Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

viernes, 7 de febrero de 2020

IN VINO VERITAS

IN VINO VERITAS

1
Mi estirpe es la de los lobos.
Aúllo por doquier, lanzo mordiscos al universo,
me muerdo a veces a mí mismo
creyendo que soy otro,
pero luego descanso en mis propios brazos.
Descanso, descanso.
Para luego renacer más lobo que nunca:
mascando, escarbando, gruñendo,
mascando mis heridas,
escarbando mis huesos,
gruñendo hasta lo indecible.
Ah, qué suculento es este brazo
mío, propio de mí!
Sabe a mi historia, y cuando sangra
sabe a mi prehistoria.
Mi dedo gordo no está mal,
salvo sus uñas extremadamente largas
que, por lo demás, son un buen condimento.
En cuanto a mis piernas
la verdad es que me apetecen,
pero no puedo llegar muy bien a ellas;
se necesitaría, amor mío, tener cuello de araña
para poder llegar con mis dientes a mis piernas.
Empero, yo llegaré; ese es mi propósito más firme.
Tú, entretanto, podrías barrerme el alma,
limpiarme el cuerpo lleno de deseos
y destápame, por favor, esa botella.

2
Destápala, anda, chica,
no me dejes a solas con mis muertos!
Sólo los muertos vienen,
Todos nosotros vamos
y entonces tú, mi amor, vienes y vas.
te alargas por la casa como un fantasma.
gritas y no se te oye.
o te oye alguien dentro de mí, con mis oídos
pero no con mis ojos.
Estoy ciego.
Y callado.
Háblame tú o pon la radio,
ponte tú y sírveme un trago, no muy liviano,
que dé duro, que atragante,
que me asesine,
pues, amor, ¿lo sabías?
todo asesinato es en defensa propia,
De modo que no te asustes,
sólo estoy defendiéndome
de un pueblo de águilas que se levanta en mí
diariamente, cada vez que vaya la vida,
y me conduce hacia la muerte,
pero sírveme ese trago, chica!
Una botella no es más que una botella;
pero de ella no se puede decir
que al fondo es otra cosa;
al fondo de ella está ella misma, es perfecta.
Y hay que tener cuello de araña
para llegar al fondo.
Para llegar al fondo de uno mismo!

3
Por si no lo sabías, estoy triste.
Tristísimo.
Siento que he llegado a mi término. Ya no doy más.
Alguna vez tenía que suceder.
Ahora bien, eso no impide que me sirvas un trago,
al fin y al cabo ya estoy listo,
me están esperando para ajusticiarme,
y no es por cierto muy agradable estar encerrado
esperando a que lo ajusticien a uno,
pues ahora se dice que la justicia ,
consiste en el fusilamiento.
Me van a fusilar, amor mío, y tú tan tranquila!
Desperézate, sal de esa cama,
levanta tu bellísimo animal, sal de tí misma,
muévete, échate por la borda,
salta los muros de mi cárcel
y ven a hacerme compañía.
Te necesito, te deseo y te muero.
Aunque vaya a morir, todavía soy lobo,
puedo morder;
aunque esté triste, puedo morder con alegría.
No me dejes lamiendo tu recuerdo, como un perro
sin nombre y sin memoria!
Déjame que te suicide, déjame, amor mío,
y, por favor, sírveme un trago.
Allá está la botella, no lo olvides.
No, allá, allá junto a mi padre.

4
Ya vienen. Suenan sus pasos fríos.
Vienen haciendo sonar las rejas con sus llaves inmensas.
No los conozco. No me conocen. Pero me van a matar.
Casi amo esos pasos espectrales!
Pues, ¿para qué odiar a los asesinos?
¿Para qué odiarlos? ¿No es más absurdo
amar a los que nos aman?
"Lo mataron por loco. Triste historia".
Pero yo sé que los que aman por amor
aman por odio,
y los que aman por odio
matan por amor.
Tú no puedes saber eso, te hace falta el mundo,
este mundo que yo he vivido,
el pantano, amor mío, el pantano
la cárcel de uno mismo,
las cuatro paredes de la conciencia.
Tristis est
anima mea
usque ad mortem!
Ya vienen. Los siento. Son callados y densos.
Tienen pasos sepulcrales. Se parecen a la muerte.
Vienen, no van. Ellos me conocen.
Yo no los conozco. Soy un número.
Asesinos.

5
Demasiada conciencia
para un ser tan pequeño!
Yo no fui hecho para mi cabeza,
la lucidez me lleva hacia otros mundos.
Soy un extraño.
Y oye, mi amor, sírveme de una vez ese trago,
déjame extrañarme de modo alegre, caramba,
¿o es que tú no sabías
que podemos enloquecer sonriendo?
El sabio sólo ríe temblando.
¿No lo sabías? Pues bien, aprende
que los golpes más duros son los que no nos damos,
que la espada sin filo corta más duramente,
que una bala sin punta nos destroza,
que el dolor de vivir no se cura,
que aquesta soledad era la muestra,
que ni tú, que ni yo, que ni nosotros!

Arrastro la soledad como un trapo
o es ella un trapo que me arrastra a mí!
No lo sé. Sólo conozco a mis verdugos.
Ellos saben mi nombre. Yo no sé el de ellos.
Tú también sabes mi nombre. Tú también.
Pero tú no lo olvidarás, y ellos, en cambio,
se irán a dormir después de asesinarme.
Así, pues, tú eres la asesinada! Ja, ja!!!

6
Rióme desmadejado, peludo y loco.
y ay, me duele este cuerpo, y lo recuerdo.
lo recuerdo muy bien. Era peludo,
desmadejado y loco.
A mí no se me olvida un hombre así.
Además, me visitaba frecuentemente,
me acompañaba largas horas,
pero después se iba. Quién sabe a dónde!
Nunca pude averiguar a dónde se iba.
Se desprendía de mí como algo mío,
me dolía su enajenación;
era como si yo, colgando de mi conciencia,
me desprendiese un día de mí mismo.
sin embargo, no era así, era otro ser,
otro ente cartilaginoso
de esos que se divierten
tocando el trasero de las muchachas.
Pero bueno, mi amor, ¿qué es de ese trago?
¿Deberé descender a las ollas infernales
Para buscado? No es necesario
que recurras a Mercurio, ni a Alcibíades,
ni a los coperos divinos! Es preciso
que me traigas un trago, simplemente.
Lo demás es muerte.
Cuidado, además, que me voy; o se me va!
No sé dónde lo tengo escondido,
pero sé que en alguna parte está muriendo.
Eso, eso, ya sabes qué. No me preguntes.
y ahora, adiós; me voy al mar.

7
Todos enamorados de la vida y del mar
querida, ahora vamos a cantar:
Si yo tuviera tantos silencios como muertes,
mis golpes a los golpes serían aún más fuertes.
Si yo tuviera al otro que no nació conmigo,
tendría, al final de los siglos, un amigo.
Pero no tengo a nadie. Tener a nadie es algo.
Entré solo a la vida. No hay nadie cuando salgo.
'No hay nadie en el momento, mi amor, en que te digo
que me estoy disolviendo. Nadie está ya conmigo.
Debo a mis enemigos la fuerza que tenía
y a la soledad debo su dulce compañía.
Adiós, adiós, ya he muerto. Te observo desde un mundo
donde los seres tienen un sabor más profundo.
El sabor de la vida! Recuérdame, y olvida
las cosas que me hicieron perderme de la vida.

1973

de Ludovico Silva,
en In Vino Veritas, Biblioteca Virtual Omegalfa, S/F.

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