A Kim Jensen
Querida, del arrebato a la inocencia no hay quien se salve:
de niña vi cómo en casa los colchones cubrían ventanas y
puertas,
caía el barrio, Chibolo, Ruanda, Bosnia, Mali, Siria, Irak,
Fonseca, El Copey…
Familiares, como aves peladas, escapaban del agua
hirviendo
y se ocultaban con nosotros en el hogar sin agua.
En la radio nos pedían ser solidarios con los sedientos
del mundo,
lo intentamos, hicimos santos con esquirlas de balas,
los envolvimos en paños con vinagre
para que nuestra gente tuviera esperanza. Tantas cosas vi y
olvidé…
olvidé para mi suerte.
No permitas que te digan
¿crees que tiene sentido escarbar con esa pala brillante?
Cierra
tus oídos,
no tiene sentido creer
que el leproso ama el pozo desocupado y triste de su cuerpo.
Me aflige no aliviarte, escucho tu lamento en lengua
extraña,
también mía, lengua de loba magullada.
Nunca te lastimaré, solo sobre mis heridas pongo la sal y el dedo.
Me atormenta saber por qué desde niña despierto y grito
como un chivo a punto de ser
la ofrenda del sacrificio.
Nuestro lenguaje acoge al mismo pájaro desplazado,
las mismas aguas revueltas de la memoria…
pero yo sepulto los huesos en el poema
y tú buscas la mejor pala para desenterrar.
Haces bien,
tendrás dos entierros
y miles de resurrecciones,
como mis hermanos wayus.
Creo en ti, en la paz que traes
al refugio de la misma madre.
de Luisa Villa,
en https://www.laraizinvertida.com/detalle-3108-luisa-villa-premio-internacional-de-poesia-gabriel-celaya-?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR1j2upm8KKVK0jHfT63-z6ja7DzOrVrDvk5y_ubks7xEhRF75oB2CCD_AQ_aem_0kcJzPZZRcOJv1QFkGsFpg (21/7/24).
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