Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

martes, 10 de septiembre de 2019

El INRI de los paisajes

Epílogo

Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las
montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás
soñó que habían unas flores, que habían unas
rompientes, un océano subiéndolos salvos desde
sus tumbas en los paisajes. No.
Están muertos. Fueron ya dichas las inexistentes
flores. Fue ya dicha la inexistente mañana.

De Raúl Zurita,
en INRI, Visor Libros, 2004.

Sebastián Acevedo

Sebastián Acevedo

Sólo veo al inmolado de Concepción que hizo humo
de su carne y ardió por Chile entero en las gradas
de la catedral frente a la tropa sin
pestañear, sin llorar, encendido y
estallado por un grisú que no es de este Mundo: sólo
veo al inmolado.
Sólo veo ahí llamear a Acevedo
por nosotros con decisión de varón, estricto
y justiciero, pino y
adobe, alumbrando el vuelo
de los desaparecidos a todo lo
aullante de la costa: sólo veo al inmolado.
Sólo veo la bandera alba de su camisa
arder hasta enrojecer las cuatro puntas
de la plaza, sólo a los tilos por
su ánima veo llorar un
nitrógeno áspero pidiendo a gritos al
cielo el rehallazgo de un toqui
que nos saque de esto: sólo veo al inmolado.
Sólo al Bío-Bío hondo, padre de las aguas, veo velar
al muerto: curandero
de nuestras heridas desde Arauco
a hoy, casi inmóvil en
su letargo ronco y
sagrado como el rehue, acarrear
las mutilaciones del remolino
de arena y sangre con cadáveres al
fondo, vaticinar
la resurrección: sólo veo al inmolado.
Sólo la mancha veo del amor que
nadie nunca podrá arrancar del cemento, lávenla o
no con aguarrás o sosa
cáustica, escobíllenla
con puntas de acero, líjenla
con uñas y balas, despíntenla, desmiéntanla
por todas las pantallas de
la mentira de norte a sur: sólo veo al inmolado.

de Gonzalo Rojas,
en http://www.poesiasolidariadelmundo.com/search/label/Gonzalo%20Rojas-%20Chile

Yo pisaré las calles nuevamente (canción)

Yo pisaré las calles nuevamente (canción)

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.

Yo, unido al que hizo mucho y poco,
al que quiere la patria liberada,
dispararé las primeras balas
más temprano que tarde, sin reposo.

Retornarán los libros, las canciones,
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.

Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo
a una vida cegada en La Moneda.

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

De Pablo Milanés
en La Vida No Vale Nada, Movieplay, 1976.

Al presidente de Chile, Salvador Allende

Al presidente de Chile, Salvador Allende

No los creáis, cubría
su rostro la misma máscara. 
La lealtad en la boca,
pero en la mano una bala.
Al fin, los mismos en Chile
que en España.

Ya se acabó. Mas la muerte,
la muerte no acaba nada.

¡Mirad! Han matado a un hombre.
Ciega la mano que mata.

Cayó ayer. Pero su sangre
hoy ya mismo se levanta.

de Rafael Alberti,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.21, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

El quinto día de una huelga de hambre

El quinto día de una huelga de hambre

Si no consigo expresar bien, hermanos, 
Lo que quiero decirles, 
Tendrán que disculparme: 
Siento algunos mareos, 
me da vueltas un poco la cabeza. 
No es el alcohol. 
Apenas, es un poquito de hambre. 

Hermanos, 
Los de Europa, los de Asia, los de América: 
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre. 
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo, 
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca, 
lucientes como estrellas, 
En tanto que sus manos 
son una sola mano estrechando la mía, 
como la de mi madre, 
como la de mi amada, 
como la de mi vida. 

Hermanos míos: 
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron, 
Ni a mí, ni a mi país, 
ni tampoco a mi pueblo. 
Del mismo modo que los quiero a ustedes, 
ustedes quieren a los míos, lo sé. 
Gracias, hermanos, gracias. 

Hermanos míos: 
Yo no tengo la intención de morir. 
Si soy asesinado, 
Sé que entre ustedes seguiré viviendo: 
Yo estaré en los poemas de Aragón 
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso, 
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson 
Y, sobre todo 
y lo que es más hermoso: 
Yo estaré en la triunfante risa del camarada, 
Entre los cargadores portuarios de Marsella. 
Para decirles la verdad, hermanos, 
Yo soy feliz, feliz a rienda suelta. 

De "Últimos poemas 1959-1960-1961" 
Versión de Fernando García Burillo 
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000) 

De Nazim Hikmet,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.20, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Civil y Soldado

Civil y Soldado

Mi espectro se levantó de entre la lluvia de plomo,
y declaró “soy un civil” logrando tan sólo
acrecentar tu miedo. ¡Mas cómo habría
de levantarme, yo, un ser de esta tierra, en aquella hora
de muerte impasible! entonces pensé:
tu batalla no es de este mundo.

