II
La otra amiga
Otra amiga me dice: —Las mujeres mentales
Perdedoras salimos en negocios de amores.
Tenemos, ciertamente, muchos adoradores:
Buscan pequeños sorbos en caídas vestales.
Su corazón lo ponen no en las espirituales,
Que fatigan al cabo. Como cultivadores
Adoran lo que crean: piensan que las mejores
Son aquellas plegadas a sus modos carnales.
Las mujeres mentales somos las plataformas:
Mejoramos los hombres, y pulimos sus normas,
Refinan en nosotras su instinto desatado.
Y cuando, ya cansadas de esperar, les pedimos
El corazón, en cambio del propio que le dimos,
Se lleva la que pasa lo que hemos adorado.
La otra amiga
Otra amiga me dice: —Las mujeres mentales
Perdedoras salimos en negocios de amores.
Tenemos, ciertamente, muchos adoradores:
Buscan pequeños sorbos en caídas vestales.
Su corazón lo ponen no en las espirituales,
Que fatigan al cabo. Como cultivadores
Adoran lo que crean: piensan que las mejores
Son aquellas plegadas a sus modos carnales.
Las mujeres mentales somos las plataformas:
Mejoramos los hombres, y pulimos sus normas,
Refinan en nosotras su instinto desatado.
Y cuando, ya cansadas de esperar, les pedimos
El corazón, en cambio del propio que le dimos,
Se lleva la que pasa lo que hemos adorado.
de Alfonsina Storni,
en Entre el largo desierto y la mar, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999.
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