Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

sábado, 20 de marzo de 2021

Cadena de sangre

Cadena de sangre

Sofistas y tiranos
blasfeman, estrechándose las manos,
contra la Libertad, contra el Derecho:
engendros del furor y el egoísmo,
con infernal cinismo
hieren a un tiempo la razón y el pecho.
La Humanidad doliente se congrega,
como revuelto mar se arremolina,
y aunque con sangre riega
y el Universo anega,
jamás florece la ilusión divina.
Al golpe de los tiempos han cedido
del César las crueldades,
y hoy no se ve el reflejo enrojecido
de la quemante hoguera en las ciudades;
pero, nunca vencido,
tras la mentida máscara moderna,
el tirano inmortal sigue en su trono,
con la misma crueldad, el mismo encono,
la misma furia eterna.

Apóstoles de negras herejías,
pasean su traición, muestran la frente,
y en medio de políticas porfías
parece que las viejas utopías
vuelven a alzarse con la edad presente.
La Justicia, maltrecha en tantas lides,
levanta desmayada
su angustiosa mirada,
implora compasión a sus verdugos
y obtiene sólo míseros mendrugos
en la punta sangrienta de una espada.
Y no es la más odiosa tiranía
aquélla que a la luz del claro día
muestra su desenfado y su vileza,
sino la que se oculta y no se nombra,
la que inclina ante el pueblo la cabeza
y, llena de bajeza,
ejecuta su crimen en la sombra.
¡Venga el déspota rudo
que, ante la Ley y los Derechos mudo,
en otros tiempos la Verdad ahogaba;
mas no el Tartufo que a la patria inerte
le ofrece vida y le inocula muerte,
la llama libre y la gobierna esclava!

Hay un eterno grito,
perpetuo grito de venganza y guerra
que, siempre odiado y a la par maldito,
ha estremecido sin cesar la Tierra
sobre los yertos ejes de granito.
Es el viejo atentado
que añade horror sobre el horror pasado,
es el sangriento ultraje
que en mil generaciones se retrata,
es el zarpazo de la bestia hambrienta
que, de oro, sangre y de poder sedienta,
derriba, insulta y avasalla y mata.
El poderoso ruin, el cruel tirano,
símbolo haciendo de ese grito infame,
ha desolado el continente humano
y hoy con el mismo horror y el odio mismo,
dominando la cumbre y el abismo,
el grito repercute y se renueva
y nueva infamia tras la infamia lleva.

La pura Libertad escarnecida,
esclavo el pensamiento,
no se escucha un acento
que indique gloria, que denuncie vida;
los mismos que Derechos invocaron,
al llegar a la cima los violaron
y del monstruo fatal las negras fauces,
las avarientas, codiciosas garras,
fijas están sobre la inerte tierra
con gesto mudo amenazando guerra.

¿Los líricos, dó están, que antes soñaran
la libertad del orbe?
¿Acaso sus doctrinas olvidaran?
¿Acaso el egoísmo los absorbe?
¿Por torpe miedo la mentira amparan?
El fondo de los pechos no está yerto,
la Libertad no ha muerto,
no ha muerto el labio aunque la lengua calla:
¡que también el volcán, frío parece,
cuando en su seno la tormenta crece,
la lava ruge, el cataclismo estalla!...

¡Cuántas veces el alma humana, alzando
el estandarte doctrinal de Cristo,
las ignominias del poder nefando
ir despeñadas a la tumba ha visto!...
Cuando esa voz olímpica escuchaban,
la Libertad y el Genio despertaban:
los cadalsos caían
y los cetros rodaban
y las antiguas leyes sucumbían.
Era la voz gigante
del Universo que en la lid se afana,
el esfuerzo de Atlante,
la ebullición de la conciencia humana,
que al fin se traducía
en las cascadas de la luz del día.

Pero es el mundo una feroz cadena
donde sucede en bacanal locura
tras el placer la pena,
tras la adusta verdad la mofa obscena,
tras los rayos del Sol, la noche oscura.
Y después de un relámpago de gloria,
fugaz y apetecido
que coronaba con laurel la Historia,
el instinto, no muerto, sino herido,
pronto con gritos de dolor se alzaba
y entregados al aire los pendones
en pueblos y naciones
la Libertad de nuevo subyugaba.

Tornaban otra vez, yertas y frías,
con sordo torbellino
a resbalar las horas,
y, al golpe de los remos del Destino,
la barca universal se deslizaba,
y tras de sí dejaba
sólo surcos de sangre en el camino.

Y otra vez y otra vez razas gigantes,
retando a muerte y provocando al César
se alzaban centelleantes
y, lívido, altanero,
otra vez un mandón las subyugaba
y las encadenaba
a su sangriento carro de guerrero.

Hoy esa lucha misma
de la Verdad final contra el sofisma,
vuelve, como un turbión de tempestades:
el mundo es una hoguera,
los rugidos del odio, una bandera,
y un cadalso sangriento las ciudades.
Con sordo espanto el Universo mira
derribados su Dios y su esperanza,
¡erigida en sistema la mentira,
y la elocuencia, la razón, la lira
sujetas al clamor de la venganza!...

Rebelión de titanes,
rugido de tormenta y de volcanes,
los pueblos de granito
deben alzar su grito;
su voz el orbe atruene
y los espacios llene,
los cóncavos del mar y el infinito.
¡Basta de sangre y de brutal violencia!
¡Basta de rebelión y guerra; basta!
¡Venga del pueblo o de la vieja casta,
sólo es justo un tirano: la Conciencia!

de Manuel Ugarte,
en Poesías Completas, Casa Editorial Maucci, 1921.

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