabe.
Otros siguen caminos
que nadie les señala.

Allá en la frontera
se alza una línea oscura...

De Ernestina de Champourcin,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Somos casi cuarenta millones de seres humanos...

Somos casi cuarenta millones de seres humanos.
No digo que sobre nadie.
Somos menos de noventa osos pardos.
Digo que faltan muchos.

De Jorge Riechmann,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Niños carboneros

Niños carboneros

Los niños carboneros
Pasan camino a la ciudad.
—¡Eh, carbonero!
Y van golpeando a los animales con un látigo enorme.

Los burros son muy flacos y viejos.
Cada uno carga seis sacos de carbón de leña.
La arpillera está toda remendada.
Los carbones caen.

(Hacia el anochecer viene una viejecita que los recoge, inclinándose
con un gemido.)

—¡Eh, carbonero!
Nada más que estas criaturas raquíticas
Van bien con estos burros derrengados.
La madrugada ingenua parece hecha para ellos...
¡Pequeñísima, ingenua miseria!
¡Adorables carboneritos que trabajáis como jugando!

—¡Eh, carbonero!

¡Cuando vuelven, vienen mordiendo un pan sucio de carbón,
Trepados en los animales,
Apostando carreras,
Bailando, bamboleándose en los arneses como espantapájaros
desamparados!

(1921)

de Manuel Bandeira,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Primavera de 1938

Primavera de 1938

Hoy, domingo de Resurrección, muy de mañana
una nevasca azotó de repente la isla.
Había nieve entre los setos verdes. Mi hijo
me llevó hasta un albaricoquero pegado a la tapia de la casa
apartándome de una poesía en la que denunciaba
a quienes preparaban una guerra que
al continente, a la isla, a mi pueblo, a mi familia y a mí
se nos puede tragar. En silencio,
cubrimos con un saco
el árbol a punto de helarse.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Y en eso llegó Fidel (canción)

Y en eso llegó Fidel

Aquí pensaban seguir
Ganando el ciento por ciento
Con casas de apartamentos
Y echar al pueblo a sufrir
Y seguir de modo cruel
Contra el pueblo conspirando
Para seguirlo explotando
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Tragando y tragando tierra
Sin sospechar que en la sierra
Se alumbraba el porvenir
Y seguir de modo cruel
La costumbre del delito
Hacer de Cuba un garito
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Diciendo que los cuatreros,
Forajidos, bandoleros,
Asolaban al país
Y seguir de modo cruel
Con la infamia por escudo
Difamando a los barbudos
Y en eso legó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

Aquí pensaban seguir
Jugando a la democracia
Y el pueblo que en su desgracia
Se acabara de morir
Y seguir de modo cruel
Sin cuidarse ni la forma
Con el robo como norma
Y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar
Se acabó la diversión,
Llegó el comandante
Y mandó a parar

De Carlos Puebla (Carlos Puebla y sus Tradicionales),
en Y diez años van, Jota Jota, 1969.

Sobre la denominación de emigrantes

Sobre la denominación de emigrantes

Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. No inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando el día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles, preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta nuestros refugios. Nosotros mismos
casi somos como rumores de crímenes que pasaron
la frontera. Cada uno
de los que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la ignominia mostramos que hoy mancha a nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
se quedará aquí. La última palabra aún no ha sido dicha.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

jueves, 24 de noviembre de 2016

En tiempos de la extrema persecución

En tiempos de la extrema persecución

Si sois abatidos,
¿qué quedará?
Hambre y lucha,
nieve y viento.

¿De quién aprenderéis?
De aquel que no caiga.
Del hambre y del frío
aprenderéis.

No valdrá decir:
¿No ha pasado ya todo?
Los que soportan la carga
reanudarán sus quejas.

¿Quién les informará
de aquellos que mueren?
Sus cicatrices y muñones
les informarán.

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.