Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Canción infantil

Canción infantil

¿Quién ríe, se ha reído?
Pues sí que se ha lucido.
Se ríe y han creído
que su razón ha habido.

¿Quién llora o ha llorado?
Llorar se ha terminado.
Si llora, por sentado,
que hay algo que ha ocultado.

¿Quién habla o se ha callado?
Si calla es denunciado.
Y si habla, ha silenciado
por qué al final ha hablado.

¿Quién juega tan temprano?
Si juega será en vano,
Ya se quemó la mano
con ese juego insano.

¿Quién muere, quién se ha muerto?
Quien muere, llega a puerto.
Si muere, ten por cierto,
que el caso queda abierto.

de Günter Grass,
en Poemas, Visor, 1994.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Círculos concéntricos

Círculos concéntricos

El profesor dibujó
dos círculos perfectos
y seguidamente dijo:
¿veis?, como una rueda.
El niño inquirió:
sí, como unos ojos.
El profesor respondió:
no, como una rueda.

de José María Gómez Valero,
en Once poetas críticos en la poesía española reciente (Enrique Falcón, coord.), Baile del sol, 2007.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Justicia correctiva

Justicia correctiva

El amo
necesita cien millones
para la próxima guerrita
de modo que pide
a su Alto Consejo
doscientos veinte millones
para salvaguardar la paz en el sur.

Pero sus consejeros
conocen bien el paño
y le demuestran
que su salvaguarda de la paz es una guerra
y para castigarle por ello
le conceden sólo cien millones justos
y ni un céntimo más.

de Erich Fried,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.8, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2012.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

martes, 25 de septiembre de 2018

Decidme

DECIDME:
¿veis en las calles el deambular de los sonámbulos,
el rostro amarillo de su muerte,
su obediencia?
¿Veis los tráficos, los ritos? ¿Veis
la clausura, la exclusión, las amenazas?
¿Veis la imposición y sus cadalsos?

Decidme:
¿a quiénes pertenecen estas calles?
¿Qué leyes regulan sus aceras y calzadas
y dictan el rumbo, la razón, de los pasos y las horas?

Decidme:
¿En qué momento decidimos,
si es que alguna vez lo decidimos,
acatar esta ruina,
aceptar como nuestra
esta derrota?

de José María Gómez Valero,
en Once poetas críticos en la poesía española reciente (Enrique Falcón, coord.), Baile del sol, 2007.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Saludo al hombre

Saludo al hombre

Con mayúscula escribo tu nombre y te saludo,
Hombre, mientras depongo mi femenino escudo
En sencilla y valiente confesión de derrota.
Omnívoro: naciste para llevar la cota
Y yo el sexo, pesado como carro de acero,
Y humilde (se delata en función de granero).
Brindo por tu adiestrada libertad, la soltura
Con que te sientes hijo claro de la natura
Y lector aplicado de aquel su abecedario
Que enseña el solo verbo que es interplanetario.

Mas no con gesto humilde, instintivo, anhelante,
Tu pecho se deforma en boca del lactante,
No se ajusta a tu carne pasajera belleza
Que se acrece con artes que lo son de pereza:
Tu juventud, más alta, se hace de pensamientos:
(Las ideas dan rosas y rosas los ungüentos…)
¿No eres el Desligado, Sire, por excelencia?
¡Salud! En versos te hago mi fina reverencia.

de Alfonsina Storni,
en Entre el largo desierto y la mar, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Piano y Tambor

Piano y Tambor

Cuando al romper el día en la orilla del río
me detengo a escuchar la voz de la selva,
oigo los tambores de la jungla telegrafiando
su místico ritmo,
urgente, crudo y palpitante como la carne sangrienta
todavía,
el ritmo de los tambores de la selva,
que habla de tiempos primitivos,
de la juventud de la tierra,
de cuando las fuerzas del hombre eran puras y gloriosas.

Oigo los tambores de la jungla, y veo en el sonido
a la pantera presta para saltar
al leopardo a punto de descargar su golpe.
Y oigo,
a los cazadores preparando sus arcos, sus flechas
envenenadas,
su guerra a muerte con la pantera y con el leopardo,
bajo el místico ritmo de los tambores
de la selva.

