Plaza de invierno
Árboles desnudos
corren una carrera
por el rectángulo de la plaza.
En sus epilépticos esqueletos
de volcadas sombrillas
se asientan,
en bandada compacta,
los amarillos
focos luminosos.
Bancos inhospitalarios,
húmedos,
expulsan de su borde
a los emigrantes soñolientos.
Oyendo fáciles arengas ciudadanas,
un prócer,
inmóvil sobre su columna,
se hiela en su bronce.
de Alfonsina Storni,
en Entre el largo desierto y la mar, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999.
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