Inmóvil permaneciste
por ambas eternidades, y yo aprendí, sin duda, la lección
en tus prácticas de combate sigiloso.
No dejes que un indeciso neutral vaya en la retaguardia,
pues tras de ti se abrasará la tierra. Mi dilema civil,
que aparece de nuevo atrincherando la tierra,
bajo el ritual de plomo de tus más ávidos amigos,
te abismó aún más en la confusión y cuando
me prestaste el arma para protegerme y la
muerte me guiñó el ojo, tu promesa
y todo tú se esclarecieron ante mí.

En el curso de mi vida

espero encontrarme algún día
de nuevo con tu espectro en la trinchera,
anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
y te habré de disparar certero y justo
con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
solitaria pregunta, "¿sabes amigo, incluso ahora,
el por qué de todo esto?"

De Wole Soyinka,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.43, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Perseguido por buenas razones

Perseguido por buenas razones

He crecido hijo
de gente acomodada. Mis padres
me pusieron un cuello almidonado, me educaron
en la costumbre de ser servido
y me instruyeron en el arte de dar órdenes. Pero
al llegar a mayor y ver lo que me rodeaba,
no me gustó la gente de mi clase,
ni dar órdenes ni ser servido.
Abandoné mi clase y me uní
al pueblo llano.

Así,
criaron a un traidor, le educaron en sus artes, y ahora
él los delata al enemigo.

Sí, divulgo secretos. Entre el pueblo
estoy, y explico
cómo engañan, y predigo lo que ha de venir,
pues he sido iniciado en sus planes.
Descuelgo la balanza de su justicia y muestro
sus pesas falsas.
Y sus espías les informan
de que yo estoy con los robados cuando
preparan la rebelión.

Me han advertido y me han quitado
lo que gané con mi trabajo. Como no me corregí
me han perseguido,
y aún había en mi casa
escritos en los que descubría
sus planes contra el pueblo. Por eso
dictaron contra mí una orden de detención
por la que se me acusa de pensar de un modo bajo, es decir,
el modo de pensar de los de abajo.
Marcado estoy a fuego, vaya a donde vaya,
para todos los propietarios, mas los no propietarios leen la orden de detención
y me conceden refugio. A ti te persiguen,
me dicen,
por buenas razones.

(1939)

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

La cicatriz

La cicatriz

Don Juan a Don Diego hirió,
y aunque arrepentido luego
curó Don Juan a Don Diego,
la cicatriz le quedó.
De esto a inferir vengo yo
que nadie, si es cuerdo y sabio,
debe herir ni aun con el labio,
pues aunque curarse pueda,
siempre al ultraje le queda
la cicatriz del agravio.

De Miguel Agustín Príncipe,
en Luisa H. Martínez, Lenguaje y Literatura, Editorial Tor, 1940.

El lobo y el cordero

El lobo y el cordero

El lobo y el cordero llegaron a un arroyo,
el lobo atormentado más de hambre que de sed,
y entre lobo y cordero sobrevino este diálogo,
que a mí me suena como sobrevenido ayer:
-Súbdito miserable, morirás, pues el agua
que yo, tu rey, bebía, te atreviste a enturbiar,
-¿Cómo, señor, haceros tal injuria he podido
estando más abajo que vuestra majestad?
-Si no lo has hecho ahora, lo hiciste hace seis meses.
-Señor, si todavía de edad no tengo dos
-Pues si tú no lo has hecho, tu padre es quien lo haría,
y es justo que ahora mismo sufras la expiación.
Así diciendo, el lobo, sin conciencia ni entrañas,
hizo al cordero víctima de su voracidad;
que siempre los tiranos, a falta de razones
para oprimir al justo, razones falsas dan.

De Antonio de Trueba,
en Luisa H. Martínez, Lenguaje y Literatura, Editorial Tor, 1940.

Bárbaro

Bárbaro

Es la palabra la que me sostiene
y golpea en mi caparazón de cobre amarillo
donde la luna devora en la sopanda de la herrumbre
los huesos bárbaros
de cobardes animales merodeadores de la mentira.

Bárbaro
del lenguaje sumario
y nuestros rostros bellos como el verdadero poder quirúrgico
de la negación

Bárbaro
de los muertos que circulan por las venas de la tierra
y vienen a veces a partirse la cabeza contra las paredes de nuestras orejas
y los gritos de rebelión nunca escuchados
que giran al compás y con los timbres de la música

Bárbaro
el artículo único
bárbaro el tapaya
bárbaro la anfisbena blanca
bárbaro yo la serpiente que escupe
y me despierta de mis putrecibles carnes
de pronto salamanquesa voladora
de pronto salamanquesa listada
y me adhiero tan bien a los lugares propios de la fuerza
que para olvidarme tendréis que
arrojar a los perros la carne velluda de vuestros pechos

De Aimé Césaire,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.69, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.

