Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

sábado, 20 de junio de 2020

El sonido del silencio...

El sonido del silencio
es toda la instrucción
Que recibirás

de Jack Kerouac,
en Poesía Beat, Editorial Buenos Aires Poetry,  2017.

viernes, 19 de junio de 2020

Lobos y ovejas (fragmento)

Lobos y ovejas (fragmento)

No seré nunca más prenda de nadie
Mucho menos de ti
pastor dormido contra el árbol
No debiste confiar en la oveja mendiga
No debiste confiar
en mis estúpidas aguachentas
Serás víctima de la oveja belicosa
Ya no habrá paz entre pastor y oveja

de Manuel Silva Acevedo,
en Lobos y ovejas, Galería Paulina, 1976.
(Proyecto Scriptorium Ex-Libris, ebray187, 2014)

jueves, 18 de junio de 2020

Lobos y ovejas (fragmento)

Lobos y ovejas (fragmento)

Yo, la tonta oveja,
nadie más ignorante que yo,
me pregunto
Quién tendrá piedad del lobo
y más todavía
Quién dará sepultura a lobo
cuando muera de viejo
miope y lleno de piojo

de Manuel Silva Acevedo,
en Lobos y ovejas, Galería Paulina, 1976.
(Proyecto Scriptorium Ex-Libris, ebray187, 2014)

miércoles, 17 de junio de 2020

¿Quién soy?

¿Quién soy?

soy el negro de mierda
que merece ser linchado
el anormal que no se deja ayudar
el salvaje que no quiere ser asistido

el bruto, ignorante y hueco
similar simio violento
entrégueselo a los jueces
que condenan según el domicilio

que juegan con la muerte
el carnaval de la mano dura
que está lleno de cómplices

soy el que vive gracias a los planes sociales
el que debe agachar la mirada
y hacerte sentir el maestro más alto

ese que no tiene un rostro
el deforme
el mogólico
el villero
el villero

soy mis amigos que murieron
sin saber cómo fue vivir
soy la humedad que se pudre en una celda
soy la rata más chillona
esa cosa sin voz
esa masa que chorrea grasa

mis dientes están chuecos
y no fui al teatro
ni me enamoré de la ópera
no me bañé en las aguas
de la familia Ingalls
ni sonrío con los chistes de Friends

me crié entre tiros, barro y chapa
el hambre era parte de la familia
la cárcel un futuro no muy lejano
pertenezco a la clase sin clase
los únicos dueños de las escobas
¿quiénes custodian la metrópolis?
¿quiénes limpian lo que vos no querés limpiar?
nuestro cansancio
permite que descanses
nuestra esclavitud
hace posible tu libertad.

de César Gónzalez (Camilo Blajaquis),
en Retórica al suspiro de queja, Ediciones Continente, 2015.

martes, 16 de junio de 2020

La ciudad sitiada

La ciudad sitiada

1

Con ira de pronto
la tarde revienta
en gritos de fuego,
en hierros que vuelan.
El humo se oye,
la sangre fermenta,
los cuerpos deshechos
deshacen la tierra.
De pronto con ira
la plaza revienta,
el tiempo se para,
la luz se despuebla.

2

Delante negro,
negro detrás.
Un negro cielo
y un negro andar
de infierno a infierno
sin avanzar.

3

Morena, al salir de casa,
ten buen cuidado,
los tiradores acechan
por los tejados.

Camina luego, morena,
pegada al muro,
como si todos tus pasos
fuesen el último.

Si al puente llegas, morena,
crúzalo al vuelo,
que no te espante el silbido
de los morteros.

Morena, no hables con nadie,
no te detengas,
cada esquina es una trampa,
la muerte es ciega.

Si no me encuentras, morena,
donde te espero,
o ya me habrán detenido
o me habrán muerto.

