Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

lunes, 24 de agosto de 2020

Tiempo VIII. (Mi corazón regresa a los hombres)

Tiempo VIII. (Mi corazón regresa
a los hombres)

Hambre nuestra que estás en la tierra,
santificada sea tu ausencia...

Oración de los tristes caballeros,
jinetes de su atávica amargura;
ansias que sólo ayuntan en sigilo
con la esquiva limosna de los fuertes...

Vida nuestra que estás de rodillas,
que el yugo tuyo maldito sea...

Desde estas cumbres donde ya ni el viento
es esencia tangible a la memoria,
desde estas catedrales que levantan
aciculares dientes al vacío;
pueblos de soloazul y mardefuego,
oigo la voz de un hombre que se queja;
desde esta sangre fiel a mi latido,
merced a la que acaso me descubro
como un milagro conseguido apenas,
oigo la voz de un hombre que se queja
y el empeño de Dios por derivarse
a la inicial altura de su Origen.
Desde esta casi muerte, a mi regreso
voy deseando a Dios en cada esquina
de este mundo ya prójimo en que tuve
que nacer sin quererlo.
Aquí en la Tierra
Dios reside en los hombres y es mi puesto
desertar de la luz de las estrellas
y renunciar a pájaro en la brisa.
¿El hambre es Dios?
Sí, padre. El hambre duele
como a una madre el fruto en que se sangra...
¿La sangre es Dios?
Sí. El mismo que se vierte
en el símbolo atávico. Y el Hombre
—llanto amargo o cristal de ungido Cristo—

el Hombre es el dolor y Dios, el Hombre.

de José Gerardo Manrique de Lara,
en Poesía Religiosa - Antología (Leopoldo de Luis), Alfaguara, 1969.

Tiempo VI. (Dios no responde)

Tiempo VI. (Dios no responde)

En el punto más alto de mi órbita
dolidamente grito y te reclamo,
oh Dios oculto, apenas ya posible.
Antes de mi regreso necesito
tu realidad conmigo. No te escondas.
Puedo ser mensajero de tu Gracia.
Dime que mi dolor llega a tu sangre,
triste Dios de los hombres, dame ahora
el cáliz de tu muerte en un instante.

Te pido mi derecho a la esperanza
porque quiero probarte y comprobarte,
porque quiero tenerte y contenerte,
decapitar la duda. Y si me hallare,
volverme uncido, al fin, a mi destino.
Cuando menos, será más leve el peso
de morir en la Tierra que te afrenta.
Sólo la fe, Dios mío, el pan tan sólo
para el hambre dispersa que en la Tierra
te niega, te maldice y te rescata.

de José Gerardo Manrique de Lara,
en Poesía Religiosa - Antología (Leopoldo de Luis), Alfaguara, 1969.

domingo, 23 de agosto de 2020

La Conquista

La Conquista

Hora es ya de que el pueblo cante su roja diana
y al campo del combate caiga como un león;
para abatir los yugos de la injusticia insana
y alzar los estandartes de la revolución.

Hora es de que en los yunques de una nueva campaña
repiquen los martillos de otra nueva canción
y arrojen los tormentos de la miseria humana
sobre los viejos tronos su luz de redención.

Hora es de que en las fábricas un himno se levante
tan fuerte como el bronce, como el dolor gigante,
largo como la tierra y enemigo del mal;

para que en hornos, minas y puertos y talleres,
jóvenes, hombres, niños y viejos y mujeres,
reclamen, a los déspotas, la dicha universal. 

de José de Maturana,
en Poesía anarquista en Mendoza para la Revolución Social (1918-1930) (María Cristina Saltari), XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.

sábado, 22 de agosto de 2020

HOMBRE

HOMBRE

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

de Blas de Otero,
en Poesía Religiosa - Antología (Leopoldo de Luis), Alfaguara, 1969.

viernes, 21 de agosto de 2020

En el vagón del subte...

En el vagón del subte...

En el vagón del subte todos leen con atención
sus periódicos;
estudiantes de la actualidad, sin duda.
Guerra en Vietnam, crisis en Medio Oriente,
[conflictos entre rusos y chinos.
Pero cuando el tren llega a la estación,
jóvenes y viejos se precipitan al andén;
parece que han sido simplemente
estudiantes de los programas de carreras.

Pero no todos:
un hombre permanece sentado,
lápiz en mano,
absorto en sus pensamientos,
haciendo un crucigrama.

de Charles Reznikoff,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

jueves, 20 de agosto de 2020

Tenían pies idénticos...