Y mi sangre brinca alborotada, corre por dentro
como un torrente de fuego,
arrasa los años, y de un golpe me encuentro
niño otra vez,
acurrucado como un lactante en el regazo
de mi madre,
vuelvo a la selva en la mística música de los tambores,
más allá del tiempo, cuando la tierra era fuerte
todavía
como una mujer paridora,
y el hombre podía con el león, y la sangre era
poderosa
como una piedra.
Y luego, el ritmo, el ritmo de los tambores de la selva
me lleva a pasear serenamente por el bosque,
contemplando las flores silvestres, las cálidas flores
de la selva,
rumorosas también con los místicos tambores.
Voy por la selva perdido del mundo de los hombres,
con una gota de agua colgada de un
fruto,
como un leopardo adueñado del bosque y de las
estrellas de la selva.
Y cuando estoy sereno, escuchando plácidamente
la música de las hojas verdes,
oigo llegar hasta la selva el sonido de un piano,
del piano
donde alguien toca un concierto sentimental, lleno de
lágrimas,
un concierto traído de tierras lejanas,
y la selva se me cierra con nuevos horizontes, limitada
por el diminuendo de las lánguidas notas del piano,
y el contrapunto y el crecendo del lejano concierto
van perdiendose en el rumor de la selva, disolviéndola,
hasta que toda la música termina en una frase aguda y
fina,
como la punta de una daga.

Y me siento extraviado en la mañana,
desconcertado en la selva, yendo
del piano al tambor, saliendo de una edad poderosa
hacia una más débil,
y no sé qué hacer allí, a la orilla del río, dubitando,
prisionero entre los delicados lamentos del concierto
y el místico ritmo de los tambores de la selva.

de Gabriel Ikara,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Mientras el sol ardiente...

Mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro
que tratas de proteger con tus manos.

Mientras la arena
quema tus pies desnudos
que hunden sus pasos
con la esperanza de dejar huella
de una historia infinita.

Mientras el cántaro rebosante de agua
encorva tu espalda pero no tu corazón,
deseoso de apagar la sed
de los que amas.

Mientras tu vientre
esconde, nutre y protege
el enésimo fruto de tu anhelo,
de un amor más verdadero y humano...

Otros, extraños y lejanos a ti,
a tu mundo y a tus problemas,
que nunca te han visto
ni saben quién eres...

Otros hacen programas
para dirigir tu futuro
y deciden según sus esquemas
cómo y cuándo tendrás que ser Madre.

Otros, usurpando tu derecho de palabra,
pensamiento y opinión,
codifican según sus intereses tu silencio,
pisotean tu dignidad de mujer
e ignoran tu privilegio
de Madre de la Humanidad.

Entonces,
mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro,
una fuerza nueva te nace dentro
y te empuja a presurar el paso
para dar vida a tu sueño milenario
de justicia y liberación.

de Elisa Kidane,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Ignominia

Ignominia

Mientras la hoja del alfanje avanzaba
Sobre el miedo atrincherado
El mundo desperezaba un párpado,
Vacilaba.
Y cuando el ojo de la cámara
Rasgó por fin el silencio
Un metódico vendaval ensangrentó
Para siempre las aguas y los campos.
Las altas conciencias que en el universo
El caos ordenan
Rescataron el sosiego en la fluidez
De urgentes relatorios
Y en la incierta estadística de los esqueletos
Ruanda cuenta aún los cráneos de sus hijos.

de Conceiçao Lima,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

martes, 18 de septiembre de 2018

Siberia propia

Siberia propia
(Extractos)

PORQUE YO venía del orgullo y prejuicio, de los amores
difíciles,
Lolita violada por la garra y el anzuelo en los ojos de perro
azul,
y por eso devenía juntacadáveres, conductora funeraria,
extrañamente viva aunque muerta en resaca:
mujer en guerra al borde de la náusea, desahuciada sin
remedio,
primero niña de provincias viviendo en un Chagall,
luego chica de seda artificial y gata callejera sobre tacones.
Dime si esto es un hombre, una mujer o un espectro
errabundo.
Pero no, sólo ganado o quimera era entonces.
Porque crecí entre los cachorros municipales
listos para el sacrificio, en marcha hacia el matadero;
hijos de la ira que se acurrucan en las jaulas
donde no siempre oyes ladrar los perros, el miedo te
ensordece
y la edad de la inocencia escribe su particular libro de la
selva.
Porque mis orígenes se encallan en el grito silencioso:
semilla para un cuerpo de mordedura blanca,
embrión que germina en el frío primero y por mayo nace,
en los sesenta ve la luz y retrocede del susto,
no asoma la flor primaveral sino la raíz alambre de espino.
Raíz salvaje que brota en los trenes rigurosamente vigilados
para después transitar con pasaporte falso en los vagones
de los humillados y ofendidos, de los inocentes en el
extranjero,
todos extraños en un tren peregrinando juntos,
atravesando la nubosidad variable que amenaza temor y
lluvia.