Mas tú no llores, morena,
no te lamentes,
nunca te des por vencida,
vence a la muerte.

de Conrado Santamaría Bastida,
en Cancionero de escombros con hoguera, Biblioteca Omegalfa, S/F.

lunes, 15 de junio de 2020

Cuando los muros del sentido común...

Cuando los muros del sentido común
Cárcel inmaculada
Son derribados
Huyen el visionario, el revolucionario
El intelectual, el poeta y el loco
Pero al ver al pueblo atónito
Sin poder escapar
Vuelven todos
Salvo el loco

Por Félix Sánchez Durán.

domingo, 14 de junio de 2020

Abrigo

Abrigo

Aquel tapado de armiño,
esta situación que vivimos, mi amiga,
estos recuerdos que siempre tendremos
y esta vida que juntos vamos haciendo.

Algún día, y digo por decirlo, tendremos
ese tapado de armiño;
será un tiempo más justo, forrado en lamé,
como el tapado del tango. Un tiempo sin olvido.

Ese tapado de lo que fue,
nos hará siempre felices, viejos golpeados;
y tendremos tiempo para el ocio, o para la melancolía
y nunca llegaremos a aburrirnos.

Esta noche espero contento y hacerlo
es como ganar la revolución; estaba escrito
que tu llegada sería como una caricia después de la pelea,
la alfombra de la victoria, el puño que consume la derrota.

Pronto será la hora de las brujas y de los secretos
y después veremos la luz y escucharemos juntos ese disco del tapado;
y comerás con apetito, con juventud y seguramente haremos el amor,
y estarás conmigo y no tendrás miedo a nada.

de Francisco (Paco) Urondo,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.78, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.

sábado, 13 de junio de 2020

Llamo a los poetas

Llamo a los poetas

Entre todos vosotros, con Vicente Aleixandre
y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra
tal vez porque he sentido su corazón cercano,
cerca de mí, casi rozando el mío.

Con ellos me he sentido más arraigado y hondo.
Y además menos solo. Ya vosotros sabéis
lo solo que yo soy, por qué soy yo tan solo.
Andando voy tan solo yo y mi sombra.

Alberti, Atolaguirre, Cernuda, Prados, Garfias,
Machado, Juan Ramón, León Felipe, Aparicio,
Oliver, Plaja, hablemos de aquello a que aspiramos:
por lo que enloquecemos lentamente.

Hablemos del trabajo, del amor sobre todo,
donde la telaraña y el alacrán no habitan.
Hoy quiero abandonarme tratando con vosotros
de la buena semilla de la tierra.

Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo.
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.

Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día
Abandonemos la solemnidad.

Así, sin esa barba postiza, ni esa cita
que la insolencia pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos, comprendidos, sentados,
de las cosas del mundo frente al hombre.

Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos
a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.

Ahí está Federico. Sentémonos al pie
de su herida, debajo del chorro asesinado,
que quiero contener, como si fuera mío
y salta y no se acalla entre las fuentes.

Siempre fuimos nosotros sembradores de sangre.
Por eso nos sentimos semejantes del trigo.
No reposamos nunca. Y eso es lo que hace el sol
y la familia del enamorado.

Siendo de esa familia, somos la sal del aire.
Tan sensibles al clima como la misma sal,
una racha de otoño nos deja moribundos
sobre la huella de los sepultados..

Eso sí: somos algo. Nuestros cinco sentidos
en todo arraigan, piden posesión y locura.
Agredimos al tiempo con la feliz cigarra,
con el terrestre sueño que alentamos.

Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luís, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino y la cosecha.

Si queréis, nadaremos antes en esa alberca,
en ese mar que anhela transparentar los cuerpos.
Veré si hablamos luego con la verdad del agua
que aclara el labio de los que han mentido.

de Miguel Hernández,
 en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.11, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

viernes, 12 de junio de 2020

Los Hijos de Nadie

Los Hijos de Nadie

El azar es un padre. Vive a modo
de esos pordioseritos, donde quiera:
En el embaldosado de la acera
de cualquier bulevar, codo con codo.

