Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Après la guerre

Après la guerre

No ocultes las cicatrices
en la rápida destilería de la sangre
he olido
efluvios de narcóticos conocidos
no ocultes las cicatrices

El tubérculo de nuestra carne común
pisoteado hasta lo hondo de la tierra combate
la muerte, recién cinchado arremete contra el sol
mas temiendo que resulte ser una concha hueca
o que los pies de las vidas recién nacidas
se hundan en el vacío de la falsedad
no hinches la piel ajada de la tierra
para glasear las grietas del tambor

No te cubras de costras
ni hagas del dolor el lamento
de un farsante con mala lengua
su rostro una máscara de velos pintada
el aliento reseco por su propia bilis
un corazón de retazos y una sonrisa de calavera
para burlar los rigores del
exorcismo.

Grietas en la pintura. Legad
los solos latidos del duramen
a los seguidores del velatorio
recién nacidos.

De Wole Soyinka,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.43, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Las habladurías del mundo (canción)

Las habladurías del mundo

Toda, toda la ternura me darás
Si te ofrezco ser
Parte de tu cuerpo

Y al acariciarme me darás
Los espejos que son
En tu día del alma

Mientras oigo trinos voces
Oigo más, son aquellos
Los Dioses que nos escuchaban

No estoy atado a ningún sueño ya
Las habladurías del mundo
No pueden atraparnos

Veo, veo las palabras nunca son
Lo mejor para
Estar desnudos

Y ni la anaconda es como un buey
Ya no hay más
Reyes de la selva, nena

Toda, toda la ternura me darás
Si te ofrezco ser
Carne de tu cuerpo

No estoy atado a ningún sueño ya
Las habladurías del mundo
No pueden atraparnos

de Luis Alberto Spinetta (Pescado Rabioso),
en Artaud, Talent/Microfón, 1973.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Tao Te Ching - 3

Tao Te Ching (fragmento)

3.

Si sobrestimas a los grandes personajes
la gente se torna incapaz.
Si sobrevaloras las posesiones
la gente comienza a robar.

El Maestro guía
vaciando las mentes de las gentes
y llenando sus corazones;
debilitando sus ambiciones
y fortaleciendo su resolución.
Ayuda a la gente a desprenderse
de cuanto saben y cuanto desean,
creando confusión
en aquellos que creen saber.

Practica el no-hacer
y todo ocupará su propio lugar.

de Lao Tse,
en Tao Te Ching, S. V a.C.
Traducción: Stephen Mitchell.

Las masacres

Las masacres

Pero entonces la sangre fue escondida
detrás de las raíces fue lavada
y negada
(fue tan lejos), la lluvia del Sur la borró de la tierra
(tan lejos fue), el salitre la devoró en la pampa;
y la muerte del pueblo fue como siempre ha sido;
como si no muriera nadie, nada,
como si fueran piedras las que caen
sobre la tierra, o agua sobre agua.

De Norte a Sur, adonde trituraron
o quemaron los muertos,
fueron en las tinieblas sepultados,
o en la noche quemados en silencio,
acumulados en un pique
o escupidos al mar sus huesos;
nadie sabe dónde están ahora,
no tienen tumba, están dispersos
en las raíces de la patria
sus martirizados dedos;
sus fusilados corazones;
los valerosos de la pampa,
los capitanes del silencio.

Nadie sabe dónde enterraron
los asesinos estos cuerpos,
pero ellos saldrán de la tierra
a cobrar la sangre caída
en la resurrección del pueblo.

En medio de la plaza fue este crimen.

No escondió el matorral la sangre pura
del pueblo, ni la tragó la arena de la pampa.
Nadie escondió este crimen.
Este crimen fue en medio de la patria.

de Pablo Neruda,
en Poesía armada, Agermanament, 1976.

martes, 10 de septiembre de 2019

El descenso

El descenso (fragmento)

Están la cordillera de Los Andes y el Pacífico
abrazados debajo de la piedras. Las margaritas
crecen en la primavera. Tal vez la primavera
crezca. Tal vez las montañas y el océano
abrazados se levanten desde debajo de las piedras
y sean las margaritas de la nueva primavera.
Bruno, Susana, tal vez sus cuerpos se levanten
desde debajo de la piedras. En una tierra enemiga
es cosa común que las margaritas sostengan la
nieve que quedó de los caídos cuerpos en la
primavera.

De Raúl Zurita
en INRI, Visor Libros, 2004.

El INRI de los paisajes

Epílogo

Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las
montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás
soñó que habían unas flores, que habían unas
rompientes, un océano subiéndolos salvos desde
sus tumbas en los paisajes. No.
Están muertos. Fueron ya dichas las inexistentes
flores. Fue ya dicha la inexistente mañana.

De Raúl Zurita,
en INRI, Visor Libros, 2004.

