AL APÓSTOL
Abre tus nobles brazos que ya la cruz te espera
Como á Nuestro Señor;
Lanza tu gran palabra magnífica y severa,
Imprecación rotunda de espanto ó de clamor.
La multitud atónita escuche tu postrera
Parábola de amor.
Y haz después que la sombra difunda por la Esfera
El pavor de tu trágica hora de redentor...
Cuando la cruz tremole cimbrada por el viento,
Ya no verán tus ojos la luz del firmamento,
Se cerrarán por siempre tus ojos á la luz.
Y sentirás entonces —si sientes— el profundo
Dolor de haber creído dar tu verdad al mundo
Cuando tan sólo dabas tus brazos á una cruz.
de Mario Bravo,
en Nuestro Parnaso - Colección de Poesías Argentinas (Cuarto Volumen), Ernesto Mario Barreda/Ediciones M. Gleizer, 1914.
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