Paliducho y llorón, falto de todo,
di ayer con un recién nacido. Era
engendro de mujer, no ya de fiera
y estaba salpicado por el lodo.

¡Hijos: los de la sombra, los de nadie,
los que se tiran a la cuna, hacéos
como una gran constelación que irradie!

¡No cedáis ni a los gritos ni a los palos,
porque tenéis-ya que nacisteis reos
el supremo derecho de ser malos! 

de Federico Gutiérrez,
en Poesía anarquista en Mendoza para la Revolución Social (1918-1930) (María Cristina Saltari), XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.

jueves, 11 de junio de 2020

La familia argentina (canción)

La familia argentina

Viva la paz de nuestro hogar
Los chicos vienen de estudiar
Y nos sentamos a tomar café, y sonreímos
Mientras papá va a trabajar
Canto y me pongo a rasquetear
Mis lindas manos ya no pueden más, y no hay más crema

Pero igual
Hay algo primordial
Que es defender y amar
Nuestra familia argentina
Preservar la fe y la moral
Rezar y promover
Parejas bien constituidas

Llega papá sin saludar
Hoy me olvidé de cocinar
Por eso no nos vamos a pelear, prendé la tele
Los chicos saben respetar
No tienen vicios ni maldad
Siempre usan walkman, no les puedo hablar
Jamás me escuchan

Pero igual
Hay algo primordial
Que es defender y amar
Nuestra familia argentina
Preservar la fe y la moral
Rezar y promover
Parejas bien constituidas

Todos se fueron a acostar
La tele está por terminar
Ahora hay tiempo para conversar, traeme el diario.

Pero igual
Hay algo primordial
Que es defender y amar
Nuestra familia argentina
Preservar la fe y la moral
Rezar y promover
Parejas bien constituidas

Pero igual
Hay algo primordial
Que es defender y amar
Nuestra familia argentina
Preservar la fe y la moral
Rezar y promover
Parejas bien constituidas

Pero igual
Hay algo primordial
Que es defender y amar
Nuestra familia argentina
Preservar la fe y la moral
Rezar y promover
Parejas bien constituidas

Por Claudia Ruffinatti,
en Vale 4, Interdisc, 1986.

miércoles, 10 de junio de 2020

Dos panaderos

Dos panaderos

Ahí vienen los panaderos
Con engrudo en los calderos
Y tienen que hacer el pan.
Hacen panes con salvado...
No saben a qué sabrán.

de Bertolt Brecht,
en Terror y miseria del Tercer Reich, ESPAEBOOK, 2014.

martes, 9 de junio de 2020

Pájaros

No se trata de pájaros

Tenemos por costumbre
Con nuestro hijo
Alimentar a los pájaros
Con alpiste
Al salir del jardín

Aún no sabe
Que en otras partes del mundo
Los pájaros se alimentan
Con hijos e hijas
Que destroza un misil

Cuando crezca
Tal vez quiera / Ojalá quiera
Dejar de alimentar
A los pájaros

Por Félix Sánchez Durán.

lunes, 8 de junio de 2020

GUERRAS

GUERRAS

A veces me despierto angustiado
con el temor de que el sol no aparezca
y la noche perpetua me devuelva
al origen del universo
cuando según nos han enseñado
no existía el ser humano

solo me consuela pensar
que aún no se habrían inventado
las armas ni las guerras

de Fernando Sabido Sánchez,
en http://www.poesiasolidariadelmundo.com/search/label/Fernando%20Sabido%20S%C3%A1nchez-Espa%C3%B1a (24/2/20).

domingo, 7 de junio de 2020

HERMANOS ANTROPÓFAGOS

HERMANOS ANTROPÓFAGOS

Hermanos antropófagos,
Hombres del siglo XX.
Hombres civilizados, gritad:
¡Viva el Progreso!
Ya no nos devoramos los unos a los otros,
Nada más que los sueños.