Sebastián Acevedo

Sebastián Acevedo

Sólo veo al inmolado de Concepción que hizo humo
de su carne y ardió por Chile entero en las gradas
de la catedral frente a la tropa sin
pestañear, sin llorar, encendido y
estallado por un grisú que no es de este Mundo: sólo
veo al inmolado.
Sólo veo ahí llamear a Acevedo
por nosotros con decisión de varón, estricto
y justiciero, pino y
adobe, alumbrando el vuelo
de los desaparecidos a todo lo
aullante de la costa: sólo veo al inmolado.
Sólo veo la bandera alba de su camisa
arder hasta enrojecer las cuatro puntas
de la plaza, sólo a los tilos por
su ánima veo llorar un
nitrógeno áspero pidiendo a gritos al
cielo el rehallazgo de un toqui
que nos saque de esto: sólo veo al inmolado.
Sólo al Bío-Bío hondo, padre de las aguas, veo velar
al muerto: curandero
de nuestras heridas desde Arauco
a hoy, casi inmóvil en
su letargo ronco y
sagrado como el rehue, acarrear
las mutilaciones del remolino
de arena y sangre con cadáveres al
fondo, vaticinar
la resurrección: sólo veo al inmolado.
Sólo la mancha veo del amor que
nadie nunca podrá arrancar del cemento, lávenla o
no con aguarrás o sosa
cáustica, escobíllenla
con puntas de acero, líjenla
con uñas y balas, despíntenla, desmiéntanla
por todas las pantallas de
la mentira de norte a sur: sólo veo al inmolado.

de Gonzalo Rojas,
en http://www.poesiasolidariadelmundo.com/search/label/Gonzalo%20Rojas-%20Chile

Yo pisaré las calles nuevamente (canción)

Yo pisaré las calles nuevamente (canción)

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.

Yo, unido al que hizo mucho y poco,
al que quiere la patria liberada,
dispararé las primeras balas
más temprano que tarde, sin reposo.

Retornarán los libros, las canciones,
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.

Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo
a una vida cegada en La Moneda.

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

De Pablo Milanés
en La Vida No Vale Nada, Movieplay, 1976.

Al presidente de Chile, Salvador Allende

Al presidente de Chile, Salvador Allende

No los creáis, cubría
su rostro la misma máscara. 
La lealtad en la boca,
pero en la mano una bala.
Al fin, los mismos en Chile
que en España.

Ya se acabó. Mas la muerte,
la muerte no acaba nada.

¡Mirad! Han matado a un hombre.
Ciega la mano que mata.

Cayó ayer. Pero su sangre
hoy ya mismo se levanta.

de Rafael Alberti,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.21, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

El quinto día de una huelga de hambre

El quinto día de una huelga de hambre

Si no consigo expresar bien, hermanos, 
Lo que quiero decirles, 
Tendrán que disculparme: 
Siento algunos mareos, 
me da vueltas un poco la cabeza. 
No es el alcohol. 
Apenas, es un poquito de hambre. 

Hermanos, 
Los de Europa, los de Asia, los de América: 
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre. 
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo, 
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca, 
lucientes como estrellas, 
En tanto que sus manos 
son una sola mano estrechando la mía, 
como la de mi madre, 
como la de mi amada, 
como la de mi vida. 

Hermanos míos: 
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron, 
Ni a mí, ni a mi país, 
ni tampoco a mi pueblo. 
Del mismo modo que los quiero a ustedes, 
ustedes quieren a los míos, lo sé. 
Gracias, hermanos, gracias. 

Hermanos míos: 
Yo no tengo la intención de morir. 
Si soy asesinado, 
Sé que entre ustedes seguiré viviendo: 
Yo estaré en los poemas de Aragón 
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso, 
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson 
Y, sobre todo 
y lo que es más hermoso: 
Yo estaré en la triunfante risa del camarada, 
Entre los cargadores portuarios de Marsella. 
Para decirles la verdad, hermanos, 
Yo soy feliz, feliz a rienda suelta. 

De "Últimos poemas 1959-1960-1961" 
Versión de Fernando García Burillo 
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000) 

De Nazim Hikmet,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.20, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Civil y Soldado

Civil y Soldado

Mi espectro se levantó de entre la lluvia de plomo,
y declaró “soy un civil” logrando tan sólo
acrecentar tu miedo. ¡Mas cómo habría
de levantarme, yo, un ser de esta tierra, en aquella hora
de muerte impasible! entonces pensé:
tu batalla no es de este mundo.