AHORA es cuando levanto la niebla en esta crónica del alba,
ahora antes que anochezca y te quedes dormido
sin dormirte del todo (no olvides las minúsculas).
Ahora en víspera de ejecución te escribo yo, poquita cosa,
pues la voz a ti debida se reclina en obediencia,
azul mío purísimo alquimista y libro de los conjuros.
Imagina mi juventud diezmada por la educación
sentimental,
mi juventud campana de cristal herido, mis deberes
especiales
limpiando las oficinas en el ministerio del miedo,
mi cuerpo para algunas bestias como última tentación de
Cristo.
Deshilacha la odisea de esparto donde me oscurecía
post merídiem como una Penélope con la costura terminada.
Cierra el telón de la violenta y divina comedia que se
estrena
una y otra vez en los teatros del vivir, en el arte de morir,
con las herramientas neolíticas y el oficio de vivir.
Imagíname en el vértigo sagrado de la ciudad y los perros
con sus despachos de hombres aunque perros,
con sus crímenes, su árbol de la ciencia, su mal metafísico
y su falso tratado de urbanismo aunque alimañas,
con su gran dinero papel mojado en billetes
y sus tres monedas tan falsas como acariciantes
aunque príncipes de Maquiavelo, aunque herederos de
Stalin.

SI AL ATARDECER llegara un mensajero, el olvidado más triste,
en su carroza de plomo candente con mi final de partida,
sabrás de golpe que toda la miel se ha terminado.
Si alguien vuela a deshoras sobre el nido del cuco
o si escucharas el canto del cisne a quemarropa,
entenderás esta salvaje oscuridad de noche dálmata.
Supongo que correrás a mi estancia saqueada entonces,
esa morgue escarchada de mi doble vida y mi letargo
múltiple,
y te recibirán la serpiente emplumada y la cama deshecha.
El corazón te dirá vuelva usted mañana y mañana
te sonreirá con su disculpa, te ofrecerá un billete de vuelta,
así que cada hora violeta regresarás con el salvoconducto
que te devuelva el pan conyugal o algún sucedáneo sin
levadura.
Como si fuera una palabra el amor, repetirás la palabra.
Como un dios que tiene sed, beberás de la lluvia amarilla.
Como los cipreses no creen en Dios, talarás el desierto y
después.
Como el padrino mafioso, te harás verdugo de ti mismo.
Como Ítaca no existe o todo lo contrario, te quedarás
muy quieto, lo mismo que tiembla una fiera mutilada.
Pobre amado mío, igual que guantes grises
calentarás tus sienes en las sábanas solas.

de Isabel Pérez Montalbán,
en Once poetas críticos en la poesía española reciente (Enrique Falcón, coord.), Baile del sol, 2007.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Tus ojos profetizan un dolor

Tus ojos profetizan un dolor

Como terreros, tres colinas de cenizas...
Mas decidme: ¿de quién son estas cenizas?

El mar obedecía ya sólo a los negreros
los negros se dejaban apresar
pese a los sortilegios de sus sonrisas
tocaban a rebato
a puntapiés en los vientres
de pasantes encinta:
y un toque de queda para corromper su agonía
los fuegos de la selva en especial causan malos sueños

En cuanto a mí
¿qué crimen habría cometido?
Si violara la luna
¿los resucitaría?
¿qué dolor tus ojos profetizan?

de Chicaya U´tamsi,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Moderna

Moderna

Yo danzaré en alfombra de verdura;
Ten pronto el vino en el cristal sonoro,
Nos beberemos el licor de oro
Celebrando la noche y su frescura.

Yo danzaré como la tierra pura,
Como la tierra yo seré un tesoro,
Y en darme pura no hallaré desdoro,
Que darse es una forma de la Altura.

Yo danzaré para que todo olvides
Y habré de darte la embriaguez que pides
Hasta que Venus pase por los cielos.