Tenían pies idénticos
Pero posturas distintas
Uno erguido, encorvado el otro
En la arena sus huellas
No eran las mismas

Por Félix Sánchez Durán.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Hora pico en el metro

Hora pico* en el metro

Mezclados
respiración y olores
tan unidos
mezclados
negros y blancos
tan cercanos
sin sitio para el miedo.

de Langston Hughes,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.77, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.
*En el original: punta.

martes, 18 de agosto de 2020

Canto a la esperanza

Canto a la esperanza

Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas,
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra,
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra
y tuve que ponerla en la memoria
como se pone un hijo
con esa rabia dulce
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre,
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos,
la arrastré hasta el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre,
para que entendiera de una vez por todas
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme,
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales,
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera,
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos,
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.

de Roberto Jorge Santoro,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.118, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2018.

lunes, 17 de agosto de 2020

Manos juntas

Manos juntas

No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy prendido a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero nutren grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos de manos juntas.

No seré el cantor de una mujer, de una historia,
no diré los suspiros al anochecer, el paisaje visto desde la
[ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres
[presentes,
la vida presente.

de Carlos Drummond de Andrade,
en 50 poemas escogidos, Fundación editorial el perro y la rana, 2008.

domingo, 16 de agosto de 2020

LA PRINCESA, LA NIÑA POBRE Y LA MUERTE DE LA TIERRA

LA PRINCESA, LA NIÑA POBRE
Y LA MUERTE DE LA TIERRA

La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Ha perdido
su risa. Su boca está seca. La boca humana se cerró. Las palabras
que decían son silencio, en el polvo de la muerte que todo
lo convierte en memoria sin sudor…
¿Dónde está la risa de la princesa de la infancia? ¿Dónde está la infancia
de quienes nunca tuvieron princesas de cuentos y poemas
ni una infancia abierta a la mañana abierta
como un río de estrellas en el final de la noche…?
La princesa está triste. La niña de la pobreza que se come sus dedos
está triste. Mañana se comerá su mano, su brazo, su hígado, su corazón.
Mañana se comerá la mañana. ¿Habrá mañana…?
La princesa está perdida en la niebla de los sueños. La niña de la pobreza
está perdida y olvidada y vejada en la oscura luz de la pobreza…
La pobreza de los sueños. La pobreza de la realidad sin sueños. La pobreza
de la vida que se vive en la muerte…
Allí están los cielos. Opacos. Opacos…
Aquí está la tierra. ¿Han visto la tierra con ojos de tierra?
La tierra está triste. ¿Qué tendrá la tierra?
La tierra está pobre. ¿Quién trajo la pobreza?
¿Dónde está la riqueza que hizo la pobreza?
¿Qué fue de los sueños de la princesa?
¿Dónde está enterrada la niña de la pobreza?
¿En la tierra sin cielos? ¿En la tierra sin tierra?
¿Quién, dónde y cómo? ¿Por qué se entierra a la tierra?
¿No habrá una pasión de alegría para la triste princesa?
¿No habrá labios de amor para la niña de la pobreza?
¿Alguien le dirá a la muerte que si la tierra se muere
ni siquiera habrá muerte...?

de Vicente Zito Lema,
en Poemas - Memoria en palabras, Ministerio de Educación, 2012.

sábado, 15 de agosto de 2020

Benefacción

Benefacción

Piedad para los equivocados, para
los que apuraron el paso y los torpes
de lentitud. Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo, para los que supieron
callar a tiempo o no pudieron mover
un dedo; perdón por los desaires con que me trata
la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón
por el campo que crece en estos espacios de la época
trabajosa, soberbia. Perdón
por dejarse acunar entre huesos
y tierras, sabihondos y suicidas, ardores
y ocasos, imaginaciones perdidas y penumbras.

de Francisco (Paco) Urondo,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.78, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.

viernes, 14 de agosto de 2020

La Voz del pueblo

La Voz del pueblo

Fuimos la enorme y funeral canalla,
la que en los vastos campos de batalla
derrama, delirando, su heroísmo,
para elevar a aquél que la avasalla
y viste su rencor de patriotismo;
fuimos, la enorme y funeral canalla
que ofrece su sonrisa a la metralla.