de Álvaro Yunque,
en Cobres de 2 centavos, Reja, 1931.
http://www.alvaroyunque.com.ar/poesia/libros/alvaro-yunque-dos-centavos.html (7/5/20).

sábado, 6 de junio de 2020

CARTA MATERIALISTA A MI MADRE

CARTA MATERIALISTA A MI MADRE

1
Cuando salí de ti, madre, vi una luz de diamante,
vi manos rojas que me salvaban de la nada.
Oí mi propio aullido
de pequeño lobo,
desde entonces nocturno y solitario.
Sólo, entre manos que me trajeron a la vida,
solo, como aún estoy, entre brazos vivientes.
Esta es mi cruel contradicción:
los amores horizontales me dejan solo
y el amor vertical me hace yo mismo.
En asuntos de carne y huesos, amor mío,
la soledad existe. La de uno contra otro:
carne contra huesos, huesos contra carne.
Pero cuando de tu soberbio vientre
haces saltar a un monstruo
o a un poeta por décret des puissances divines
tu vientre se revuelve como pradera en terremoto.
tu soledad se vuelve tempestades,
sube el azufre a tus ojos
y se oyen las tinieblas.

2
Madre, yo no sé como escribirte
puesto que me escribiste tú a mí mismo.
Se te abrieron las caderas
y las piernas se te ampliaron como catedrales;
me pariste, según dices, a las cinco de la mañana,
la hora del alba y las resurrecciones.
Tú no querías que yo existiese,
ya éramos demasiados,
pero, a pesar tuyo, existí. Y soy el mejor y el peor.
Cuando nací, mamá, cinco soldados
me esperaban para apresarme.
El peor de todos: el tetero de ron puro:
el segundo: la soledad de ser el quinto:
el tercero: mi sensibilidad contradictoria:
el cuarto: mi inteligencia cruel y lúcida;
y el quinto: ah! Dans une ténébreuse et profonde uníté!
Mamá, no sé lo que me pasa,
estoy viendo cosas extrañas.
Te veo entre la noche, como si en vez de la vida
fueses la muerte misma, envuelta en sábanas,
o un arcángel salido de mis ojos
o mis ojos salidos de un arcángel.
Sin embargo, eres vida,
y yo pienso, mirándome en tí misma:
cómo se complementa la vida con la muerte!

3
Vida es dolor, mamá, ya tú lo sabes.
Podrá no ser dolor para los dueños del capital;
ésos no sienten, tienen dinero en los nervios,
se comen a sus semejantes con dientes de oro,
buscan siempre el término medio,
son mediocres,
no andan, como tú y yo, por los extremos.
Por los extremos se llega a la sabiduría.
Eso los haría sudar, morirse de miedo,
porque viven muertos de miedo a la vida.
Nosotros, con estremecimientos y desgracias
sabemos que la vida es pólvora
Et inpulverem reverterís
en polvo te convertirás
mas será en polvo enamorado.
Por mi parte, mamá, me haré humo,
volverán mis cenizas con los vientos del Sur
y se dispersarán más allá de la muerte.
Mi desgracia es no poder mentir.
De otro modo, sabiendo engañarme sutilmente
podría hablarte sólo de amor.

4
Esos envenenados sacerdotes
que me educaron con buen sueldo (para ellos)
son los culpables de mi culpa.

Con sus hábitos negros, con su aura negra,
sus pasos muertos, su olor de mezquindad.
su certeza de todo, su dogma entre las cejas,
su soledad envenenada de masturbadores,
su deseo de que el mundo
no sea este sino otro,
su cruz, de la que no son dignos
(pues Cristo la llevó, y ellos la venden
como los mercaderes del templo),
con todo ello, mamá, me construyeron.
Pero antes que ellos, tú me construíste
con una mezcla de sangre y pólvora,
y gracias a ella
no les doy paz a mis verdugos.
Ellos hablaban de Cristo todo el día,
pero si Cristo los viese
les daría látigo, les diría:
"Ay de mi Iglesia,
llena está toda de mercenarios!"
Y el pobre Pablo, con su cruz al revés
debió aprender que aun en la cruz
hay que mirar hacia la tierra.
Mirémosla nosotros, madre;
sólo desde la tierra se puede ver el cielo.