Mas algo acaso te será escondido,
Que pagana de un siglo empobrecido
No dejaré caer todos los velos.

de Alfonsina Storni,
en Entre el largo desierto y la mar, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Parlamento de los niños

Parlamento de los niños

La madre se sentó
con el hambre entre sus manos
y ahogó el amor en sus ojos.
Luego las moscas vinieron
a cantarle repulsivas canciones al oído.
Nosotros escuchamos la inagotable historia
De la lucha y el hambre.
Pero la Madre no cantó
al llegar el tiempo del canto
En la historia popular.
Ella sólo señaló a las moscas
Y nos pidió que tarareásemos
la misma canción musitada por las alas.
Cantamos la canción alada
mientras nos uníamos en la búsqueda.
Mosca y niño unidos en una misma canción
Madre y hojas caídas al tiempo
padre ausente,
desconocido.
Mientras ella sondea los zumbidos,
juntos los seguimos
Creamos unión
para develar los motivos de la mosca y el niño.
Así, en nuestros corazones
Están las vaporosas huellas de la mosca
Cuyas alas nos contaron historias
Del sentido de la vida y de a quién pertenecemos.
-Escuchamos en la radio que hay una crisis-
los miembros del parlamento exigen mayores salarios
Y nosotros no somos tomados en cuenta.
Al menos estamos a salvo de promesas ahogadas.
Habremos de debatir
a cámara abierta
con profusión de enfermedades
como Símbolo del electorado de las tumbas
y tasas demográficas ascendientes
como símbolo del electorado de los sobrevivientes.
Perros-gatos-ratas-moscas
Perros-gatos-ratas-moscas
Envíen emisarios a esta cámara
Aunque el debate se torne melancólico
¡Extravíos del lenguaje!
¡Hacen falta espacios!
-Simple ausencia de orden en el recinto-
Luego compartimos nuestros haberes:
Desde bolsillos llenos de sangre
hasta parlamentos de políticos
Juntos sobrevivimos
Al núcleo de largas sesiones
y caducos proyectos de ley
que ahora reptan
donde ayer hubieron de correr.

de Chenjerai Hove,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.
Traducción de Raúl Jaime Gaviria.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

La maica

La maica

no tiene piños.
Le han caído todos.
Por culpa del caballo primero
y          por la mierda de comida
del talego después.

Así la chupas mejor,
le decimos todos. 
La Maica está desdentada,
y          eso quizá influya en su voz,
una voz
que le viene
que ni pintada
para arrancarse por bulerías.

El Richard se asoma a la perlacha
cada noche,
después del recuento,
y          se pone a gritar:

¡Maica! ¡Esa Maica!
¡Cántanos algo! ¡Venga!

Ella se hace la loca,

¡Esa Maica bonita!
¡Venga! ¡Cántate una!

pero siempre acaba
por hacerle caso.

El picoleto de la garita
deja de pasear
de un lado para otro,
se apoya contra el muro,
pone encima su fusil,
enciende un truja
y          escucha en silencio
esa voz sin dientes
que nos muerde a todos
el corazón.

de David González,
en Once poetas críticos en la poesía española reciente (Enrique Falcón, coord.), Baile del sol, 2007.

lunes, 10 de septiembre de 2018

De Lewendood

De Lewendood

(Pretoria - Cuando la lluvia cuelga del cielo)
cuando uno del servicio civil cae como llovido del cielo
se inclina contra una tarde de verano hundiéndose
como huellas de coche, como fósforos
que palpitan y después son asesinados y
arden lentamente -
luego, detectives se agachan hacia sus maletines para
guardar sus revólveres de servicio y portacomidas
(mañana las migas serán sangrientas)
aquietan los abanicos de palma
van y se paran ante la ventana atentamente miran y dicen:
―está lloviendo‖
y aquí arriba en la prisión
hay un cuadrado de tierra
ventilado entre las paredes grises y altas
con el olor amargo y duro de algo húmedo
que se está quemando (¿o algo quemado
que lo están rociando?)
chilla una gaviota sus patas chamuscadas
y bandidos que esperan a que ella aletee
hacia las rejas
olfatee los pasajes de aire y diga:
¿Acaso llueve?
sólo después las flores empiezan a humear

de Breyten Breytenbach,
en Voces del sur - Aproximación a la poesía africana (Equipo Fénix comp.), Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.
Traducción de Raúl Jaime Gaviria.