Fuimos la multitud ciega y vencida
que de los campos y los bosques cuida;
la que en los rudos llanos, sin desdoro,
para engordar al grupo que la olvida,
prepara el fruto y las espigas de oro;
fuimos la multitud ciega y vencida
que muere de hambre y que reparte vida.

Fuimos la oscura plebe fascinada
que en la nave del templo arrodillada
se resigna, al horror de su destino,
y que ante el oropel de la fachada
inclina su humildad y abre camino;
fuimos la oscura plebe fascinada
que adora la injusticia consagrada.

Fuimos el triste y colosal rebaño
que entorpecido por un sueño extraño
construye los palacios inauditos,
el que sufre y trabaja todo el año
para aumentar el bien de los ahítos;
fuimos el triste y colosal rebaño
sumido en las tinieblas de su engaño.

Fuimos el nervio, la pasión, la brava
bestia que arrastra el peso que la enclava,
la que aparta los montes, el atleta
que con potentes músculos socava
las oscuras entrañas del planeta;
fuimos el nervio, la pasión, la brava
fuerza dueña del mundo y de él esclava.

Pero hoy aquella sierva escarnecida
a los esclavos del dolor convida
a conquistar con su porción de holgura
la gloria inmarcesible y merecida
de hacer del mundo, oasis de ventura;
pero hoy aquella sierva escarnecida
puede, en un gesto, renovar la vida...

Vamos hacia la cumbre donde ondea
el estandarte rojo y nuestra idea...
Vamos a libertar a los humanos
y a difundir la aurora que clarea
sin tasa para todos por los llanos...
¡El estandarte que en la cumbre ondea
signo de paz y de concordia sea!

de Manuel Ugarte,
en Poesías Completas, Casa Editorial Maucci, 1921.

jueves, 13 de agosto de 2020

CANCIÓN DE LA DEBILIDAD DE LOS DIOSES Y DE LOS BUENOS

El alma buena de Se-Chuan

INTERMEDIO ANTE EL TELÓN

Entra Shen-Te. Lleva en la mano la máscara y el traje de Shui-Ta y canta.

CANCIÓN DE LA DEBILIDAD DE LOS DIOSES Y DE LOS BUENOS

En nuestro país
Quien quiera demostrar que es un ser útil
Necesita suerte
Y grandes influencias.
Pero los buenos
A nadie tienen y los dioses son impotentes.

¿Por qué los dioses no tienen acorazados, tanques,
Cañones, submarinos, fortalezas volantes,
Para hundir a los malos y salvar a los buenos?
Ellos y nosotros nos quejaríamos menos.

Se coloca el traje de Shui-Ta y da unos cuantos pasos imitando la forma de caminar
de aquél.

Los buenos
Poco tiempo pueden ser buenos en nuestro país.
Cuando la fuente queda vacía riñen los comensales.
Los mandamientos de los dioses
Nada pueden contra la carestía.

¿Por qué los dioses no van a los mercados
Y distribuyen alimentos a manos llenas?
Con el vino y el pan reconfortados
Por fin seríamos buenos y fraternales.

Se coloca la máscara de Shui-Ta y canta imitando su voz.

Para poder comer todos los días
Hay que ser feroz como los fundadores de imperios.
No es posible socorrer a un desdichado
Sin aplastar a otros doce.

¿Por qué los dioses no pregonan hasta las altas nubes
Que los buenos un mundo bueno merecen?
¿Por qué a los buenos con tanques y cañones no socorren
Gritando: ¡Fuego! Pongamos fin a sus dolores?

de Bertolt Brecht,
en Teatro Completo, Ediciones Nueva Visión, 1971.

miércoles, 12 de agosto de 2020

martes, 11 de agosto de 2020

O.E.A.

O.E.A.

El Presidente de mi país
se llama hoy por hoy Coronel Fidel Sánchez
                  Hernández
Pero el General Somoza, Presidente de Nicaragua,
también es Presidente de mi país,
Y el General Stroessner, Presidente del Paraguay,
es también un poquito Presidente de mi país, aunque
          menos
que el Presidente de Honduras o sea
el General López Arellano, y más que el Presidente
            de Haití,
Monsiur Duvalier.
Y el Presidente de los Estados Unidos es más
                                 Presidente de mi país
que el Presidente de mi país,
ese que, como dije, hoy por hoy
se llame Coronel Fidel Sánchez Hernández.

de Roque Dalton,
en A la revolución por la poesía, Ediciones de la Esc. Preparatoria N°8, 1983.