Inmóvil permaneciste
por ambas eternidades, y yo aprendí, sin duda, la lección
en tus prácticas de combate sigiloso.
No dejes que un indeciso neutral vaya en la retaguardia,
pues tras de ti se abrasará la tierra. Mi dilema civil,
que aparece de nuevo atrincherando la tierra,
bajo el ritual de plomo de tus más ávidos amigos,
te abismó aún más en la confusión y cuando
me prestaste el arma para protegerme y la
muerte me guiñó el ojo, tu promesa
y todo tú se esclarecieron ante mí.

En el curso de mi vida

espero encontrarme algún día
de nuevo con tu espectro en la trinchera,
anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
y te habré de disparar certero y justo
con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
solitaria pregunta, "¿sabes amigo, incluso ahora,
el por qué de todo esto?"

De Wole Soyinka,
en Entre los Poetas Míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.43, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013.

Perseguido por buenas razones

Perseguido por buenas razones

He crecido hijo
de gente acomodada. Mis padres
me pusieron un cuello almidonado, me educaron
en la costumbre de ser servido
y me instruyeron en el arte de dar órdenes. Pero
al llegar a mayor y ver lo que me rodeaba,
no me gustó la gente de mi clase,
ni dar órdenes ni ser servido.
Abandoné mi clase y me uní
al pueblo llano.

Así,
criaron a un traidor, le educaron en sus artes, y ahora
él los delata al enemigo.

Sí, divulgo secretos. Entre el pueblo
estoy, y explico
cómo engañan, y predigo lo que ha de venir,
pues he sido iniciado en sus planes.
Descuelgo la balanza de su justicia y muestro
sus pesas falsas.
Y sus espías les informan
de que yo estoy con los robados cuando
preparan la rebelión.

Me han advertido y me han quitado
lo que gané con mi trabajo. Como no me corregí
me han perseguido,
y aún había en mi casa
escritos en los que descubría
sus planes contra el pueblo. Por eso
dictaron contra mí una orden de detención
por la que se me acusa de pensar de un modo bajo, es decir,
el modo de pensar de los de abajo.
Marcado estoy a fuego, vaya a donde vaya,
para todos los propietarios, mas los no propietarios leen la orden de detención
y me conceden refugio. A ti te persiguen,
me dicen,
por buenas razones.

(1939)

De Bertolt Brecht,
en Poemas y canciones, Alianza Editorial, 1997.

La cicatriz

La cicatriz

Don Juan a Don Diego hirió,
y aunque arrepentido luego
curó Don Juan a Don Diego,
la cicatriz le quedó.
De esto a inferir vengo yo
que nadie, si es cuerdo y sabio,
debe herir ni aun con el labio,
pues aunque curarse pueda,
siempre al ultraje le queda
la cicatriz del agravio.

De Miguel Agustín Príncipe,
en Luisa H. Martínez, Lenguaje y Literatura, Editorial Tor, 1940.

El lobo y el cordero

El lobo y el cordero

El lobo y el cordero llegaron a un arroyo,
el lobo atormentado más de hambre que de sed,
y entre lobo y cordero sobrevino este diálogo,
que a mí me suena como sobrevenido ayer:
-Súbdito miserable, morirás, pues el agua
que yo, tu rey, bebía, te atreviste a enturbiar,
-¿Cómo, señor, haceros tal injuria he podido
estando más abajo que vuestra majestad?
-Si no lo has hecho ahora, lo hiciste hace seis meses.
-Señor, si todavía de edad no tengo dos
-Pues si tú no lo has hecho, tu padre es quien lo haría,
y es justo que ahora mismo sufras la expiación.
Así diciendo, el lobo, sin conciencia ni entrañas,
hizo al cordero víctima de su voracidad;
que siempre los tiranos, a falta de razones
para oprimir al justo, razones falsas dan.

De Antonio de Trueba,
en Luisa H. Martínez, Lenguaje y Literatura, Editorial Tor, 1940.

Bárbaro

Bárbaro

Es la palabra la que me sostiene
y golpea en mi caparazón de cobre amarillo
donde la luna devora en la sopanda de la herrumbre
los huesos bárbaros
de cobardes animales merodeadores de la mentira.

Bárbaro
del lenguaje sumario
y nuestros rostros bellos como el verdadero poder quirúrgico
de la negación

Bárbaro
de los muertos que circulan por las venas de la tierra
y vienen a veces a partirse la cabeza contra las paredes de nuestras orejas
y los gritos de rebelión nunca escuchados
que giran al compás y con los timbres de la música

Bárbaro
el artículo único
bárbaro el tapaya
bárbaro la anfisbena blanca
bárbaro yo la serpiente que escupe
y me despierta de mis putrecibles carnes
de pronto salamanquesa voladora
de pronto salamanquesa listada
y me adhiero tan bien a los lugares propios de la fuerza
que para olvidarme tendréis que
arrojar a los perros la carne velluda de vuestros pechos

De Aimé Césaire,
en Entre los poetas míos... - Colección Antológica de Poesía Social Vol.69, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014.