Un Atlas del mundo difícil

Un Atlas del mundo difícil

He aquí el mapa de nuestro país:
Aquí está el Mar de la Indiferencia, esmaltado de sal
Este es el río nocivo, que fluye de arriba abajo
cuyas aguas no nos atrevemos a probar
En este desierto se han plantado misiles como bulbos
Aquí está el granero de las granjas hipotecadas
Este es el lugar donde nació el chico del rock
Ese es el cementerio de los pobres
que murieron por la democracia. Aquí el campo de batalla
de una guerra del siglo diecinueve Es un afamado cementerio
Esta es la ciudad marítima mítica e histórica donde
las flotas pesqueras fueron a la quiebra
aquí, en el muelle, es donde se trabajaba congelando los peces
troceados con una paga por horas sin ganancias
Aquí vemos otros campos de batalla Centralia Detroit,
los antiguos bosques primitivos los filones de cobre,
las minas de plata
Aquí están los suburbios. El silencio de las calles sube
como el humo
Esta es la capital del dinero y del sufrimiento; sus torres
se destripan en el aire cálido, sus puentes semiderruidos
sus hijos marchando sin rumbo por ciegos callejones rodeados
con rollos de alambres de espino
Prometí enseñarte un mapa y me dices que es un mural
bueno, aunque lo sea, se trata de pequeñas diferencias
todo depende del ángulo desde el que lo miremos

De Adrienne Rich,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.10, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Poesía

Poesía

Desde el momento
en que pienso en las aves,
pienso en su vuelo
(aunque los pingüinos no vuelan).

Desde el momento en que me hacen pensar
en un color y una herramienta,
en un martillo rojo pienso.

***

Me doy cuenta que mis palabras
Nunca podrán ser revolucionarias.
Si tan sólo pudiera pensar
sin las palabras
que me llegan a diario...

Quisiera experimentar,
algún día,
vivir en libertad.

Por el momento
me tengo que conformar
con mis faltas de ortografía
y la poesía.

de Félix Sánchez Durán,
en Radiografías, Mónica Graciela Ferrero/Félix Sánchez Durán Ed., 2019.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Esta época instruida

Esta época instruida

Esta época instruida
Se tira pedos
Esta época instruida
Camina despacio
Esta época instruida
Se acuerda de sus abuelas
Esta época instruida
Toma diuréticos, presión arterial alta,
Vigila la sal y el azúcar
Esta época instruida come menos carne, -algunos-
Hace una década que dejaron de fumar
Unos dejan el café, otros lo toman fuerte
Esta época instruida presenció
Los funerales de sus mejores amigos, llamó a
Hijas y nietas por teléfono
Unos conducen, otros no, unos cocinan,
Otros no
Esta época instruida
A menudo
No dice nada.

Munich, 5 de noviembre, 1993.

de Allen Ginsberg,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.13, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.


Los lobos

Los lobos

Oigo a los lobos
Están muy cómodos al abrigo de sus casas de campo
Miran ávidamente la televisión
Durante horas, cuentan en voz alta los cadáveres
y cantan a todos los vientos su reclamo

Veo a los lobos
Comen de a trece la caza del día
eligen a mano alzada el Judas de turno
Durante horas, beben sangre pueblerina
todavía joven, ligeramente afrutada
para derrotar el vestido
la sangre de una tierra donde descansan pilas de huesos

Oigo a los lobos
Apagan la luz a medianoche
y violan legalmente a sus mujeres

De Abdellatif Laâbi,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.29, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Flor de perdón

Flor de perdón

Muge el viento en la calle solitaria;
Cae frígida llovizna,
Y una infeliz mujer de raza paria
Tiembla, al marchar, como azotada brizna.

Envuelta con harapos, contra el seno
Oprime tiernecita criatura,
Descalza va... sobre ella ruge el trueno;
Fuera, desolación; dentro, amargura.

A un pórtico llegó, se acerca, llama;
¡Ay, cuánto tiempo espera!
¡Qué despiadado el huracán rebrama!
¡Qué voz del interior tan lisonjera!

El pórtico se abrió; - Noble señora
¿Recuerda? fui criada...
- Y por qué me fastidias a esta hora,
¿Siempre has de ser la misma atolondrada?

- ¿Piensas que tu delito yo ignoraba,
Que esa carga es el fruto de un pecado?
- Pero Cristo, señora, perdonaba;
Se muere de hambre, está desencajado.

Que muera yo no importa, soy culpable;
De mí no haya clemencia;
Pero si yo soy toda miserable
El es todo capullo de inocencia.

Yo bien sé que tan sólo Dios perdona,
Que una sentencia escrita hay en mi frente,
Mas sobre vos oscila una corona
Si la vida salváis de este inocente.

Muere de hambre, señora, muere de hambre;
Enferma yo también, exhausto el seno,
Tiembla mi ser con frígido calambre;
Dios te lo pagará, Dios que es tan bueno...

Un portazo resuena, todo oscuro...
El cielo, el aire, las conciencias... todo;
Oh, los ricos no pecan, de seguro,
Jamás su veste la salpica el lodo.

Pobre Jesús que tanto perdonaba
Y a Magdalena redimió aquel día,
Y su vida a la adúltera salvaba
Y las puertas del Cielo les abría.

Y siempre manantial de dulcedumbre
Al buen ladrón en cruz tanto quiso,
Que exclamó al contemplar su pesadumbre:
Hoy conmigo entrarás al Paraíso.

De Alfonso Durán,
en Flores de un Otoño, Incipit LIber, 1922.