5
Mientras te escribo, mamá, oigo sonatas
escritas por un hombre
que no podía oírse a sí mismo.
Ludwig, o Ludovico, andaba con su muerte a cuesta
y no podía oírla.
¿Iré a ser yo tan desgraciado que no pueda
leer lo que mis manos de ti escriben?
Estoy ciego. No puedo ver la superficie
de las cosas. Sólo veo sus entrañas.
Adivino la esencia de los objetos,
la veo con mis dedos.
Es preciso, mamá, desordenar los sentidos,
realizar un inmenso y razonado
déreglement de tous les sens;
que el tacto oiga, que el olfato vea,
que el oído murmure, que el gusto se disguste
y que la vista toque con dedos cristalinos.
Sólo de la revolución de nuestros cuerpos
podrá surgir la de nuestros hermanos.
Yo no he ido a la guerrilla, mamá, pero algún día
puede ser que me vaya;
no soy fusil, pero sí sé matar
y también sé lo que es morir. He estado muerto.
He nacido otra vez, siempre de tu vientre,
siempre de ti, siempre de ti.
Recuerda que los vivos no viven de los muertos,
pero los muertos viven de los vivos.

6
Te acompaño, mamá, en todo tu amor.
Acompáñame tú en mi odio.
Detesto las sotanas, detesto los banqueros y las botas,
detesto el capital y sus encantadoras esterlinas,
odio la soledad de los borrachos
incluyendo la mía, por supuesto;
odio a los poetas
que, bien acompañados, cantan su soledad;
odio el dinero, y el dinero me odia,
no miro a los fascistas que me rodean,
aunque sí los huelo a distancia;
todos apestan a dinero y se asemejan
a curas asesinos.
¿Es un crimen matar a la muerte?
Según el Evangelio, hay que aguantar la bofetada
en una mejilla. Pero el Evangelio
no dice lo que pensará la otra mejilla.
La otra mejilla es el látigo del templo,
el odio a la mercadería,
el desprecio a los cortos de espíritu.
Pero la primera mejilla es también desprecio
pues nada hay más despreciable
que golpear a un encadenado.
Son tantas las cadenas, mamá!
Hay tantos cristos, tantos y tan pocos!
En esta igualación universal
que es el dinero
ya no hay quien sepa odiar
con verdadero amor.
Ya no hay quien dirija su corazón
hacia los otros;
tan sólo hay ojos para los objetos.

Tú me diste unos ojos, y así veo.
¿Acaso sabes lo que veo?
En vez de ojos me diste diamantes
que transforman todo cuanto miran.
Veo océanos angustiados,
ciudades y praderas inundadas,
veo muertos flotando en las alturas,
veo una horrible explosión
que acabará con todo, menos con mis palabras;
veo un piano que cae de los cielos,
arpas que vuelan, violas que descienden,
y aquella mandolina de mi padre.
La mandolina, ¿la recuerdas?
Sonaba como ángeles
y llenó mi niñez de fantasía.
La misma de hoy. Algo cansado y denso de recuerdos
poseo, sin embargo, fantasía.
Tengo el poder de transformar las cosas,
puedo hacer de un cuchillo una mirada,
puedo, solo, amarrarme a una silla y gritar,
tengo buena suerte y mala pata,
tengo manos que escriben tu milagro,
tengo tu soledad, tu amor, tu vida.
No descanses, mamá, sé siempre mía,
te necesito hasta la muerte.

1973

de Ludovico Silva,
en In Vino Veritas, Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.